El artista y activista Quique Ortiz nos habla de su carrera y su visión del arte. El próximo 15 de abril se inaugura su muestra en Santander, en la galería Juan Silió
Los animales han encontrado un aliado en el mundo del arte que no solo los representa a nivel formal, sino que hace de su propia pintura una lucha por sus derechos. Quique Ortiz (Santander, 1988) es un artista cuyo nivel de compromiso con la naturaleza va más allá de su discurso pictórico.
El artista realiza acciones a nivel personal para ayudar a los animales, donando en varias ocasiones parte de sus ingresos a asociaciones que luchan por el bienestar animal.
Licenciado en Bellas Artes por la UPV/EHU y titulado Máster de Producción e Investigación Artística por la Universitat de Barcelona UB, continúa constante formación a través de la realización de actividades, cursos y becas relacionadas con el desarrollo, la investigación y la producción artística.
En su proceso artístico, Quique Ortiz parte de la decontrucción y subversión de fotografías y vídeos de archivo para constituir un imaginario figurativo que sea a la vez único y colectivo. Suele trabajar en óleo sobre lienzo introduciendo también otras técnicas como ‘sprays’ y rotuladores.
De este modo, la oscuridad y la violencia de sus pinturas y vídeos generan tensión. Los visitantes se mantienen alerta ante un mensaje crítico capaz de trasladar la incomodidad de una fauna maltratada por los seres humanos. Quique Ortiz ha expuesto tanto individual como colectivamente en gran parte del territorio nacional y en ciudades como Porto y Düsseldorf, entre otras.
El 15 de abril se inauguró en Santander N̶o morder la mano que te da de comer, su primera exposición individual en la Galería Juan Silió. La muestra podrá visitarse hasta el 13 de junio.
P. ¿Cuál es la razón de que los animales sean los protagonistas de tu imaginario?
R. En mis primeros trabajos artísticos ya adopté ese imaginario animal en una suerte de “animalística”, porque de alguna forma era como más cómodo me sentía y más disfrutaba a la hora de trabajar, más que con una temática como la figura humana o el paisaje. Eran trabajos que bebían mucho de la ilustración y del género literario de la fábula, en el que los animales son un vehículo para mostrar, no sólo valores y actitudes, sino también defectos que se deben cambiar.
Posteriormente, derivó en un tipo de trabajo de tratamiento más figurativo y bajo un tinte más realista, en el que de alguna manera volvía a aparecer la figura del animal, documentando mediante mi trabajo artístico diversas acciones llevadas a cabo por el Animal Liberation Front (ALF), nombre del colectivo de activistas por los derechos de los animales que usan la acción directa no violenta para liberar animales.
Esto incluye rescatarlos de instalaciones y sabotear éstas como modo de protesta y boicot económico a la experimentación con animales, su uso como vestimenta, alimento u otras industrias basadas en la explotación humana hacía éstos. Supongo que es una especie de “madurez” artística y vas dilucidando cada vez mejor lo que quieres contar a través de tu obra. En mi caso, adopté esa problemática contemporánea que es el animalismo como una forma de expresión en mi método de trabajo artístico.
P. ¿Qué simbolismos están ligados a la figura del perro en tu obra?
R. Es cierto que en mis últimos trabajos hay una constante presencia del perro, es un papel protagónico. Me sirvo de la figura del perro como una herramienta de la propia obra que, además de representar los valores de animal adulador y fiel, si se lo doméstica y educa, está cargada de un fuerte simbolismo que habla de la lucha, de la fuerza, de la rabia retenida, del no esconderse y fingir ser otra cosa. A través de ello busco que el espectador se cuestione, que se susciten otras lecturas de lo que acontece en la imagen, se generen ciertos debates, una tensión o incomodidad.
P. En tu trabajo, la imagen configura la pintura y no al revés, ¿por qué inviertes esta cuestión?
R. A la hora de trabajar me suelo servir de imágenes de referencia para configurar la obra, en algunas ocasiones, las menos, de imágenes propias, pero la gran mayoría de las veces me sirvo de imágenes que he recopilado a lo largo de estos últimos años. De hecho, me apropio y hago mías estas imágenes de archivo, imágenes recogidas de Internet, revistas y artículos, en su gran mayoría, de una baja calidad gráfica, lo cual me proporciona una mayor libertad de experimentación, modificando los valores de la imagen, añadiendo u omitiendo elementos de la misma, etc. Esto me ayuda a ir más allá del referente y, en el proceso intento conferirles un carácter propio y colectivo, resultando no sólo en nuevas lecturas que aquellas imágenes primigenias abordaban, sino construyendo también la propia imagen.
P. ¿En qué medida crees que tu obra es violenta?
R. Pienso que no se trata de una obra “amable”. Tiene algo de violenta en cuanto que cada uno de mis trabajos puede entenderse como un acto contra el modo natural de proceder. Hay una violencia, un descontento o una cierta brutalidad explícita en la obra, al igual que la hay en la propia existencia y en la realidad que vivimos en la que libertades individuales y condiciones sociales se van recrudeciendo y decrementando en pos de una coerción social. Es un intento de destacar una cierta disconformidad o crítica con el devenir de la sociedad, y de crear, mediante el trabajo artístico, un ejercicio de libre capacidad de obrar, generando un espacio para que el espectador especule y debata.
