
Laurie Lipton: tecnología, realidad y posverdad
Los dibujos a gran escala de la artista americana son el retrato de una época
Los rótulos de distópicos o surrealistas quedan pequeños en las representaciones de Laurie Lipton (Nueva York, 1953). Llenas de detalles y con una increíble técnica, sus obras se refieren constantemente a un entusiasmo compulsivo por la tecnología que nos impide entonar el tan sonado «nada más lejos de la realidad».
Lectora de ficción-científica desde muy tierna edad, la realidad, para ella, es frágil. Y este proceso de transformación social que la tecnología y los medios de comunicación han provocado a lo largo de los años confirman su intuición.
A través de su obra, llegamos a preguntas más profundas sobre el poder del arte para expresar y entablar diálogo con problemas persistentes de nuestra historia reciente. Lipton los desarrolla de manera magistral. ¿Es que ya vivimos –desde hace mucho– en una manipulación intencionada de la realidad?

Laurie Lipton, Newsfeed, 2019
En la universidad le dijeron que la pintura figurativa era cosa de la Edad Media, que tocaba expresarse con formas y gestos. Todo aquello le parecía un bodrio. A Laurie Lipton, que le inspiraban los grandes maestros de la pintura flamenca y la fotografía, no por ello ha dejado de proponer en sus obras una gran narrativa.
De modo que entre tantos medios que elegir, la artista optó por los dibujos en blanco y negro. Para ella este es el color de los fantasmas, de las películas antiguas, del pasado. En definitiva, «el color del pensamiento». Un medio perfecto, además, para retratar las preocupaciones de toda una vida. Esta alusión al pasado sumada a su imaginario, que desde siempre ha sido inquietante, crea una perfecta cohesión entre los problemas de ahora y los de antaño.

Laurie Lipton, Cooked, 2015
Lipton cuenta en el documental Love Bite (2019), estrenado recientemente, lo mucho que se acuerda de la publicidad de los años sesenta, en la que las amas de casa afirmaban con ilusión que la tecnología les estaba liberando. Era la época de la posguerra: sus padres vivían mejor que sus abuelos pero siempre había una amenaza tácita. La conciencia de que este miedo era construido por los medios, en el auge de la Guerra Fría, es una de las claves para entender su obra.

Laurie Lipton, Love Bite, 2002
Su galerista afirma que una de las reacciones más comunes de los visitantes que se encuentran con sus dibujos por primera vez es el silencio. Silencio porque provocan cierta perplejidad y, por supuesto, porque su grado de complejidad nos hace pasear los ojos por todo el lienzo para asimilarlo. Con el tiempo, la artista desarrolló su propia técnica con miles de líneas de sombreado que confieren a sus obras muchísimos detalles e iluminación.
«Nadie en este planeta ha dibujado más que yo. Nadie. Es todo lo que he hecho. No he cocinado, no tuve hijos. Solo he dibujado. Es todo lo que puedo hacer. Es todo lo que hago», dice en Love Bite.
Laurie Lipton ha vivido en muchas ciudades europeas y después de 26 años viviendo en Londres ha decidido mudarse a Los Angeles. Según afirma, la ciudad es mucho más receptiva a su arte y, desde luego, su individualidad es un plus. Por su estilo y sus rarezas a la hora de dibujar, ella siempre se consideró a sí misma una outsider. Quizás la fuerte crítica a la sociedad de la información que vemos a lo largo de sus cuadros haya sido fruto de esta perspectiva.

Laurie Lipton, The Consumption, 2011
Este reencuentro con un entorno totalmente volcado al consumo ha inspirado una de sus series, L. A. Sous-Real, donde el entretenimiento y la sumisión de la propia imagen a los estándares del espectáculo están a la orden del día.
Si por un lado la individualidad puede ser un plus, la soledad que provoca el uso constante de Internet no lo es tanto. Lipton refleja cómo toda la comunicación está hoy día mediada por pantallas y, en este sentido, estamos cada vez más solos. En sus series más recientes como Techno Rococo, la artista explora cómo esta dinámica afecta la realidad y lo que consideramos real.

Laurie Lipton, Alone in a room socializing, 2018
La problemática tiene su continuidad en Post-Truth, en la que Lipton pone de manifiesto cómo nuestra atención ha sido secuestrada por las redes sociales. Ella afirma que vivimos en una explotación de nuestro deseo por distracción, y la adicción a las nuevas tecnologías nos ha puesto de lleno en este sistema.
Aquí, además, lo que está en juego es la validez del conocimiento frente a la subjetividad en su uso selectivo para afirmar nuestras propias creencias. De nuevo, lo que está en juego es el estatuto de la realidad.

Laurie Lipton, Mouthpiece, 2017

Laurie Lipton, Virtual Reality, 2015

Laurie Lipton, Wired, 2013

Laurie Lipton, Collateral Damage, 2005
Lipton hace sus dibujos a gran escala, resultado de meses de trabajo continuo. Se trata de una producción meticulosa y detallada que hace eco de una transformación social cada vez más veloz, o por lo menos así la percibimos.
Si te impresiona su trabajo tanto cuanto a mí, no dejes de ver Love Bite, publicado también con subtítulos en castellano.
Encuentras más obras de Laurie Lipton en su página web y en su perfil de Instagram.