Candleford y la dulzura de la melancolía

Begoña R. Orbezua Por Begoña R. Orbezua
7 Min lectura
La ‘Trilogía de Candleford’ de Flora Thompson es un clásico autobiográfico de la literatura inglesa

Hoja de Lata es una pequeña editorial independiente con un exquisito catálogo en el que se pueden hallar joyas singulares como la Trilogía de Candleford y cuya aspiración es construir un catálogo de cuidados artefactos narrativos, al estilo de los entrañables juguetes de hojalata de otros tiempos.

La Trilogía, unas memorias de infancia y juventud en una aldea de Oxfordshire a finales del siglo XIX, encaja a la perfección en la colección «Sensibles a las letras» de la editorial asturiana, que pretende publicar narrativa de calidad, buscar grandes voces y nuevos autores que sorprendan por su sensibilidad al hablarnos de este mundo o de otros mundos posibles.

 

Toda época es una época de transición, pero la década de los ochenta lo fue de un modo especial, pues el mundo se adentraba entonces en una nueva era, la era de la industrialización y los descubrimientos científicos. Los valores y las condiciones de vida se estaban transformando en todas partes e incluso para la gente sencilla del campo el cambio resultaba evidente.

 

La muy interesante Trilogía de Candleford es un clásico de la Inglaterra rural victoriana inspirado en la infancia y juventud de Flora Thompson, una autora desconocida en España, aunque es famosa en su país, el Reino Unido, donde su obra fue incluso llevada a televisión en una célebre serie de diez capítulos de la BBC en el 2008.

De la mano de Laura, alter ego de la autora, nos asomamos a una historia que comienza en la década de 1880, la de tres comunidades vecinas de Oxfordshire: la aldea de Juniper Hill (Colina de las Alondras), donde Flora pasó su infancia, Buckingham (Candleford), una aldea cercana, y el pueblo de Fringford (Candleford Green), donde Flora consiguió su primer trabajo en los Correos.

A lo largo de los tres libros, que nacieron de forma independiente, lo que hace que a menudo resulten repetitivos ciertos datos, pero no por ello menos agradables de leer, vemos crecer a Laura, descubrimos gracias a ella su vida íntima y familiar y la de sus vecinos. De forma paralela, asistimos al fin de una época, al adiós a un mundo apegado aún a lo rural, a la naturaleza, al ritmo que marca el campo, la siembra, la cosecha, las canciones y viejos juegos infantiles, las antiguas costumbres domésticas…

Un mundo victoriano que se va viendo cada vez más impregnado de la mecanización, de lo industrial, de las modas y novedades que traen de fuera quienes trabajan en la ciudad.

Un mundo a menudo idealizado por la escritora, presentado con la dulzura de la melancolía, aunque también se dejan ver de vez en cuando la crudeza y los problemas de la época. Quizás la razón de esa melancolía la podamos encontrar en las fechas en las que se escribieron y publicaron las obras, entre 1938 y 1945.

 

No obstante, mientras todos estos cambios se sucedían, la vieja civilización rural pervivía. Las tradiciones y costumbres que habían sobrevivido al paso de los siglos no desaparecían sin más. Los niños de las escuelas públicas jugaban a los mismos juegos y cantaban al ritmo de las viejas canciones, las mujeres aún “esquileaban” en los campos después de que las máquinas los segaran, y hombres y muchachos seguían entonando las antiguas baladas tradicionales al tiempo que tarareaban los éxitos del momento.

 

Flora Jane Timmins, Thompson a partir de su matrimonio en 1903, nació en Juniper Hill en 1876, en el seno de una familia humilde, como Laura, y fue la mayor de los doce hijos de un albañil y una niñera. A la edad de 14 años, Flora marchó a vivir a un pueblo cercano para trabajar en la oficina de Correos, experiencia que recoge de forma detallada en sus memorias. Esta oficinista llegó a convertirse de forma autodidacta en escritora a partir de 1911 cuando, después de haber escrito ya algunos artículos sobre naturaleza, su gran pasión, ganó un premio de la revista The Ladies Companion por un ensayo sobre Jane Austen. Desde ese momento ya no dejaría de escribir.

En la Trilogía, compuesta por Colina de las Alondras, Camino de Candleford y Candleford Green, Flora Thompson construye con elegancia, dulzura y belleza la crónica costumbrista de su campiña inglesa, con sus refranes y dichos que acompañan de principio a fin al lector y que tienen un papel fundamental. Pero de forma sorprendente habla de mil temas distintos más, desde las vestimentas, a las noticias del momento con Jack el Destripador sembrando el terror por las calles de Londres o los intrépidos y salvajes ciclistas creando el caos a su paso, las costumbres lectoras, desmontando mitos, rescatando los best sellers de la época, como Pamela y Villette, o el trabajo de las comadronas, entre otros muchos que permiten formarse una imagen muy rica y detallada de su tiempo.

La Trilogía de Candleford es un libro inusual, que invita a sumergirte en su mundo, a gozar de una lectura lenta y plácida como el ritmo pausado de la vida que narra, al compás de la bella prosa de Thompson, de las canciones perdidas y los cuentos de hadas de su madre. Una delicia de evocadoras memorias, maravillosamente traducidas por Pablo González-Nuevo, que nos hacen preguntarnos cómo no hemos descubierto antes a Flora Thompson.

 

Flora Thompson, Trilogía de Candleford, Hoja de lata, 2020. Traducción: Pablo González-Nuevo. 680 páginas. 28,90€

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Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es profesora de Literatura, dinamiza clubes de lectura y talleres de escritura.