El fotógrafo y director de arte madrileño nos habla de su trayectoria
Pablo Sola (Madrid, 1984) mezcla en sus imágenes carnalidad, símbolos religiosos, instrumental quirúrgico, máscaras, complementos plásticos y elementos futuristas representando así una amalgama identitaria resultado de una iconografía muy personal.
Comenzó su formación estudiando Ilustración publicitaria en la Escuela de Artes y Superior de Diseño de Murcia. Posteriormente, tomó una deriva hacia la fotografía y continuó con un Máster de Fotografía Artística en EFTI de Madrid y un Máster de Edición y Producción Audiovisual en CICE, también en la capital.
Sola ha expuesto de manera individual y colectiva tanto en ámbito nacional (PhotoEspaña 20+20, Artnit Campos, entre otras) como internacionalmente (Art Bubbles a San Salvario en Turín, XII Bienal de Jóvenes Creadores de Europa y del Mediterráneo en Nápoles, Festival Internacional de Fotografía de Lodz en Polonia, etc.) y sus imágenes han ocupado portadas de revistas tan importantes como Rolling Stones.

Pablo Sola, Friends are enemies, 2019. Cortesía del artista
P. Un leitmotiv de tu obra es esa luz fría casi azul. ¿Qué peso emocional tiene esta tonalidad en tu trabajo?
R. Pienso que, de forma cada vez más consciente, es como sí apagase la llama de esa sensación o sentimiento que me ha llevado a crear cada imagen. Como congelar ese estado para pasar a otra cosa, pero manteniéndolo congelado en la memoria y el recuerdo.

Pablo Sola, Lili Marleen, 2015. Cortesía del artista
P. Las imágenes que creas trastornan al espectador, ¿crees que en esa perturbación reside la belleza?
R. Absolutamente. No confío en lo perfecto, es más, me da miedo lo que esconde, es falso, negativo y no motiva si no que lleva a las personas a todo lo contrario. Mi intención no es la de perturbar, sería vacío por mi parte darle esa identidad a mi trabajo.

Pablo Sola, An amphibious dream, 2019. Cortesía del artista
P. ¿Son tus fotografías un subterfugio de algo que no terminas de contar?
R. Mis fotografías son mis mensajes, están hechas precisamente para no tener que hablar yo. Cierto es que dicen mucho pero no todo, sigo teniendo ese pudor arrastrado del cristianismo cultural, supongo.

Pablo Sola, Anaïs Nin/El hijo pródigo, 2014. Cortesía del artista
P. En tus imágenes describes una sexualidad sin fronteras, ¿tratas tu obra como un manifiesto?
R. Reivindico, dentro de mis posibilidades y a mi entender, el cuerpo “no normativo”. Nos discriminamos continuamente los unos a los otros, damos valía al rebaño y nos mofamos del raro, incluso el freak siempre encuentra a otro más freak para descargar su frustración. Como una cadena de despecho.

Pablo Sola, Capitolio, 2016. Cortesía del artista
P. ¿Has tenido algún problema con la censura por mostrar tus desnudos?
R. Como la mayoría sí, en mi caso lo encuentro una tontería. No recreo una sexualidad explícita basada en genitales para vender mi obra a través del deseo sexual que pueda despertar. De todos modos, el mundo de las redes sociales y la censura es un absurdo, no son gente documentada la que se encarga de las calificaciones.

Pablo Sola, Divina protección, 2013. Cortesía del artista
P. Si pudieses elegir, ¿a quién te gustaría fotografiar?
R. No soy fanático en general de nada, aunque reconozco que me gustaría tener un encuentro con la Courtney Love de los comienzos, daría tanto sentido a muchos retratos que hay en mi mente. Pero pienso más en lugares que me gustaría encontrar para fotografiar. He imaginado muchas veces encontrar una ballena varada y meterme dentro de ella para realizar una sesión.

Pablo Sola, Egregon family liberation, 2019. Cortesía del artista
P. Las mujeres son muy importantes en tu trabajo, tanto como referentes –Nan Goldin, Cindy Sherman y Diane Arbus– como modelos. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
P. Tenernos cariño, no marcar escalas ni diferencias, nos falta correa en lo que se refiere a este tema. Arte es crear y da igual quien esté detrás, no es más valioso porque lo haga un hombre o una mujer, en definitiva, es una persona y todos sentimos discriminación en un momento dado. Sinceramente hay que pensar más con la cabeza y menos con el miembro.

