El artista gallego nos habla de sus inicios, las superabuelas, Antonio López, El Hormiguero y sus planes de futuro
En Galicia todos lo conocen. Si preguntas por Joseba Muruzábal tal vez no sabrán que decirte pero si mencionas sus murales de señoras con superpoderes todos sabrán exactamente a que te refieres. Rara es la persona que no se ha cruzado con alguna de sus pinturas. El estilo realista y el monumental tamaño de estas señoras en mandilón practicando ejercicios dignos de Dragon Ball no son fáciles de olvidar.
P. Imagínate que estamos en una de esas reuniones estilo alcohólicos anónimos. ¿Cómo te presentarías al resto de compañeros?
R. (Risas) Hola, me llamo Yoseba. Empecé a pintar a los quince años graffiti, aunque luego lo dejé, porque me hice adolescente y pasaba de todo. No me interesaba la pintura, ni me interesaba estudiar, hasta que a los 18 años acabé selectivo y mi madre, como veía que tenía capacidades con la pintura, decidió meterme en la carrera de Bellas Artes. Gracias a eso llegué a ser el pintor que soy ahora.
P. ¿Qué tipo de graffiti hacías?
R. Pintaba de todo. De hecho con catorce años pinté el colegio de al lado de mi casa. Me pagaron los botes de pintura para pintar toda la biblioteca. A veces también faltaba a clase para ir a blanquear un muro que había al lado de la vía del tren para hacer graffiti. Empecé con letras y después macacos, se llamaban “quecos”. Todavía no hacía realismos.
P. Otra de tus grandes aficiones era el boxeo…
R. Sí, aunque primero fueron los patines. Porque los patines y el graffiti iban bastante unidos. Desde los 12 a los 16 estuve obsesionado por patinar. Pero el boxeo me lo tomé más en serio y llegué a competir como amateur.
P. ¿Te suena Ushio Shinohara? Es un japonés que hace boxing painting. Pinta cuadros a puñetazos. ¿Probaste alguna vez?
R. Sí, vi un docu sobre él. Nunca probé pero sí que pinté cosas relacionadas con el boxeo. Tengo una serie de cuadros de boxeadores, fotografías y un documental sobre uno de los gimnasios en los que entrenaba. Un sitio muy underground que se llamaba “Escola dos mariñeiros”. Empezó siendo un sitio pequenito pero ahora el entrenador ha crecido muchísimo. Se ha hecho un nombre a nivel nacional.
P. ¿Qué tal fue le paso por la facultad Bellas Artes de Pontevedra? ¿Crees que es necesario hacer Bellas Artes para ser artista?
R. Depende para quién. Para mí fue necesario porque yo no tenía las ganas de ser artista. Fue allí donde me despertaron esas inquietudes. Otra gente tiene las cosas más claras, es más madura y no les hace falta. Yo cuando llegué allí no sabía a lo que iba. Pensaba que iba a estar pintando todo el rato y cuando me doy cuenta, en primero o segundo de escultura, me estaban hablando de filósofos, me ponían ejercicios de ready-made y el barro casi ni lo tocábamos. Allí los alumnos decidíamos lo que queríamos ser y los profesores nos orientaban. Te dan mucha libertad y te abren la mente muchísimo. Yo descubrí que quería ser pintor allí, donde casi no había pintores.
P. También fuiste a un curso con Antonio López. ¿Cómo fue la experiencia?
R. Estuvo muy bien, ya no sólo por conocer a Antonio López, sino por la posibilidad de conocer a chavales de tu edad que pintan de la hostia pero que están fuera de tu circuito. Porque aquí en Galicia nos movemos en un circuito mucho más conceptual. Yo soy figurativo y soy como un bicho raro dentro de lo que hay por aquí. Sin embargo allí todos eran figurativos y tenían una técnica que me desbordaba por todas partes. Yo era de los que peor pintaban. Con Antonio López fue genial pero yo discrepo en su forma de ver la pintura como esfuerzo y sufrimiento. También de esa obsesión que tiene con pintar del natural. Pintar del natural es bonito pero él tiene una cruzada con ello.
P. El retrato de los reyes no creo que lo hiciera al natural…
R. ¡No pudo! Se excusa diciendo que el retrato de los reyes no le gusta porque no lo pudo hacer del natural, tuvo que hacerlo a partir de fotos y eso le desbordó porque no está acostumbrado.
