Vista de sala. Cortesía Sala Amós Salvador

Nina Saunders, Neo Rauch, Keiichi Tanaami: la Colección Solo en Logroño

Óscar Soto Por Óscar Soto
10 Min lectura
He aprendido que tienes que rezar por lo que no conoces‘ podrá verse hasta mediados de mayo. La muestra reúne medio centenar de obras en la Sala Amós Salvador

Comisariada por Julio Hontana, la logroñesa Sala Amós Salvador, alberga desde el pasado 3 de marzo una selección de obras de la Colección Solo. La colección surgió hace siete años en torno a las figuras de Ana Gervás y David Cantolla. Con base en Madrid, pero fuertes vínculos con Cantabria, es un proyecto artístico que apuesta con fuerza por el arte más actual.

Más de ochocientas obras de ciento ochenta artistas de todas partes del globo, sin más hilo conductor o nexo común que los generados por la creatividad y el arte a través del tiempo y la geografía. Desde el arte sonoro hasta la escultura cinética pasando por los new media y sin olvidar la pintura figurativa, todo tiene cabida en la colección.

 

 

 

Colección Solo - Sala Amós Salvador
Vista de sala. Sala Amós Salvador. Foto: Rafael Lafuente

 

 

 

El Espacio Solo hospeda el grueso de la colección. Un edificio laberíntico en pleno Paseo del Arte madrileño, diseñado por Juan Herreros y que en 2018 fue galardonado con el Premio del Colegio de Arquitectos de Madrid. Aparte de las adquisiciones, la colección también se nutre de sus artistas comisionados y trabaja en un puñado de proyectos de colaboración y difusión cultural.

He aprendido que tienes que rezar por lo que no conoces, muestra que se puede visitar en la Sala Amós Salvador, reúne cuarenta y nueve obras de treinta y siete artistas, y ha sido seleccionada por Julio Hontana.

Un breve, pero sólido muestrario que incluye instalaciones, esculturas y pinturas de artistas consagrados como Keiichi Tanaami y Todd James, y estrellas emergentes como Danny Fox, que recalan en Logroño «gracias a la generosidad y confianza de los propietarios», señaló Hontana.

 

 

 

Colección Solo - Sala Amós Salvador
Vista de sala. Sala Amós Salvador. Foto: Rafael Lafuente

 

 

 

Diálogos e interacciones

 

Ese carácter poliédrico del que hace gala la Colección Solo se refleja, como no podía ser de otro modo, en la exposición de la Amós Salvador.

Aparentemente la primera impresión al visitar la sala es la de que no hay un criterio organizativo, que un cierto caos flota en el ambiente. Pero nada más lejos de la realidad, si se presta atención.

De un modo casual y basado exclusivamente en la intuición, tal y como confiesa el comisario de la exposición, Julio Hontana, las obras seleccionadas han creado lazos más allá de etiquetas o cartelas descriptivas (un elemento originalmente obviado en la exposición madre).

En un diálogo permanente, sin reglas o normas que lo limiten, las diferentes piezas se relacionan entre sí en ese lenguaje universal que es la expresividad humana.

El azar, como esos hallazgos que Duchamp y Breton lograban tras rebuscar en los mercadillos, se alía en un encuentro fortuito donde el visitante puede perderse si no está atento.

Algo muy patente en diálogos como el que se establece entre el nebuloso rostro de Im Fernsehen Gesehen de Miriam Cahn con los rostros irrepetibles generados por inteligencia artificial de Memories of Passersby I de Mario Klingemann. También entre la alianza entre esa celebración de la diversidad de aspecto marino que es New World, de la portuguesa Vanessa Barragão y el oscuro secreto que ocultan las alfombras azerbaiyanas de Faig Ahmed en Step by Step.

 

 

 

Colección Solo - Sala Amós Salvador
Vista de sala. Sala Amós Salvador. Foto: Rafael Lafuente

 

 

 

Ecos de Asia y la cultura del colapso

 

Dentro de esa búsqueda de su propia identidad que Solo encuentra en la mezcla de tiempos, geografías, técnicas, géneros e incluso culturas, uno de los diálogos que con más fuerza resuena en la Amós es el que se establece entre artistas vinculados al continente asiático.

En ese espacio se percibe la resonancia cada vez menos exótica del anime o la cultura manga, mezclada con la tradición del ukiyo-e y los tapices sincréticos del taiwanés Mu Pan.

