Santiago Talavera: «Hay una micropolítica bastante clara para mí en cualquier planteamiento artístico»

María von Touceda Por María von Touceda
16 Min lectura
El artista nos habla de su carrera, sus motivaciones y de su proceso creativo

Santiago Talavera (Albacete, 1979) es un músico y artista plástico que plantea preguntas a través de las diferentes capas, tanto físicas como emocionales, con las que realiza sus obras.

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, con el último curso en la Camberwell College of Arts de Londres, ha participado de exposiciones individuales y colectivas en instituciones como La Casa Encendida y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y Instituto Cervantes de Chicago, entre otras. Su trabajo trata de problemáticas contemporáneas como el animalismo y la relación de los seres humanos con la naturaleza, pero siempre alejado de representar la figura humana mientras pone el énfasis en la mirada de la misma.

Santiago Talavera es el tipo de artista que cree en un arte que va más allá del bastidor. Un pensador que proyecta sus preocupaciones a través de su obra. Lo que en otra época fue un ilustrado. Y que, además de usar la luz para modelar, la utiliza para ver más allá de la estética y regalarnos ese enfrentamiento con el lienzo donde la reflexión hace que, al apartarnos, seamos alguien mejor. Talavera ha construido un universo particular donde, gracias a su virtuosismo técnico, gozamos de la poética de la razón.

La estética que conforma para plasmar estas cuestiones es casi una filosofía propia donde el color y las técnicas utilizadas argumentan y conducen todo un pensamiento. Hablamos con él sobre su obra y todo lo que le mueve a hacerla.

 

 

 

Santiago Talavera, Antropocosmo, 2015, detalle. Cortesía del artista

 

 

 

P. El color rosa es un hilo conductor estético en muchas de tus obras. ¿Es también un posicionamiento político?

R. En varias ocasiones me han comentado que mi obra podría parecer más femenina que masculina lo cual me reconforta. El color rosa está de manera presente en mi trabajo desde Tsunami rosa que pinté en 2006 con motivo de las catástrofes medioambientales en Indonesia. El rosa no deja de ser un rojo blanqueado o atenuado con el que por una parte hago una analogía de nuestra anestesia social ante el bombardeo de los medios. De otro lado, es un color que sugiere tranquilidad y calma, facilitando el acercamiento del espectador a los contenidos más inquietantes que se pueden leer en otros planos. Con el paso de los años he ido añadiendo complejidad al uso de este color y cabría interpretar también una lectura más política del color dada mi atención a los movimientos sociales de cambio, donde la participación de mujeres es mayoritaria.

 

 

 

Santiago Talavera, Tsunami rosa, 2006. Cortesía del artista

 

 

 

P. Además de ese cromatismo tan característico, la conjunción de técnicas como el dibujo, pintura y collage dotan de una fuerte personalidad a tu trabajo. ¿Cómo has llegado a este resultado tan maravilloso?

R. Trato de no aburrirme. Además, mi condición de indeciso patológico me ha llevado a no decantarme por una disciplina, por lo que trato de entremezclarlas hasta un punto en que ya no sabes si es pintura o dibujo. Con el paso del tiempo vas dilucidando cada vez mejor el tipo de obra que quieres. En mi caso, dado el tipo de acercamiento a lo paisajístico, cada vez más complejo espacialmente y donde el juego con las capas es importante, la fragmentación y la textura de las obras han ido evolucionando de manera natural.

 

 

 

Santiago Talavera, Tras ese muro, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. En referencia a ese paisaje del que hablas, has convertido uno de los más decadentes gallegos (el bar avión de la carretera de Pontevedra) en algo realmente sublime. ¿Te reconoces como artista romántico?

