Edurne Herrán: «La verdadera esencia de mi trabajo es no conformarme con lo normativo»

María von Touceda Por María von Touceda
19 Min lectura
La artista trabaja tópicos como la identidad y el sentido de la humanidad en tiempos de redes sociales

Edurne Herrán (Ingolstadt-Donau, 1978) es un verdadero torbellino de ideas, conceptos, acciones, proyectos. Una artista que cuestiona muchos contextos, incluidos el suyo, y los plasma en diferentes medios como la performance, textiles y los montajes digitales. A la manera de los grandes genios de la Historia del Arte, busca la reacción del público en diferentes estratos de entendimiento.

El colorido, el dinamismo de su propio devenir y la mirada crítica y reflexiva que proyecta, hacen de sus obras un espejo donde mirarnos y reubicarnos en una realidad que muta a cada segundo.

 

Edurne Herrán, El Jardín de las emoji-delicias, 2014

 

P. Internet, en sus diferentes facetas, es un continuo dentro de tu trabajo. ¿Qué significa la red para ti?

R. Soy nativa analógica, de esas que estudiaba con diapositivas y miles de papelajos y apuntes (y lo sigo haciendo). Pasaba muchas horas en el estudio-taller y de repente me di cuenta de que esas horas mermaban y las invertía delante de un ordenador, buscando convocatorias, redactando textos, etc. Empecé a darme cuenta de esa brecha, de esos dos mundos tan distintos que me hacían pensar y actuar de diferente modo. Así que mi lucha personal está en los saltos entre esos dos espacios y las posibilidades que surgen al mezclarlos. Antes hacía obras que me nacían, eran más impulsivas y ahora conecto muchos más temas, capas, etc.  Estoy segura de que la red ha cambiado mi manera de pensar y de conectar.

 

Edurne Herrán, Arachne 2.0, 2016

 

P. La identidad también forma parte de tu investigación artística, sobre todo en tu proyecto Futuro perfecto donde adoptas muchas personalidades diferentes. ¿Cuál es el poso que dejó en ti este trabajo tan arduo y esclarecedor a la vez?

R. ¡Sabía que me ibas a hacer esa pregunta!, porque yo misma me la hago todos los días tras haber hecho el proyecto. Creo que todavía (y han pasado 2 años desde que lo terminé) noto sus efectos. Siempre sentí un poco esa esquizofrenia que provoca el hecho de haber nacido en un país (Alemania) completamente distinto al país en el que resides. Crecí en el País Vasco, que a su vez es una cultura muy distinta a la española. Así que ha sido fantástico tener 3 referentes socioculturales (gracias a la familia y los viajes) desde que era pequeña. Ese puede ser un punto de partida del proyecto pero, en realidad, lo que he querido investigar y vivir en mis propias carnes es cómo nos tratamos según nuestra apariencia. Las oportunidades que tenemos (o dejamos de tener) según nuestro físico, clase social, etc. dentro de unas limitaciones formales y éticas que yo podía llevar a cabo. Este proyecto ha sido muy divertido de hacer, pero a la vez muy duro. Sobre todo ha resultado muy reconfortante porque ha tenido (y sigue teniendo) mucha conexión con el público. Eso me parece fundamental a día de hoy en el arte contemporáneo: la mediación con el público.

 

Edurne Herrán, Futuro Perfecto, 2014-2017

 

P. El sexo en la red y la comunicación toman vital importancia en Love me Tinder, Love me true donde abordas las faltas de ortografía en esta aplicación y en Emoji-sexting donde hablas de parafilias sexuales a través de los emoticonos. ¿Qué queda del amor en los tiempos modernos?

R. Uffff… igual te pregunto yo eso a ti porque a mí no me queda nada claro… [risas] El otro día escuché un programa en Radio 3, justo era el día de San Valentín. Me gustó el enfoque que le daban: capitalización del amor, objeto de consumo rápido. Quizá eso sea Tinder, no sé… Está claro que los tiempos cambian y se crean nuevas necesidades que se adaptan a los horarios de mierda que tiene la gente debido a los curros de mierda. Si a eso le sumamos que nos estamos volviendo unos comodones y reivindicamos a golpe de like, desde el sofá o desde la taza del wáter, el resultado es más rapidez y ficticias y efímeras sensaciones. El caso es que puedes comer a golpe de app, ligar a golpe de app, etc. Pero desde mi punto de vista, perdemos humanidad. Como en todo, hay que buscar un equilibrio. A mí me interesa mucho más plantearme y cuestionarme cosas que simplemente criticarlas o rechazarlas. Esa es la verdadera esencia de mi trabajo: no conformarme con lo normativo. Intentar dar un giro y ver las cosas desde otros prismas.