Una barricada contra lo común en la cual tienen cabida la lírica de Yoshitaca Amano, diseñador de personajes para la franquicia de videojuegos Final Fantasy, el pop art de Keiichi Tanaami, la perturbadora criatura-autorretrato del coreano Daemon Yang y la estética de cómic de Motohiro Hayakawa.

También la preocupación por el mundo que nos rodea y la catástrofe climática que se cierne sobre nosotros están presentes. Los falsamente inocuos vaticinios de Mary Iverson, y los dibujos que nos devuelven a los arquitectos utópicos de Paul Noble nos recuerdan que el mundo nunca será y nunca ha sido nuestro patio de recreo particular.

 

 

 

Colección Solo - Sala Amós Salvador 5
Vista de sala. Sala Amós Salvador. Foto: Rafael Lafuente

 

 

 

La figura humana y lo grotesco

 

La figuración tiene una importancia capital en la colección Solo y esa tendencia está muy presente en la muestra de la sala riojana.
Ecos de la nueva escuela de Leipzig en Der hirt, de Neo Rauch, la honestidad visceral de Danny Fox en Motor City Cobra, las reminiscencias fauvistas de Ryan Mosley y Todd James.

Pero también, la historia incompleta de Trick or Treaters de Mercedes Helnwein y el desasosegante High Fivesies de Ryan Heshka. Recordatorios, ambos, de que la sociedad la formamos nosotros y no un ente abstracto en el que nos refugiamos a modo de excusa.

La figura humana es en la exposición un viaje de vectores múltiples, pero con parada obligada en la nutrida colección de rostros que contiene. Imágenes, que como en un juego de espejos, nos devuelven la mirada desde lugares y tiempos que no siempre son el nuestro.

Como el rostro andrógino de Egor Kraft, frente al que el clasicismo y las nuevas tecnologías suman fuerzas para dotarlo de un misterio inescrutable.

Los bustos elaborados con zapatos de Willie Cole, que nos recuerdan que vivimos en una sociedad donde somos poco más que piezas consumibles.

Rostros que establecen nuevos discursos en tiempos de pandemia, como el de Philip Custic en la instalación Mascarilla hiperrealista. Rostros como el de Future Woman, que en plena amenaza de vuelta a la guerra fría tienen un significado perturbador y dolorosamente actual.

Se equivocaba Greenberg cuando asumía que la figura humana y la modernidad no podían ir de la mano. Los muros de la Amós lo certifican.

 

 

 

Colección Solo - Sala Amós Salvador
Vista de sala. Sala Amós Salvador. Foto: Rafael Lafuente

 

 

 

El humor como arma

 

Para finalizar, merece la pena reseñar una serie de obras que recorren el espectro del humor y que van de lo irracional a lo sarcástico.

Es el caso de Danglin’Sam de un Aaron Johnson que ya no existe. En esta obra asistimos al sometimiento de algunos de los símbolos estadounidenses más reconocibles.

Igual de subversivo resulta Don’t Worry Guys, How Was your Weekend de Ryan Travis Christian. Una pieza que nos eleva hasta la cima del humor más negro y desacralizador.

Hay espacio también para el jardín del Bosco digitalizado, al más puro estilo de videojuego de los años 90, de Cassie McQuarter. La obra funciona a modo de universo paralelo.

Igualmente la metáfora con forma de ametralladora-máquina-de-escribir de Eric Nado, verdadero ejercicio de funambulismo entre lo metafísico y lo banal.

En el territorio de los sutil y lo ilógico se mueven las dos obras de Johan Deckman de la muestra. También las piezas Greta de Nina Saunders y Sphere de Nik Ramage. O la rotundidez de un plátano sobre una roca, dentro de una urna, que es Head (Banana) de Tony Matelli.

¿Y qué decir de ese Oráculo de Delfos en forma de reclinatorio de Mario Klingemann, ante el cual hemos de arrodillarnos literalmente para llevarnos nuestra dosis de sapiencia algorítmica?

Una muestra la de la Sala Amós Salvador que no es sino la punta del enorme iceberg que representa la Colección Solo. «Una colección de una colección», como apunta Julio Hontana, que puede visitarse hasta el 15 de mayo en la capital riojana.

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Escritor. Ganador en 2017 del Premio Círculo de Lectores de novela con 'El diablo en Florencia'. Autor de 'La sangre de la tierra' (Esfera de los Libros). Presidente y fundador de la Asociación Riojana de Escritores. En la actualidad estudia Historia del Arte.