Mina K: “El uso del desecho y del error es un pilar fundamental para estar bien conmigo misma”

María von Touceda Por María von Touceda
18 Min lectura
La artista de Santander nos habla de su carrera, sus inspiraciones y su andadura por el arte bruto

Mina K es el alterego de Marina Alonso (Santander, 1992), una artista que alcanza la belleza a través del feísmo revolucionando así la visión del espectador.

Al admirar su obra tienes que cuestionarte el recorrido de unos trazos errados y decadentes hasta que conforman una obra de arte que va más allá de estética puntera de cualquier movimiento vanguardista que precie de serlo.

Tanto Mina K como su obra son el vivo reflejo de una generación que se impulsa desde un estado crítico de las cosas para resarcirse creando algo nuevo y hermoso acompañado un mensaje más que positivo sin caer en el buenismo y la ñoñez. Ojalá más miradas dirigiéndose hacia su trabajo porque, sin duda, lo merece.

La artista empezó sus estudios de Bellas Artes en la Universidad de Salamanca e hizo un grado superior de Ilustración y diseño en la Escuela de Arte Roberto Orallo en Puente San Miguel. Actualmente, vive y trabaja en Santander. Conversamos con ella sobre su vida y obra.

 

 

 

Mina K, Ani Rat, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. En tus obras, como tú misma apuntas, recurres al desecho y al error para pautar el ritmo de la producción. ¿Qué implicaciones emocionales e ideológicas tiene esta estética tan trash en tu trabajo?

R. Cuando comencé el bachillerato artístico y me fui amoldando a lo que se me exigía, como entregas de trabajos en las asignaturas de dibujo artístico o volumen, empecé a cogerle mucha tirria a aquello que se suponía que me gustaba (cositas del sistema educativo, ¿a quién no le ha pasado?), pues muchas veces no me interesaba nada aquello que se impartía o más bien, cómo. Pese a que todo ello fuera imprescindible para mi aprendizaje, me fui desencantando más y más, lo cual se traducía en trabajos realizados el día anterior a la entrega, deprisa y corriendo, donde el caos reinaba en mi mesa de trabajo: botes de tinta desparramados por las prisas, rotuladores desgastados (son las diez de la noche y ohhh no te da tiempo a comprar otro), con los que tener que dibujar sí o sí, moldes de barro medio secos, etc., un circo, vaya. Al final siempre acababa sacándome las castañas del fuego pero de aquella manera.

 

 

 

Mina K, Rualasal I, 2017. Cortesía de la artista

 

 

 

Cuando proseguí con Bellas Artes e Ilustración, toda esa situación aumentó por cien ya que el nivel de exigencia era mucho mayor y por lo tanto el caos también. El estrés y la ansiedad aumentaban y comencé a verle sentido en todo aquello que para dichas entregas de clase desechaba. Lo que siempre me habían dicho que estaba mal planteado, sucio o ilegible, comenzó a ser una especie de pequeña venganza personal hacia lo que se me había obligado a hacer; pero sobre todo, y lo más importante desde luego, ese uso del desecho y del error se convirtió en un pilar fundamental para estar bien conmigo misma, soy una persona muy desordenada y caótica, y a veces el día a día puede ser una guerra terrible donde volverse loco es muy fácil, por cualquier pequeño detalle. Producir mi obra es transformar todo esto que me acompaña a diario en algo positivo, es cerrar un círculo de oscuridad y luz. Un círculo a veces un poco vertiginoso.

 

 

 

Mina K, Incidente con señora lamentable, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Las segundas oportunidades que les das a los materiales llevan implícito la voluntad de redimirse?

R. Totalmente. Tuve una experiencia bastante amarga en la universidad que me marcó para siempre y me robó mucha paz. Ahí fue donde descubrí que lo peor que puede pasarle a uno mismo es no perdonarse, fue algo que me transformó y como consecuencia mi forma de crear y de ver las cosas también. La estética presente en mi obra nació en ese punto, pese a que el concepto base del uso del desecho y el error ya estuviera ahí anteriormente.

 

 

 

Mina K, Rualasal III, 2017. Cortesía de la artista

 

 

 

P. En tu pieza de videoarte “:(:” realizas un manifiesto sobre tu intimidad muy potente. ¿Ves en la sinceridad un grado estético?

R. Así es. La sinceridad total, sin muros ni complejos, suele ser hilarante y eso es un nido de ideas y conceptos muy interesantes. Todos tenemos nuestros traumas, comentemos absurdeces o cosas que no le contaríamos a cualquiera en la intimidad y eso a veces es perturbador. Al final, la sinceridad total contiene algo de oscuridad, o al menos la mía, y desde luego a la hora de crear me nutro de eso principalmente.