R. Me maravilla que reconocieras el lugar, lo encontré de camino a casa y comencé, poco después, a trabajar en un boceto con las fotos que hice allí. Hoy en día considero inconcebible lo sublime si hablamos de acercamiento a la naturaleza. La debacle ecológica y los insistentes relatos apocalípticos, culturales y mediáticos, han conseguido dar un giro a nuestra percepción y preocupaciones triviales respecto a nuestra huella en el planeta. Hoy somos nosotros la amenaza y miramos con culpa la naturaleza que hace dos siglos nos inspiraba peligro y grandiosidad. Hay aspectos del romanticismo, como la constante reivindicación de la imaginación, con los que me siento identificado pero entro en conflicto con muchos otros.

 

 

 

Santiago Talavera, Geología de la humanidad, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. Frente a un arte que solo reivindica lo estético tú trabajas con la ética a través de tus obras donde expones y divagas sobre diferentes problemáticas. ¿Crees que posicionarse te cierra puertas o, por el contrario, hacerlo es una obligación moral?

R. Hay una micropolítica bastante clara para mí en cualquier planteamiento artístico desde el bodegón más kitsch, y más si entendemos que la ausencia de posicionamiento político es en sí la manifestación de una ética determinada. No significarte puede en ocasiones ser resultado de temores bien infundados a los artistas desde un mundo del arte y sus opacos procesos de validación. El riesgo de perder apoyos o ventas, etc. Nunca lo sabré y prefiero no mirar hacia atrás. Hay maneras muy diferentes de abordar lo conflictivo a través del arte, en mi caso y a través de lo visual trato de introducir preguntas y generar espacios para que el espectador especule, pero es inevitable que mi visión se termine filtrando.

 

 

 

Santiago Talavera, Desde el vomitorio, 2011. Cortesía del artista

 

 

 

R. Has revisitado la Tauromaquia de Goya con un muy honroso resultado. En mi facultad se estudiaba su figura y su trabajo como antitaurino por ser él un ilustrado. Tu posición antiataurina también proyecta una gran reflexión detrás que va más allá de prohibir por prohibir. ¿Cómo ves el estado de la cuestión taurina en la obra del maestro aragonés?

R. Lo de la expo en Calcografía fue tremendo. Los taurinos estaban enfadadísimos. Realicé una serie de dibujos para la exposición de 2016 por el segundo centenario de la publicación de las Tauromaquias de Goya. Era un sitio idóneo, la Calcografía Nacional, baluarte de la cultura taurina y donde además Goya dio clases. Aproveché que estarían las láminas originales para establecer un diálogo con ellas desde el estado actual de la tauromaquia, intentando seguir el hilo de un Goya ya viejo en Burdeos. Si Goya fue cazador y taurino no tiene mucha discusión si leemos sus cartas a Zapater, pero su contacto con Jovellanos y el ambiente antitaurino de la época explicarían por qué los grabados de Burdeos tienen un carácter crítico incuestionable. Desde luego era un asunto que le traía muchos fantasmas y, para la ocasión del centenario, merecía la pena equilibrar la balanza en cuanto a la constante manipulación de su figura por parte de los promotores culturales taurinos.

 

 

 

Santiago Talavera, No matarás, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Qué no te han enseñado en tu facultad de Bellas Artes y sí te hubiera gustado aprender allí?

R. En la facultad aprendí las técnicas, que no es poco. No sé cómo será actualmente pero la formación en torno a dinámicas del mundo del arte era absolutamente nula por lo que la sensación de caer al vacío tras terminar fue inmediata. Invitar a ex-alumnos con carreras comenzadas o asentadas habría sido muy útil y me habría ahorrado más de un dolor de cabeza.

 

 

 

Santiago Talavera, Todo lo que ves – El ingenio de la escalera, 2013. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Qué amas y qué odias del sistema que sostiene el arte contemporáneo español?

R. Ni amor ni odio la verdad, al comenzar a exponer y llevar obra a ferias conoces a gente estupenda y gente a evitar como en cualquier gremio. Desde dentro entiendes por qué los artistas hemos perdido relevancia cuando ves cómo museos, y más recientemente las ferias y bienales sirven eficazmente a las ciudades que se quieren situar dentro del sistema económico global. Cada vez pierdo menos energía en estos aspectos socioeconómicos y tengo claro que mis objetivos, los del artista y el arte, son muy distintos.

