Vicky Kylander: «La pintura siempre se ve y se vive en directo»

María von Touceda
15 Min Lectura
La artista sueca nos habla de sus inspiraciones y de sus principales proyectos

Vicky Kylander (Estocolmo, 1971) revoluciona el panorama abstracto santenderino, donde reside desde el año 2000. Sus pinturas se configuran como un medio de expresión de pulsiones tanto externas como internas y mueven a esta artista a crear su propio lenguaje.

La artista plasma en sus pinturas una serie de paisajes interiores que tienen la necesidad de ser divisados por aquellos que atisban luz (y oscuridad) en las vidas de los otros.

Observar el trabajo de esta artista, además de hacernos disfrutar del recital de trazos y colores, es gozar también de un universo interior que se revela a cada pincelada para recordarnos que hay muchas más visiones de nuestro presente que las reivindicadas por la publicidad, los grandes museos y las marcas.

El gran trabajo de Kylander es quizás esa abstracción que mejor narra la pulsión agitada. Su trabajo es transgresor en la medida en que concentra la tensión en los procesos y la experiencia: las imágenes inestables sirven como punto de partida para la reflexión. Hablamos con ella sobre su vida y obra.

 

 

 

Vicky Kylander, Sin título (Todo), 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. Tus obras han evolucionado de lo figurativo y estático hacia lo abstracto y el movimiento. ¿Se trata de la evolución lógica de la pintura o refleja un paralelismo con tu experiencia vital?

R. Por un lado creo que abstracción y figuración conviven desde siempre, podría verse como una evolución natural pero quizá sea más bien un vaivén. De pequeños construimos el mundo a base de marcas, y cuánto más tiempo observamos la realidad mejor la representamos. Yo soy muy influenciable y empecé a experimentar con la forma abstracta en el segundo año de Bellas Artes cuando conocí a los expresionistas abstractos americanos, los informalistas españoles, y artistas contemporáneos como Albert Oehlen y Fiona Rae. Todos ellos ejercieron una influencia muy grande. Por otro lado, creo que la contemporaneidad nos enseña que no tenemos ya la obligación de elegir, y yo estoy abierta a muchas formas distintas. En todo caso, mi «abstracción actual» es la de siempre, y los trabajos figurativos son más bien una excepción en el conjunto de mi trayectoria.

 

 

 

Vicky Kylander, Crash Burn, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Tus paisajes parten de la observación o son naturalezas imaginadas por ti?

R. Son paisajes abstractos, mucho más pintura que naturaleza, y aunque esta constituye una inspiración es una inspiración «vaga», que se mezcla con todas las demás impresiones de la vida y mi confusa relación con ella [risas]. Mis pinturas recientes (2017 para acá) se pueden leer en clave de paisaje pero no son ni naturales ni imaginadas.

 

 

 

Vicky Kylander, Todo Paisaje Es Un Mapa 109, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué carga emocional o valores estéticos crees que aporta el collage que incluyes en algunas de tus pinturas?

R. El contraste, o contrapunto, es para mí el elemento más importante, e incluir el collage en los trabajos sobre papel (todavía no he dado ese paso sobre lienzo) es una manera de construir un diálogo, de añadir una o más voces muy diferentes a la mía y ver qué sucede. Trabajar con imágenes ya existentes permite que una salga de su propia (limitada) biblioteca visual así que también ayuda a expandirme en ese sentido. Y, por ejemplo, la serie Sound & Vision aborda precisamente la eterna tensión entre figuración y abstracción, representadas por fragmentos de fotos de periódico o revistas vs. la gestualidad, la marca pura.

 

 

 

Vicky Kylander, Sound & Visions 23, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Te has inspirado en algún compositor clásico para pintar tus Nocturnos?

R. No, la verdad es que no, fue un trabajo que me salió de las entrañas. Empezó una noche, por necesidad y sorpresa, fue todo muy oscuro. Tiendo a ver las relaciones a posteriori. Lo mismo con las pinturas que estoy haciendo ahora. Las identifico como paisajes después. No planifico el trabajo, dejo que vaya surgiendo. Por otro lado, la música me resulta súper importante, pero no como punto de partida literal.

 

 

 

Vicky Kylander, Muddy waters, 2016. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué crees que no te enseñaron en tu facultad de Bellas Artes y sí te hubiese gustado aprender?

R. Creo que hubiera sido fundamental tener un espacio específico dentro de la facultad para mostrar obra de forma periódica, echo de menos la integración absolutamente clara de pensar y preparar un proyecto en mi formación. Y si además hubiera habido una relación con agentes culturales externos habría sido perfecto. En ese sentido creo que estábamos bastante solos. Exponiendo es como ganamos seguridad como artistas y sin embargo todo eso lo viví y aprendí trabajando como asistente en galería de arte, años más tarde.

 

 

 

Vicky Kylander, Sound & Vision. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué exposición, de todas las que has visitado, recuerdas que te crease mayor impacto?

R. El mayor no te sé decir, pero creo que la primera que me impactó fue Egon Schiele en el museo Picasso, en 1998. Se trataba de uno de mis héroes de la adolescencia pero que conocía solo por los catálogos. Ver su obra en persona fue emocionante, me impresionó su manera de situar las figuras en el espacio, la calidad de la línea, la absoluta expresividad del conjunto, mucho más allá del tema de los dibujos. Allí entendí que la pintura siempre se ve y se vive en directo, que los catálogos solo sirven de referencia formal.

 

 

 

Vicky Kylander, Sound & Vision 54, 2019. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿A quiénes nombrarías como tus referentes más directos?

