Iban Zaldua en 2017. Wikimedia Commons

Iban Zaldua: «La vida no tiene orden, la literatura se lo concede»

Hablamos con el escritor vasco sobre 'A escondidas', su nuevo libro de relatos

Begoña R. Orbezua
17 Min Lectura

Es un placer sutil y contenido leer al escritor donostiarra Iban Zaldua (1966). Sus relatos son inteligentes y profundos sin hacer alarde de ello. Lo ha vuelto a demostrar con A escondidas (Páginas de Espuma, 2023), una recopilación de relatos traducidos por el polifacético autor.

Se trata de una destilación, en palabras de Zaldua, de Inon ez, inoiz ez (Elkar, 2014), otro de sus libro de relatos en euskera. A estos relatos se suman ahora algunos que no aparecían en el libro original.

El resultado es esta colección de quince cuentos que nos transportan sutilmente de la cotidianidad a lo fantástico, nos sorprenden y nos emocionan.

Un libro exquisito e inteligente que atesora auténticas joyas en forma de relatos, como por el ejemplo «El traductor de Kafka». A escondidas ofrece una gozosa lectura que atrapará al lector por la belleza del estilo y la profundidad del contenido. De todo esto charlamos con Iban Zaldua.

 

P. Has publicado novela y ensayo, pero sobre todo cuento. ¿Cómo entiendes el cuento y por qué tienes una querencia mayor por él?

R. El cuento es el género literario por excelencia. Es probablemente el más antiguo. El último que desaparecerá, como insinuaba Borges: puede que la novela domine el panorama actual, pero es mucho más contingente que el cuento.

Es cierto que el relato literario contemporáneo, ese que se forma desde finales del siglo XVIII o principios del XIX hasta hoy, con las características que se le suelen asociar (dentro de su enorme variedad), tiene unas fronteras más definidas, y también ha ido mutando a lo largo del tiempo. Pero creo que la forma narrativa breve sigue estando ligada a una esencia bastante perenne.

Para mí (esto es muy personal y muy poco original) el cuento es el paraje literario en que se cruzan economía, intensidad y circularidad. La querencia que le tengo, supongo, tiene que ver con mi educación como lector. Un camino en el que las recopilaciones de cuentos tuvieron un papel muy importante.

Con mi temperamento, que es impaciente y ansioso, rasgos de carácter que se avienen mejor con la vocación de cuentista que con la de novelista. También, creo yo, con la empatía que siento hacia los débiles y los desheredados. Algo que me lleva a practicar el arte del cuento y a defenderlo cada vez que puedo, sobre todo ante el imperialismo de la novela. Aunque eso también tiene que ver, me imagino, con lo quejicas que por lo general somos los cuentistas, tampoco lo voy a negar.

 

El cuento es el paraje literario en que se cruzan economía, intensidad y circularidad

 

P. Te he oído decir que prefieres la palabra “cuento” a “relato”. ¿Por qué?

R. Bueno, a veces yo también lo uso como sinónimo, sobre todo para no caer en redundancias. Tampoco es que me importe tanto. Pero un relato pueden ser muchas cosas, es un término que me parece demasiado amplio. Cuando hablamos de la «batalla por el relato» está claro que no nos estamos refiriendo a nada que tenga que ver con el cuento, en principio. Y también porque me apetece llevar la contraria.

Los que prefieren «relato» e incluso «narración», supongo, lo hacen por deshacerse de las molestias que les supone la asunción por parte de muchos de nuestros interlocutores de que lo que practicamos, cuando decimos «cuento», es literatura infantil. Yo creo que en vez de hacer dejación del término, para evitar la confusión, es mejor defenderlo. Y seguir creando el caos entre aquellos con quienes hablamos de estas cosas. Y para seguir teniendo de qué quejarnos, claro.

 

Luego corrijo, corrijo, y mi lectora de confianza, mi pareja, vuelve a corregir, en un proceso que en casa denominamos “sesión de humillación”. Y luego vuelvo a corregir

 

P. ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Qué tipo de escritor eres?

R. Uno bastante gandul, creo. No escribo a no ser que haya algo que me impulse a ello: creo en la obsesión como motor de la escritura. Siempre que no medie un encargo, con fecha de entrega, claro está.

Apunto las ideas que surgen, como una iluminación, en una libreta que suelo llevar conmigo, y les doy ahí mismo un somero desarrollo. Pero la mayoría nunca empiezan a convertirse en cuento, se quedan en la libreta. Solo lo hacen aquellas a las que les he asignado un final.

