El pintor nos habla de su carrera y de las principales ideas que mueven su trabajo
Desde su estudio en Copenhague, Jesús Herrera Martínez (Petrer, Alicante, 1976) trabaja en sus pinturas de tintes barroquizantes que han logrado el elogio internacional.
Herrera se ha formado en estudios artísticos por todo el mundo, desde Madrid hasta Río de Janeiro, pasando por Roma, São Paulo, Bolivia, México y una larga lista de lugares que le han forjado una visión poliédrica del mundo y sus formas de pensamiento.
Jesús Herrera es ese artista que hace de la vida una auténtica investigación y suma, en cada lugar que habita, un conocimiento que aplica a su trabajo. Sus obras proyectan este amplio bagaje haciendo de la totalidad de su trabajo un asunto con gran base filosófica, además de conseguir una estética que refleja el buen gusto y el conocimiento de otras culturas y maneras de entender el mundo.
Sus series, que se componen en su mayoría de autorretratos, paisajes bucólicos, jardines botánicos, y trípticos plegables y portátiles, han sido expuestas nacional e internacionalmente consiguiendo un apoyo unánime de la crítica.
Herrera, como todos los grandes, capta la atención de los espectadores de forma que los cuestionamientos que fomenta su estética y discurso elevan sus obras a una categoría que nada tiene que envidiar a los conocidos como genios de la pintura.
P. En tu trabajo se observa una gran influencia del Barroco tanto en la iconografía, como en el uso de dorados y en la elección de formatos propios de este movimiento. ¿Cuál es el origen de esta devoción?
R. El Barroco inicia ciertos parámetros en la forma de mostrar las cosas, para la imagen y la representación. Y eso aplica prácticamente a todas las artes que se centran en narrar. No sé si por necesidad o por fascinación, me acerco o directamente me empapo de esos tics netamente barrocos. Pero en cierto punto decido aprovechar esos recursos para reforzar esa narración, esa manera increíblemente potente de filtrar la realidad para situarla directamente como lenguaje.
P. El fuego también es un tema recurrente en tus pinturas. ¿Qué significa para ti?
R. El fuego conlleva el final o destrucción de algo, como en Valencia sabemos bien, también puede ser el inicio. Me fascinan estos símbolos de transformación. Aunque realmente estoy interesado más en el humo como signo. Las humaredas señalan una catástrofe. Una columna de humo en un paisaje bucólico nos crea una sensación de extrañeza y de inseguridad. Tan solo la presencia del humo es un indicio de que algo esta pasando. Me gusta incluir ese tipo de elementos cuando construyo un cuadro.
P. ¿Qué importancia le otorgas al mito en tu obra?
R. No me interesan los mitos, o no específicamente mitos o historias concretas. Me interesa la esencia misma de la narración. El poder de esas historias (al igual que las imágenes) que son capaces de trascender su época. Me obsesiona descifrar que mecanismos actúan más que la anécdota o la historia en sí.
P. ¿Existe una búsqueda emocional consciente en la elección de tu paleta cromática?
R. Creo que más bien está implícita en la elección de los motivos que elijo, y que ello me lleva a pensar en cómo quiero que trabajen esa serie de obras que están englobadas en ese proyecto, en que frecuencia de color. Es parte del proceso, o tal vez fluye en el proceso y no tengo que enfocarme en ello, simplemente está ahí.
P. ¿A qué remiten esos elementos geométricos que introduces en muchas de tus pinturas?
R. Los sólidos platónicos me fascinan. El «Solido Melancólico» de Durero también es un enigma que me tiene atrapado desde hace años. Son citas directas a esa parte alquímica que tiene la pintura, de poder de sugestión de las imágenes. Sobre todo, me interesan por su carácter de ilusión. La ilusión misma de la representación. Por un lado, son fruto de la razón matemática, por otro lado, son una especie de juego para nuestros sentidos. Es mágico poder representar en 2D algo que nos parece real, y esa es la esencia misma de la imagen. Yo tengo una visión monocular. Soy ciego de un ojo por un accidente cuando era niño. Mi visión 3D es hasta cierto punto limitada, por lo que esa situación de representar 2D y 3D me parece fascinante.
