Pictoplasma 2019: emociones e interactividad

Danielle Cruz Danielle Cruz
11 Min Lectura
La empatía, los sentimientos y el feminismo han sido los puntos fuertes del festival

Empezó en un cementerio y terminó en el crematorio. Nada usual para un festival conocido por reunir la vanguardia del arte de la animación y la creación de personajes, pero sí para una ciudad como Berlín que ha sabido reconstruirse y reinventarse a lo largo del tiempo.

Del cementerio de St. Nicholas and St. Mary hemos conocido la ‘creepy house’ –nunca mejor dicho– donde empezó el The Character Walk, el circuito de exposiciones de los ponentes de Pictoplasma. El apodo ha sido acuñado por Luke Pearson, en tono de pena al referirse a uno de sus muñecos allí expuesto. Laurie Rowan, Luke Pearson, Yukai Du y Philippa Rice han dejado por allí sus obras: esculturas, láminas y videos han contribuido para que el ambiente fuera mucho menos espeluznante.

 

Esculturas de Philippa Rice en la ‘creepy house’. Pictoplasma, 2019. Foto: Danielle Cruz

 

La ruta siguió por la zona de Rosenthaler Platz. En las pequeñas galerías de la zona encontramos los trabajos de Parallel Teeth, Laura Callaghan, John Bond, Félicie Haymoz, Cabeza Patata, Twee Muizen y los alumnos del Pictoplasma Academy 2018.

Variedad, sencillez, abstracción y un buen despliegue técnico han garantizado que la ruta valiera totalmente la pena. En el crematorio de Silent Green pudimos visitar la exposición Inter_Faces, con muchas animaciones y personajes creados como hologramas capaces de interactuar con el público.

El hecho de que el circuito empezara un día antes de las charlas facilitó que pudiéramos tener una idea más cercana de las obras de los artistas invitados. El festival es full-on, han sido miles de videos por las mañanas y siete charlas por la tarde durante tres días en el cine Babylon, y un simposio el domingo en Silent Green.

 

Exposición ‘Inter_Faces’ en Silent Green. Pictoplasma, 2019. Foto: Danielle Cruz

 

La interactividad, las emociones y la empatía han sido las claves de este festival. Arrancamos el 9 de mayo conociendo el trabajo de Laurie Rowan, que apostó por la brevedad de sus videos para construir su portfolio en Instagram. Él confiesa que buscaba dar la impresión de que sus videos son fragmentos de piezas mucho más complejas. La estrategia sin duda ha funcionado.

El artista contó que aprendió a animar por su cuenta y justo después de crear su primera pieza consiguió trabajo en una agencia en Brighton. A partir de ahí empezó a hacer animaciones comerciales y poco a poco ha ido encontrando su estilo. ¿Sus influencias? Los videos de animales, para fraguar su comportamiento y sus emociones, y la cerámica.

 

 

La risa es el alma del proceso creativo para algunos. La que encuentra el punto de partida para sus videos cuando logra una carcajada es la artista Dina Amin. Empeñada en desmantelar todo lo que encuentra por delante, Dina, que es diseñadora de productos, se ha especializado en recoger objetos obsoletos encontrados en los mercadillos de El Cairo y crear deliciosos videos de animación. What’s inside? empezó como un juego en Instagram y hoy atrae anunciantes interesados de todo el planeta.

 

 

De la risa, a la que también ha contribuido Sos Sosowski, hemos ido a la profunda soledad. Las emociones están a la orden del día en una industria que se esmera por cautivarnos y ser capaz de expresar lo que todos deseamos compartir. No es casualidad que las presentaciones del juego Sea of Solitude de Cornelia Geppert hayan generado tanta expectación.

La creación del juego se ha basado en su experiencia personal, mucha investigación, y ha contado con el apoyo de amigos y también de psicoanalistas. Ella parte de la premisa de que cuando estamos solos nos convertimos en monstruos, de modo que uno de los objetivos del juego es traer a la personaje principal de vuelta a su forma humana.

Cornelia promete una experiencia llena de altos y bajos, cuyo final solo se ha podido escribir cuando ella misma ha logrado su evolución personal. Su mensaje es sencillo: compartir hace que nos sintamos menos solos. Hay sentimientos de los que no nos atrevemos a hablar, pero al hacerlo seguramente encontraremos la empatía de otras personas que hayan pasado por lo mismo. Sea of Solitude (Electronic Arts) se estrena este verano para Windows, PlayStation 4 y Xbox One.