 

Edurne Herrán, Love me Tinder, Love me true, 2015

 

P. Muchas de tus obras se plasman con la técnica del punto de cruz, irremediablemente relacionado con el mito de Aracne, ¿de dónde viene tu afición a bordar?

R. Me gusta lo textil desde que era muy pequeña. No sé, me resulta terapéutico. Mi madre dice que es porque mis dos abuelas cosían muy bien, pero si te digo la verdad, nunca las vi coser. Igual hay algo en el ADN, pero mi pasión la relaciono más con la mejor profesora que pude tener: Transi. Ella nos enseñó a coser y bordar a los niños y niñas de mi clase. También hacíamos otras muchas cosas, y después ella nos dejaba el resto del curso para seguir haciendo lo que quisiéramos.

Si me hubieran dicho que tenía que coser porque era una niña, les hubiera mandado a la mierda. No tenía ningún problema en mostrar mi opinión. Algo que aún conservo y menos mal. Esto te trae problemitas, ¡pero a la larga te va preparando para la vida adulta! [risas] Estoy totalmente a favor de la honestidad, eso sí, con un toque de mesura, porque una cosa es ser franca y otra herir. Una profesora me dijo que valía para política porque tenía mucha diplomacia [risas]. Yo creo que andaba en drogas la pobre… de esas que llaman blandas y las dan con receta…

 

Edurne Herrán, Arachne 2.0, 2016

 

P. El jardín de las emoji-delicias y Emoji-sexting son trabajos en los que proyectas tu interés por los emoticonos. ¿Crees que este neo lenguaje suma o resta a las lenguas como propiamente existen?

R. Creo que, como todo lenguaje, muta. Los emojis se crearon para dotar de calidez al lenguaje escrito, porque falta tono, contexto, etc. Lo que me fascina es que tiene mucho que ver con los idiomas que usan pictogramas. Es decir, que dan más información que con solo una palabra, ya que hablan de emociones, contextos, conceptos. Creo que suma y resta a la vez y muta en otras maneras de comunicación, lo cual es muy interesante. Es el devenir del tiempo, pero si te paras a pensar, ¡los egipcios escribían sólo con emojis! Es como cuando vas a un museo de antropología, yo me imagino un catálogo de Ikea y veo pendientes, joyas, muebles, utensilios de cocina… Tampoco hemos cambiado tanto, ni hemos inventado nada nuevo. Las cosas se van adaptando a nuestros tiempos (y todo progreso conlleva catástrofes, querida).

 

Edurne Herrán, Emoji-sexting, 2016

 

P. El pelo teñido de colores, además de haberlo llevado tú misma, también lo adoptas para tu trabajo Pain(t) donde creas brochas con una larga melena colorida. ¿Qué es lo que te atrae de esos atrevidos cromatismos capilares?

R. Esas piezas salieron cuando estaba buscando pelucas para el proyecto Futuro Perfecto. En ese momento hice la conexión porque supongo que como muchos de mi generación, empecé pintando. Después descubrí otras formas de expresión que eran más acordes con mi manera de pensar y conectar cosas/objetos/temas. Esas piezas salieron cuando dejé de llevar el cabello teñido de rosa. ¿Será esto un parto? Me pregunto qué diría Freud de todo esto [risas]. Del color y los colores chillones me atrae el hecho de que el mundo sea cada vez más gris (me estoy haciendo mayor y esto no me gusta). El mundo en que vivimos me recuerda a Momo y los hombrecillos que no paraban de fumar puros.

Una vez leí que la gente no da crédito a las cosas con demasiados colores. «Colorines» lo llaman, menuda gilipollez. Conozco a una persona que no puede llevar encima más de tres colores (ropa y complementos). La vida ya es bastante durita en muchas ocasiones como para que nos creemos más obstáculos.

 

Edurne Herrán, Paint, 2016

 

P. En estos momentos resides en Berlín donde, además de trabajar en tu obra, también impartes talleres artísticos a niños. ¿Qué tal la experiencia con los infantes?

R. Me encanta, pero para dos horas, que es lo que hago en cada sesión [risas]. Lamentablemente no se valora el duro trabajo que realizan las educadoras y los educadores. Es la primera vez que trabajo con niños tan pequeños (3-5 años). Es una maravilla ver cómo todavía no están contaminados por los prejuicios de los mayores. Luego ya se jode la cosa.

Impartir talleres es algo que no sólo hago por cuestión económica. La que más aprende de todo esto soy yo, de verdad. No dejan de sorprenderme. Cada vez pienso más que no me puedo llevar a la tumba las cosas que aprendo, no tiene sentido. La mediación en el arte contemporáneo es una gran apuesta si queremos que las cosas mejoren en muchos aspectos y la educación es la cura de muchos males actuales.

 

Taller de Edurne Herrán

 

P. ¿Hay alguna diferencia en cómo se trata la paridad de mujeres y hombres artistas dentro de las exposiciones entre España y Alemania?

