Moco Museum Barcelona: arte mediático y rompedor

Tátylla Mendes Por Tátylla Mendes
16 Min lectura
El Moco Museum llega a Barcelona y acoge grandes nombres del arte contemporáneo, voces callejeras y arte digital, además de exposiciones temporales

Faltan pocos minutos para las 9:00, cuando el jefe de seguridad Carlos Ganchozo viene a abrir las puertas del Palacio Cervelló (Montcada 25, Barcelona). Más allá de la arquitectura gótica de la fachada, es el ruido de las pesadas puertas de madera lo que denuncia la antigüedad del edificio. Sin embargo, desde el 16 de octubre, basta con adentrarse por esos marcos para descubrir algunos de los más potentes ejemplares del arte contemporáneo internacional. Hablamos del nuevo Moco Museum Barcelona.

De hecho, desde 2016, el Modern and Contemporary Museum se enorgullece de ser, para muchos visitantes, la puerta de entrada al mundo del arte. El museo atrae a un gran número de jóvenes (pero también a familias, mayores y otros) interesados en conocer obras icónicas de artistas de renombre mundial que copan los titulares. De Dalí hasta Beeple, pasando por Basquiat, Andy Warhol, Julian Opie, Murakami y, por supuesto, Banksy.

 

 

Hasta la fecha, más de dos millones de personas ya han pasado por el Moco Museum Amsterdam.

 

 

La razón es que el Moco es un centro con arte tan pegadizo como suena su acrónimo en castellano. Ahí, lo moderno va de la mano del contemporáneo. Una relación que empezó más allá del mundo artístico. Más precisamente, cuando el neerlandés Lionel Logchies conoció a Kim. Él ya era entonces un apasionado del arte moderno y de los “grandes nombres”. Ella, una amante del contemporáneo.

Ahora, la pareja de coleccionistas lleva ya unos 20 años adquiriendo obras. En 2016, ellos fundaron en Amsterdam la primera sede de ese rompedor centro de arte. Kim y Lionel cuentan que, así como el Palacio Cervelló, la sede neerlandesa fue también una residencia privada de la élite. Y ambas fueron abiertas al público gracias al arte. Todo un logro para ellos. Así como lo son los más de dos millones de personas que ya pasaron por el Moco Amsterdam hasta hoy.

 

 

 

Vista de sala. Museo Moco Barcelona. Al fondo, Guillermo Lorca, Bird of Paradise, 2019. Óleo sobre lienzo. 300 x 180 cm. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

Juego rápido

 

En el nuevo Moco Museum Barcelona, la visita es dinámica. No hay sillas ni ningún otro tipo de asiento. Pero tampoco suele hacer falta, ya que, en cosa de una hora, es posible hacer un recorrido atento por todo el museo. Admirar sus obras de gran formato, sus videos, frases y fotografías, además, por supuesto, de sus piezas de arte digital inmersivo.

La cercanía de las obras a los espectadores es otro diferencial de ese centro. En el Moco Museum no hay ningún tipo de barrera entre los observadores y las piezas expuestas.

The immaculate heart-sacred (“El inmaculado corazón-sagrado”), de Damien Hirst es la única pieza exhibida dentro de una vitrina de cristal. Así que podría ser considerada como una excepción a ello. Aunque pronto vemos dos chicas que se aproximan a la obra, apoyan los codos sobre el expositor y casi chocan las narices contra dicho cristal.

 

 

 

Invader, Rubik James Bond Girl, 2008. Cubos de rubik en tres paneles de metacrilato, 149 x 99.5 x 5 cm. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

Maestros del MOCO

 

Las chicas Bond pixeladas del artista Invader son las responsables por dar la bienvenida a los visitantes del Moco Museum Barcelona. Aunque, por cierto, no están solas.

Amber Figueroa es una las simpáticas funcionarias del centro que explica a los recién llegados cómo hacer el recorrido por el nuevo museo. Con todo, muchas veces, dichas instrucciones se pierden tan solo con entrar al primer salón de la planta baja. Ahí, los ojos de los visitantes suelen ser atraídos por el gran lienzo rosa chicle a la derecha del espacio. En esa pieza de arte tipográfico Hayden Kays cuestiona: “Si crees que la sexualidad es una elección, ¿cómo explicas el hecho de que a las mujeres les siguen gustando los hombres?”

El rosa también es el color de fondo de la obra de Yago Hortal, SP123. Un lienzo de tonalidad vibrante con pinceladas y brochazos llenos de energía y salpicaduras abundantes.