P. ¿Pintas los paisajes basándote en lugares reales o son fruto de tu imaginación?
R. Depende, si lo uso como cita a alguna pintura que me gusta uso fragmentos que funcionen para esa obra, construyendo mi propio paisaje. Si necesito una ubicación «real» la documento e igualmente trabajo sobre ello. Nunca uso una imagen cruda, una instantánea. Siempre realizo un proceso de construcción, para que sea un paisaje personal.
P. ¿A quiénes señalarías como tus principales referentes?
R. Los clásicos se dan por supuesto. Pintores españoles, aproximadamente de mi generación, que sigo por redes sociales y que amo su trabajo: Sandra Gamarra, Yann Leto, Tania Blanco, Alain Urrutia, Maria Carbonell Foulquié, Kepa Garraza, Gala Knorr, Ernesto Casero, Ana Barriga, Concha Martínez Barreto, Josep Tornero, Ana Ciscar, Irene Grau, Pablo Bellot, Ana Karina Lema Astray, Alex Marco, Inma Femenia, Fernando Martín Godoy, Marina Vargas… Me dejo demasiados (lo siento), ¡tal vez deberíamos hacer una playlist de artistas!
P. ¿Qué exposición, de todas las que has visitado, te ha emocionado más?
R. ¡Hay demasiadas! Te puedo decir de 2019 en Copenhague que me hayan puesto la piel de gallina: Nina Nowak en Ok Corral, Ursula Reuter Christiansen en Sabsay Galery y Sonja Ferlov Mancoba en SMK.
P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?
R. Actualmente vivo en Dinamarca, por lo que las rutinas varían drásticamente de otoño-invierno a primavera-verano. Pasamos de anochecer a las 15.30 en invierno a amanecer en verano a las 4.00 y tener luz hasta las 23.30. Siempre he sido muy muy nocturno, pero evidentemente aquí necesito aprovechar las horas diurnas, por lo que he cambiado mi ritmo (lo que se llama A-menneske en Dinamarca). Supongo que tengo un ritmo de trabajo muy organizado. Necesito ir prácticamente todos los días al estudio, o si no voy trabajo en casa con bocetos o planificaciones. Mi proceso de trabajo siempre se estructura por proyectos, donde planteo una tesis o argumento sobre el que voy a trabajar. Suelo desarrollar cada proyecto a lo largo de un año hasta crear una serie compacta de obras que mostrar.
P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
R. Las instituciones o agentes del mundo del arte no pueden (o podemos) tener la condescendencia del «hay que plantear cambios». En perspectiva es obvio que nos ha tocado vivir el momento maravilloso de inflexión donde ya ha ocurrido. Ya es una realidad. Todo lo que sea contrario es casposo, anacrónico, y fuera de tiempo y lugar. Supongo que requiere lograr que tengamos claro esto, y que ante situaciones «anacrónicas» todos actuemos, las señalemos y las confrontemos con firmeza.
P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado artístico?
R. Es raro que no pienso en ello cuando desarrollo un proyecto. Incluso planteando una serie para una exposición en galería pienso en el conjunto y en el hilo conductor de la misma, no en que es un espacio para el mercado. No sé, por suerte nunca ha planteado un conflicto con mi trabajo.
P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. Después de All the partial knowledge of the world para Frederiksborg slot, Museum of National History en Copenhague, este año estoy empezando piezas en colaboración con colegas de otros medios. Actualmente con Miguel Mesa (México) y Signe Emdal (Dinamarca). También iniciando un proyecto sobre una serie de pinturas de Albert Eckouht que me llevan obsesionando desde que llegué a Copenhague.
P. El mundo sin arte sería…
R. Seguramente un mundo sin humanos. Todo grupo humano está ligado a su propia manifestación de arte. Nunca han existido separados.
Puedes ver más obras de Jesús Herrera Martínez en su página web y en su perfil de Instagram.