La obra de la artista coreana flirtea con diferentes preguntas metafísicas
Las relaciones inmersas en dicotomías –entre la abstracción y el realismo, entre imágenes oníricas propias del surrealismo, el uso de la perspectiva o el juego entre lo interno y lo externo– son rasgos predominantes en el imaginario de la artista surcoreana arraigada en París. Pero además, conforman todo un estudio entre tiempo y espacio, contraponiendo no solo el espacio mental con el espacio externo, sino también el desarrollo temporal en los mismos.
La soledad, el deterioro, la presencia o ausencia de personajes en la escena e incluso la persistencia de las estructuras extravagantes en ocasiones fuera de perspectiva hacen que los cuadros de Jung-Yeon Min logren su objetivo: el de “molestar, ser irónico, pues aunque haya suavidad en los colores y ambientes tranquilos, siempre habrá algún elemento que rompa la armonía”, dice.
La artista se mueve, pues, en esa integración entre lo extraño y lo familiar. Su obra reta a lo seguro y lo conveniente al hacernos navegar en la materialidad visceral de un interior mental. Es alucinante. Puedes ver más imágenes en su perfil de la Galería Kashya Hildebrand.