Cristóbal Tabares: «Si Lola Flores fuera americana, la tendríamos en las camisetas y en las tazas de desayuno»

María von Touceda
14 Min Lectura
Cristóbal Tabares nos habla de su trayectoria, su proceso creativo y de sus grandes inspiraciones

Cristóbal Tabares (Arafo, 1984) es un artista canario cuyo trabajo nos recuerda a cada pincelada de dónde venimos y cuál es nuestra historia reciente más popular.

El conjunto de su obra tiene una factura muy peculiar. El artista raspasa las fronteras del humor hasta convertir los recuerdos de la España más ridícula en algo hermoso y digno de contemplación.

Cristóbal Tabares teje su discurso personal, en clave de humor, donde lo irrisorio deja también lugar a la reivindicación. Se trata de un pintor que traspasa la memoria colectiva para congelarla y darle aún más color.

Licenciado por la Universidad de la Laguna, él ha participado en una serie de exposiciones individuales y colectivas por el territorio nacional.

Un artista polifacético. Lo mismo pinta a Chenoa llorando que hace un bodegón. Una suerte de ojo crítico que pone el énfasis en lo que a todos nos rodea, aunque algunos lo nieguen. Hoy conocemos mejor su imaginario personal.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Duquesa, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. Parte de la mitología Tabares es esa otra Historia de España que hemos vivido a través del mamarracheo televisivo. ¿Qué hace a un artista fijar la mirada en estos personajes?

R. Muchos de esos personajes han marcado momentos de nuestra vida y nos han influido más que personajes de la Historia oficial. Yo admiro más a Lola Flores que a Isabel la Católica. Crecí viendo a escondidas como salía La Veneno en Esta noche cruzamos el Mississippi, en cierto modo, pintarla es darle las gracias por hablar de frente sobre temas que en aquellos años aún eran tabú. En España aún arrastramos cierto complejo por nuestra cultura popular. Si Lola Flores fuera americana, la tendríamos en las camisetas de Zara y en las tazas de desayuno.

 

 

 

Cristóbal Tabares, La concha es una Pecten Maxius. Soy bióloga, 2017. Cortesía del artista

 

 

 

P. La cerámica juega un papel importante en tu trabajo: la recreas en platos de plástico, es objeto de varias de tus pinturas, la coleccionas en forma de cisnes… ¿qué valores estéticos y personales encuentras en esta técnica?

R. Pues sin darme apenas cuenta, he ido metiendo la cerámica y la porcelana en muchos de mis proyectos. Supongo que es porque me gusta y soy incapaz de separar mis gustos de mi trabajo. La he pintado en cuadros junto a elementos de plástico para establecer un diálogo entre las piezas únicas y la producción masiva, la he pintado en platos de usar y tirar para reivindicar el «quiero y no puedo» y para demostrarle a los chinos que yo también sé falsificar. Ahora colecciono cisnes para una instalación que haré próximamente y en la que hablo sobre la represión a la comunidad LGTBI en Rusia. ¡Va por ti, Tchaikovsky!

 

 

 

Cristóbal Tabares, Porcelana de usar y tirar. Rotulador permanente sobre plato de plástico. 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. Tus bodegones de productos populares fácilmente reconocibles hacen que estos adquieran una personalidad luminosa que los trasmuta en objetos de culto. ¿Qué tienen que tener estos productos para que los incluyas en tus pinturas?

R. Cuando busco elementos para pintar un bodegón, pasa como en Tinder, tiene que haber un match. Voy a supermercados o bazares chinos y voy metiendo en la cesta casi por impulsos, la mayoría de las veces sin mirar los precios, Luego llegan las sorpresas cuando voy a pagar por dos rejos de pulpo envasados al vacío por 18€. Poco se habla de lo caro que está el pulpo en este país. Me gusta usar productos que todos tenemos en casa, que hemos consumido, que nos representan. Comida plastificada. Mi sopa Campbell son las gelatinas del Mercadona. Al final estos cuadros actúan como un espejo. Creo que si Sánchez Cotán estuviera vivo, pintaría estos cuadros.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Plástico II, 2017. Cortesía del artista

 

 

 

P. En tu serie Liberté Egalité Varieté reivindicas al colectivo transexual a través del retrato. Todos los personajes forman parte del mundo del espectáculo. ¿Por qué quisiste incidir en esta parte del colectivo trans?

R. Ese proyecto llegó a mí por casualité. Compré un cisne de porcelana y me lo envolvieron con las hojas de una revista de un cabaret de París llamado Madame Arthur. Lo que me llamó la atención es que en la publicación aparecían las fotos de los señores que luego se convertían en las divas que animaban las noches sobre las tablas. El antes y el después. La magia de la transformación. Me pareció un gesto muy valiente. Y en ese momento sentí la misma fascinación que cuando salía La Veneno en televisión.

