La artista nos habla de su imaginario y de su proceso creativo
El poderío de las mujeres artistas podría ejemplificarse en el trabajo de Paula Vincenti (Buenos Aires, 1969). A través de imágenes de aspecto casi infantil, por su apariencia de recortables, la artista hace una crítica severa de la sociedad de consumo y de como ésta afecta a los roles femeninos.
Paula Vincenti logra atrapar al espectador a través de lo atractivo de sus imágenes casi publicitarias para hacer una crítica de ese mismo campo y de como es el rol femenino en la sociedad de consumo a la que estamos abocados.
Su estética afable nada tiene que ver con su discurso incisivo. La disposición de las formas y la elección de colores nos envuelven en una sensación agradable para llevarnos a repensar que la amabilidad con la que se presentan no es más que una estrategia para embaucarnos.
De esta manera, Vincenti juega con la ambivalencia de la publicidad que, por una parte, resulta muy seductora pero que, en realidad, oculta lo más deleznable de una sociedad en la que tanto tienes, tanto vales.
Sus pinturas y collages han sido expuestos en buena parte del territorio nacional y en ciudades como Nueva York, Los Ángeles o Pekín, entre muchas otras. Además, hacen parte de las colecciones de CAC Málaga, Fundación Unicaja y en la Fundación Benetton Imago Mundi.
P. ¿Por qué las protagonistas de tus obras son siempre mujeres?
R. Hablo de las mujeres que tengo alrededor, de sus experiencias con el entorno y de las mías. Vengo de mi madre, y mi madre de la suya y así todas venimos de mujeres hasta la primera en este mundo. El Eterno Femenino. Tuve una madre de armas tomar y creo que tuvo un fuerte impacto en mí, fue una mujer transgresora y luchadora; y un padre culturalmente extraordinario y valiente, que me educaron en la igualdad y potenciaron mi independencia en todos sus aspectos.
P. ¿Qué peso dirías que tiene la moda y la joyería en tu trabajo?
R. Soy esteta al límite. Me gusta la belleza. Tanto las joyas como las piezas de sastre no representan su valor económico en mis composiciones, tienen un valor práctico (los incluyo en la obra y apuntalan una idea) y la vez hedonista. Los utilizo como piezas de mi mapa. El lujo no está en la joya o en la ropa, sino en la imagen en sí.
P. ¿Qué atributos les otorgas a los animales que aparecen en tus pinturas y collages?
R. Los animales simbolizan el instinto, la intuición. Es una representación del lado más áspero e intuitivo de la mujer que aparece en una determinada obra. En ocasiones ella lleva de la mano a un animal que acecha; con una actitud expectante. Es una especie de alerta que señala que lo que el espectador está viendo no es lo que parece.
Podría decir que el animal representado es como esa sensación que hay en la atmósfera (que se puede oler y sentir pero que no se puede ver) justo antes de que se desencadene un fenómeno atmosférico de gran envergadura y con grandes consecuencias; como un huracán o un tsunami que a su vez simboliza la condición irascible o guerrera que me interesa integrar en la mujer para romper con esa imagen estereotipada, de modelos tan presente en publicidad y en el papel couché que roza una de perfección ya obsoleta.
P. ¿Qué te atrae de lo retro?
R. El inconformismo hacia este presente que estamos viviendo, gris y descafeinado. La capacidad que tienen esos objetos de perdurar frente a esta sociedad frívola y rápida de consumo. Lo retro es una llamada a la reflexión. Yo tengo tocadiscos y compro vinilos. Es una especie de liturgia, una forma de ralentizar el tiempo, un elemento que nos humanice. Un objeto retro en estos tiempos te autoimpone disciplinas (un bushido o camino del guerrero), una forma de apreciar el tiempo. Los objetos retro sobreviven al tiempo y al hombre.
Hoy en día se ha apostado por fabricar objetos con fecha de caducidad para que sigamos teniendo esa velocidad «made in pollo sin cabeza» y pasemos por la vida sin detenernos a observar, a aprender e integrar; lo cual es fundamental para poder tener cierto compromiso e implicación en cualquier actividad que desarrollemos. A la sociedad actual le interesa tener individuos alienados y distraídos para campar a sus anchas; alimentando el consumo de objetos diseñados para que se rompan y así comprar otro de las mismas características.
P. ¿Qué aportan los textos a tus obras?
R. Para encender un fuego se necesita una chispa, el texto es la chispa del encendido del motor. Es el eje sobre el que se articulan todos los elementos que componen la obra. La gente ve y no lee. Se quedan con la superficie. El texto es la clave para descifrar el jeroglífico.
P. Usas colores muy saturados y neones, ¿existe alguna búsqueda emocional o simbólica en la elección de tu paleta cromática?
R. Rotundamente sí. Mi obra tiene una apariencia estética que crea cierta confusión intencionada. Aparentemente el valor cromático tiende a ocultar el verdadero sentido de la obra. Por eso incluyo textos o leyendas infiltradas en la obra a modo de «hilo de Ariadna» para que sepa salir de ella cuando se ha entrado. La parte plástica es la belleza, la cara amable, el texto da pistas al espectador sobre el verdadero sentido del concepto y la carga irónica que conlleva.
En cuanto al neón es un signo de modernidad clásica, representa un cierto anclaje a los años 50, al jazz, al cabaret. Son faros en la noche, sirenas que llaman al pecado. Otra forma de subrayar en que nada es tan amable como parece. De evitar la obviedad y mostrar la transgresión como un relámpago en la noche.
P. ¿Cómo te han ayudado las redes sociales a dar a conocer tu trabajo?
R. Te voy a contar una historia que va a contestar a como las redes han ayudado a mi trabajo. Una chica viaja a Nueva York por primera vez en el año 2000 con Double Game bajo el brazo, el libro conjunto de Sophie Calle y Paul Auster y descubre la ciudad a través de la obra de la artista y la ficción del escritor.