R. Hay diferencias, porque para muchas cosas están más evolucionadas (educación, querida, la clave). Pero me estoy encontrando con problemas similares, ya que el yugo del patriarcado es una cosa mundial. He tenido unos episodios de machismo que dan para un libro, pero sobre todo han sido en otros contextos distintos al artístico. La lucha (que no me gusta nada esta palabra) continúa. De todos modos, estoy adaptándome a este contexto. Aquí hay muchas oportunidades en mi campo, pero incluso hay becas específicas para mujeres, lo cual es un indicativo de cómo anda la cosa.

 

Edurne Herrán, Invisible (wo)men, 2015

 

P. ¿Tienes alguna rutina para trabajar?

R. ¿Qué significa rutina? [risas] Absolutamente no, o mejor dicho, la tengo por temporadas (breves o medias). Siempre estoy como el conejo de Alicia, corriendo de aquí para allá, menos cuando estoy en casa concentrada en mis asuntos. Voy a clases de alemán, a reuniones y excursiones del programa en el que me becaron para que los artistas trabajemos con empresas de todo tipo, salgo a dar los talleres a niños, un no parar. No me aburro, vaya. Lo mismo me despierto a las 8 que a las 10, eso sí, tengo una agenda anual, a mes vista, en la que me organizo todo y cada noche me hago una lista de las tareas del día siguiente.

Digamos que es un caos medianamente ordenado, pero que puede cambiar en cualquier momento. Hay que dejar espacio para los imprevistos y sortear con flexibilidad los cambios de planes. Acabo de mandar una convocatoria que está realmente bien pagada y es para investigar sobre las condiciones de trabajo de artistas como yo. Ser tu propio jefe es muy difícil. Al final te enfadas, te perdonas, eres duro, luego flexible, y estás todo el día currando. Luego me pasan cosas de chiste, como cuando hice un Control + Z en la vitrocerámica preparándome la comida. Tampoco me veo yo con un horario de oficina. Ya lo hice y estaba muriendo lentamente. Cuando eres creativo y tienes más ideas que recursos y tiempo, es un putadón, te estalla la cabeza.

 

Edurne Herrán, No Pain No Glory, 2014

 

P. ¿Cuáles son tus referentes artísticos?

R. Mis referentes artísticos son tantos y tan variados que pueden dar para dos tomos. Todos los días descubro algo. Están los principales (que me han marcado como persona y artista) y luego dependen de cada proyecto en el que trabaje. El proyecto en el que estoy sumergida ahora tiene como referentes a Stephen Hawking, Mariko Mori, los trajes regionales, la arquitectura utópica de los sesenta y todas las noticias sobre catástrofes socio-económicas y naturales a día de hoy.

P. La exposición que más te ha impactado fue…

R. Muy difícil. ¡Si sólo me hubiera impactado una expo, estaría preocupadísima! Depende de varios factores, una sólo no puedo decirte. Los años del pop en el Pompidou, Hitchcock en el arte, David Bowie, una de Sophie Calle, una de Esther Ferrer… no sé, imposible elegir solo una. ¡Qué difícil!

 

Edurne Herrán, Experimento nº3, 2017

 

P. ¿Cómo se presenta el 2019?

R. En nochevieja me encontré 50 euros. Estoy segura de que eso es una señal y de que vienen cosas muy buenas. El mes que viene expongo una colectiva en Moscú y ando a la espera de varias cosillas. Mientras tanto sigo enviando anteproyectos y open calls. He trabajado mucho el ‘no’ últimamente, así que no me preocupa tanto la cantidad sino la calidad. Hay bastantes frentes abiertos, así que espero combinar práctica y teoría (entendiendo teoría a la formalización de ideas).

P. ¿Puedes adelantarnos algo sobre el proyecto en el que estás trabajando ahora?

R. Sí, pero poco, porque estoy buscando la financiación para ponerme a ello de lleno. Es un proyecto igual o más marciano que Futuro Perfecto. Me vuelo a proyectar en el futuro, pero esta vez salto de planeta. La Nasa está metida en todo eso [risas] y la vida eterna. Vuelvo a cuestionar la identidad, pero como en el otro proyecto, con muchas capas: inmigración, ecología, ética… Por ahí va la cosa.

 

Edurne Herrán se divierte extrapolando la arqueología social a una estética contemporánea que siempre da en el centro de la diana.

Una mujer con los ojos muy abiertos ante la marabunta de cosas que suceden a nuestro alrededor y que entiende que es necesario pausar y plasmar en forma de obras, de una genialidad y estética maravillosas, para saber qué es de nuestro tiempo antes de que este sea Historia.

 

Puedes encontrar más información sobre Edurne Herrán en su página web o en su perfil de Instagram. Para conocer más detalles sobre el proyecto Futuro Perfecto haz click aquí.




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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.