 

 

Compartir también es uno de los ejes de las instalaciones de Iza Rutkowska. De ella hemos conocido, entre otros, el proyecto ¿Qué animal es este?, un playground creado de manera colaborativa con los niños en el Matadero en Madrid.

A partir de la planta del lugar los niños han dado miles de ideas y sugerencias sobre qué tipo de animal cabría construir allí. El resultado final, basado en las propuestas de los chavales, tuvo una recepción muy positiva. Iza Rutkowska se ha especializado en este tipo de instalaciones y las ha llevado a muchos rincones de Europa. El objetivo es que las comunidades se unan y disfruten del espacio de una manera distinta.

 

Iza Rutkowska, ¿Qué animal es este?. Matadero, Madrid, 2018

 

Otra de las artistas que ha llamado especialmente la atención ha sido Laura Callaghan. Aunque no le guste que su trabajo sea tildado de feminista, lo cierto es que sus ilustraciones están, de momento, protagonizadas exclusivamente por mujeres. El tema principal de la serie que presentó en el Pictoplasma, Panophobia, está basada en el miedo, miedo a todo. Son retratos de una generación en la que la crisis ha cogido de lleno, dejando a muchas de nosotras en la precariedad.

Las deudas, el volver a vivir con los padres, las expectativas de tener una vida «normal» frustradas y el cambio climático son temas recurrentes. Los dibujos de Callaghan son muy detallados y llenos de historias. Muchos de estos relatos los desciframos por los objetos que hacen parte de sus escenas, con colores vivos, trazos muy limpios y mucha confusión.

 

Laura Callaghan, Mythophobia. Serie Panophobia. Pictoplasma, 2019

 

En un festival diverso y abrangente como el Pictoplasma no podría faltar espacio para una discusión muy actual: el papel de las mujeres en la industria creativa. En el panel, que contó también con muchos asistentes hombres, hemos presenciado una interesante charla entre Sophie Koko Gate (film maker, Londres), Kristin Labriola (productora, Hornet Inc., Nueva York), Elizabeth Porter (productora, Netflix, Los Angeles), Kitty Turley (productora, Strange Beast, Londres), moderado por Lucy Bourton (It’s Nice That, Londres), alrededor de la pregunta: ¿cómo es ser mujer en un medio mayoritariamente masculino?

Lo cierto es que las mujeres escasean en los puestos directivos, pero son mayoría entre el staff de producción. Si hay algo en la que todas las presentes han estado de acuerdo ha sido que la actitud masculina generalmente pasa la impresión de seguridad y autoridad que se demanda para los puestos directivos, y eso dificulta la inserción de mujeres al mando.

 

Panel ‘Women in the creative industries’. Pictoplasma, 2019. Foto: Danielle Cruz

 

Temas como la autoconfianza y la solidaridad en el grupo para estimular un cambio de paradigma más inclusivo han sido focos de reflexión. Sin embargo, todavía hay mucho que hacer para cambiar la mentalidad. Sophie Koko Gate llama la atención para la “moda feminista” por la que muchos proyectos se tratan de vender, aprovechando el tirón del movimiento, pero cuentan con una dirección masculina o piden que la creativa trabaje gratuitamente.

Una cosa es cierta y eso ellas lo han dicho bien: ver a mujeres en puestos creativos y directivos les han hecho entender que ellas también podían hacerlo. Hay que generar confianza. Buenos ejemplos hacen que las chicas más jóvenes consideren esta posibilidad, dejen de internalizar el machismo y lleguen a creer en sus habilidades.

Batallar para contrarrestar un sexismo estructural es una tarea que está lejos de completarse. Para ello hay que apostar en ambientes más equilibrados donde la competitividad se desplace hacía lo colaborativo, que es lo que se encuentra, según las invitadas, en un ambiente más femenino. Grandes lecciones en el Pictoplasma 2019. El año que viene hay más.

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Es editora de elemmental. Doctoranda en Comunicación. Estudió Edición y Filosofía. Amante del arte y los nuevos medios. Estuvo antes en el Cultura/s del diario La Vanguardia.