Rubén Rodrigo: “El color tiene un componente histórico y cultural muy relevante con el que me gusta jugar”

María von Touceda Por María von Touceda
13 Min lectura
El artista nos habla de su exposición ‘La Luz y La Furia’ en el Domus Artium 2002 de Salamanca

Rubén Rodrigo Silguero (Salamanca, 1980) es un maestro de la abstracción con el que tenemos la suerte de contar en España. A través de su obra la percepción adquiere un peso emocional que trasciende fuera de sus lienzos.

Los colores trabajados nos remueven por dentro y producen un efecto parecido al que conseguía el opio en los grandes genios del XIX. Una sedación que lejos de adormecernos nos traslada a un mundo donde el sentir adquiere más fuerza que el observar.

Rubén Rodrigo, además de un gran artista, es un héroe contemporáneo que tiñe el abismo que nos rodea para que la vida tenga sentido.

Su trabajo limita con toda una serie de filosofías que entremezclan lo oriental con lo occidental para construir una obra de arte universal al alcance de cualquier persona que se detenga ante él para dejarse llevar, sentir y disfrutar.

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, las obras de Rubén Rodrigo han sido vistas dentro y fuera del territorio nacional. Sus obras hacen parte de colecciones públicas y privadas como la del Ayuntamiento de Loeches, la Fundación Ibercaja-La Rioja, la Fundación Mondariz-Baneario, el Ayuntamiento de Móstoles, el Fondo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Granada, el Ayuntamiento de Salamanca; la Fundación Gaceta; el Fondo Patrimonial de la Universidad de Salamanca y la Fundación Ibercaja-Zaragoza.

 

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. Tu trabajo es una investigación continua sobre la luz y el color a través de una misma forma, con pequeñas variaciones. ¿Qué te llevó a decidirte por esa especie de lágrima derramada como base de tu proyecto vital?

R. Digamos que hay un trabajo previo en el taller que fue desembocando en esa “lágrima”. La forma de hacer el vertido de la pintura, la manera en que se expande y como lo controlo… el hecho de que gravite es importante también. La ausencia de gesto pictórico, de pincelada, en ese sentido, es importante que la propia mancha adquiera una forma y una transparencia que contenga esa potencia gestual que no está.

 

 

Rubén Rodrigo,’La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. Tus obras destilan una espiritualidad inusual. ¿Qué visión de la trascendencia quieres proyectar con tu impronta?

R. Siempre me ha interesado lo sublime en el arte y la arquitectura. Me gusta pensar en la contemplación y en algo que pueda explotar en el interior de las personas, como un recuerdo olfativo. Para mí fue muy importante ver las pirámides de Giza, frente al mundo actual en que todo pasa de moda a una velocidad que ya no pertenece al ser humano, ahí están ellas perfectamente sublimes desde hace cinco mil años.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. La elección del color siempre ha estado muy relacionada con el estado de ánimo, ¿ocurre también esto en tu trabajo?

R. Sin duda. El color nos agita por dentro y del mismo modo en que a veces estamos tristes o muy excitados y escuchamos música para sumergirnos aún más en esos estados, la elección del color tiene mucho que ver con el estado en que nos encontramos y cómo nos queremos encontrar. Pero el color también tiene un componente histórico y cultural muy relevante con el que me gusta jugar. Esta dimensión nos la da la Historia del Arte y los grandes maestros.

 

P. ¿En qué momento de tu vida decidiste que la abstracción era el camino?

R. Siempre tuve una manera de trabajar muy abstracta sin saberlo. Le daba mucha importancia a los colores y a las formas, sólo que no confiaba en que dentro de mi trabajo, esas formas y colores pudieran ser autónomos. El reconocerme dentro de la abstracción formó parte del mismo proceso vital en que creces y te reconoces como persona.

También hay algo en cuanto a la negación. Me refiero a ir tomando decisiones en cuanto a lo que no quiero en mi trabajo o no me gusta. Eso ha ido condicionando mucho el camino.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. Muchas personas no han tenido la suerte de vivir una aproximación al arte contemporáneo en su educación. La abstracción, frente a la figuración, suma frustración a esta falta de contacto. ¿Qué consejos le darías a este tipo de espectadores para que disfruten de tu trabajo?

R. El problema al que suelen enfrentarse este tipo de personas es que intentan ver una narración donde no la hay. Pretenden que todos los artistas les contemos una historia y las historias están en los libros, no en todas las obras de arte.

