Escenas surrealistas pobladas de personajes perfilan un imaginario lleno de historias
Niños, fantasmas, animalillos y edificios como las casas de muñecas componen el imaginario de la ilustradora francesa Amandine Urruty (Paris, 1982). En sus obras, en general de gran tamaño y en blanco y negro, siempre hay muchas cosas sucediendo a la vez.
Los protagonistas, a veces solitarios y en tamaño gigante, comparten escena con diminutos juguetes, pequeños monstruos y personajes de las más diversas índoles. Aquí nadie se aburre.
Amandine vive entre Paris y Toulouse, donde estudió Artes Plásticas. Allí descubrió su pasión por el retrato y los dibujos a lápiz y carboncillo.
Trabajar con colores no parecía negociable al principio pero en alguna ocasión acabó cediendo. Podemos ver pocas obras en color, sobre todo murales y contadas ilustraciones, pero igualmente irresistibles.
Sobre sus imágenes divertidas y surrealista, a la artista le gusta decir que su gran inspiración son las obras del Bosco. El sentido de humor también le acompaña cuando cuenta cuál es su rutina de trabajo: en cama y en horarios insospechados. Según ella, no hay manera mejor de acomodarse. Allí apoya los paneles que luego configurarán sus cuadros en almohadas y trabaja relajadamente en pijama.
Peculiaridades aparte, Amandine nos lleva desde su cama a escenas donde lo mágico se hace de con ecos de las pinturas flamencas, los tatuajes, las fotografías y juguetes antiguos: todo un gabinete de curiosidades que conforma sus mayores pasiones.
No sorprende que tenga su audiencia enganchada. Hoy por hoy triunfa en Europa y Estados Unidos mayoritariamente y tiene clientes como Le Monde, Libération, Ogilvy y Nike.
Puedes ver más obras de Amandine Urruty en su página web y de su perfil de Instagram.