El artista nos habla de sus motivaciones y de su proceso creativo
Daniel Muñoz «SAN» (Moraleja, Cáceres, 1980) plasma las preocupaciones y reflexiones sobre los lugares que interviene haciendo de sus obras un testimonio sobre lo que allí sucede. Sus dibujos reflejan un gran conocimiento del estilo clásico, aunque logren una contemporaneidad absoluta gracias a los temas que aborda.
Se plantea muchas veces ideas sobre la reglamentación del arte público, la realidad sociopolítica, urbanística e arquitectónica de estos lugares para hacer obras de alcance universal dentro y fuera de España.
Con una estética inconfundible, el artista dota su mensaje de gran personalidad tanto en la calle como en galerías y museos. Un trabajo que es capaz de abrir los ojos del espectador y apartarlo de la pasividad para alcanzar un punto de vista crítico.
Muñoz es ese artista necesario que busca embellecer sus cuestionamientos para que, a través del goce más puramente estético, reflexionemos sobre lo que ocurre en el lugar que habitamos.
Durante los últimos años, Daniel Muñoz realizó varias exposiciones e intervenciones en el espacio público en países de Europa, Norteamérica, Sudamérica, Rusia y Oriente Medio.

P. Tus intervenciones suelen ser ad hoc de manera que te vuelcas en la problemática del lugar para realizar tus obras. ¿Con qué conflictos sueles trabajar?
R. Mis intervenciones son siempre planteadas en el contexto, puedo traer alguna idea básica o documentación histórica del lugar, pero siempre acaban mutando en función de lo que suceda. No llevo una imagen bonita en la maleta y la copio “a cascoporro” en la casas de la gente. Los conflictos con lo que trabajo varían, pero casi siempre plantean ideas sobre la regularización del arte público y los diferentes agentes que lo componen. Eso sí, siempre enmarcados en las problemáticas y la realidad sociopolítica, urbanística o arquitectónica del lugar.

P. ¿Qué valores emocionales crees aporta el dibujo clásico y la gama cromática reducida como pilares básicos de tu estética?
R. Considero el dibujo un lenguaje humano básico y universal, por eso lo utilizo como una herramienta también discursiva: no hay ningún gesto expresivo o plástico en este tipo de dibujo austero, eso me interesa mucho ya que podría decirse que cualquier persona podría dibujar así. De este modo, se cuestiona tangencialmente la voz imperante del artífice y esos reductos de la figura del artista inconfundible.

P. Algunas de tus obras, como tu reciente intervención en Desordes Creativas, incluyen textos escritos por ti durante el propio festival. ¿Sobre qué versan?
R. La pieza de Ordes habla, en primera persona, de las problemáticas que te comentaba antes que rodean la regularización del arte en la esfera pública. En este caso lo hice explícitamente. Escribí fragmentos de ideas que voy anotando en mis libretas y construí un «manifiesto» usando la estructura de los titulares y las cajas de texto de un periódico local ficticio. Hablan sobre el espacio, la arquitectura, la asimilación de la obra por parte de los viandantes, del lenguaje los medios de comunicación, las etiquetas, etc.

P. ¿Qué temáticas abordas cuando tu trabajo está enfocado para exposiciones en galerías y museos?
R. Pues abordo temáticas en torno también a la contradicción de ese «encierro» entre cuatro paredes de algo canonizado como «salvaje». Ha habido ocasiones que he analizado explícitamente los porqués de mi participación en exposiciones de “pintura»: por qué tal comisario decide invitarme y qué espera que cuente dentro de su relato. La pintura como discurso autónomo, hace tiempo que dejó de interesarme, la considero una herramienta y no un fin.