P. ¿Cuáles eran tus pintores de referencia cuando empezaste?
R. Cuando empecé soló conocía a los pintores clásicos, del siglo XIX para atrás. Flipaba con Velázquez y con Rembrandt porque es a lo que llegas cuando vas a los museos. Era la pintura realista a la que yo quería llegar. Una pintura suelta, de pincelada, vibrante, rollo Sorolla o Sotomayor en Galicia. Luego vi unos documentales de la BBC y encontré la pintura rusa del siglo XIX. Fue lo que me volvió loco, para mí son el máximo exponente del realismo. Llegué a ir a Rusia solo para ver los museos. De arte contemporáneo la pintura figurativa que a mí me gustaba no la encontraba por ninguna parte. Cosa que cambió ahora con Instagram. Ahora encuentro referentes por todo el mundo de gente que pinta de la hostia, no sé sus nombres, pero flipo con ellos.
P. Además de pintar, también das clases de pintura. ¿Tienes una vocación didáctica o surgió como una forma de ayudar a pagar las facturas?
R. Siempre me gustó enseñar. De hecho cuando patinaba también di clases de patines. Me gusta explicar las cosas… pero no en plan mansplaining (risas). Aunque realmente lo de abrir una academia no estaba en mi mente. Surgió por una necesidad económica. Yo quería ser artista, quería vivir de la pintura pero evidentemente no lo conseguí. A día de hoy, que me va mejor que nunca, sigo sin vivir de la pintura. Sí, gano dinero con los murales, puedo vender algún cuadro, pero lo que me da dinero todos los meses es la academia.
P. Cuando somos pequeños a todos nos encanta pintar. ¿Por qué abandonamos esta afición a medida que crecemos?
R. Porque cuando creces las cosas tienen que ser tal como las ves y aparece un miedo a no hacerlo bien. Solo siguen dibujando los niños prodigio, los que hacen las cosas bien. Los que las hacen mal dejan de hacerlas por vergüenza. Por miedo a la incapacidad. Yo estoy aquí con niños que dibujan mejor que yo. Si yo les digo “hazme un robot”, su robot va a ser más natural porque no tienen miedo. Yo, en cambio, si hago un robot ya voy a mirar los Transformers, voy a mirar los robots de los años 70 y ya no va a salir un robot realmente mío.
P. ¿Podemos arreglarlo? ¿Podemos aprender a pintar bien?
R. Sí, la técnica es trabajo. Se puede aprender.
P. ¿Incluso pintar de cabeza? ¿Sin copiar?
R. Eso ya no. Porque yo no pinto de cabeza tampoco. Hay muy poca gente que pinte de cabeza. Hay gente que pinta de la hostia y no sabe pintar de cabeza. Pero bueno, es como jugar al fútbol. ¿Todo el mundo puede aprender a darle una patada a un balón? Sí. ¿Y hacer un buen regate? No.
P. ¿Qué opinas del mundo de las galerías? ¿Son un buen negocio?
R. No, por lo menos en Galicia. No sé si en Madrid hay galerías que funcionen muy bien pero lo que está claro es que son pocos los artistas que viven de sus galeristas. Muy pocos.
P. ¿Cuál es la mejor forma de vender un cuadro?
R. Hacer algo que guste a la gente (risas). Otra cosa es que vendas al precio que le corresponde porque no estamos en una sociedad que esté acostumbrada a comprar arte. Entonces todo les parece caro.
P. ¿Aceptas encargos?
R. Ahora mismo no estoy aceptando ninguno. Entre las clases y los murales tengo dinero suficiente para vivir. No necesito meterme a hacer cosas que no me apetecen.
P. El universo de tus primeros cuadros está basado en tu pandilla de A Barcala, el barrio en que creciste. Es un mundo muy urbano y juvenil, bastante opuesto a lo que haces actualmente.
R. Realmente lo de la pandilla y los perros surgió porque me lo propuso una profesora. Yo estaba pintando cosas sociales. Porque claro, todavía ni tenía mucha idea de lo que hacía. Los domingos cogía la revista El Semanal, pillaba la típica fotografía social de África y la distorsionaba, le ponía fondos abstractos, probaba con materiales… Cogía una imagen de revista y la hacía mía. Entonces me dijo una profesora “A ti que te tira el rollo social. ¿Por qué no haces algo con lo que estés más relacionado?”. ¡Ostras! ¡Tenía razón! Lo primero que le hice fue a un amigo mío metiéndose un tiro de farlopa (risas). Luego vi que todos mis amigos tenían perros y empecé a centrarme en el tema de mis amigos y sus perros. Más que nada para no poner imágenes muy explícitas. Quería llevarlo a un terreno más suave, más centrado en la amistad. Luego te das cuenta de que esas imágenes las puedes extrapolar a cualquier barrio de España. Ese tipo de pandillas las hay en todos los barrios.