 

 

 

 

 

 

P. ¿Qué valores o significados asocias con los colores flúor que tanto representan tu trabajo?

R. Los colores flúor tan presentes en mi obra van asociados casi a esa ”luz” de la que hablaba antes cuando mencionaba al círculo que se cerraba de luz y oscuridad. Podría decirse que las grafías representadas con tachones y texturas diversas en negros o combinaciones más oscuras, contrastan y combinan bastante guay con esos colores fluorescentes. Me gusta e interesa mucho el diseño (gráfico, industrial, de interiores), así que los colores y sus combinaciones son importantes y este ”combo” es un clásico básico.

 

 

Lo que siempre me habían dicho que estaba mal planteado, sucio o ilegible, comenzó a ser una especie de pequeña venganza personal hacia lo que se me había obligado a hacer

 

 

 

P. Por tu juventud, al ser nativa digital, ¿qué peso le otorgas a Internet en el background de tu trabajo?

R. Internet es la hostia, toda una experiencia como Marina D’Or y una fuente de inspiración potente en expansión. No entiendo la guerra personal de algunos contra Internet, contra las redes sociales (hombre está claro que si no tienes dos dedos de frente puedes acabar mal, pero como todo). Me divierte mucho leer al pueblo a través de, por ejemplo, las páginas de VOX o Podemos, y sumergirme en el maravilloso mundo de los fascistas con perfiles abiertos o nuevos ricos disfrazados de hippies, memes are everywhere, están a nuestro alcance, son como el caldo primigenio, el gran chiste, una película constante y maravillosa. Dame veneno que quiero morir…

 

 

 

Mina K, R, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. Los artistas de provincias huyen en bandadas a ciudades cosmopolitas como Madrid, Barcelona, Londres, Berlín… ¿por qué has decidido tú quedarte en Santander?

R. En mi adolescencia tanto yo como mis amigos soñábamos con escapar de aquí. Nos excusábamos en una oferta cultural pobre y cutre para creer que el mundo fuera sería mejor. Cuando acabé el Instituto me trasladé a estudiar a Salamanca durante tres años, pero realmente el cambio de pensamiento no vino de esa experiencia sino de cuando me trasladé a Hamburgo. Fui a hacer unas prácticas a una productora audiovisual, en pleno invierno, donde estaba prácticamente sola. La ciudad me flipó, aprendí mogollón pero también lloré, llegué a sentirme muy sola y eso es doloroso. Romanticé la idea de irme de casa en busca de algo mejor, y en mi caso, fue un error. En las grandes ciudades nada es mejor, ¿puedes tener más oportunidades? Sí, pero las competencias también son superiores y la magia no existe, el mundo es una mierda y todo aquello que imaginábamos con 16 era una gran estafa. Si no hay oferta, créala. Si no hay exposiciones, organízalas, si no hay conciertos, móntalos. No hay más que organizarse y cambiar las cosas de la mano de uno sin esperar que nadie lo haga por ti. A fin de cuentas, la decisión fue más emocional que profesional, por así decirlo. Estaba en un buen momento, despejada, escarmentada, cuando me di cuenta que mi familia y amigos lo eran todo y que lejos de ellos todo era una mierda. Eso sí, una mierda cosmopolita. Así que me volví a Santander más contenta que nunca.

 

 

 

Mina K, Fósforo, 2017. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Cómo te posicionas ante las exposiciones sólo de mujeres?

R. Las exposiciones únicamente de mujeres pueden tener un sentido sólido y coherente si se plantean bien, o sea, si tienen sentido. El problema, o dilema más bien, viene como con otras tantas cosas, cuando peña random se sube un tren extraño y ajeno (del que se bajarán hasta que llegue el siguiente) que mola. El feminismo (véase la R de ”marca registrada”) ahora es trendy para muchos y se corre el peligro de mamarrachear fácilmente. Hay quien quiere estrujarlo hasta límites absurdos donde nada está justificado más allá del guayismo y eso me enerva porque en la lucha real, estos sujetos, nunca suelen estar.

 

 

 

Mina K, Ashes to me, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Has notado algún impacto directo del nuevo Centro Botín en la esfera artística santanderina?

