Sátrapa: «La Factoría de Androides es una cooperativa marciana autogestionada por los propios robots»

Javi Camino
10 Min Lectura
Nos adentramos en el universo del Gran Sátrapa y descubrimos cómo se forjó la Factoría de Androides

La primera condición que me puso el Gran Sátrapa para visitar su Factoría de Androides es que él no saldría en el video. Los protagonistas tenían que ser los androides.

La segunda condición es que tendría que estar dispuesto a viajar al espacio exterior.

No le hizo falta terminar la frase. Pocas personas tan fácilmente dispuestas a dejarse llevar por la fantasía como un humilde servidor. Al instante ya estaba en el planeta Tangueiro de la galaxia Sanlazarus, sentado en una mesa, ante una ración de pulpo á feira y el mismísimo Gran Sátrapa en persona. Al menos eso creía al principio.

 

 

“No, yo no soy Sátrapa. El Gran Sátrapa no tiene un cuerpo físico. Él entra en ti y de repente te abduce y te utiliza. Es un poco el creador y el que puso en marcha todo esto. Yo solo soy una especie de intermediario entre el Gran Sátrapa, los robots y los habitantes de la Tierra”.

El portavoz de los androides en nuestro planeta es un hombre de sesenta años que prefiere permanecer en el anonimato.

“Aquí no hay ningún artista. Son los propios robots los que se construyen e inventan. La Factoría de Androides es una cooperativa marciana autogestionada por los propios robots. Yo no tengo ningún tipo de formación artística”.

El portavoz de la cooperativa de androides me cuenta que él solía trabajar de fotoperiodista, pero la crisis de los medios de comunicación hizo se viera en el paro con 55 años. Era necesario reciclarse. En el periodismo ya no veía futuro. Entró en una profunda depresión y decidió desconectar del mundo. Apagó la tele, abandonó Internet y empezó a dibujar, casi como una forma de terapia. Canalizaba su malestar haciendo monstruosas caricaturas de Cebrián y todos los políticos corruptos a los que culpaba de la mala situación del planeta Tierra. Más tarde los dibujos se convirtieron en esculturas robóticas y entonces, en el 2014, ocurrió la abducción.

 

Sátrapa, ‘Cratón.

 

“Fui abducido por extraterrestres. Yo creo que fue eso porque todo esto surgió de forma espontánea. Ni siquiera pensé en ello. Los robots son los que fueron tirando del tema. Me dijeron que los llevara a la librería del Centro Galego de Arte Contemporánea y allí empezaron a venderse. Los puse a 800 euros porque creí que así nadie los compraría pero se vendieron”.

Internet se convirtió en otro de los grandes aliados. Gracias a la difusión en redes sociales el robot Mariano acabó siendo la mascota de la Muestra Internacional de Artes Fantásticas de Santander.

“Fue como un sueño. Me llevaron a Santander una semana. La imagen del robot Mariano estaba en todas partes. Desde las paradas de autobús a los sobres de azúcar de las cafeterías. Hicimos una exposición y fue un éxito rotundo. A la vuelta del viaje me di cuenta de que los androides era algo serio”.

 

Sátrapa, ‘Lautrec’

 

Mariano, Alberto, Philip Six, Trizia, Juancar, Urdangalatas… Pese a su apariencia fantástica, los nombres de los robots y su biografías personales, tan similares a las de algunos políticos terrícolas, tienen un importante toque de sátira política. A veces incluso ocurren sincronías inquietantes.

“Hice un robot inspirado por Puigdemont y me lo compró un belga. Al final acabó en Bélgica igual que el de verdad”.

Otros se inspiran en otro tipo de noticias pero siempre hay cierto sustrato de realidad.

“Vi una noticia que la NASA había encontrado fósiles en antiguos ríos de Marte y puse a los robots a buscar sus propios fósiles. Así nació por ejemplo la serie de fósiles marcianos. Primero descubrieron una piraña, luego una ballena, todos van surgiendo así, poco a poco, de manera espontánea”.

Tras acabar con el pulpo decidimos que no había mejor postre que un buen viajecito a Marte para visitar la Fábrica de Androides.

