Kerouac: el legado del referente de la generación ‘beat’

Bego R. Orbezua Por Bego R. Orbezua
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Jack Kerouac rompió los cánones de la literatura americana con su «prosa espontánea». El próximo 12 de marzo celebramos cien años su nacimiento

Pero entonces bailaban por las calles como peonzas enloquecidas, y yo vacilaba tras ellos como he estado haciendo toda mi vida mientras sigo a la gente que me interesa, porque la única gente que me interesa está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas y entonces se ve estallar una luz azul y todo el mundo suelta un ahhhh. (Jack Kerouac, En el camino)

 

Estas míticas palabras definen a la perfección la forma de entender la vida del escritor Jean-Louis Lebris de Kérouack, de cuyo nacimiento se conmemora el centenario este 12 de marzo. Más conocido como Jack Kerouac (Lowell, 1922 – San Petersburgo, Florida, 1969), novelista y poeta, fue uno de los máximos referentes de la generación beat.

Su novela más conocida, y a la que pertenece la frase citada anteriormente, es En el camino. Es el título que le trajo el éxito y lo convirtió en un escritor famoso, idolatrado por unos y rechazado por otros. Pero su obra, narrativa y poética (Poemas dispersos, Visor Libros), no se queda ahí, es mucho más extensa y rica. Su escritura recorrió un camino duro y largo contra la incomprensión y el rechazo, pero conquistó su lugar en el canon.

 

 

 

Kerouac - Centenario
Jack Kerouac por el fotógrafo Tom Palumbo, h. 1956. Wikimedia Commons

 

 

 

Su «prosa espontánea» rompió con lo establecido en la literatura estadounidense. La elección de sus temas (el sexo y la libertad sexual, las drogas, el jazz, la espiritualidad católica y budista…) no resultó menos incómoda.

Kerouac, el verdadero hípster, disfrutó de la libertad del camino, vivió cada día como la aventura que debería ser la vida y transformó todas sus experiencias en literatura.

Sus compatriotas descubrieron gracias a él que vivían en un país inmenso que, de repente, desearon recorrer, dando lugar al surgimiento de las primeras camper. La mítica ruta 66 también le debe mucho al escritor. Jack Kerouac nos dejó a todos el legado de su arte y de la libertad en la carretera.

 

 

 

Fotograma de la película ‘On the Road’ (2012) de Walter Salles

 

 

 

El hípster

 

Jack Kerouac nació en 1922 en Lowell, Massachusetts, en el seno de una familia franco-canadiense. Hasta los seis años, Kerouac sólo habló francés. La tradición católica y francófona de su familia tuvo un gran peso en la personalidad del autor. No se sintió cómodo hablando inglés hasta pasada la adolescencia. Escribió en francés varias obras de juventud inéditas e incluso comenzó a escribir En el camino en francés, aunque finalmente lo hizo en inglés.

Cuando Kerouac tenía cuatro años, su hermano Gerard, de nueve, murió de una fiebre reumática. Aquello fue un golpe tremendo en la vida del pequeño y de toda la familia. Su padre los abandonó, perdido en las adicciones. Su madre se refugió en la fe.

Precisamente su madre fue una figura fundamental para que pudiera desarrollarse como escritor, dada su inestabilidad económica y laboral y su querencia por la vida nómada. Con ella vivió hasta su fallecimiento en un hospital de Florida el 21 de octubre de 1969.

Destacado jugador de fútbol americano, logró una beca en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Durante siete años sufrió múltiples golpes en el campo y un accidente automovilístico, lo que le dejó fuera de juego.

 

 

 

Jack Kerouac
Fotografía de alistamiento de la Reserva Naval de Jack Kerouac. Wikimedia Commons

 

Víctima de su estilo de vida

 

Una vez desvanecidos los sueños de jugar en la NFL, focalizó todas sus energías en la literatura. A partir de ahí, la vida azarosa del joven Kerouac transcurrió en pos de aventuras y experiencias de vida que convertir en material literario.

Un breve paso por la Marina de guerra, un barco mercante, un primer matrimonio que duró sólo seis meses y al que siguieron dos más. La carretera, los viajes de costa a costa, la fiesta, los amigos, la música, la droga, el sexo, la espiritualidad, la poesía.

Todo aderezado con grandes dosis de alcohol que le llevaron a una muerte prematura, aunque ahora se contempla otro elemento que pasó desapercibido en su momento. Los golpes recibidos cuando jugaba a fútbol americano y en las peleas, a las que fue asiduo toda su vida, podrían estar relacionados con su muerte.

 

 

 

Reproducción, para la película Sur la route de W. Salles (2012), de entradas para asistir al concierto de Slim Gaillard, cantante y compositor de jazz adorado por Jack Kerouac. Museo de las Letras y los Manuscritos de París. Wikimedia Commons

 

 

 

Locos e iluminados

 

La generación beat es la generación hípster por excelencia. Un grupo de bohemios que en los años 50 idolatraban a Charlie Parker y a otros artistas de jazz bebop.

Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs son los grandes de la generación beat, con sus obras maestras Aullido (1956), En el camino (1957) y El almuerzo desnudo (1959), respectivamente.

Aunque la lista de autores es mucho más larga. Podríamos hablar de Neal y Carolyn Cassady, Gregory Corso, Diane di Prima, Elise Cowen, John Clellon Holmes, Lawrence Ferlinghetti, Gary Snyder, Carl Solomon, Philip Lamantia, Joan Vollmer y muchos otros.

De diferentes orígenes, todos tenían en común el mundo complicado en el que les había tocado vivir, marcado por la miseria de la posguerra y la Gran Depresión, y el auge del consumo, causado por el aumento demográfico y económico de la clase media durante los años 40.

 

 

 

Neal Cassady y Jack Kerouac. Fotografiado por Carolyn Cassady, 1952

 

 

Los beatniks

 

Ese grupo compartía el anhelo por romper las normas de una sociedad opresiva y desafiar así el american way of life. También compartían su espíritu vagabundo y su gusto por el jazz, el sexo y las drogas.

Los beatniks se convirtieron en paladines de la contracultura. Esos «hípsters locos e iluminados» tomaron las carreteras del país. Rechazaron las convenciones sociales y el confort de lo establecido para enarbolar la bandera del inconformismo, la marginalidad y la libertad.

Alumbrada por una poesía visceral, que pretendía plasmar lo real desde los márgenes, nacía una especie de clandestinidad, una generación de furtivos, frustrada, desencantada y pura, en palabras del propio Kerouac.

Este grupo de hípster estaba influido por el movimiento dadá, Gertrude Stein, E.E. Cummings y Henry Miller, por un lado. Por otro, por supuesto, hundía sus raíces en el panteísmo de Walt Whitman o el pensamiento de Thoreau.

Los beatniks bucearon en la filosofía oriental (Los vagabundos del Dharma, Kerouac) y experimentaron con las drogas, el sexo y la expresión, ejerciendo la libertad. La oposición a la censura es doble, una al vivirla y otra al narrar lo vivido. En ese sentido, cumplían fielmente con la esencia estadounidense en tanto en cuanto defendían su libertad individual.

 

 

 

Casa de Jack Kerouac en Nueva York. Wikimedia Commons

 

 

 

Por la carretera

 

En el camino, publicada en 1957, fue escrita entre el 2 y el 22 de abril de 1951. Es la obra más conocida del autor y está basada en los viajes que Kerouac y sus amigos hicieron por los Estados Unidos y México durante los años 1947 y 1950.

El libro bebe de la tradición de la novela de iniciación estadounidense, de antihéroes vagabundos y rechazados, que inauguró Mark Twain con Huckleberry Finn.

Es, pues, una novela que habla del descubrimiento del mundo, en ese viaje de costa a costa, y del viaje hacia el interior de uno mismo.

El icónico texto recoge sus andanzas con Neal CassadySal Paradise en la obra. Cassady fue motor e inspiración indiscutibles de la generación. Además, era para Kerouac el mejor escritor, aunque apenas publicó en vida y mucho de lo que escribió desapareció.

No obstante, no es el único en aparecer, muchos otros amigos escritores desfilan por las páginas de Kerouac, enmascarados por pseudónimos. Fue un grupo unido por estrechos lazos. En Cartas (Anagrama) asistimos a la especial relación entre Jack Kerouac y Allen Ginsberg, por ejemplo. La íntima correspondencia de una amistad duradera que influyó enormemente en la literatura y la vida de ambos.

 

 

 

Carta escrita por Jack Kerouac a Marlon Brando, finales de 1957. Exposición En el camino de Jack Kerouac. Museo de las Letras y los Manuscritos de París. Haz clic para ampliar la imagen

 

 

Hacia la fama

 

Kerouac innovó en la literatura con su «prosa espontánea». Ésta consistía en escribir siguiendo el libre desvío de la mente hacia los infinitos mares del pensamiento. Lo ideal para él era escribir sin interrupciones, sin romper la energía y el ritmo, pero también sin atender a cuestiones como precisión del lenguaje como la puntuación.

Cuenta la leyenda que su amigo Carr llegó una tarde al apartamento que compartían con una bobina de papel de teletipo de la United Press, donde trabajaba. De esa manera, Kerouac escribió En el camino en tiempo récord en un inmenso rollo de papel continuo.

Su publicación, sin embargo, tardó en producirse. Aunque ya era un autor conocido y publicaba en múltiples revistas, En el camino seguía siendo rechazada por las editoriales. Cuando al fin llegó la oportunidad, en 1957, la publicación de En el camino resultó ser el evento literario del año y catapultó a la fama a su autor.

Jack Kerouac apostó y ganó porque aquí seguimos, leyendo sus libros y soñando con coger la carretera y largarnos lejos, vagabundos libres y locos, sabedores de que lo que de verdad cuenta es el viaje.

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