Veinte años más tarde esa chica, que es artista, cuya leyenda descriptiva es ART VERSUS REALITY tiene una cuenta de Instagram donde publica fotos de sus obras y sube en un story una pieza titulada Next Time donde etiqueta a Sophie Auster. Next Time es el último álbum de Sophie Auster. Ella es cantante y es hija de Paul Auster. Me escribe un privado con emoticonos y comparte mi story.
P. ¿Qué es para ti la belleza y dónde crees que reside?
R. El concepto de belleza no es concreto. Para un artista la belleza está en la forma. Si hablamos en un sentido universal hablamos de belleza clásica y nos tenemos que ir a Grecia donde los cánones de belleza están sublimados. El clásico es referente, lo clásico perdura en el paso del tiempo.
La cultura oriental, en concreto japonesa encierra una belleza estática en sus rituales y en su modo de observar el paso del tiempo. Aboga por la contemplación, casi en no intervenir en el transcurso del tiempo. El tiempo es el valor y la belleza nos da la medida de lo que va a perdurar. Lo bello es que lo que perdura en el tiempo.
P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?
R. Trabajo todos los días, ocho horas diarias mínimo. Soy muy organizada y constante con mi trabajo. Muy metódica. Necesito tener en un orden casi germano en mi estudio. Albergo una amplia biblioteca en él. Los libros son imprescindibles. Y la música también.
Se encuentra situado en un polígono donde acudo a diario. Es una entreplanta con bastantes metros y con mucha luz en la que todos los muebles son reciclados; tesoros que encuentro en los alrededores a los que devuelvo la vida con una mano pintura o cualquier idea que se me ocurra. He creado un pequeño altar al lado de mi ordenador donde cada día enciendo dos velas antes de ponerme a trabajar. Es un altar con flores y amuletos de Japón, México, India, China, Marruecos, con fotos y estampitas. Cada día trabajo ya sea en formato digital o bien pintando.
P. ¿A quiénes señalarías como tus principales referentes?
R. Pues tengo referentes de cabecera y otros recurrentes. Los de cabecera son mis compañeros de viaje, los que me hacen ver el mundo como yo lo veo con mucha más claridad si cabe. Los libros de Raymond Carver (atesoro creo, todo lo que tiene publicado), Barbara Kruger como icono artístico con sus incursiones iniciales como diseñadora gráfica, directora artística y como editora de imágenes en el departamento de arte de las revistas.
Me interesa su planteamiento desde el cuestionamiento y no desde la certeza. El inigualable mundo bizarro de Haruki Murakami con su calidad y sencillez gramatical. Paul Auster y Leviatán, F. Scott Fiztgerald. El trabajo performático de Sophie Calle. La propuesta artística de Cindy Sherman como directora artística y modelo de toda su producción. La ciudad de Nueva York y Nueva Orleans.
El jazz, Coltrane, Miles Davies, el bibop, Liza Minelli, Los Beatles, la bossa nova, el heavy metal, Metallica, Elton John, Esperanza Spalding, PJ Harvey y muchos más. Entre los recurrentes, el hit del momento ahora mismo son los podcasts de El Guardián (Javier Aznar) un extraordinario descubrimiento con sus entrevistas en el ficticio Hotel Jorge Juan, con una original formula de tertulia y contertulios tan diversos como inspiradores.
P. ¿Recuerdas qué exposición, de todas las que has visitado, te ha impactado más?
R. La instalación Gleaming Lights of the Souls de Yayoi Kusama en Louisiana Modern Art Museum de Dinamarca.
P. Si sólo pudieses comprar una obra de un artista coetáneo, ¿de quién sería?
R. De Angela de la Cruz.
P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
R. Hablar de una estrategia y de machismo en el mundo del arte es hablar de un tema delicado porque ni todos los hombres tienen actitudes machistas ni todos los planteamientos son excluyentes. Yo siempre he vivido en un entorno de igualdad, tanto en la educación que he recibido de mis padres como en la que impartimos a nuestros hijos varones en mi casa.
Lo mismo trasladado al mundo del arte, tiene que haber una igualdad y las mismas oportunidades. Me parece muy acertada la propuesta en ferias de arte contemporáneo que plantean el mismo número de artistas hombres y mujeres representadas.
P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado artístico?
R. Mi experiencia es positiva. He trabajado desde la autogestión y con galerías que me han representado. Cuando trabajo con una galería mantengo un dialogo fluido con el galerista comprendiendo la necesidad de entendernos. Es un feedback donde se retroalimentan las energías.
P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. Me encuentro barajando la posibilidad de trabajar en formato digital y hacer ediciones de mis collages. Me interesa investigar en composiciones más arriesgadas formalmente, así como experimentar con el color en formato digital. Seguiré contando historias, viendo el mundo desde mi prisma y apostando por la evolución sin estancarme.
Sigo con proyectos de autogestión y abierta a propuestas estimulantes, sobre todo aquellas que puedan llegar a un público de a pie, ya sea en espacios especializados como en los que no lo son tanto. De hecho, para el 2020 seguiré trabajando con Javier Blanco en su espacio Galería Metro en Santiago de Compostela y asistiendo a Ferias de Arte Contemporáneo.
P. El mundo sin arte sería…
R. una distopía, un mundo cercano a Un mundo feliz de Huxley y al 1984 de Orwell. «Si te dan el papel pautado escribe por otro lado», como decía Ray Bradbury en Fahrenheit 451.
Encuentras otras obras de Paula Vincenti en su página web y su perfil de Instagram.