Guillermo Peñalver: «Me fascina la idea de la pugna entre lo natural y artificial»

María von Touceda Por María von Touceda
18 Min lectura
Guillermo Peñalver nos habla de sus principales series y su técnica de trabajo favorita, el papel recortado

Quizá sea la timidez de Guillermo Peñalver (Tarragona, 1982) lo que ha construido el rico mundo interior que el artista catalán aprovecha para trasladar a sus obras con una delicadeza única que lo hace especial.

Combina técnicas y temáticas enlazando ideas que se materializan en espacios irreales, donde la imaginación del espectador termina de construir esos relatos de final abierto que el artista plasma.

Su trabajo va más allá de las diferentes capas de papel que utiliza, puesto que cada una de estas «pieles» es también un plano de entendimiento con el que deleitarnos y comprender un poco más el particular imaginario del autor.

Sus series, en su mayoría dibujos y collages en papel recortado, abordan distintas temáticas que van desde el erotismo a vivencias personales pasando por reflexiones sobre el yo.

Licenciado en Bellas Artes por la UCM, compagina su trabajo artístico con la docencia. Hablamos con él sobre el porqué de sus obras.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Escenas. El castaño en flor, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. El blanco reina en muchos de tus trabajos llenando de luz e impactando de lleno en las retinas de los espectadores. ¿Qué valores emocionales crees que aporta este color a tus obras?

R. El blanco es una constante y, bueno, me gusta pensar en los ojos del espectador, que van rellenando con su mirada lo que queda oculto, velado o sin definir. Es un color íntimo y, de alguna manera el blanco, puede ser lo que quiera.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Yo dibujando, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. En algunas de tus series las figuras se encuentran en una especie de espacio metafísico alicatado. ¿A qué se debe esta textura?

R. Pues es casi una obsesión lo del alicatado [risas]. La primera vez que lo usé fue con el dibujo Y se hizo de noche, que más tarde se convirtió en serie. Me invitaron a participar en una Expo de arte erótico, Eros c’est la vie, comisariada por Miguel Cereceda, Sofía Fernández y Arturo Prins. Yo le daba vueltas a como abordar el tema, soy bastante tímido, aunque pueda hablar con cierta ligereza los asuntos del amor, los llevo con cierta sutileza en mi obra.

Fue tras un fin de semana en León con unos amigos en el que tuve un encuentro inesperado, torpe pero apasionado en el baño de un bar… [risas]. Ya de vuelta al estudio, como sí hubiera descubierto la respuesta al acertijo, me puse manos a la obra. El alicatado me servía para generar una atmósfera limpia y aséptica, en la que los amorosos personajes se fundían disimulando su fogosa acción.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Y se hizo de noche, 2014. Cortesía del artista

 

 

 

De esos primeros dibujos en los que me quité un poco el pudor continué con la serie El almacén, este proyecto surge de mi intento por ponerme en forma. Me apunté al gimnasio y en esos paseos por el gimnasio entre máquinas y hombres, el vestuario se convertía en un almacén de esculturas clásicas, esos muchachos semidesnudos y yo ahí como un voyeur, un poco avergonzado. El alicatado dibujaba una trama brillante en la que los personajes aparecían y desaparecían, luciendo sus marmóreos torsos en los que la naturaleza florecía [risas]. Aunque ese recurso fue inspirado por Pepe Carretero, durante la época de la facultad descubrí su obra y esos personajes fantasmales que aparecían y desaparecían del plano.

 

 

 

Guillermo Peñalver, El almacén, 2016. Cortesía del artista

 

 

 

P. La naturaleza se abre paso sobre tus fondos blancos en muchas de tus series, aunque se trate de obras ubicadas en un espacio interior. ¿Qué importancia le otorgas a estas plantas y enredaderas en tu discurso pictórico?

R. Pues la naturaleza lo es todo [risas]. Es un poco cursi pero en esos días de febrero-marzo aún con frío, cuando vas andando por la calle y de repente en algún jardín, los almendros ya están en flor, es como un acto maravilloso de la naturaleza. Me fascina esa idea de la pugna entre lo natural y artificial, cuando ves una carretera abandonada porque han hecho una autopista y la naturaleza recupera su espacio y se come el asfalto o una casa abandonada en la que en su interior ha crecido un jardín salvaje, la idea de la ruina en la que conviven.