 

 

 

Santiago Talavera, Antropocosmos, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. Entonces, ¿cómo valoras tu relación con el mercado del arte?

R. Es una relación que se ilustraría muy bien con una viñeta de Artoons de Pablo Helguera, en la que un marchante-curator pregunta a un escultor terminando de cincelar la Esfinge de Guiza: «Bonita pieza. ¿Y qué más tienes?»

 

 

 

Santiago Talavera, El Terrateniente, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Recuerdas cuál fue la exposición, de todas las que has visitado, que más te ha marcado?

R. Puede que la más determinante en un momento para investigar el paisaje fuera la que el Prado dedicó a Patinir en 2007. Más recientemente la exposición más imponente y sobrecogedora en la que he estado fue Basta y sobra de William Kentridge en el Reina Sofía.

 

 

 

Santiago Talavera, Clausura, 2014. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cuáles dirías que son tus principales referentes?

R. Es algo que me ocurre con bastante frecuencia, y ya no me siento mal por ello, que encuentro referentes en la música, el cine o el activismo, y me cuesta encontrarlos en el arte. Andrei Tarkovski es lo más cercano a admiración que he tenido por otro artista en cuanto a lo que supuso en mi poética visual, Goya, Ensor, Alfred Kubin o Paula Rego han estado siempre entre los trastos de mi estudio. Referentes como artistas no tengo, más allá de compartir con mis contemporáneos esta era de la retaguardia en la que toca descubrir nuevas formas de hacer arte.

 

 

 

Santiago Talavera, La isla de los voraces, 2008. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?

R. Sí, no sería capaz de hacer este tipo de obras sin ser bastante constante en el estudio. Llevo ya unos años dando tumbos de un lugar a otro pero parece que en el actual voy a estar durante más tiempo; suelo ir por la mañana y por la tarde, aunque hay unas horas intocables, de siete en adelante, en las que aprovecho para estar más concentrado. El espacio donde estoy determina bastante las obras, ya quedó constancia en la exposición que hice en La New Gallery con todas mis cosas. También el sonido y la música, que suena casi todo el rato. Y cada vez más libros. Con todo ello, lo más difícil más allá de la rutina en el estudio es encontrar un equilibrio y buscar el tiempo para estar fuera y tomar termómetro de lo que ocurre.

 

 

 

Santiago Talavera, Ecotopia post-abolicion I, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Qué opinión te merece que, para combatir el machismo en el arte, se monten exposiciones de solo mujeres?

R. Me parece estupendo como pieza de un engranaje mayor, que ya empezamos a ver funcionar, que sirva para destapar la terrible desigualdad histórica y cómo esa camaradería heteropatriarcal ha ido operando durante siglos, desde los estudios a los museos dejando de lado a las mujeres.

 

 

 

Santiago Talavera, Profecias de un desorden, 2013. Cortesía del artista

 

 

 

P. Como músico y artista plástico, ¿cuál de estas figuras crees que se valora más en España?

R. La música es mucho más valorada socialmente que el arte, aunque como sistemas regularizados e industrias culturales, ambos dejan a músicos y artistas en una situación de absoluta precariedad.

 

 

 

 

 

 

P. ¿En qué proyectos te encuentra inmerso ahora?

R. Estoy disfrutando mucho el proceso de nuevas obras de medio y gran formato, además de música y vídeo, que podrán verse próximamente en el CEART de Fuenlabrada. Con mi banda Le Traste estoy cerca de la grabación del segundo volumen de Cuadratura, un disco formado por cuatro EP’s cada uno grabado en diferentes estudios, además de hacer el arte de cada uno de ellos.

 

Puedes ver más obras de Santiago Talavera en su página web y en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.