La máscara nunca miente: las múltiples facetas del disfraz

José A. Aristizábal José A. Aristizábal
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‘La máscara nunca miente’ explora del neolítico hasta nuestros tiempos los varios significados de la máscara. La muestra podrá verse en el CCCB hasta el 1 de mayo

Actualmente, el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) presenta la exposición La máscara nunca miente. Un recorrido por los usos y significados políticos de la máscara.

«El carácter ambivalente de la máscara, esta capacidad que tiene de ser un instrumento de terror y de opresión. Pero también un potencial de crítica, de contestación y de transgresión del orden establecido, es la tesis principal de esta exposición», dijo la directora del CCCB, Judit Carrera.

Aunque pueda parecer oportunista, por el tiempo que estamos viviendo y la obligatoriedad de llevar una mascarilla puesta, no es así. Esta exposición, se comenzó a trabajar desde antes del 2020 y podrá verse hasta el 1 de mayo de 2022.

La mascara nunca miente articula diversos lenguajes. Documentos, fotografías, videos, entrevistas, performances y objetos de culto, así como distintas piezas creadas expresamente para la ocasión, como la ambientación sonora del principio compuesta por Nico Roig. También, la ilustración a gran formato que se exhibe en la columna central, hecha por el ilustrador Martí Riera y el guionista Onliyú (José Miguel González). Una reinterpretación libre de la pintura de Marcel Janco, Cabaret Voltaire (1916).

 

 

 

Exposición La máscara nunca miente. Foto: Vicente Zambrano, 2021

 

 

 

El punto de partida

 

El origen de la exposición es el libro de Servando Rocha, Algunas cosas oscuras y peligrosas: El libro de la máscara y los enmascarados. En el libro, Rocha aborda distintos episodios a lo largo de casi dos siglos (XIX y XX). Analiza las circunstancias y busca las posibles causas en que las máscaras se han usado, llegando a descubrir historias realmente asombrosas.

Que el CCCB invite un investigador de la cultura como comisario, muestra su intención por perfilar una idea del ser humano en la filigrana social. Si el objetivo del libro es buscar la causas, el de la exposición es mostrar las pruebas.

 

 

 

Exposición La máscara nunca miente. Foto: Vicente Zambrano, 2021

 

 

 

Hilo narrativo

 

La revisión histórica que se propone el libro es imposible llevarla al montaje expositivo, pero tampoco es el sentido. Más bien, mostrar aquellas historias, siete en total, que han inspirado activismos o movimientos políticos.

En la primera parte, como introducción, encontramos la réplica de una máscara del neolítico –de hace 9.000 años– de la colección del Museo de Israel. Aquí se reivindica la máscara como objeto mágico.

Posteriormente, se hace una amplia revisión del movimiento Ku Klux Klan, desde su indumentaria. La máscara y el disfraz en su conjunto, se entienden como un instrumento para consolidar la idea de un ejercito unificado. Un ejercito de salvación.

Siguiendo el recorrido de la exposición descubrimos al personaje literario Fantômas. Un archivillano de antifaz, creación literaria de los escritores Marcel Allain y Pierre Souvestre, llevada al cine por Louis Feuillade.

 

 

 

Cartel de la película de Louis Feuillade Fantômas. À l’ombre de la guillotine, 1913. Colección privada

 

 

 

La influencia de Fantômas se extiende hasta las obras de Rene Magritte, relación ya conocida. Pero menos conocido es como las historias del delincuente alimentaron la imaginación de asesinos, ladrones y contrabandistas de carne y hueso. Hasta el punto que es difícil saber si sus crímenes se inspiraban en la novela o viceversa.

A partir de estas coincidencias, la exposición muestra cómo, durante el siglo XIX, se intentó encontrar un patrón físico en los delincuentes. A través de fotografías se quiso clasificar y catalogar el rostro. Al parecer, determinadas proporciones podrían develarnos un posible villano, lo que en la exposición se define como «el control sobre el rostro».

Siguiendo el recorrido llegamos a El gran Fraude. Apartado en el que la máscara está presente en los rituales iniciáticos de la masonería. Aquí se recoge en original y también de manera ampliada grandes posters la obra Léo Taxil. Sus libros, hechos de testimonios falsos, ofrecieron una historia «secreta» de la masonería, vinculándola a cultos oscuros y diabólicos.

 

 

 

Léon Choubrac, Cartel Les Maîtresses du Pape par Léo Taxil et Karl Milo, 1883. Facsímil. Bibliothèque nationale de France

 

 

 

Referencias a la guerra y a los movimientos activistas

 

Posteriormente, veremos referencias a las máscaras antigás en la primera guerra mundial. Así como el impactante trabajo de la pintora Anna Coleman, a quién vemos en varias fotografías pintando máscaras con las que reconstruía los rostros mutilados de los heridos en combate.

También como respuesta a la guerra, pero desde un ámbito artístico, se muestra el trabajo de Sophie Taeuber-Arp y Emmy Hennings. Esta última, una de las fundadoras del Cabaret Voltaire de Zurich donde nació el movimiento Dadá. En el mismo contexto del Dadá se aborda la obra de Mary Wigman y Lavinia Schulz, interesadas por el poder transformador de la máscara.

Hacia el final de la exposición, en ya en el contexto mexicano, se traza un paralelo desde la mascara azteca, hasta el rostro enmascarado del movimiento zapatista. Tomando como eje la máscara en la lucha libre, que en México tiene un arraigo especial en la cultura popular. Lo que en el ámbito de la lucha libre toca aspectos deportivos y teatrales, en el Subcomandante Insurgente Marcos se vuelve un manifiesto de lucha.

De este modo, se abre la idea del anonimato como táctica política, en el sentido que, si no existe un rostro todos podemos serlo. Una idea que recogen movimientos activistas de los años 60 y 70.

 

 

 

La máscara nunca miente - CCCB
Kati Horna, De la serie Mujer y máscara. Una de las fotografías más representativas con la modelo Hilda Cohen. Ciutat de Mèxic, 1962.

 

 

 

Como eco de estas reivindicaciones, la exposición muestra el movimiento Anonymous, que se identifica con una máscara inspirada en la novela gráfica V de Vendetta. Igualmente, se dedica un apartado a Pussy Riot. El colectivo ruso feminista de rock-punk es reconocido por su intervención en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, el 21 de febrero de 2012.

Así llegamos al fina del La máscara nunca miente, con un último apartado referido a epidemias de peste, cólera y gripe española, que da lugar al COVID-19. Un final previsible pero no por ello innecesario. Al contrario, se intenta dar cabida a reflexiones pertinentes, el pensamiento conspiranoico, o quienes han preferido encomendarse a la fe. Pero también la mascarilla como símbolo de solidaridad, entre otros.

En todas estas distintas etapas, ocultarse o revelar-se, se convierte en un elemento de poder, de transfiguración. Pero también, visto desde una perspectiva menos egocéntrica, se percibe la transformación del ser humano en un instrumento figurativo, un instrumento de la máscara. Como si las múltiples caras de la máscara se revelaran de un modo secreto bajo distintos «pretextos» bélicos, políticos, artísticos. Invisibles monstruos que tuvieran la necesidad de aparecer a expensas de nosotros.

 

‘La máscara nunca miente’ podrá verse en el CCCB de Barcelona hasta el 1 de mayo de 2022.

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Doctor en Historia del Arte. Actualmente es profesor externo del Máster Oficial en Análisis y Gestión del Patrimonio Artístico en la Universitat Autònoma de Barcelona.