En cualquier caso, creo que el color es algo tan atávico que es difícil no despertar emociones en la gente. Hay que estar bastante muerto por dentro para que te dé igual.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. En estos momentos expones La Luz y la Furia una gran muestra individual, comisariada por Carlos T. Mori, en el Domus Artium 2002 de Salamanca. ¿Es complicado ser profeta en tu tierra?

R. Bastante. A mí me ha costado 14 años volver a exponer en Salamanca desde la última vez que lo hice en una galería que, por cierto, ya no existe. Salamanca es una ciudad muy divertida, pero lo de capital cultural aún deja mucho que desear. En el Domus Artium mantienen una programación muy interesante y hacen un gran trabajo pese a contar con unos presupuestos muy limitados. Estoy muy contento con la exposición. Ha tenido muy buena acogida y me he sentido muy arropado por el equipo del museo.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. ¿Qué amas y qué odias del sistema que sostiene el arte español?

R. Odio que sea un sistema tan cerrado, tan elitista y tan basado en el tráfico de influencias. Amo a la gente, los artistas, que como yo navegamos en estas estas procelosas aguas.

 

P. ¿Crees que los alumnos de Bellas Artes salen preparados de las facultades para enfrentarse al mercado del arte?

R. En absoluto. En las facultades aprendes todo lo que tiene que ver con lo espiritual, lo romántico. No sé si te enseñan mucho en cuanto al oficio, pero desde luego, en cuanto al ámbito profesional y el del mercado no aprendes nada. Porque además la mayoría de los profesores se han dedicado a hacer carrera dentro de la universidad, rara vez están dentro del mercado.

 

P. ¿Cuándo deja un artista de ser emergente?

R. Nunca, el mundo del arte es un mundo submarino.

 

P. ¿Qué no falta jamás en tu taller?

R. Para trabajar necesito estar muy sereno. Me gusta hacerlo de día. Suelo escuchar música que conozco desde hace muchísimos años y que me conectan con mi yo interior. Prefiero estar solo porque me desconcentro muy fácilmente. Trabajo unas pocas horas por la mañana, después voy a comer a mi casa y vuelvo por la tarde otro rato. Me gusta ir al estudio en metro y volver a casa caminando. Caminar me ayuda a seguir pensando en pintura.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

P. ¿Cuáles son tus principales referentes de la Historia del Arte?

R. Velázquez y Morandi. Por su silencio, por su delicadeza y prudencia. Es decir, por todo lo que no soy yo.

 

P. ¿Cuál ha sido la exposición que más te ha marcado de todas las que has visitado?

R. Creo que la de Francis Bacon en el Museo del Prado. Ha habido otras que también me han marcado pero esta, quizás, fue una expo muy importante para mí en el momento en que la vi.

 

P. ¿Cómo ves el papel de las redes sociales en la proyección de tu trabajo?

fR. Creo que, hoy en día, son muy importantes. Sin embargo los usuarios las hemos ido dotando de un contexto curioso. Hay que tener muy en cuenta qué cuentas y en qué red social lo haces.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. ¿Puedes desvelarnos en qué estás trabajando ahora?

R. Ahora mismo estoy leyendo mucho, llevo un tiempo sin pasar por el taller. Tengo algún proyecto en el aire, pero nada cerrado. Quiero esperar a que termine mi exposición en el Da2 para volver al trabajo.

 

P. ¿Madrid te mata?

R. Madrid es la hostia. Si Madrid no te mata desde luego te hace definitivamente más fuerte. Es una ciudad dura. Yo he visto a muchos amigos largarse de aquí. Y a alguno se lo han tenido que llevar sus padres de la oreja al pueblo. Sin embargo, al igual que otras capitales europeas, estamos viviendo una lenta transformación hacia el aburrimiento supino y la foto de postal.

 

 

Rubén Rodrigo, ‘La Luz y La Furia’, Da2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. Y por último, ¿qué significa para ti ser artista?

R. Hace poco he leído una frase de Neil Young que me viene al pelo para contestar esta pregunta: “Ser artista es vivir dispuesto a abrazar el fracaso todos los días de tu vida”.

 

 

La Luz y La Furia está en el Domus Artium 2002 de Salamanca hasta el 19 de marzo. Puedes encontrar más información sobre Rubén Rodrigo a través de su página web y su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.