R. Mis referentes ”estables” en el tiempo son de Staël, Per Kirkeby, Albert Oehlen y Susan Rothenberg. Actualmente me interesa mucho el trabajo de Eddie Martínez, Keltie Ferries, Charline von Heyl, Cecile Brown, of course, Amy Sillman, entre otros.

 

P. ¿Tienes alguna rutina para trabajar?

R. Trabajo en casa que para mí es lo ideal, paso del pijama a la ropa de pintar en el pasillo que separa mi habitación del estudio, no tengo que parar para comer, etc. La habitación donde pinto tiene mucha luz y techos altos que es otro punto importante. Mi única droga ocasional sería la cerveza, me pareció que pudo ser útil en algún momento puntual en el pasado, pero rápidamente te das cuenta de que no hay nada como una mente clara para trabajar, especialmente a nivel emocional, para crear nuevas conexiones y expandirse. Siempre trabajo sola y esa soledad es fundamental. Escucho mucha música pero mucho silencio también. La música es un poco como la cerveza intensifica y puede estar bien para fluir mejor en momentos dados, pero de nuevo, nada mejor que el silencio para conectar con las “ondas creativas”. Es la ventaja de trabajar en casa, no hay separación física entre “vida” y pintura, y no necesito producir constantemente para seguir dentro del proceso creativo.  El trabajo sobre papel es más fácil y es una práctica que intento que sea diaria. No sé si tengo una rutina específica la verdad, desayuno y después entro en el estudio, y siempre tengo ganas de hacer algo. De hecho, lo más difícil suele ser lograr salir de allí.

 

 

 

Vicky Kylander, Sin título, 2018. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué opinas sobre la posición de luchar contra el machismo en el arte haciendo exposiciones solamente de mujeres?

R. En un mundo ideal, a favor de exposiciones en que las mujeres están o estamos presentes como reflejo de la realidad diversa del panorama artístico. Que dé la casualidad de que son solo mujeres, vale, pero personalmente no estoy especialmente interesada en lograr visibilidad como mujer, sino como pintora. Mi trabajo tampoco orbita en torno a cuestiones de género, no es político en apariencia. Por lo contrario, probablemente me encuentro entre las mujeres que nos movemos dentro de una práctica tradicionalmente asociado a lo “masculino” (pintura, abstracción, visceral) y si ayudo a hacer desaparecer fronteras de ese tipo desde dentro, mejor. Ahora, por ejemplo, es un momento buenísimo para mujeres pintoras, al menos o quizá especialmente en los Estados Unidos.

La mayoría de los pintores que me interesan en la actualidad son mujeres. Por otro lado, estoy a favor del sistema de cuotas, en todas partes, como paso absolutamente necesario inicial, pero cuanto antes se logre la transición a una presencia normalizada, ¡mejor! Y puede que exposiciones solo de mujeres sean muy interesantes y necesarias en contextos en que hayan sido totalmente obviadas, las revisiones históricas son fundamentales.

 

 

 

Vicky Kylander, Sin Título, 2017. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado del arte?

R. Quizá mi relación sea aún un poco tierna para valorarla [risas]. Me encanta que con el tiempo se haya establecido una relación entre mi obra y una serie de coleccionistas en mi entorno. ¡Ojalá se pueda expandir! Lo estuve pensando el otro día, yo siempre estoy sin blanca así que el dinero es muy importante, pero hacer la obra lo es aún más y valoro muchísimo la conexión con la otra persona, el diálogo establecido. En realidad sólo he vivido una venta como una transacción pura, un comprador anónimo y tal. Yo encantada porque alguien que no conozco quisiera una obra mía, naturalmente. El caso, para citar a Talking Heads en This must be the place: «Never for money, always for love».

 

 

 

Vicky Kylander, Todo paisaje es un mapa, 2017-. Vistas de la instalación. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Cómo ves el panorama artístico cántabro? ¿Crees que el Centro Botín ayuda a que fluya?

R. ¡Lo veo muy bien! Llevo 20 años en Santander que ya sé que no es nada pero la he visto cambiar y lo que siempre ha sido un lujo es tener las galerías que tenemos, especialmente comparado con otras ciudades de provincia. Hay muchas salas donde exponer como artista joven o «emergente», que empieza, espacios y museos y certámenes en toda la región que de verdad, añadiendo los estímulos desde el exterior gracias a Internet, hace que Cantabria y, en mi caso, especialmente Santander sea un muy buen lugar para trabajar. Solo echo de menos más pintores e intercambios, quizá haya una sensación de aislamiento en el trabajo en ese sentido, pero tampoco me quejo. El Programa Confluencias ha sido fundamental para crear un pequeño sentimiento de comunidad, aunque a veces vaga y lejana, ¡sabemos que estamos aquí! En cuanto al Centro Botín, yo feliz por ver las exposiciones (Julie Mehretu fue otra exposición que me emocionó), y creo que está teniendo un impacto cultural muy positivo para el conjunto de la ciudad. Es una joya. Y Artesantander, otro lujo.

 

 

 

Vicky Kylander, Sound & Visions. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. Pues me pillas preparando y finalizando varios proyectos que se inauguran en septiembre y octubre. Estoy incluida en la exposición colectiva Horizontes abiertos que se inaugura en septiembre en el Castillo de Argüeso, tengo una individual en la Biblioteca Central de Cantabria, comisariada por Alexandra G. Núñez, y en octubre presento un proyecto invitada por EXHIBIT Lab en DrawingRoom Lisboa.

 

‘Todo paisaje es un mapa’ se puede visitar en la Biblioteca Central de Cantabria en Santander hasta el 25 de octubre. ‘Horizontes abiertos’, en el Castillo de Argüeso, en Campoo de Suso, está abierta a visitación hasta diciembre de 2019. Puedes ver más obras de Vicky Kylander en su página web y en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.