Elemmental reacciona ante las amenazas recibidas por la publicación del proyecto artístico ‘Freedom Kick’
Las milicias digitales no se han hecho esperar. Un día después de la publicación del artículo Ruedan las cabezas de Putin, Trump y Bolsonaro en un proyecto artístico hemos recibido intimidaciones en portugués en nuestra cuenta de Instagram.
No sabemos si la cuenta que infiere que merecemos ser decapitados es legítima. Lo que sí sabemos es que Freedom Kick, obra de Eugenio Merino –conocido por sus esculturas hiperrealistas de figuras políticas– y el colectivo artístico y activista Indecline, ha cumplido su con papel provocador y de denuncia.
El arte también va de eso: para el deleite de unos y la rabia de otros, un día se pega un plátano en la pared y en otro ruedan cabezas de silicona de políticos controvertidos en partidos de fútbol. Esa perplejidad que solo el arte es capaz de generar nos apasiona.
Como escribe la filósofa brasileña Marcia Tiburi –exiliada por las amenazas de muerte recibidas durante las elecciones de 2018– en su brillante libro, Como conversar con un fascista (Akal, 2018), es típico del comportamiento fascista y autoritario el intento de acabar con el diálogo y de la aniquilación del otro. Y lo hace a través de la violencia y el discurso de odio.
El fascista odia –y quizás incluso envidie– la libertad de la producción artística. Cuando gobierna, persigue sus opositores y hace todo lo posible para callarlos. Si el diálogo es parte esencial del quehacer democrático, el fascista se empeñará en decapitarlo.
Bolsonaro ha ganado las elecciones brasileñas después de una campaña con ilegalidades, milicias digitales, discurso de odio, fake news y asesinato de reputaciones. Ante la pandemia que intentó minimizar, generó aglomeraciones en sus comparecencias y viajes sin mascarilla. Negó las quemadas en Amazonia y Pantanal. Publicó en su cuenta de Twitter un video pornográfico y, para el escándalo de muchos, sigue gobernando.
Nadie se merece ser decapitado. Ni nosotros, ni Bolsonaro. Pero sí nos merecemos como sociedad seguir cultivando el espacio artístico, de libertad y de crítica. De la investigación del pensamiento, de la estética, de la producción literaria. Y, por supuesto, de la libertad de prensa.
Seguiremos apostando por el diálogo.
Invitamos a todos que, si no lo han hecho todavía, vean las diferentes obras del proyecto Freedom Kick. No hay desperdicio.