José Mojica Marins: del gallinero de los suburbios a la sinagoga maldita

Javi Camino Por Javi Camino
20 Min lectura
Un repaso por la vida y la filmografía del director brasileño, conocido por su terrorífico personaje, Zé do Caixão

 

Periodista: ¿Qué es más importante, José Mojica Marins o Zé Do Caixão?

José Mojica Marins: (riendo) José Mojica Marins. Zé do Caixão no existe, es sólo un personaje.

Periodista: Entonces, ¿por qué no usa uñas postizas en vez de dejarse crecer las suyas?

José Mojica Marins: Por una cuestión de autenticidad. Zé do Caixão no existe, no tiene vida. Yo solo usé mi cuerpo, mí físico, para comunicar una idea. ¡Zé do Caixão no existe!

(José Mojica Marins, Exorcismo Negro, 1974)

 

 

À meia-noite levarei sua alma (1964) y Esta noite encarnarei no teu cadáver (1967). Tal y como los títulos de sus películas profetizaban, el diabólico Zé do Caixão acabó poseyendo a su creador, José Mojica Marins, en cuerpo y alma. Su empeño por dar vida al personaje dentro y fuera de la ficción hizo que medio Brasil confundiera al personaje con la persona. Es el precio que hay que pagar por convertir tu propia vida en una extraordinaria performance. Como diría el propio Mojica Marins en su última película: «¡El precio por ser la Encarnação do Demônio (2008)!».

Ahora que en este implacable 2020 ha terminado la existencia mortal de José Mojica Marins resulta todavía más complejo diferenciar entre la persona y el personaje. Ambos viven eternamente, fundidos en un abrazo fáustico, en el mundo las ideas. Siendo hoy Día de Difuntos no podíamos permitirnos dejar pasar la fecha sin hacerle un pequeño homenaje al enterrador más célebre del cine brasileño.

 

 

 

José Mojica Marins como Zé do Caixão

 

 

 

Un estudio cinematográfico en un gallinero

 

Descendiente de emigrantes españoles vinculados con el mundo de la tauromaquia y el circo, José Mojica Marins nació un viernes 13 de 1936 en São Paulo, Brasil. Su padre trabajaba como gerente del cine de barrio Santo Estevão, en Vila Anastásio, un suburbio de inmigrantes que en aquella época no contaba ni con alumbrado público.

La familia vive en una pequeña vivienda dentro del propio cine y el pequeño José se cría viendo sesiones dobles de chanchadas brasileiras, películas de aventuras americanas, seriales de Flash Gordon y los clásicos de Bela Lugosi y Boris Karloff. Al ser hijo único, pese los modestos recursos económicos de la familia, al futuro Zé do Caixão nunca le faltó de nada. Colecciona cómics desde muy pequeño y cuando cumple 12 años le regalan una cámara de 8 mm con la se lanza a filmar los primeros cortos con sus amigos.

 

 

Para que la familia no sospeche, los jóvenes emprendedores se hacen poco a poco con el sitio, envenenando a las gallinas de forma que parezcan víctimas de una terrible epidemia

 

 

A los 13 años abandona la escuela para ponerse a trabajar pero realmente lo único que hace es matar el tiempo con la cámara. Gracias a su gran carisma logra convencer a sus amigos para hacer un fondo común para comprar una nueva cámara de 16 mm y dar un paso más allá en sus producciones. No sólo eso, incluso convence a su mejor amigo para okupar el gallinero de sus padres y convertirlo en un tercermundista estudio cinematográfico. Para que la familia no sospeche, los jóvenes emprendedores se hacen poco a poco con el sitio, envenenando a las gallinas de forma que parezcan víctimas de una terrible epidemia.

Ya en esta época adolescente, Mojica se presenta ante el mundo como director de cine, aunque realmente sobrevive gracias a los trabajos esporádicos que le va consiguiendo su padre: mensajero, auxiliar de mecánico, aprendiz de soldador… Su primer trabajo estable es en una fábrica de cerillas. Será en este lugar donde reclute nuevos actores y técnicos para emprender sus nuevas aventuras cinematográficas.

