Lúa Gándara y María Meijide

Open Studio: María Meijide y Lúa Gándara

Javi Camino Por Javi Camino
18 Min lectura
Javi Camino entrevistó a las dos artistas en su estudio en la Plaza del Toural

Entrar en el piso de María Meijide es como entrar en el biopic hollywoodiense de algún pintor bohemio del siglo XX. Es todo tan perfecto que no parece posible: los techos altos, el pasillo interminable, las dos galerías, el enorme salón/estudio, los lienzos y pinturas desperdigados por todas partes… Una mansión en pleno casco histórico de Santiago de Compostela que desde hace años María ha decidido compartir, mediante la celebración de un Open Studio, con el público y artistas invitados.

Lúa Gándara es la tercera artista que está disfrutando de la experiencia de exponer y convivir junto a Meijide. Aunque viendo sus cuadros parecen haber nacido en diferentes planetas, las dos comparten una actitud ante la vida muy parecida. Ambas son directas y extremadamente prácticas. “En esta casa no hay misterios” me dijeron al poco de entrar. Doy fe. No encontrarás bajo este techo las clásicas poses de artistillas iluminadas. Nada de discursos metafísicos sobre los incognoscibles secretos del arte. María y Lúa hablan de la pintura como lo que realmente es: un duro trabajo en el que hay que remangarse, sudar y lograr vender si quieres mantenerte a flote.

 

 

 

María Meijide, ‘Vista con libros’. Cortesía de la artista

 

 

 

P. María, ¿por qué has elegido a Lúa como artista residente?

María Meijide: Bueno, tampoco es que haya muchísima gente en el entorno de una ciudad pequeña como Santiago. Entonces un poco por descarte. Es de las pocas artistas que conozco de mi generación, aunque le llevo 10 años, y es muy currante y vitalista.

 

P. ¿Qué has aprendido de ella?

María: Su ritmo. Me gusta que es muy rápida y en ese sentido me ha metido un poco de caña. Trabajar con otro pintor cerca, que es algo que no me pasaba desde hace muchísimo, me parece muy enriquecedor. Incluso a nivel de paleta ha habido muchas sinergias.

Lúa Gándara: Es que lo de convivir da lugar a poder hablar de arte y de cosas a cualquier hora. Tu estás lavándote los dientes y estás “¡Mira! ¡Ven a ver esto que se me ocurrió!”. Es muy guay poder hablar de trabajo en cualquier momento.

 

P. Y a ti, Lúa, ¿qué fue lo que más te atrajo de venirte a esta casa?

Lúa: La simpatía de María (risas) Me dijo un día “¡Tengo una casa, blablablá, nosequé, vente!” Y fui, y cuando entré en la casa dije “¡Buaaaah! ¡Yo quiero vivir aquí!”, porque la casa es preciosa y María estaba todo el día trabajando y eso te da más ganas de trabajar.

 

P. ¿Qué has aprendido de ella?

Lúa: La insistencia. La capacidad de vender a saco y no parar. También me hizo mucho psicoanálisis (risas) y creo que ahora voy con una concepción de mi personalidad más clara. Al estar las dos trabajando a la vez es todo más productivo.

 

 

 

El estudio. Foto: Javi Camino

 

 

P. ¿Por qué creéis que la mayoría de la gente deja de pintar cuando se hace mayor?

María: Creo que es una cuestión de olvido en la educación. La mayoría de la gente cuando crece se va encauzando hacia cosas más prácticas pero en el fondo yo creo que a todo el mundo les sigue gustando. Yo a veces hago cursos con adultos y les flipa. El gusanillo se sigue teniendo siempre, lo que pasa que igual la vida te lleva por otros lados.

Lúa: Yo creo que aprenden a tener vergüenza. Se autojuzgan y se bloquean. También le pasa a la gente cuando cantan y cuando bailan. Piensan que tienen que hacerlo bien y que sino no vale, y es un error.

 

P. ¿Qué tal fue vuestro paso por la Facultad de Bellas Artes?

María: Creo que merece la pena, por lo menos para ver un poco el mundo universitario. Yo estuve en tres universidades: Pontevedra, Sevilla y Lisboa. Creo que en general es una mierda y funciona fatal pero a mi me sirvió mucho. Al ser todo tan desastroso y haber esa academia de la postmodernidad, tenías que hacer producción conceptual bastante cutre, así que me decanté hacia una figuración realista que en ese momento me pareció lo más subversivo.

Lúa: Yo estuve en Pontevedra ¡Me lo pasé genial! Hacía lo que me daba la gana todo el rato, todas las cosas a última hora, me lo inventaba todo. Aprendí a improvisar. Me inventaba discursos y hacía performances todo el rato. ¿No tenía el trabajo hecho? Pues cantaba un poquito. No pintaba nada. Solo lo obligatorio.

