‘Artemisia’ es un intenso relato psicológico de la pintora barroca
En agosto de 1944 los nazis bombardearon Florencia, convirtiendo en ruinas la casa de la escritora y crítica de arte Anna Banti. Entre las pertenencias perdidas, se encontraba el manuscrito que Banti había dedicado a la gran pintora barroca Artemisia Gentileschi. Ante la pérdida, Banti decidió emprender de cero la empresa y ese nuevo texto que produce, que ve la luz en 1947, es el que reedita ahora en castellano Periférica Editorial, con traducción y epílogo de Carmen Romero. Versal ya lo había editado en nuestro idioma en 1992.
En mitad del dolor, Anna Banti no se limita a reconstruir la obra que ya había escrito, sino que crea un nuevo texto, establece una nueva relación con la artista, encuentra en ella una «compañera entre los escombros».
El resultado es una biografía novelada en la que Anna Banti emerge en continuo diálogo con su amiga Artemisia Gentileschi, a la que dota de voz, a pesar de los más de trescientos años que las separan.
Artemisia está escrita a dos voces y dos tiempos, Banti se desdobla y, en un digno ejercicio de espiritismo, se deja poseer por su amiga pintora para que hable a través de ella. Dos amigas, una a quien la Historia le robó su merecido lugar, enfrentada a una vida solitaria y a menudo llena de dolor, y otra que ve cómo su mundo se desmorona ante la inevitabilidad de los acontecimientos históricos, enfrentada también al dolor del recuerdo.
La labor de investigación de Banti sobre la figura de la artista fue minuciosa, aunque la obra no pretende ser una biografía en detalle de Artemisia
Anna Banti, cuyo nombre real era Lucia Lopresti, nació en Florencia en 1895. En 1924 se casó con Roberto Longhi, quien había sido su profesor, historiador del arte italiano, al que debemos su gran contribución para rescatar a Artemisia Gentileschi del ominoso olvido, olvido que padeció y padecen ella y otras muchas artistas y que tratamos de reparar en la actualidad reconstruyendo y visibilizando las genealogías femeninas.
Debemos, pues, a Longhi el primer artículo moderno que redescubría y valoraba a la artista como figura de interés entre los caravaggistas. Porque sería injusto obviar que en vida Artemisia fue una pintora admirada y buscada por sus mecenas y por otros artistas, que gustaban de sus composiciones que presentaban a las mujeres como seres fuertes, heroínas seguras de sí mismas, poderosas (Ay esas Judith, Susana, Lucrecia…).
Nacida en Roma en 1593, Artemisia Gentileschi falleció en Nápoles, aunque no hay constancia de la fecha exacta. Roma, Florencia, Nápoles e Inglaterra son los lugares principales a los que la llevará su azarosa vida y comparte algunos de ellos con la propia Banti, cuyo yo emerge entre líneas desde el comienzo de la narración, interpela directamente a la pintora, establece comparaciones entre las ciudades de ambas épocas. Se deslizan las voces narradoras de forma sutil, dando lugar a un juego denso, soberbio, saltando entre los tiempos, intelectualizando la lectura de forma tan bella como compleja. La labor de investigación de Banti sobre la figura de la artista fue minuciosa, aunque la obra no pretende ser una biografía en detalle de Artemisia.
A través de grandes saltos y elipsis, vamos asistiendo a una existencia marcada por dos cuestiones: la venganza y las ausencias. Es la historia de una niña que pierde a su madre y quedará al único cuidado de su padre, el pintor Orazio Gentileschi, que será su gran maestro y un padre ausente, en cuyo estudio conocerá al también pintor Agostino Tassi, que se convertirá en su profesor y su violador. Entonces Orazio urdirá un matrimonio con Antonio Stiattesi, con el único objetivo de librarse/librarla del estigma social de la violación, y quien también la abandonará.
Frente a todo ello, Artemisia se va a convertir en una mujer herida pero luchadora, que cae y se levanta una y otra vez contra todo pronóstico, que toma decisiones, que se mantiene firme y sufre pero que, ante todo y sobre todo, logra su propósito de ser una gran pintora. El triunfo del arte como mejor venganza.
Artemisia es, pues, el hondo retrato psicológico de la artista pero también de Banti. Un texto intenso, introspectivo y dramático, agresivo, divertido, a veces duro, otras dulce. Con atención a las descripciones que Banti domina de forma espectacular, color, olor, sabor, sonido y tacto, todas las sensaciones es capaz de recrear la autora. Vemos la pobreza, la misera, la dureza de la época. Vemos los cuadros de Artemisia, su mueca ante el espejo, la misma de Judith decapitando a Holofernes, olemos las pinturas, sentimos su rabia.
El libro es el relato de una lucha motivada por la venganza para lograr la dignidad y el reconocimiento a través del arte. Entendemos que Artemisia Gentileschi se haya convertido en un icono feminista, cuya pintura de asombrosa calidad no deja de maravillarnos en todos los aspectos. Y celebramos que Periférica haya rescatado del olvido también el texto de Anna Banti, escrito desde la admiración y las profundidades del dolor, un diálogo con una amiga imaginaria, la sororidad como tabla de salvación a pesar del tiempo y el espacio.
Anna Banti, Artemisia, Periférica, 2020. 224 páginas. 17,50 €
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