 

 

La colección permanente del Moco Museum Barcelona reúne piezas de artistas como Hayden Kays, Julian Opie y Yago Hortal.

 

 

El artista barcelonés ya es reconocido por su inspiración en el expresionismo abstracto y por su intenso uso del color. A principios del año, llenó la sala Can Framis con su exposición retrospectiva Allò era abans, això és ara (“Aquello era antes, esto es ahora”). Ahora, es representado también en la exposición permanente Maestros del MOCO Barcelona. En este centro comparte espacio, entre otros, con un panel doble del australiano Nick Thomm.

El retrato animado Ruth Walking in Ball Gown (“Ruth caminando en vestido de fiesta”), de Julian Opie, también está por ahí. Igualmente, están la relectura fotográfica de la Última Cena hecha por David LaChapelle y el hipnótico lienzo Pink River (“Río Rosa”) de Takashi Murakami.

Además, no se puede marchar de dicha planta sin admirar las obras de los maestros vanguardistas, quienes han abierto el camino para el arte contemporáneo. Ahí están Woman Aflame (“Mujer en llamas”) –escultura en bronce de 3,60 m de altura– de Salvador Dalí y la Marilyn Monroe de Andy Warhol. El Bracco di Ferro de Jean-Michel Basquiat también merece relieve, así como las adaptaciones de portadas de libros de Harland Miller, entre otros.

 

 

 

Vista de sala del Moco Museum Barcelona. Al fondo, Takashi Murakami, Pink River, 2015. Acrílico sobre lienzo. 220 x 540 cm. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

La voz de las calles

 

 

“Representamos la voz de la calle y confiamos en el arte como el vehículo increíble que nos ayudará a llegar allí”, Kim y Lionel Logchies, fundadores del Moco Museum.

 

 

Es en la primera planta que el Moco Barcelona desvela su faceta más contemporánea. El espacio acoge obras de arte callejero además de piezas e instalaciones de arte digital.

Para empezar, ya en el pasillo de entrada, el visitante es sorprendido por una instalación que trata de mezclar esas dos vertientes. La obra Parade Infinie (“Pared Infinita”), del colectivo Les Fantômes, proyecta la vida de las calles parisinas en una de las paredes del museo. La pieza fue creada capturando el movimiento de personas reales en las calles de París, convertidas, posteriormente, en siluetas minimalistas de luz. La intención, según Kim Logchies, es que se vuelva a repetir esa experiencia en las calles de la capital catalana.

A continuación, pasamos por un salón dedicado a las obras del estadounidense KAWS. Entre ellas, Man’s Best Friend Sofa (“El sofá del mejor amigo del hombre”), un asiento todo hecho de muñecos de peluche de Snoopy. Una chica aprovecha el espejo que ocupa toda la pared del salón para arreglarse el pelo antes de hacerse un selfie.

 

 

 

KAWS y Studio Campana, Man’s Best Friend Sofa, 2018. Juguetes de lujo, acero inoxidable y madera de cumaru. Edición de 8. 183 x107 x 94 cm. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

Avanzando, llegamos a dos de los espacios más concurridos del nuevo museo, dedicados exclusivamente a las piezas de Banksy.

Ahí, al mirar la pintura vandalizada Home Sweet Home (“Hogar dulce hogar”), una chiquilla comenta con su madre que ella mismo podría haberla hecho. Al girarse, la pequeña da de lleno con la obra Niña con Globo de Oro. Conmocionada, empieza, entonces, a brincar de alegría, llamando: “Mira, mamá, mira esta”.

En la siguiente sala se halla un David con un balazo en la frente (Bullet Hole Bust, o “busto de agujero de bala”). La obra se aprovecha de la tradición renacentista y religiosa para evocar la idea de muerte del clásico. A su lado, el ejército de los Diez Monos se burla de los visitantes. “Reíd ahora, pero algún día tomaremos el mando”, dicen los primates.

Quizá por sus personajes, esa obra hace recordar el crudo Monkey Poison (“Veneno de mono”), del mismo artista. La pieza formaba parte de la colección del Moco Museum de Amsterdam. No obstante, el año pasado, para mantenerse a flote durante la pandemia y evitar despidos, el centro tuvo que venderla. Ahora, la reciente inauguración de la sucursal barcelonesa es una prueba más de que esa negociación fue todo un éxito.