 

Sátrapa, ‘Detector’

 

“Esto hace unos años sería imposible. El viaje duraba tres años y te tenían que criogenizar para hacerlo rentable. Si no imagínate la pasta que sería alimentar a una persona durante un viaje tan largo… Pero luego algunas compañías empezaron a usar termostatos chinos para abaratar costes y muchos pasajeros se descongelaban y llegaban muertos. Un desastre. Ahora gracias a la teletransportación es instantáneo. Voy y vengo a trabajar a Marte todos los días”.

La afición de nuestro guía interplanetario por la ciencia ficción es evidente.

“Sobre todo la ciencia ficción americana de los años 50 y la japonesa de los 70 con todos esos grandes monstruos y amenazas del espacio exterior. Era lo que veía de niño. Alguna vez me han dicho que ojalá hiciera robots de Star Wars o alguna otra película pero no me interesa. Yo quiero centrarme mi universo propio”.

El viaje fue muy rápido, casi como cruzar una calle. De Marte me sorprendió su parecido con Santiago de Compostela. Era como estar en casa. Sin embargo, dentro de la fábrica, todo parecía regirse por reglas de otro mundo.

 

Sátrapa, ‘Sherlock’ y ‘Detector’

 

“Esta es la mesa donde nacen los androides. Es imprescindible que esté así, hecha un caos, si no no funciona. Cuando el Gran Sátrapa aparece las piezas empiezan a juntarse solas. Piezas sin ningún tipo de la relación. De repente la cafetera encaja con las lentes de los binoculares y la lata de atún. Es alucinante. Tengo perfectamente registrados todos los nacimientos de androides desde que hemos empezado. Han sido 482. Casi unos cien al año. Todos están perfectamente numerados. Les hago una ficha digital con su nombre, número de serie, fecha de nacimiento y fotos en todas las posiciones. Igual que en la policía”.

A continuación me llevó a una sala de incubadoras.

“Aquí es donde nacen los Monster Latas. Son robots más genéricos. Más sencillos y pequeños. Tienen un periodo de gestación muchísimo más breve y nacen en camadas de diez en diez. Por eso son muchísimo más baratos. En torno a los 50-75 euros”.

 

Sátrapa, ‘Monster Latas’

 

También visitamos una nueva nave, recién adquirida, para pintar cuadros. En su interior me aseguró que había varios robots pintando lienzos con aerosoles, acrílicos, ceras… Incluso había un robot lijador dedicado a lijar las diferentes capas de pintura para lograr ciertos acabados. Sin embargo no había forma de que la cámara los pudiera captar los movimientos robóticos.

“Son esculturas. Hay que moverlas con la imaginación. El Gran Sátrapa no está interesado en hacer robots que se mueven. Muchas veces en las makers viene gente que me propone hacer alguna historia en stopmotion pero al final nunca vuelvo a saber nada.”

 

Sátrapa, ‘Otro Ere’ y ‘Buscando trabajo después de los 50’

 

Las pinturas ganan mucho vistas en directo, donde se puede ver el trabajo y empeño que hay en puesto en sus peculiares acabados.

“Desde que trabajamos con la galería Cruzes Canhoto vendemos muchos cuadros. Es una galería especializada en art brut de Porto. En un año se vendieron 44 pinturas. Tuvieron que hacerme tres exposiciones porque no daban abasto y eso que yo no me considero pintor. Me siento totalmente intruso, pero es que de repente un galerista dice “esto es arte” y empieza a venderse. Aunque la galería se quede con el 50% me compensa. A raíz de exponer allí, se ha empezado a interesar por nuestro trabajo otra gente. Son las galerías las que vienen a buscarme. Dentro de poco estaré en el Art Up de Lille gracias a una galería de Notre Dame. Aquello es como el ARCO de Francia. Por eso te digo que todo esto tiene que ser una cosa de marcianos. No tiene otra explicación posible.”

Al darse la vuelta tras estas palabras creo ver una extraña luz roja parpadeante y una especie de baterías en su nuca, asomando ligeramente por el cuello de la camisa. ¿Será también uno de ellos?

 

Puedes descubrir otras piezas de Sátrapa en su página web y también en su perfil de Instagram.

Comparte este artículo
Director de cine y periodista. Colaboró con Vice, Tentaciones, entre otras publicaciones. "Jacinto" es su nuevo largometraje.