También utilizo la naturaleza sobre el cuerpo, a veces actúa como enfermedad, la mala hierba que crece, te devora, te consume, te invade, como un personaje de ciencia ficción un alien vegetal. Otras veces actúa como pulsión, la naturaleza que se desborda, que florece, anuncia el amor o como pilosidad, el pelillo de mi cuerpo transformado en un paisaje.

 

 

 

Guillermo Peñalver, El nuevo jardinero, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. Las máscaras también son uno de tus objetos fetiche. ¿Qué buscas en esta ocultación del rostro de tus personajes?

R. Siempre me han hecho mucha gracias las máscaras, los gigantes y cabezudos. Desde pequeño las recuerdo, esa desproporción pasando por la calle en alguna fiesta patronal. Bueno, y como colecciono muchas cosas [risas], también tengo algunas máscaras y cabezas, nada del otro mundo soy muy de «souvenir fino», la última que he adquirido ha sido una de Sargadelos. Hay toda una tradición del uso de las máscaras en la Historia del Arte. Las máscaras en el teatro clásico y en cine, ahora que han entrenado la última parte de la saga de Star Wars nadie olvidará la máscara de Darth Vader. Las uso para para ser otro, con carácter lúdico o mágico. Para ocultar el rostro o hacerlo anónimo.

 

 

 

Guillermo Peñalver, El cazador, 2017. Cortesía del artista

 

 

 

P. Utilizas técnicas diversas como el dibujo, la pintura y el collage combinándolos magistralmente de manera que parece que la relación entre ellos es natural. ¿Siempre confieres a cada una de estas técnicas los mismos objetos a representar o, por el contrario, fondos y figuras van rotando entre los diferentes modos de hacer?

R. Pues depende de lo que quiera contar y cómo. A veces puede ir en collage o dibujado, aunque dentro de mis procesos de trabajo como soy un poco obsesivo me gusta otorgar a ciertas cosas un tipo de registro. Por ejemplo, el alicatado o solado siempre es recortado, en collage y en un tipo de papel con un gramaje específico, lo hago por una cuestión de pieles. Al trabajar con superposiciones de papel, tengo que ser muy cuidadoso con la textura del papel y su gramaje. En la naturaleza depende a veces va dibujada o recortada.

Cuando es collage, hay un tipo de «hoja» para según qué. Por ejemplo, para mí suelo usar un tipo de vegetación para representar los pelillos o la pulsión vegetal, para otros utilizo otro tipo de papel que tiene un acabado como cítrico primaveral. Cuando es una naturaleza invasiva, como el personaje Flordzilla, uso una hoja más oscura con flores rojizas. El drama viene cuando voy a la Riba, una tienda de papeles, y un papel lo han descatalogado, entonces, bueno, voy adaptándome a la fuerza [risas]. Y también viene bien para conocer y hacer cosas nuevas o que no te atreverías. Hay que ser valientes.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Flordzilla (el mimético distinguido), 2012. Cortesía del artista

 

 

 

P. Muchas veces trabajas sobre tus recuerdos y vivencias. ¿Crees que un artista figurativo, aunque domine las técnicas a la perfección, puede ser bueno si no tiene nada que contar?

R. Pienso que la técnica debe ir acompañada de un mundo de ideas, que rasques y haya un poso, aunque sea de café [risas]. Más que nada por uno mismo, si no, qué aburrimiento. Incluso quizá no dan más de sí, hasta eso lo respeto, aunque me parezca una tomadura de pelo. Me molesta más esas máscaras que ocultan su torpeza artística. Pero la verdad es que no le dedico tiempo a lo que no me interesa, creo que es mejor mostrar y esforzarse por lo que sientes fascinación.

 

 

 

Guillermo Peñalver, El retorno, 2016. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cómo te preparas para ponerte a trabajar?

R. No suelo madrugar, alrededor de las nueve y algo me levanto un poco perezoso hasta que me tomo el primer café ya en la mesa operaciones de mi estudio. Solo, me he acostumbrado hace años a trabajar sin compañía, pero con música de fondo siempre.

Suelo empezar por alguna canción o disco favorito como por ejemplo Joterías bobas de Hidrogenesse y luego paso a música clásica, una Flauta Mágica, un Barbero, o si estoy a tope me pongo sinfonías rusas, dura más y no tengo que estar escogiendo disco porque no me gusta nada las playlists de recopilatorios o aleatorios, aunque a veces hay excepciones [risas]. Y comienzo viendo por dónde empiezo o qué dejé la noche anterior, no suelo ser muy nocturno si apuro hasta que ya no pienso con claridad.