P. Has realizado intervenciones por muchísimos países. ¿Dónde has sentido que valoran más la figura del artista?
R. No sabría decirte un país en concreto, todos tienen concepciones muy diferentes de la cultura, y en algunos casos de países ultra desarrollados como Estados Unidos o Japón he sentido que mi obra aportaba cosas muy diferentes, a pesar de que estos países tienen un fortísima voluntad de fomentar el arte contemporáneo. Italia, por ejemplo, es uno de los países donde más trabajo, se nota, en cambio, que valoran mucho cuestiones más formales como la belleza de la imagen o mis vínculos simbólicos con la narrativa del arte clásico.
También he tenido rechazos frontales, me han tachado cosas durante el proceso. Un par de ejemplos: en Zaragoza hace un par de años llegó un señor y empezó a insultarme porque había dibujado una toalla de playa con un cuadro de Giotto, que contenía un crucifijo, el tío se fue a comprar pintura blanca y por la noche borró solo el crucifijo, dejando el resto de la imagen. También recuerdo que en Sicilia me tiraron una zapatilla desde un balcón, porque estaba pintando frente a un colegio infantil. Hay muchas anécdotas y experiencias que, evidentemente, dan forma a mis obras.

P. ¿Qué amas y qué odias del sistema que mantiene el arte contemporáneo español?
R. Pues amar no sé si es la palabra, pero sí valoro el interés de algunas instituciones y comisarios que se preocupan por hacer fisuras en los cánones estructurales del mercado del arte, que en mi opinión está bastante oxidado y en algunos casos obsoleto. Y básicamente odio que, en el terreno de la profesionalización del arte, siga dándose demasiada importancia a las cuestiones relacionadas con “ese” supuesto camino lógico, que sería: formación, salir de la facultad y trabajar esperando a que te fiche “Mamá galería” y vivir bajo sus faldas hasta que tu obra se venda a buen precio en las ferias y algún crítico avalado por un medio importante hable de tu talento revelador.

P. ¿Tienes algún ritual para trabajar?
R. Pues esa una buena cuestión, ya que la mayor parte de mi trabajo lo hago en la calle, y fuerzo mucho mi postura vulnerable en contextos cambiantes. Estar en el estudio con un café y escuchando la música que te genere tu «mood inspirador» es lo más contrario a lo que suelo vivir.

P. ¿Recuerdas cuál ha sido la exposición, de todas las que has visitado, que más impacto creó en ti?
R. Han sido muchas. Recuerdo una exposición de Alighiero Boetti en el Reina Sofía, hace años, que me encantó. También una colectiva de escultura contemporánea que vi en la Saatchi de Londres que se titulaba The shape of things to come. Y recientes, te diría que me impactó mucho mi visita a la Fundación Chinati en Marfa (Texas). La idea que magistralmente llevó a cabo Donald Judd de instalar todos esos piezones en una base militar abandonada me flipó.

P. ¿Cuáles dirías que son tus referentes?
R. Referentes como tal no sé. Me interesa el trabajo de muchos artistas, pero por decirte algunos que me inyectan energía: Isidoro Valcárcel Medina, Chloe Piene, Francis Alÿs, Paul Noble, Escif, Fermín Jiménez Landa… Fuera del mundo del arte como tal creo que lo que más me influye son las relaciones que tengo con la gente con la que me voy encontrando en los lugares en los que intervengo: los propietarios de los edificios, ciudadanos espontáneos y todas esas conversaciones aleatorias e inesperadas en situaciones variopintas.

P. ¿Qué opinión te merece que, para luchar contra el machismo en el arte, se realicen exposiciones de solo mujeres?
R. Creo firmemente en el arte como un campo de cuestionamiento, y esa problemática a la que te refieres (más que evidente) debe combatirse desde el arte de una manera rotunda, independientemente si lo hacen las artistas, las comisarias, directoras de programas artísticos, museos, etc.

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado del arte?
R. Mi relación es un poco extraña ya que la mayor parte de mi obra se apoya desde instituciones públicas, sobre todo programas de arte público. Llevo trabajando en este circuito durante 20 años, entonces mi relación con «el mercado» (privado) no deja de ser algo anecdótico: puedo vender algún dibujo en ocasiones, pero el formato galerístico/coleccionista no es mi caso.

P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. Ahora estoy, entre otras cosas, realizando una serie de murales alrededor de la plaza donde crecí, en mi pueblo de Cáceres. Es un proyecto personal totalmente vinculado a los juegos, al hogar y a los vínculos y fugas con esas ideas. A finales de año sacaré una publicación con todo este material. También preparo algunas intervenciones para los próximos meses en distintos lugares fuera y dentro de España.
Puedes ver más obras de Daniel Muñoz en su página web y en su perfil de Instagram.