 

 

En 1953, con suficiente gente consigue montar una cooperativa y funda la Companhia Cinematográfica Atlas

 

 

En 1953, ya cuenta con suficiente gente para montar una cooperativa y funda la Companhia Cinematográfica Atlas. Una productora amateur donde sus compañeros no sólo no cobraban por trabajar sino que pagaban por participar en sus creaciones. Realizan varios cortometrajes mudos que exhiben en iglesias, circos y parques de atracciones mientras, armados con micrófonos, perpetran los doblajes en directo.

Gracias al espectáculo empiezan a tener sus primeras apariciones en la prensa local. Los ingresos de las entradas los invierten en nuevos cortos. El éxito es lo suficientemente grande como para que Mojica decida abandonar la seguridad de su puesto en la fábrica e intentar lanzarse a la producción de largometrajes.

 

 

 

José Mojica Marins como Zé do Caixão

 

 

 

La escuela de cine

 

¿Para qué gastar dinero yendo en una escuela de cine cuando puedes ganarlo creando una propia? Mojica siempre tuvo muy claro que el cine se aprende haciendo películas. Cuando tomó conciencia de la fortuna que cuesta hacer una película profesional (el alquiler de una cámara de 35 mm equivalía al sueldo mensual de 25 de sus colaboradores en la fábrica) se lanzó a crear su propia escuela de cine. Cobrando las las cuotas de los alumnos podría tener una mayor cantidad de ingresos mensuales y además contar con toda una cantera de actores a su disposición. Ni Marins ni sus acólitos tenían la formación o experiencia para ejercer como profesores pero eso no suponía ningún obstáculo para nuestro intrépido protagonista.

Una vez más gracias a la generosidad de sus adeptos consigue la cesión gratuita de un local donde montar la academia. Deciden rebautizar la empresa con el nombre de Indústria Cinematográfica Apolo Ltda y comienzan a poner anuncios en los periódicos para reclutar alumnos.

La escuela acaba convirtiéndose es una especie de secta estrafalaria hecha a la medida del aspirante a director. Las paredes están llenas de retratos de Marins poniendo muecas para expresar diferentes estados de ánimo. Los aspirantes a actor tienen que imitar sus caras, llamarle Maestro y someterse a todo tipo de improvisaciones surrealistas para probar su valía como actores. Para afianzar el sentimiento de grupo, el líder crea toda una serie de rituales, gritos de guerra y cánticos colectivos para fortalecer el espíritu grupal antes y después de los ensayos.

 

 

 

Zé do Caixão, À meia noite levarei a sua alma, 1964. Fotograma

 

 

 

El inicio de la leyenda negra

 

Los primeros proyectos de Marins no tenían nada que ver con el terror. Sentença de Deus (1958), el primer intento largometraje de la Apolo, era un drama de tintes realistas sobre la desintegración de una familia tras la muerte de su patriarca. Impaciente por empezar a rodar, Mojica empezó a filmar sin tener suficiente presupuesto. El rodaje nunca se pudo concluir y varios de sus intérpretes sufrieron extraños percances. Una de sus actrices murió por un corte de digestión en una piscina y otra perdió una pierna en una accidente de coche. Aunque ambas desgracias ocurrieron fuera del rodaje, los hechos sirvieron para empezar a crear un aura de mal fario alrededor del cineasta.

Para que los ánimos de los alumnos no decayeran, el maestro decidió iniciar una nueva película titulada con cierta ironía No auge do desespero (1956). Un drama sobre un grupo de amigos atrapados en la montaña. El rodaje tuvo que cancelarse al poco de empezar a causa de un temporal que arrasó con los escenarios y el equipo técnico. La leyenda negra seguía creciendo pero la voluntad de Mojica era inquebrantable.