P. ¿Qué aportan las escenas oscuras a tu pintura?
R. Tengo cierta atracción por las imágenes de ambientes y atmósferas intimistas, en su mayoría escenas nocturnas, llenas de misterio, en las que la oscuridad más negra se rompe con una luz. De hecho, el contraste con la oscuridad es lo que me proporciona una forma de expresarme mediante la técnica; la propia búsqueda de esas cualidades lumínicas, cromáticas y plásticas en la propia imagen, creando obras espontáneas en apariencia pero ágiles y muy cuidadas.
P. ¿Tiene el arte que ser útil?
R. Debería serlo, pienso que el arte es un “arma”, es acción. De modo que el arte y los artistas tienen un papel en las transformaciones sociales, más allá de lo terapéutico y reconfortante que pueda ser para los propios artistas el mero acto de producir arte, debe ser un lugar, una posición, desde la cual agitar conciencias, crear propuestas e implementar posibles soluciones sociales.

Quique Ortiz, Sin título (Ain’t No Feeble Bastard), 2020. Técnica mixta sobre panel. 22 x 27 cm (c/u). Cortesía del arista
P. ¿Qué artista contemporáneo crees que no está suficientemente valorado?
R. A día de hoy y hablando siempre en términos de pintura a nivel nacional, creo que hay gran cantidad de artistas que gozan de gran prestigio y reconocimiento: Santiago Ydáñez, Alain Urrutia, Kepa Garraza, Julia Santaolalla, María Carbonell Foulquié, Josep Tornero, José Carlos Naranjo… Luego hay otros artistas que pueden estar más o menos valorados en diferente medida, pero con los que uno no tiene por qué sentir afinidad ninguna. Así, con los artistas coetáneos es difícil tener una perspectiva clara para poder valorarlos o concederles el reconocimiento que se merecen.
P. Y, por el contrario, ¿qué figura de la Historia de Arte crees que está sobrevalorada?
R. No sé, pasa un poco lo mismo que en la anterior pregunta, supongo que varía dependiendo de las preferencias artísticas del momento. El arte cambia dependiendo del contexto, las circunstancias marcan la obra y, a pesar de la enorme fama que puedan adquirir sus autores, el significado o simbolismo con el que dotan a su obra puede quedar totalmente desplazado o hasta ignorado.
P. ¿Cómo ves el panorama artístico en Cantabria?
R. Es un panorama complicado, hablamos de una provincia y, en el caso de Santander, ciudad en la que actualmente vivo, de un fuerte carácter conservador y tradicional, es necesario generar un cambio de percepción acerca del arte en la gente, una apertura mental, tanto en personas alejadas a este sector como en profesionales de este. En la mayoría de las exposiciones, las galerías están vacías cuando vas a ver una muestra. El Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander (MAS) lleva cerrado desde noviembre de 2017. Además, el Centro Botín no es la panacea artística que se quiso vender en un primer momento.
Por otro lado, hay grandes artistas vinculados a esta región, artistas consolidados y cada vez más jóvenes, que, por las circunstancias en las que vivimos han tenido que volver a Cantabria. Pero no existe un relevo generacional real, que al final es lo que de alguna forma mantiene viva y dinamiza la cultura de la provincia. Hay un potencial contexto cultural emergente, pero por otro lado también es necesario más apoyo a nivel institucional, dejar de conceder proyectos culturales a dedo supeditados al servicio del sistema económico-político, subvencionados además con dinero público, más convocatorias abiertas y buenas praxis, que se den las mismas oportunidades para todos. En muchos casos prevalece la cultura del dinero más que la cultura del arte y los artistas somos usados de alguna manera como pagaré o moneda de cambio.
P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
R. De hecho, creo que para combatir el machismo en cualquier ámbito social o laboral la mejor estrategia es la educación y el fomento de la igualdad. En el mundo del arte aún hay mucho trabajo por hacer, a pesar de que en los últimos años la situación ha cambiado y el porcentaje de participación de mujeres artistas en museos, galerías o ferias de arte es mayor con respecto al de hace años, no creo que a día de hoy esta sea una participación o un reconocimiento igualitario.
P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. Ahora mismo me encuentro ultimando los trabajos que conformarán la que será mi primera exposición individual en la Galería Juan Silió N̶O̶ MORDER LA MANO QUE TE DA DE COMER, aquí en Santander, de la que sólo puedo estar agradecido a todo el equipo de la galería por la oportunidad y la confianza en mi trabajo. La muestra se inaugura el próximo 15 de abril, y podrá visitarse hasta el 13 de junio.
Puedes ver otras obras de Quique Ortiz en su página web y su perfil de Instagram.