Me gustan las personas que afrontan su realidad aún sabiendo que puede tener consecuencias. Buscando información sobre los artistas de este cabaret, llegué a varias historias personales y muchas acababan en calabozos, pero al día siguiente, volvían a maquillarse y se subían al escenario con su mejor sonrisa. Cada día escribían su historia, y de ahí surgió la idea de hacer un fanzine en el que desinteresadamente participaron, artistas, escritores, amigos y hasta mi madre. Este proyecto fue un homenaje a todas esas personas que han luchado para que hoy el mundo sea un lugar más libre.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Butterflies, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. Acabas de exponer tu serie Potasio donde recreas zapatillas de deporte junto con plátanos. ¿Se trata de una oda al alimento dorado de los deportistas?

R. Como dice Rubén Fernández en el texto que escribió para la expo «el plátano es uno de los pocos placeres culinarios que un cachas puede permitirse». Potasio es un proyecto que realizamos el ilustrador Pablo Álvarez y yo para la galería Mad is Mad. La única regla que nos autoimpusimos fue utilizar el plátano como hilo conductor. Zapatillas de deporte y plátanos. Deporte tropical. Fetichismo pronador o supinador.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Potasio III, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Qué crees que no enseñan en las facultades de Bellas Artes y, por el contrario, sí deberían?

R. Supongo que cada facultad será diferente. Yo, por mi experiencia, eché en falta que nos enseñaran cosas prácticas con las que te encuentras cuando acabas la carrera y no tienes ni idea, como aprender a poner precio a las obras. Da miedo hablar del dinero, pero es fundamental. Hay que instaurar una asignatura que se llame Economía del artista, en la que nos enseñen temas de facturación, altas de autónomos, contratos con galerías, hacernos inmunes al regateo, etc.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Chiquito, 2016. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cómo te preparas para trabajar?

R. Por lo general soy bastante disciplinado. Aparte de la pintura, trabajo como director de arte en una productora de televisión, por lo que la mayoría de las veces voy al estudio por la noche, después de salir de la oficina. Tres Gardenias era una antigua fábrica de tabacos y es un espacio maravilloso y con mucha luz que comparto con otros artistas (Martin & Sicilia, Adelaida Arteaga Fierro y Vicente López). En la planta baja hay un bingo, que es un fuente inagotable de inspiración. Cuando voy a pintar, necesito tener una botella de agua y música. Puedo ser un poco obsesivo y escuchar la misma canción en bucle durante todo un día. Intento no estar muy pendiente del móvil cuando pinto, pero no lo consigo. De hecho, mi móvil siempre está manchado de óleo.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Chenoa, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. De todas las exposiciones que has visitado, ¿cuál dirías que te ha impactado más?

R. Que me quiten lo bailao de Pilar Albarracín en Tabacalera. Me pareció rotunda, impactante. El equilibrio perfecto entre la crítica y el sentido del humor. Había ambición, talento y folclore.

 

 

 

Cristóbal Tabares, Mao, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cuáles son tus referentes?

R. Cuando me atasco pintando un cuadro siempre consulto libros de Velázquez y Sorolla. Me parecen fundamentales. Sigo el trabajo de Santiago Ydáñez, Miki Leal, Cristina de Middel, Miss Beige, las películas de Almodóvar, mi abuela Isolina, la página de Facebook “Dos fotos”, el Instagram @esunescandalo, los karaokes…

 

 

 

Cristóbal Tabares, Marujita, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Qué opinión te merecen las exposiciones solo de mujeres?

R. Pues me parecen estupendas, porque no son sólo exposiciones de mujeres, son de artistas. A lo largo de más de 500 años las exposiciones han sido sólo de hombres. Es el momento histórico para inclinar la balanza. Si el tema es «Arte por mujeres» pues me interesa menos, pero si la exposición es sobre el tema que sea y coincide que todo son mujeres, pues oye, bienvenido sea.

 

 

 

Cristóbal Tabares, La Inmaculada, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cómo valores tu relación con el mercado del arte?

R. Vivir del arte es complicado. En Canarias, además tenemos el tema de la aduana que hace que enviar una obra fuera sea una película de terror. El hecho de tener un trabajo que me permite pagar las facturas y vivir, hace que afronte el mundo del arte de una manera más relajada. No hago los cuadros pensando en lo que puede funcionar o se va a vender. Hago lo que me da la gana y la cosa es que me funciona. Trabajo con varias galerías, la obra se vende y tengo una lista de encargos por hacer. Mi público suele ser gente joven que, en algunos casos, compra arte por primera vez e incluso acaban coleccionando arte. En todo esto han sido fundamentales las redes sociales. Mi mejor curador es mi Instagram. Estamos acercando el arte a la gente joven y eso me parece algo crucial.

 

 

 

Cristóbal Tabares, CAOS, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. Acabo de inaugurar MUYAYO, un proyecto seleccionado por el Gobierno de Canarias para la sala de La Casa de Los Coroneles, en Fuerteventura. En esta expo juego con el concepto de la turismofobia, la explotación de los espacios, la globalización de los recuerdos. Aparte de pintura, hay una instalación en la que convierto el fenómeno del Balconing en un souvenir. Alguien tenía que hacerlo. Lo siguiente, Rusia es un país maravilloso, donde Vladimir Putin será mi Marilyn Warholiana.

 

 

Puedes ver obras de Cristóbal Tabares en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.