 

 

 

José Mojica Marins como Zé do Caixão

 

 

 

El pasado religioso

 

A la tercera va la vencida. En 1958, Mojica consigue realizar su primer largometraje: A sina do aventureiro. Un wéstern de serie B que por fin cuenta con un equipo técnico profesional. Pese el amateurismo del maestro (descubrió poco antes de empezar a rodar que precisaba tener un guión para empezar la producción) la película logró concluirse, estrenarse en cines e incluso dar beneficios. Sin embargo la inclinación del autor hacia la violencia y las escenas subidas de tono le acarrearon ciertas críticas desde los sectores más tradicionales.

Por aquel entonces Mojica era un hombre religioso y entre sus ambiciones estaba llegar a todos los públicos. Incluso a los curas. En busca de su propia redención, siguió los consejos de un amigo sacerdote e intentó emular el éxito de Marcelino, pan y vino (1954). Su siguiente producción, Meu destino em tuas mãos (1963), fue un drama cristiano sobre niños maltratados protagonizado por Franquito, un niño cantor al estilo de Joselito. Los curas quedaron encantado con el resultado pero la película fue una ruina. El poco dinero que logró recuperar fue gracias a las ventas de los discos de la banda sonora.

 

 

 

José Mojica Marins, Esta noite encarnarei no teu cadáver, 1967

 

 

 

La aparición de Zé do Caixão

 

El enorme bache económico que supuso Meu destino em tuas mãos y los intentos frustrados de conseguir financiación para la realización de nuevas películas sumieron a Marins en una profunda depresión. Por primera vez estuvo a punto de tirar a la toalla. Es durante este período profunda crisis espiritual cuando Zé do Caixão se le aparece en sueños. El personaje, un diabólico enterrador ateo, nihilista, hastiado de las supersticiones pueblerinas y poseedor de unas siniestras uñas extralargas era el alterego perfecto para hacer frente a todos los miedos e inseguridades que le torturaban en ese momento. Cansado de pelear contra su propia sombra, Marins decide tender la mano a su lado oscuro y comenzar a dar rienda suelta a sus más bajos instintos. Ya que las películas sobre Dios no funcionan, las hará sobre el Diablo.

 

 

Por primera vez estuvo a punto de tirar a la toalla. Es durante este período profunda crisis espiritual cuando Zé do Caixão se le aparece en sueños

 

 

El 17 de octubre de 1963 empieza el rodaje de A meia-noite levarei a sua alma. Nunca antes se había hecho en Brasil una película de terror. Mojica vendió incluso los muebles de su casa y el coche de sus padres para poder completar el ajustado presupuesto. Aunque en un principio pensaba ceder el papel de Zé do Caixão a otro actor, finalmente decidió que la mejor opción era interpretarlo el mismo. Lo único que no le convencía era su propia voz, ya que su pronunciación del portugués distaba de ser perfecta, motivo por el que el actor de doblaje Laercio Laurelli se convirtió en la voz oficial del siniestro funerario. El rodaje transcurre de forma frenética. Mojica consume anfetaminas para no dormir y dirige dos unidades que se van turnando para poder trabajar las 24 horas del día. Pese al ritmo infernal, los excesos con los estimulantes y el bajísimo presupuesto el rodaje tiene un final feliz.

Ahora solo queda un problema: encontrar un distribuidor. Nadie quiere saber nada de la película. Mojica está desesperado por las deudas y decide vender su porcentaje de participaciones e a uno de sus socios. Como si un truco del mismísimo diablo se tratara, poco después aparece un un distribuidor. A meia-noite levarei a sua alma se estrena en 1964 y es un éxito. Los cines se abarrotan, pero su creador no tiene derecho a ver un céntimo. En aquella época solía sentarse en las cafeterías cercanas a los cines para ver las largas colas de gente pagando entradas y maldecirse por haber vendido sus derechos antes de tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

La sinagoga maldita

 

Por suerte, la fama también es un reclamo para el dinero. El éxito de A meia-noite levarei a súa alma atrae a nuevos alumnos a la Apolo. Con casi doscientos discípulos Mojica decide que es la hora de dar un paso adelante y trasladarse a un local más amplio. No se ha hecho rico pero con los nuevos alumnos puede vivir holgadamente y contar con el triple de presupuesto para rodar la siguiente película de Zé do Caixão: Esta noite encarnarei no teu cadáver (1967).