P. ¿Cuándo empezaste con las señoras del rural?
R. Las señoras fue porque me cansé de pintar perros. Ya llevaba tiempo sin vivir en Cambre y no tenía tanta relación con aquel espacio. Me vine para Santiago y me rodeé de otras cosas. En los trabajos que me iban saliendo en aquella época empecé a mezclar conceptos. Por ejemplo, pinté un lavadero de coches y puse al señor Miyagi con la esponja lavando coches. Pinté una hamburguesería móvil e hice un Yoda haciendo levitar unas patatas fritas. Empecé a jugar y pasármelo mejor. Y del Yoda con las patatas fritas surgió la señora pelando la patata que fue la primera de las señoras. A partir de ahí empecé a fijarme en todas las señoras que trabajan en el rural. Vi que había una realidad ahí y la exploté. Empecé a tirar de todo mi imaginario de cuando era pequeño y a mezclarlo con la realidad que vivimos en Galicia.
P. ¡Ahí fue el verdadero boom!
R. Sí, pero el boom fue con los murales no con los cuadros. Porque los cuadros no los puede ver todo el mundo. De repente pinté el mural de la señora de la carretera de Ordes que es una carretera muy transitada y partir de ahí sí que fue el boom.
P. Creo que incluso recibiste una propuesta de El Hormiguero.
R. ¡Sí! ¡Me copiaron los de El Hormiguero! Me llamaron y me dieron un montón la chapa. Querían que pintara un mural en el medio del pueblo de una señora sin avisarla. Yo les decía que eso no se podía hacer, porque yo tengo que tener un respeto con mi modelo. ¿Y si de repente a la señora no le gusta que la pinten en medio del pueblo haciendo una frikada? Porque yo pinto cosas graciosas, pero a lo mejor no le resultan graciosas a todo el mundo. En fin, al final aceptaron hacerlo según mis condiciones pero cuando les dije lo que cobraba por mi trabajo me dijeron que no, que ellos pagaban con publicidad. Les dije que no. A mí con publicidad no se me paga, aún encima en un programa que tiene dinero a raudales. Se cortaron las negociaciones y a la semana veo en un enlace de Facebook que hicieron un homenaje a una señora empapelando una pared gigante con una foto suya en mandilón. Es decir, que eso ahora mismo ya estará podrido porque era papel. Eso sí, no tenía el juego de los superpoderes. Al menos no me copiaron eso. Pero bueno, que hagan el homenaje a la señora me parece fenomenal.
P. ¿Cómo reaccionan las modelos cuando se ven retratadas a esos tamaños monumentales?
R. Eso para mí es lo mejor. Se emocionan muchísimo. A parte se sienten importantes, date cuenta que suelen ser señoras abiertas, que ya tienen una predisposición. No todo el mundo quiere que lo pinten y estar expuesto. Son un tipo de señoras que además de tener superpoderes y andar en mandilón, son unas cachondas. Eso ayuda.
P. Tenías también un proyecto de webserie basado en esta temática…
R. Sí, pero creo que fue mejor que no saliera para delante. Tal y como lo tenía planteado creo que podría quedar un poco La Hora Chanante. Si se hiciese tendría que hacerse de una forma mucho más sutil. Más a lo Bienvenido Mr. Chance, la peli de Hal Ashby que termina con Peter Sellers caminando sobre las aguas. Pero sí, se fue abajo. Ahora estoy más centrado en hacer un juguete.
P. ¿Un juguete?
R. Sí, se llamará Maruxa non pode con todo y es como los cuadros de las señoras que llevan cosas sobre la cabeza pero en juguete. Es decir, es una señora a la que se le pone un cesto en la cabeza y sobre el cesto se le van poniendo cosas, como en la Jenga o el Tozudo pero añadiéndole varios extras.
P. ¿Podremos comprarlo en navidades?
R. No, estas navidades no. No me voy a dar prisa. Quiero hacerlo profesional, llevarlo a jugueterías. No quiero tener que venderlo yo como un objeto semi-artístico. Quiero convertirlo en un juguete popular de verdad.
P. ¿No temes acabar estancándote el universo de las señoras?
R. A ver, yo con las señoras voy a seguir trabajando porque me lo paso bien. En el momento que me aburra dejaré de hacerlo pero mientras se me sigan ocurriendo ideas… De hecho, ahora me propusieron un mural en diciembre relacionado con los pinos y ya tengo la idea. Será una señora entre dos pinos con la mítica posición de Van Damme haciendo el spagat. ¿Cómo no voy a querer pintar eso? Lo quiero pintar sí o sí, pero ya estoy abriendo otras vías. En el último mural que hice abrí una nueva temática que son las foliadas gallegas pero llevándolas a un punto de éxtasis. Esas fiestas que a base de litros de vino se van poniendo más bizarras. También quiero hacer carteles de pelis que me gustaría que se hicieran pero no existen. Por ejemplo, voy hacer un cartel de E.T. Returns, en el que E.T. va a volver con un montón de extraterrestres malísimos para vengarse. Hacer ese tipo de juegos. ¡Tengo un montón de ideas!
Puedes ver más obras de Yoseba MP en su perfil de Instagram y también en Facebook.
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