 

 

 

Lúa Gándara, ‘Mirar mucho tiempo por la ventana’ (2017). Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Cómo definirías la pintura de María?

Lúa: Es como si fuera una señora maruja punki. Es decir, pinta figuración porque no se podía pintar figuración y lo pinta del natural además. Es como una pintura del hogar, del entorno y de lo cotidiano. Pero no es una señora aunque lo parezca. Le gusta mucho pintar pitos y a sus amantes. Utilizar la pintura para ligar. Igual que los músicos utilizan la música para ligar.

 

P. ¿Y funciona?

María: Sí. De momento. (risas)

 

P. María, ¿cómo definirías la pintura de Lúa?

María: Como ella dice: es techno. Tiene colores digitales, industriales. Es abstracta clásica. Rothko y demás. Es un poco pintura expandida. Todos los cuadros están relacionados los unos con los otros, son muy rítmicos. Pinta un poco como se viste. Su armario es parecido. Y es una pintura muy directa. No tiene barniz de sofisticación.

 

P. Lúa, ¿a quién crees que “copia” María?

Lúa: Creo que es al revés, que la copian a ella. (Risas) No sé, quizás algo de Cézanne…

María: En la universidad me dijeron que me parecía a Arikha. Y es verdad, tiene cuadros que parecen míos.

 

P. ¿Lo conocías?

María: No tenía ni puta idea.

 

P. ¿Y en Lúa que referencias ves?

María: Veo a Rothko, y también veo, aunque ella no sé si es consciente o no, los paisajes de Schiele, tiene un punto medio expresionista que luego no, pero a nivel de composición tiene algo. No sé…¿Qué pintores te gustan mucho a ti?

Lúa: A mi me gusta El Bosco, pero no tiene nada que ver. (risas)

 

P. Pregunta clásica: ¿es difícil vivir de la pintura?

María: Es difícil pero se puede hacer. Es un trabajo continuo. Es muy inestable pero supongo que puedes vivir bien al cabo de un tiempo. Yo tengo más pasta ahora que hace diez años.

Lúa: Yo sobrevivo: Instagram, Milanuncios, dar cursos a niños… Es un no parar. Tienes que ser muy pesado.

 

P. Vosotras lo habéis conseguido pero a vuestros compañeros de facultad. ¿Qué tal les va?

Lúa: Casi nadie lo ha conseguido. Un 1% viven de ello. Y muchos viven de becas y en casa de sus padres.

María: También es verdad que hubo una crisis. A mi me iba mejor en el 2008 que ahora. Bueno, ahora tal vez estoy al mismo nivel, pero sí lo he notado.

 

 

María Meijide, ‘A dentelladas’. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Por qué creéis que no lo han conseguido?

Lúa: Yo creo que porque no nos enseñan a ser prácticos en cuanto al dinero y el mercado.

María: Eso es verdad. Luego también creo que está el “tinglao” montado para que sea muy difícil. Porque como las galerías se llevan normalmente el 50% en un sitio pequeño como Santiago es complicado. No sé, a lo mejor en una ciudad grande es más viable…

Lúa: Sí, es una carrera a largo plazo y de resistencia. Seguir como sea.

María: Y luego, también hay que diversificar. Yo por ejemplo hago los cuadernos de viajes. Los originales son carísimos, cuestan 2500-3000 euros cada uno. Pero en cambio la edición que son 23€ lo puede comprar cualquiera.

Lúa: ¡Viva la fotocopiadora! ¡Me encanta! (risas).

 

P. ¿Cuándo sentís más satisfacción? ¿Cuando acabáis un cuadro o cuando lo vendéis?

Lúa: Hombre, yo cuando lo acabo… ¿Pero cuando vendes uno que no es tu favorito? ¡Buah! Es genial.

María: Lo sacas de en medio y encima ganas dinero.

 

 

 

Lúa Gándara, ‘Ovni sobre bezana’ (2017). Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿No os da pena deshaceros de ellos?

Lúa: Sí, a mi alguna vez sí. Yo, de hecho, los que no quiero vender los pongo carísimos.

María: A veces también me da pena pero creo que hay que desligarse de ese rollo.

Lúa: Al final piensas “Si puedo hacer los que quiera”…

 

P. Lo de vender cuadros por internet y redes sociales ¿Funciona?

Lúa: A mi sí pero porque me lo curro todos los días. Me lo tomo como un trabajo. Me despierto y me hago mi hora de redes sociales. Incluso vendí en páginas de segunda mano. Puse un anuncio “¿Por qué decorar tu casa con láminas de Ikea si puedes tener obra original por un buen precio?” Y me escribió un señor de Suiza, le pasé un enlace con mis cuadros, lo conocí y me compró más de diez.

