La fotógrafa británica juega con la superficialidad, soledad y el humor en el contexto de la industria de la belleza
Una semana en un hotel temático de Pensilvania con una maleta de pelucas y ropa interior. Máscaras, comida enlatada, parafernalia cosmética y mucha soledad. Así nace el proyecto Joyce, una serie de autorretratos que le valió a Juno Calypso el International Photography Award 2016.
Rituales de deseo y expresiones de decepción han dado forma a la narrativa de su alterego, Joyce, fruto de una feminidad superficial y cansada de su propio guión. Al año siguiente, la fotógrafa regresó a la ruta de hoteles con la serie The Honeymoon donde la identidad femenina esta vez se depara con sus múltiples reflejos.
La cirugía estética, la dismorfia, la búsqueda de la perfección a través de los rituales de belleza o la reproducción asistida encuentran lugar en la sátira de Calypso. Criticada e incomprendida por feministas y por misóginos, la artista se defiende de los que no captan la ironía por detrás de su trabajo alegando que su intención es hacer que el arte no sea tan serio.
Que el rosa esté de moda es evidente. La fotógrafa considera que el color –utilizado muchas veces para alcanzar un estereotipo simple de identidad femenina– molesta, y que quizás por eso mismo sea un arma. Puede que la caricaturización en sí sea lo que moleste al hacer frente al narcisismo explorado por la industria. No obstante, ella que se declara feminista de las buenas, no deja de señalar la facilidad con la que el movimiento ha sido capturado por el capitalismo y vendido de vuelta a las mujeres.
Su trabajo, claro está, rinde interpretaciones de todo tipo. Hablen bien, hablen mal, pero que hablen.
Puedes acompañar y conocer más obras de Juno Calypso en su página web o através de su perfil de Instagram.