No me gusta meterme en el fango noctámbulo. Prefiero descansar viendo una peli o una serie recomiendo los Durrell o Pose. Ya metidos en faena trabajo con un parón a media mañana con fruta o un sándwich y un café, este sin cafeína que me hago mayor y se me sube la tensión o una infusión de jengibre hasta la hora de comer que según cómo esté de inspirado es a las 2 o a las 3. Como no soy de siesta después de comer me pongo siempre hacer algo mecánico recortar flores u otras cosas que necesite mucha cantidad, alicatar o fondear planos. Mientras voy pensando, fabulando posibilidades en el dibujo que estoy trabajando o en otros.

Así ya arranco la tarde y cuando estoy más espabilado continúo a cosas que necesitan más concentración o cambio de dibujo. Trabajo con luz eléctrica, uso unos focos de LED de luz día y no necesito la luz natural, pero en mi nuevo estudio tengo ventanas y, quieras que no, se agradece, aunque sea saber más o menos qué hora es del día o si está anocheciendo.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Ardiéndome. Estudio para un Vol. III, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿A quiénes señalarías como tus referentes?

R. Pues mis referentes, es verdad que entre arte (pintura), música, objetos de colección, cine hay una amalgama de intereses. Te cito una pequeña lista de las cosas que me gustan, me fascinan e inspiran sin un orden lógico. Guillermo Pérez Villalba, Sargadelos, los Beatles, Fellini, Remedios Varo, Santiago Talavera, Mozart, dispensador PEZ, Pedro Almodóvar, Duralex, Sara Quintero, el rock sinfónico de los 70, Alfredo García Revuelta, Xavier Dolan, Alejandra Freymann, Brian de Palma, el Cuatroccento, Hidrogenesse, platos en forma de pez, Pepe Carretero, dibujos botánicos, Pixar, David Hockney, Standstill, cerámica popular, Chris Ware, Guillermo Martín Bermejo, Prokofiev, Woody Allen, Jesús Zurita, etc.

 

 

 

Guillermo Peñalver, El escondite, 2017. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?

R. Bueno, no sólo en el mundo del arte, en general: la educación. Pensando en el mundo del arte, es curioso que cuando entré en la facultad, allá por el 2003 –yo estudié en el CES Felipe II, de Aranjuez, cuando formaba parte de la UCM– y es sorprendente que había muchas más compañeras chicas que chicos y después sales y en las ferias, las galerías, ves más hombres que mujeres. Y hace poco con la expo del Museo ABC en una de las charlas que di a estudiantes de Bellas Artes el número de chicas era superior al de chicos.

No creo que sea una cuestión de calidad artística, no creo que sea un problema en el mundo del arte sino en general, hay machismo. Es verdad que somos más modernos y hemos avanzado en cuanto a derechos hemos ganado, pero tenemos una losa que no se puede seguir arrastrando, y no queremos y no hay que permitir ningún tipo abuso. Educación. Es una pregunta complicada.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Crash, 2013. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado de arte?

R. Para mí lo del mercado del arte es un término un poco extraño. En España no hay un gran mercado del arte. Creo, a veces, porque no se sabe enseñar el amor al arte. Hace ya tiempo, en el Certamen del Gregorio Prieto, coincidí con Felipe Ortega Regalado como premiados, yo loco de contento empezando la incierta andadura artística y estuvimos charlando y me dijo algo así como que los artistas éramos como alquimistas: con una simple hoja en blanco y un lápiz éramos capaces de hacer multiplicar su valor, con nuestra magia.

Yo no me puedo «quejar», hay rachas en las que vendes más otras menos, pero el buen hacer de mis galeristas Gema y Diana (Galería Gema Llamazares) hacen que el trabajo sea recompensado. No obstante, los artistas tenemos que ser pluriempleados.

 

 

 

Guillermo Peñalver, Sin título, 2015. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. La verdad que después de la expo Autorretrato en interior en el Museo ABC, estuve descansando un poco, hice mudanza del estudio, con lo que eso conlleva y me fui de vacaciones. A la vuelta del verano me volví a poner las pilas. Después de pensar que iba hacer, decidí continuar con ciertas derivas del proyecto del Autorretrato. ideas que se quedaron en el tintero, que por falta de tiempo o porque se escapaban de la idea de la Expo se quedaron aparcadas y las recupero, pero no todo será estrictamente blanco sobre blanco. Bueno, y después de esta charla, a seguir currando que es lo que me hace más feliz.

 

Puedes ver otras obras de Guillermo Peñalver en su página web y su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.