Eugenio Merino: “Mi labor como artista es ser un ciudadano y hacer referencia a la sociedad en la que vivo”

María von Touceda Por María von Touceda
13 Min lectura
El artista nos habla de censura, sus gustos y motivaciones en el marco de la exposición ‘Paraíso’, hasta el 28 de abril en el DA2

Eugenio Merino (Madrid, 1975) tiene el mismo brillo en los ojos que ese niño tan travieso que, además, es el más listo de clase. Quizá esa sea la mirada de un revolucionario, tal como muestra con su trabajo con el cual “pelea” a “puñetazo limpio” por un mundo mejor y sin tanto tirano.

Desde la sátira ácida e inteligente aborda cuestiones hirientes para las altas esferas y las pasea por ferias y museos enriqueciendo así a un público que necesita ser más crítico con la sociedad que habita.

El humor es su arma más poderosa y, a través de este amable Caballo de Troya, cuestiona todo lo que aborda.

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, ha expuesto de manera individual en Unix Gallery (Houston, EE UU), Unix Fine Arts (Nueva York, EE UU), ADN Galería (Barcelona, España), Jerome Zodo Gallery (Milán, Italia) o Louis 21 (Madrid, España), entre otros espacios.

También ha participado en colectivas en ciudades como Bruselas, Houston, Basel, Río de Janeiro, entre muchas otras.

 

 

Eugenio Merino, Damaged Goods, 2016. Cortesía del artista

 

 

P. El dinero y, sobre todo, el poder son dos constantes en tu trabajo. ¿Es el arte, que durante tantos siglos estuvo a su servicio, el mejor medio para criticarlo?

R. El arte ha estado siempre al servicio de y sigue estando al servicio de. Es, sin duda, el mejor lugar para utilizar el lenguaje simbólico y así criticarlo y transformarlo.

 

P. La censura ha reaccionado ante alguna de tus obras pero ¿cómo reaccionas tú a la censura?

R. La censura es parte del sistema en el que vivimos. Hay diferentes tipos de censura y no todas son evidentes. Lo primero es saber que hay contenidos que generan más problemas con esto. Yo intento que la obra no sea demasiado evidente sin olvidar que ha de ser accesible al espectador.

 

 

Eugenio Merino, Here Died Warhol, 2018. Cortesía del artista

 

 

P. Frente a otros artistas españoles que provocan casi gratuitamente, tu trabajo tiene detrás un discurso de peso que le añade aún más valor a la propia estética. ¿De dónde te viene esta vena “guerrera”?

R. No hay estética sin ética. Hace tiempo participé en una exposición organizada por la Plataforma de Artistas Antifascistas, para apoyarme en mi juicio con la Fundación Franco, cuyo interés era denigrar la figura del dictador. En ese caso, cualquier cosa denigrante era la mejor obra. Y es que hay personajes e ideas que no se merecen más que eso.

Lo que sí es cierto es que cuando uno hace una crítica, humorística o seria, tiene que saber que la profundidad no está en el contenido. La obra se construye en la cabeza y es importante que haga pensar.

 

 

Eugenio Merino, Punching, 2013. Cortesía del artista

P. ¿Cómo va el asunto de la demanda interpuesta hacia ti por parte de la Fundación Franco? ¿La han archivado ya o aún hay jueces que se los toman en serio?

R. Ya gané los dos juicios. Lo último que recuerdo es que la Fundación pidió poder pagar a plazos lo que debían. No deja de ser el mejor final de la pieza. Creo que me demandaron por 18.000€ y han tenido que pagar unos 11.000€. Es la cutrez máxima. Sólo hay que ver la foto de la manifestación por la unidad de España en Colón para ver dónde estamos.

P. ¿Has tenido algún otro problema similar en tus muestras internacionales?

R. La verdad es que no. La diferencia con otros países es que aquí hay injerencia política. En España se habla de libre mercado pero lo que hay realmente es un mercado política y económicamente controlado. En el ámbito de las ferias se busca obra despolitizada o crípticamente política y lo que molesta se intenta quitar (aunque no siempre es posible).

P. ¿A qué teme –si teme a algo– Eugenio Merino?

R. Pues no te voy a decir que no temo a nada porque con el ascenso del fascismo en el mundo es para echarse a temblar. En el mundo del arte no hay nada que temer excepto a los lacayos del poder.

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado del arte?

R. El arte es un trabajo precario y sus productos se venden en las galerías y las ferias. No pretendo hacer dinero con el arte. Y, con esto, me refiero a que no voy a hacer un taller grande con trabajadores fabricando piezas.

 

 

 

Eugenio Merino, Watching The End, 2015. Cortesía del artista

 

 

P. Con Paraíso, la exposición comisariada por Adonay Bermúdez que se puede visitar ahora en DA2 de Salamanca, te reiteras en esa idea de criticar el abuso por parte del poder. Creo que es el mejor momento para plantear esta muestra. Además del dulzor provocado por las miles de monedas de chocolate suizo que allí se pueden “robar”, ¿qué más sabor de boca pretendes dejar en los espectadores?

