La artista nos habla de sus controvertidas fotografías y de los altibajos del proceso creativo de Truth is Dead, exposición que puede verse en estos momentos en Roca Umbert
Alison Jackson (Hampshire, 1960) nos engañó a todos y en más de una ocasión. Uno de sus logros más emblemáticos son las famosas fotografías de Marilyn Monroe y John F. Kennedy, disputadas en subastas y frecuentes en páginas de verificación.
«Lo interesante de las fotografías de Marilyn es que cuando los coleccionistas vienen a comprarlas, como pasó en Sotheby’s, piensan que son fotografías reales de la verdadera Marilyn Monroe. No saben lo que están viendo. Dicen cosas como, oh, nunca antes había visto esa foto de Marilyn», contó Jackson a elemmental.
Con un extraordinario sentido de humor, Alison Jackson nos recibió en la presentación de su muestra, Truth is Dead, en estos momentos en Roca Umbert, en Granollers, en el marco del Festival Panoràmic. Se trata de una de las mayores exposiciones dedicada a su obra en España.
Jackson nos habló de su visión de la fotografía, los altibajos de su proceso creativo y cómo es trabajar con tantos dobles. Truth is Dead es una de las series más conocidas de la artista británica y cuestiona la verdad que supuestamente transmite la fotografía.

Realidad y ficción
La princesa Diana acababa de fallecer cuando Alison Jackson empezó su máster en fotografía en el Royal College of Art de Londres, en 1997. No le entraba en la cabeza cómo una persona pudo llegar a morir por nuestro deseo de conseguir una imagen. “Me parece un tema fascinante”, contó.
A finales de los noventa, Jackson parecía más interesada en la crítica feminista a la fotografía de moda, las celebridades y la mirada masculina, como pudo representar las fotografías de Helmut Newton.
De la fotografía clásica, siguió la incursión a la imagen televisiva. A lo largo de los años, y gracias a la televisión, Jackson ha ido incorporando a su trabajo producciones cada vez más complejas que parecen haber empezado por ella misma. «Me utilizo bastante en algunas imágenes», contó. Algunas veces ha sido Diana, otras Marilyn. «No os voy a decir cuáles pero lo he hecho. Solo cuando estoy desesperada», destacó.
La verosimilitud que busca Jackson va más allá de la apariencia física, aunque sea un componente esencial. Para ello, la artista británica invierte miles de libra en cada imagen, como con las fotografías de Marilyn Monroe y John F. Kennedy. «Hay que asegurarse de que las pelucas sean buenas, la estructura corporal adecuada. Ninguna de estas imágenes ha sido retocada», contó a elemmental.
Son imágenes que han engañado miles a fanes y coleccionistas, contribuyeron a reforzar un mito que ya existía, lo que para ella es objetivo cumplido. «Después de todo ese arduo trabajo, es muy satisfactorio», nos confesó Jackson.
«Esa es la forma de Marilyn. La ropa realmente la he hecho yo, las pelucas están hechas a mano y cuidadosamente elegidas según el peinado de 1963. En realidad nunca ves sus caras, pero sabes quiénes son porque la cara del doble era lo suficientemente buena», dijo. «Tuve que extraer los significantes y la identidad de quién es esa celebridad de una manera diferente», nos explicó.

Inventando la celebridad
El historiador francés Antoine Lilti, en su estudio Figures Publiques: L’invention de la célébrité (1750–1850) (2014, sin traducción al español), señaló que la celebridad es un concepto paradójico.
Por un lado, la celebridad es una forma moderna de prestigio social, deseada en función de las ventajas que se les asocia y conocida más allá de su ámbito de actuación. Por otro, es efímera y desacreditada por ser parte de un simulacro mediático. Con todo, la celebridad produce la inversión de lo público y lo privado, en la relación con la audiencia masiva.
Así, donde existe celebridad, hay público, fanes que cultivan con ella una relación íntima e imaginaria. De esta manera, la imaginación del público es desde sus inicios el cuestionamiento central en la obra de Alison Jackson.
Una de sus primeras imágenes de gran repercusión fue Diana Gives the Finger (1998), una de las joyas de esta exposición. Se trata de un fotograma de un video en el que la doble de la Lady Di, posiblemente Jackson, se mezcla con la conocida escena de Sharon Stone en la que abría y cerraba sus piernas. Además de la fusión de imaginarios, la princesa Diana parecía mandarles al carajo la prensa que, por conseguir una fotografía, le había matado.
«[La obra] fue una investigación sobre el voyerismo. Cómo la imagen te hace ver las cosas de una manera voyerista que la realidad no lo hace. Me enfrento a ustedes como sujetos, y si quiero saber algo sobre ustedes, puedo preguntarles. Pero con una imagen o un video, las imágenes de la persona se objetivan inmediatamente. Y como objeto, no podemos evitar proyectar nuestras fantasías sobre esa persona», explicó.
Jugando en su práctica artística con la realidad y la ficción, la obra de Jackson logró lo que ninguna investigación sobre celebridades llegó a alcanzar: un medio masivo como la tele.