Pablo Sola, Heaven’s Rotten Fruit, 2018. Cortesía del artista
P. Apareces conectado a tu madre en una de tus fotografías ¿cómo fue la experiencia de trabajar con ella?
R. Pues una maravilla, no exige, solo se limita a dar. Pienso que una madre debe ser eso, pero soy consciente de que no se puede generalizar y hay malas madres como hay malos padres, malos hijos, en definitiva malas relaciones. Pero trabajar con ella o con mi padre es como volver a ser pequeño y te concedan un capricho donde disfrutan todos.

Pablo Sola, Portrait with mum, 2017. Cortesía del artista
P. ¿Recuerdas, de todas las que has visitado, qué exposición te marcó más?
R. Damien Hirst sin duda, aún estoy sin palabras después de ver aquello, no puedo describir lo que sentí. Esa delicadeza al tratar esos cuerpos son la máxima expresión de la belleza. Desde entonces comparo todo lo que veo con su instalación y veo lo lejos que estamos de saber lo que es hacer arte.

Pablo Sola, Who is my killer?, 2019. Cortesía del artista
P. ¿Cómo preparas tus sesiones de fotografía?
R. Se fraguan en mi cabeza durante días, no me gusta dar mucho tiempo entre la idea y la ejecución porque pierde cierta frescura, ya que mis retratos son tan artificiales necesitan ese contrapunto de verdad y error. Una vez lo tengo claro nos ponemos a ello, ya sea en un estudio o en casa, es donde más tranquilo trabajo y donde puedo estar más cercano a la persona a retratar mientras tomamos algo, fumamos, charlamos, etc., y por costumbre al acabar siempre me gusta ir a un bar, invitar a algo y así entablar una conexión con la persona que está detrás del personaje que hemos creado juntos durante la sesión de fotos. Siempre se es tan diferente de lo que enseñamos que no quiero perderme eso.

Pablo Sola, The Beast’s Present, 2018. Cortesía del artista
P. Vienes del mundo de la ilustración, ¿cuál ha sido el punto de inflexión para girar tu carrera hacia la fotografía?
R. Fue simple, la vía de la fotografía está más acorde con mi lenguaje. Cuando dibujaba me faltaba salirme de lo correcto, entonces en mi periplo en las clases de fotografía, que odiaba con todas mis fuerzas, empecé a tomarme la justicia por mi mano presentando trabajos de lo que me apetecía, no lo que se ordenaba y ahí mi profesora de Ilustración, que no la de fotografía, me animó a seguir por ese abrupto camino.

Pablo Sola, N.A.R.C.O., 2017. Cortesía del artista
P. Has colaborado en medios tan importantes como la revista Rolling Stone, ¿cómo afrontas los encargos cuando es otra persona la que dicta lo que quiere?
R. Estuve durante siete años aproximadamente trabajando en editorial y en medios como Rolling, Los 40 Principales, MTV, diferentes revistas como FHM, Cinemanía, discográficas, incluso en algunas de salud retratando desajustes mentales, es algo que recuerdo con especial cariño. En esos años tenía libertad en la dirección de arte y lo dejé cuando empezó a no ser así sumándose a la crisis. Y actualmente sí alguien me reclama para un encargo es porque quiere hacer algo lo más semejante a mi obra personal, tengo suerte en eso.

Pablo Sola, Ojo de la providencia, 2019. Cortesía del artista
P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado del arte?
R. Con el corazón en la mano, escasa. Me explico, siento que se valora lo que hago, tengo buena relación con toda persona que conozco del medio, compañeros, galeristas, etc. pero sigo sintiendo que hay mucho estereotipo marcado y sí te sales de lo perfectamente entendible y vendible eres menos reclamado.

Pablo Sola, Little Owl, 2019. Cortesía del artista
P. ¿Puedes desvelarnos en qué estás trabajando ahora?
R. Soy muy supersticioso y no me gusta hablar hasta que acabo un proyecto, pero me permito soltar algo por aflojar nerviosismo interno. Actualmente adentrándome en el mundo de la escenografía y cine de la mano de gente del medio y si todo sale bien pues lo contaré.
Pablo Sola es el creador de una nueva mitología donde lo queer y lo religioso se unen para elevar a sus modelos a divinidades.
Más allá de lo retratado, su trabajo reflexiona sobre la sexualidad, lo onírico, la familia y sobre un futuro donde reina una rareza que aún no somos capaces de ver, pero ya hace parte de su presente.
Sus obras incomodan y dan paz a la vez, muestran sus aptitudes para emocionar a un espectador que nunca se quedará impasible ante un trabajo tan revolucionario en el que las personas y los elementos representados mutan en postales de una nueva religiosidad abrumadora.
Sola retrata su propio imaginario para hacerlo nuestro y, entre tanto, nos hace soñar con un mundo que, aunque pueda parecer ajeno, nos va rodeando a cada minuto que pasa.
Puedes ver más obras de Pablo Sola en su perfil de Instagram.