R. El tema de la evasión fiscal es un tema que no caduca. Probablemente es la extensión de que las élites siempre han oprimido y explotado a los de abajo. Ahora el dinero se lo llevan a los paraísos fiscales y nos dejan en el infierno tributario a nosotros. Es algo inherente a la concepción capitalista de la vida en la que el enriquecimiento individual es el éxito. Por eso evadir y eludir son cosas inteligentes que uno puede hacer. Por eso nuestros referentes son más bien unos delincuentes.

 

 

 

Eugenio Merino, Here Lies Picasso, 2017. Cortesía del artista

 

 

P. Los cadáveres de grandes genios del arte como Picasso o Warhol también te han servido de hilo conductor para tus denuncias. ¿Crees que hay algo romántico en ver en la muerte una salida a algo nuevo?

R. En el caso de la muerte de los “genios”, sobre todo en el caso de Picasso, su muerte es el principio de la explotación de su marca. Y así ciudades como Málaga se convierten en pequeñas grandes ciudades gentrificadas y habitadas por gente con más dinero que antes. Se desplaza a sus antiguos habitantes, suben los alquileres, y al final ganan los fondos buitre, los bancos, las corporaciones y los políticos. No hay nada muy romántico, la verdad. Lo más romántico es resistir, luchar y denunciar. Entender lo que pasa, que es todo una estafa y que la gente que más defiende el crecimiento económico de la ciudad es la más implicada en su expoliación.

 

 

 

Eugenio Merino, Egomanica – Kim Jong li, Egomanica – Kim Jong Un, 2014. Cortesía del artista

 

 

P. ¿Cómo planteas tu jornada laboral?

R. La jornada laboral depende mucho de cada día. A veces bajo al taller cuando estoy trabajando en alguna producción, pero siempre empiezo con el ordenador, leyendo las noticias con un café. Otras producciones no las hago en mi propio taller así que estoy de un lado para otro revisando los proyectos.

Así que mi forma de trabajar es cada día más caótica. Lo único que no cambia nunca es que suelo pasar todas las mañanas delante del ordenador al menos un par de horas. Y en el metro siempre leo. El taller no tiene nada especial. Ahora tengo de invitado a Avelino Sala en uno de los espacios. Es un pedazo de artista y un gran amigo, y hemos convertido parte del taller en la sede de Sublime, la revista que fundó hace más de 15 años.

 

 

 

Eugenio Merino, Always Thatcher, 2015. Cortesía del artista

 

 

P. Si pudieses elegir, ¿en qué lugar de España expondrías tu ya famosísimo Always Franco?

R. Es que creo que se expuso en el mejor sitio, en ARCO, en Madrid, ante los ojos de todo el mundo, de todos los fachas, de la prensa nacional y extranjera. Nadie pudo dejar de verla. Y aun hoy todos los memes que genera mantienen viva la idea y la mejoran. Es ya una obra colectiva.

 

 

Eugenio Merino, Always Franco, 2012. Cortesía del artista

 

 

P. ¿Dentro de qué corriente artística enmarcarías tus trabajos?

R. Es una pregunta complicada. Las etiquetas no definen sino que encajonan. Pero me gusta que mi trabajo tenga relación con la realidad y que sea crítico. Tengo claro que quiero que sea comprensible, sobre todo para mí como primer espectador de la pieza. Lo político probablemente viene de que considero que mi primera labor como artista es ser un ciudadano y hacer referencia a la sociedad en la que vivo.

 

P. ¿Qué es lo primero que te trae a la cabeza la palabra “patria”?

R. “Patria” me lleva a una pieza presente en la exposición que acabo de inaugurar en el DA2. Un felpudo en el que se lee “HOME SWISS HOME”, Suiza, dulce hogar, porque patria es el lugar donde los ricos tienen su dinero.

 

 

Eugenio Merino, Exposición ‘Paraíso’, DA2, 2019. Cortesía del artista

 

 

P. ¿Cuáles son tus principales referentes en la Historia del Arte?

R. Son muchos, y han variado en el tiempo. Duane Hanson, un escultor americano hiperrealista que retrataba escenas de violencia policial, así que no era simplemente algo bien producido sino una visión de realidad social del momento. Por la misma razón, Maurizio Cattelan o Piero Manzoni. La exposición de Luis Camnitzer en el Reina Sofía me pareció una maravilla. También la de Cildo Meireles. La lista es larga. Santiago Sierra, Avelino Sala, Gema Rupérez, Las Guerrilla Girls, Mateo Maté, Oscar Seco, Daniel García Andújar, Rogelio López Cuenca, Democracia, Chus García Fraile, Juan Francisco Casas, Yann Leto, PSJM, Regina José Galindo…

 

 

Santiago Sierra y Eugenio Merino, Ninot, 2019. Foto: Danielle Cruz

 

 

P. ¿Qué nuevos proyectos te va a traer el 2019?

R. La pieza Always Franco se expondrá desde el 15 de marzo en el museo Les Abattoirs, en Toulouse. Además, estoy preparando un proyecto con Avelino Sala como comisario y alguna sorpresa más que aún no puedo desvelar.

 

 

Puedes ver más obras de Eugenio Merino en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.