R. La programación está muy bien, referido tanto a las exposiciones como a las actividades hay cosas súper interesantes, por ejemplo, esta última exposición de Cristina Iglesias Entrespacios, me ha dejado con el culo torcido. Me tiré hora y media tocando materiales increíbles (esto no se podía hacer por eso tardé tanto) y flipando con las formas imposibles, una maravilla que me dio cuerda para estar currando una noche entera. No me atrevo a hablar sobre la esfera artística en general porque no estoy muy segura de ello y ni siquiera considero conocerla tan a fondo como para saberlo… tal vez aún sea pronto para verlo con esa perspectiva. Aunque tanto como impacto directo… de momento yo diría que no, pues al final seguimos siendo los mismos haciendo las mismas cosas, o parecidas, no sé.

 

 

 

Mina K, Merienda, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. Hace poco has realizado, junto con Guillermo Enforma, un mural en Santander. ¿Qué tal la experiencia?

R. Buah, la experiencia con el Pepu haciendo el mural ha sido bestial.
 Teníamos la única premisa de sanear 50 metros de un muro que estaba hecho polvo, lo que nos dio una libertad de propuesta total.
 Ya habíamos colaborado antes, pero nunca antes en algo parecido a esto. Ha sido una experiencia nueva para los dos, pese a que Pepe ya tuviera experiencia sobre los muros, para empezar porque guardábamos nuestros materiales en una catequesis, mayor fantasía no la hay.

No fue fácil, la acera sobre la que pintábamos apenas medía un metro y pasaba un montón de gente (mayor) todo el rato, lo que suponía constantes interrupciones, por no hablar de aquellos que tenían que dar su opinión de mierda.
 El muro se caía en algunas partes, teníamos que rascar el musgo y roña de tuberías y pliegues de paredes, cacas de perro terribles [risas]. Tuvimos que currar muchísimo, pero pese a todas las inclemencias estábamos por encima de todo ello debido al subidón constante de estar pintando a esa escala.
 Los momentos de fumarnos el piti en la acera de enfrente e ir transformando la composición eran lo mejor. Nos echábamos las risas y nos ayudábamos mutuamente, mientras nos dábamos cuenta que nuestros estilos, casi opuestos, combinaban muy bien. De hecho, de ahí pasamos a pintar con rotuladores acrílicos los cristales del bar La Lupe, nuestra parroquia. Y esperemos que pronto, algún otro lugar más.

 

 

 

Mina K, Mural sin título, colaboración con Guillermo Enforma en la bajada Francisco Palazuelos, Santander, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué artistas te han impactado más en tu visión del arte?

R. Pues quien se me viene primero a la cabeza es mi tío Manolito. De pequeña y hasta la adolescencia prácticamente, he pasado mis veranos en Monforte de Lemos (Lugo) donde vive parte de mi familia y para mí eran la felicidad absoluta. En la casa familiar, mi tío tenía (y tiene) un bajo enorme en forma de almacén y taller. Desde bien pequeña, me gustaba trastear con él por allí, me daba tacos de madera o retales de telas para que las pintara mientras él diseñaba y creaba muebles, esculturas, escaleras o cualquier idea loca que se le pasara por la cabeza (sin fines económicos). Me descubrió una visión ante el mundo más allá de lo establecido e implantado, una visión bastante crítica y tuve el primer contacto directo con la creación artística fuera de mi habitación. Aquello era la selva y todo valía, hasta pintar en las paredes (bueno en algunas). A medida que fui creciendo, me fue dejando ayudarle más y más en sus trabajos, ya fuera colocando azulejos en una mesa o soldando mi nombre en una chapa. Por eso también mi interés en el diseño (gráfico, industrial y de espacios), pues fue algo que interioricé desde pequeña y mi interés por ello fue creciendo como lo fue el del arte. Respecto a referentes reconocidos destacaría por encima de todo a Aleksandra Waliszewska y la Bauhaus.

 

 

 

Mina K, Vértigo, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué le dirías a alguien que piensa que el arte no sirve para nada?

R. Pues a un personaje así sólo le pondría un gif y le diría “lol”.

 

 

 

Mina K, Instalación efímera ‘FEO’ (Exposición colectiva ‘Crudo’ en Inder_Espacio), 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. Cuéntanos un poco sobre tus proyectos para el 2019.

R. De momento, lo que más a la vista está es una exposición colectiva que se celebrará a finales de marzo/principios de abril en el CN Foto de Torrelavega y otra en julio en Inder_Espacio, donde también volveré a coordinar, esta vez en abril, otro encuentro de creadores de dos días de duración en el que participaré con un stand.

Irán apareciendo más cosas por el camino, seguro. Mientras estaré haciendo el troll o memes.

 

 

Puedes ver más obras de Mina K en su página de Facebook o en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.