María: Cualquier persona es un cliente potencial. Yo vendí un cuadro a Milán por internet, y creo que estoy hablando del Myspace, osea, ¡hace ya tiempo! Y los crowdfundings también funcionan muy bien. Son buenas maneras de comprar.

 

P. ¿Y las galerías de arte?

María: Yo he trabajado con algunas. Creo que como no se reciclen…O curran muy bien o se van al garete.

Lúa: Mis recuerdos con galerías es que una vez vendí un cuadro a 1000 y cobre 335. Y el otro recuerdo que tengo es que me obligaron a pintar lo bordes del cuadro de blanco, me pareció tan mal…

María: Hay mucha gente que no es de lo que viven y lo tienen de negocio residual, como quien tiene un adorno bonito. Están muchas veces apoyadas en un falso prestigio. No digo que algunas no te prestigien y realmente no te lancen, pero no todas. No por el hecho de exponer en cualquier galería tu obra se va a revalorizar o se te va a conocer más. Es como las ferias de arte. ARCO donde hace pasta es en el alquiler de los stands, viven de eso realmente.

 

P. ¿Vender cuadros en vuestra propia casa es el futuro?

Lúa: Es lo mejor que hay. Es el presente.

María: Siempre se ha hecho. Los artistas siempre han vendido cuadros en sus talleres.

 

 

 

Lúa Gándara, ‘Vacas y chalés adosados. Vista de Cantabria’. Cortesía de la artista

 

 

P. A veces tienen que venir personaje curiosos a comprar. ¿Os pasó alguna anécdota?

Lúa: Hace poco el señor que quería ligar contigo…

María: Es que hay gente que parece que lo que quiere en vez de un cuadro es ir a la cama. A veces al abrir tu espacio privado alguna gente tiene una falsa idea de intimidad y no la hay. El hecho de que pinte gente en pelotas no significa que quiera que te desnudes. Una vez un tío me decía que lo pintara en pelotas y que si yo pintaba desnuda también (risas). Pero ese tío estaba muy loco (risas).

 

P. ¿Qué pintores contemporáneos os gustan?

Lúa: A las dos nos gusta mucho Olmo Blanco.

María: A mi me encanta. Es que no te creas que hay muchísimos pintores…

Lúa: ¡Guillermo Mora! Dan ganas de chupar las esculturitas.

María: Mola un montón. Beatriz Lobo también me gusta mucho.

Lúa: Sí, Bea mola.

 

P. ¿Pintáis por encargo?

María: Sí, pero hay que negociar. Depende del margen que tengas. Yo tuve que pintar una vez un tipo que se había muerto. Fue horrible y lo pasé fatal. Cobré muy caro. Cobré 2000 euros por un retratito pequeño. Si me pagan mucho a lo mejor me vendo (risas).

Lúa: A mí me encargaron pintar unos búhos, que fue horroroso, pero los vendí. Y una chica me los vio en Instagram y me dijo que quería comprar… Ante esa posibilidad de venta hice otros dos pero luego nunca vino. Ahora tengo búhos (risas).

María: A mi me pasó con el mapa emocional de Santiago. Fue un encargo que no me apetecía nada. Lo retrasé tres años. ¡Y es un hit! ¡Voy por los 4000! Yo que pinto mi casa y lo otro… y la gente: ¡mapa mapa mapa!

 

 

 

María Meijide, ‘Mapa emocional’ (detalle). Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Cuál es el principal objetivo del Open Studio del sábado?

María: Para mi lo principal es situar la casa como un sitio donde hay artistas, donde se hacen cosas, donde se trabaja, donde se puede ver el proceso desde dentro. También es un reclamo a nivel de clientela.

Lúa: Yo espero enseñar mi documental, aunque todavía no está terminado, y consolidarme como artista seria. Quiero que la ficción que creé se vuelva un poco cierta. Si no tengo una realidad en la que me vaya bien yo me la genero con el documental y luego la gente se la cree, como hicieron siempre las dictaduras.

 

 

El Open Studio fue un éxito. La casa estaba llena de gente. María y Lúa ejercían de perfectas anfitrionas. Lo mismo te servían una copa que te hacían un tour por toda la casa mientras te explicaban su obra. Entre amigos, curiosos, compradores y periodistas pasaron más de cien personas por la casa. El conjuro del documental de Lúa se empezó a hacer un poco realidad. Si no eran ya famosas al menos lo parecían. Vendieron búhos y mapas emocionales a destajo. También cuadernos, láminas y algunos cuadros.

Tú también puedes visitarlas y disfrutar de su obra. Te esperan en la Plaza del Toural, nº9, 3º.

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Director de cine y periodista. Colaboró con Vice, Tentaciones, entre otras publicaciones. "Jacinto" es su nuevo largometraje.