 

 

 

Banksy, Home Sweet Home, 2006. Pintura al oleo vandalizada. 110 x 80 cm. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

Exposición temporal

 

Otra novedad traída por el Moco Barcelona es la exposición temporal Esplendor de la Noche. Se trata de la primera muestra individual en Europa del pintor chileno Guillermo Lorca. Y es comisariada por Simon de Pury.

Los barceloneses y turistas que visitan la ciudad tienen un año –a contar de octubre– para descubrirla.

En esta muestra, Lorca despliega en la pintura la tradición literaria del realismo mágico. En sus lienzos, crea escenas que mezclan belleza y brutalidad, colores vibrantes y tonos sombríos, rostros angelicales y animales de intenciones oscuras. Como dijo el artista a EFE, “mis obras son una lucha entre la naturaleza y la humanidad”.

 

 

 

Guillermo Lorca, The Little Gardeners, 2021. Óleo sobre lienzo, 197 x 390 cm. Detalle. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

Instalaciones y arte digital

 

Desde la sala Diamond Matrix, se oye un estallido estrepitoso. Algunos de los visitantes se sobresaltan. “Fue mi pendiente que cayó” –dice pronto una señora–. La mujer busca, pero tiene dificultad para encontrar el objeto en medio al universo de luces, reflejos y colores que hay ahí.

En efecto, entrar en la sección de arte digital del Moco Museum Barcelona es como sumergirse en un cosmos de pantallas, espejos y proyecciones. Un espacio donde la oscuridad –como en el cine– permite mirar más allá de la realidad palpable.

Antes de ello, se agradece el paseo por la vistosa sala dedicada al dúo Os Gêmeos (“Los Gemelos”). Esos grafiteros brasileños, además del aerosol, utilizan tinta acrílica y lentejuelas, madera y vinilo. Asimismo, mezclan influencias del folclore y del hip-hop para componer obras tan lúdicas como llamativas.

 

 

 

Os Gêmeos, Untitled (Horse), 2012. Técnica mixta. 185 x 275 cm. Detalle. Foto: Tátylla Mendes

 

 

 

El colectivo teamLab sigue con su investigación sobre las vinculaciones entre arte, tecnología y naturaleza. La obra es Flowers and People – A Whole Year per Hour (“Flores y Personas – Un año entero por hora”). La proyección va sobre las estaciones del año y nos hace reflexionar sobre el pasaje del tiempo.

De súbito, reaparece Carlos Ganchozo. El jefe de seguridad pasa apresurado rumbo al salón de las piezas basadas en NFT –tokens no fungibles, o sea, unidades criptográficas irremplazables–. El Moco Museum Barcelona es el primer espacio en Europa donde se puede ver este tipo de arte digital.

Pronto comprendemos la razón de la prisa del vigilante: dos de las seis pantallas con arte NFT se colgaron. Las escenas, que deberían ser animadas, en ese momento están congeladas. Al cabo de un par de minutos, Ganchozo tiene la amabilidad de llamar de vuelta a los visitantes que pasaron por ahí anteriormente. El problema ya había sido resuelto.

 

 

 

Studio Irma, Diamond Matrix, 2021. Instalación en el Moco Museum Barcelona. Foto: Tátylla Mendes

 

 

Más adelante, llegamos a la sala Diamond Matrix, del Studio Irma. ¿De qué estarán hechas esas pequeñas joyas que proyectan mil y un colores por el ambiente espejado? Se lo preguntamos a Agnés Fruns, quien no sabe contestarnos de inmediato. Aunque, minutos después, ella vuelve a darnos prueba de la simpatía de los funcionarios del Moco Barcelona. Nos llama, dice que se lo preguntó a alguien y que están hechos de fibra de carbono.

Para finalizar el recorrido, aún se puede ver afuera la escultura inmersiva Pyramid Connect (“Pirámide Conectada”). La obra fue hecha por el artista francés Cyril Lancelin, del Studio Town and Concrete, especialmente para el museo.

De hecho, ese rompedor centro de arte no deja de sorprendernos hasta el final de nuestra visita. Cuando estamos ya bajando por las escaleras de salida, somos invitados a seguir reflexionando. En las paredes se lee: “En el arte confiamos” y “Atrévete a cambiar”.

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Comunicadora, cronista y publicista. Coautora de los libros 'Mosaico: 33 historias sobre la vida tunecina' (Autoedición, 2019), 'Viaje a la madre Tierra' (Livingstone, 2019) y 'Puentes' (Gato Blanco, 2021).