Traslada la escuela una vieja sinagoga abandonada con fama de maldita en el vecindario. «El lugar perfecto para Zé do Caixão», pensó Mojica Marins. La encarnación del demonio ya tiene su propia iglesia. El enorme edificio acoge las actividades de la escuela y se convierte además en el estudio donde se construirán todos los decorados de Esta noite encarnarei no teu cadáver. Mojica comienza a despertar el interés entre los intelectuales más hipsters.

 

 

Traslada la escuela una vieja sinagoga abandonada con fama de maldita en el vecindario. La encarnación del demonio ya tiene su propia iglesia

 

 

Todos admiran su anárquico primitivismo. Cineastas como Glauber Rocha, Rogério Sganzerla, Carlos Reichenbach, Andrea Tonacci o Jairo Ferreira empiezan a frecuentar la sinagoga. Ver trabajar a Mojica era toda una lección de cómo aprovechar al máximo los recursos disponibles. Mojica fue DIY antes que el punk antes y satánico antes que Black Sabbath. La iglesia se convierte en una especie de Factory en clave de terror suburbial. Un animado centro social donde se celebrarán fiestas y los famosos «test de terror», pruebas en las que someten a los aspirantes a actores a todo tipo de tropelías sadomasoquistas para probar su coraje. Ante una nutrida audiencia de cientos de feligreses, todo aquel que sube al escenario con Zé do Caixão tiene que obedecer sus órdenes y sufrir sus humillaciones: bofetones, stripteases, besos en la boca con desconocidos, masticar insectos…

El éxito de estos siniestros castings y su repercusión en prensa sirvió de reclamo para que llegara gente de todas partes dispuesta a someterse a pruebas cada vez más extremas. Faquires que comían cristales y se atravesaban la lengua con clavos, extracciones de dientes con alicates y sin anestesia, enterramientos en vivo y espectáculos tan indigestos como el de un espontáneo que se sacó su ojo de cristal para rellenarse la cuenca del ojo con gusanos hicieron que finalmente las autoridades intervinieran y pusieran fin a aquellas indescriptibles «misas negras».

 

 

Faquires que comían cristales y se atravesaban la lengua con clavos, extracciones de dientes con alicates y sin anestesia, enterramientos en vivo

 

 

Sin embargo, todas estas polémicas no hicieron más que seguir acrecentando la popularidad de Zé Do Caixão. Esta noite encarnarei no teu cadáver fue un nuevo éxito, y a finales de los años 60 el personaje ya contaba incluso con su propio programa de televisión y una inabarcable línea de merchandising: desde cómics hasta una línea de cosméticos pasando por servicios de pompas fúnebres e incluso muñecos bailarines para el coche.

La leyenda de Zé do Caixão se había consolidado. Aunque a partir de los años 70 las cosas no fueron nada fáciles para nuestro protagonista, lo cierto es que el personaje ya pasó a formar parte de la cultura popular de Brasil y su fama sigue expandiéndose por todo el mundo aún a día de hoy. Ni la implacable persecución de la censura, ni el desprecio de algunos sectores de la crítica, ni la muerte del mismísimo Mojica Marins han conseguido acabar con el siniestro enterrador de las uñas largas.

Aquí seguimos, medio siglo más después, celebrando su existencia.

 

 

 

 

 

 

Referencias:

 

André Barcinski, Ivan Fanotti, Zé do Caixão. Maldito. A biografía, Darkside, 2020.

André Barcinski, Ivan Fanotti, O estranho mundo de José Mojica Marins, 2001. Documental

Diego López, «Entrevista con José Mojica Marins«, El buque maldito, nº21, junio de 2014.

Luis Gasca, «Mojica Marins; donde el instinto supera a la razón», Terror Fantastic, nº5, febrero de 1972.

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Director de cine y periodista. Colaboró con Vice, Tentaciones, entre otras publicaciones. "Jacinto" es su nuevo largometraje.