De la fotografía a la televisión
El importante salto de Jackson de la fotografía a la producción televisiva se dio en la dirección de la serie Double Take (2001) de la BBC. Una serie perturbadora, ganadora de un BAFTA a Mejor innovación.
Double Take enseña personajes de la cultura de masas en situaciones privadas e inoportunas. Bajo la experiencia de la televisión, Jackson dotó su obra de múltiples formas para expresar el interés del público. Las miradas furtivas de la serie pasan por cámaras de seguridad, del ascensor a lavabos y grabaciones caseras aparentemente inocentes.
Hoy pueden ser leídas como una mirada crítica a la historia. Lo cierto es que la impronta de la tele se cuela en las obras más recientes de la artista británica. En este sentido, le ayudan a enseñar, a través de una mirada indiscreta, los rasgos espeluznantes que estas celebridades televisivas ya poseen.
«Todo esto es sólo un reflejo de lo que ya está en nuestra imaginación», alertó Jackson. Sin embargo, esa imaginación se basa en imágenes y discursos que los mismos medios nos han dado, como por ejemplo, las fotos del príncipe Henry con un brazalete nazi. O las conexiones de Trump con sectas extremistas.

La magia de la producción
Así, cuanto más amplias las producciones de Jackson se fueron haciendo, más diversos –y tragicómicos– han sido sus problemas.
Si encontrar a los dobles ya es, según ella, una tarea complicada, gestionarlos puede ser todavía peor. Sobre todo en la creación de contenidos controvertidos, como son sus parodias. «Tan pronto como son celebridades, se convierten en divas. Literalmente, en 30 segundos, se convierten en una diva del infierno», se sinceró.
Pero la gestión de egos parece lo de menos cuando hay que estar pendiente de tantos imprevistos. «Moldear todos estos cuerpos juntos es una pesadilla», contó Alison, refiriéndose a Jack Nicholson lookalike in the pool (2009), comisariada por Taschen.
A la propietaria de la casa, donde el doble de Nicholson aparece en la piscina rodeado de chicas semidesnudas, no le gustó la escena y llamó a la policía.
«Nos gritaron y nos pidieron que abandonáramos la propiedad. Mientras tanto, iban llegando todos los otros dobles, como el doble de Richard Gere, quién estaba aterrorizado porque estaba huyendo de la policía. Él realmente se convirtió en un impostor de Richard Gere y se acostaba con mujeres en moteles, las ataba a la cama con esposas y las dejaba allí», contó.

El engaño de la fotografía
Crear un mundo de fantasías se ha demostrado, en la obra de Alison Jackson, una práctica valiosa para comprender los mecanismos de la fascinación que suscitan las figuras célebres.
Engañó al mundo con su obra temprana, las míticas imágenes en blanco y negro de la princesa Diana, Marilyn Monroe y John F. Kennedy, para demostrar lo sencillo –y lo caro– que es mentir con una foto. Luego apostó por los colores y el movimiento de la telerrealidad, las notorias alusiones a la reina Isabel II y miembros de la familia real británica, Elton John, Trump, Angelina Jolie, Tony Blair, entre tantos otros.
De hecho, hoy en día ella suele decir que odia la fotografía. «La fotografía es un medio mentiroso, engañoso, que no dice la verdad. Te seduce a un mundo de fantasía, pero no te dice toda la verdad», señaló a elemmental. «Simplemente, te da un tipo de verdad que es el clic del obturador, que en realidad es la trigésima parte de un segundo. Y la mayor parte está construida de todos modos», nos dijo.
Además, puso como ejemplo las plataformas como Instagram y el comportamiento de los influencers. «Los usuarios de Instagram viajan desde kilómetros para sentarse encima del capó de un Ferrari o de un Lamborghini, a kilómetros de distancia de sus hogares habituales, solo para parecer ricos y afortunados, como si aspiraran a ser una celebridad rica», apuntó la artista británica.
«Luego ponen la energía en Instagram y de repente lo que es falso se ha convertido en una realidad para ellos». Así de tonta es la humanidad. «A todos nos encanta vivir en un mundo de fantasía. No queremos la realidad», zanjó. Todo por un símbolo.
‘Alison Jackson. Truth is Dead’ puede verse en Roca Umbert de Granollers hasta el 26 de noviembre de 2023.