En eso soy muy clásico: el cuento, para convertirse en cuento, hay que empezarlo por el final. Y ni siquiera todas las ideas que tienen un final definido pasan a la siguiente fase. Luego corrijo, corrijo, y mi lectora de confianza, mi pareja, vuelve a corregir, en un proceso que en casa denominamos “sesión de humillación”. Y luego vuelvo a corregir. Hasta que lo guardo en un cajón, esperando que, junto a otros relatos, forme algún día parte de un libro o una recopilación de relatos. También puede ocurrir que lo publique suelto, donde corresponda.

 

He dejado fuera la vertiente más realista-costumbrista de mi producción, la más chejoviana o carveriana, por decirlo de alguna manera

 

P. Este nuevo libro es la traducción de otro que publicaste en euskera, Inon ez, inoiz ez. ¿Estamos exactamente ante el mismo libro?

R. No, no exactamente: de ahí el cambio en el título. A escondidas es una especie de destilación de Inon ez, inoiz ez. En ese proceso de transformación han tenido que ver, por una parte, los años transcurridos desde la publicación original. Por otra, la elección de un determinado sesgo para este libro de relatos.

He reunido aquellos que tenían, en la edición original en euskera, más de literatura fantástica y de metaliteratura. Además, he añadido alguno más que no estaba en el libro «original», porque encajaba mejor en el nuevo libro, le daba más coherencia.

He dejado fuera la vertiente más realista-costumbrista de mi producción, la más chejoviana o carveriana, por decirlo de alguna manera. Y una buena parte de los cuentos sobre La Cosa, la violencia vasca y sus aledaños. Cuentos estos recogidos sobre todo en Como si todo hubiera pasado, que Galaxia Gutenberg publicó en 2018.

 

Prefiero traducirme a mí mismo, antes que me traduzcan otros. Porque, aunque la traducción realizada por otro traductor pueda ser muy buena, siempre me toca corregirla

 

P. ¿Cómo ha sido esa autotraducción, esa cuestión relacionada con la lengua que tan importante es en este libro?

R. Siempre suele ser un proceso arduo, porque traducir es sacarle las costuras al texto; duele ver dónde, por mucho que hayas corregido antes, has fallado. Aunque también da la posibilidad de seguir corrigiendo, por una última o penúltima vez, los cuentos, con lo que no todo es malo. Yo lo hago, en parte, porque creo que tengo un «estilo» en castellano, sea lo que sea eso. Un estilo que no es exactamente el mismo que tengo en euskera.

Por eso prefiero traducirme a mí mismo, antes que me traduzcan otros. Porque, aunque la traducción realizada por otro traductor pueda ser muy buena, siempre me toca corregirla, y no poco, para acercarla a «mi» español. Me imagino que tiene que ver con el hecho de que mi lengua materna sea el castellano. Y con que tengo una carrera (vale, una carrerita) previa como autor en español, anterior a la que luego he hecho como escritor euskérico.

 

Para mí lo fantástico, siempre arraigado en lo cotidiano, en lo «normal», es una manera de retorcer esa normalidad, de hacer extraño lo normal.

 

P. Los relatos de A escondidas parten de lo normal y cotidiano para deslizarse hacia lo fantástico de una forma sutil y verosímil. Pero sin intención de huir de la realidad. ¿Utilizas el componente fantástico para reflexionar sobre la realidad que nos rodea?

R. Reflexionar, quien tendría que reflexionar, si quiere, es el lector o la lectora: no le vamos a dar todo el trabajo hecho, ¿verdad? Para mí lo fantástico, siempre arraigado en lo cotidiano, en lo «normal», es una manera de retorcer esa normalidad, de hacer extraño lo normal. De ponerle comillas a eso que quizá no tendría por qué ser tan normal.

Lo fantástico puede ser también la manera de inyectar orden, es decir, literatura, en una anécdota que por el mero hecho de que te parezca significativa no se convierte en sí misma en un hecho literario.

La vida no tiene orden; la literatura se lo concede, al menos por un instante. También tiene, y eso no se puede despreciar, un fuerte componente lúdico, el que conlleva el jugar con el «qué pasaría sí». Por último, lo fantástico me parece un vehículo muy útil para evitar que la literatura de intencionalidad más política no derive en panfleto. O no lo haga tanto, al menos.

 

Me cuesta huir de mí mismo, de mis obsesiones, y para mí la literatura es cualquier cosa menos escapismo.

 

P. Política, terrorismo, literatura, guerra civil, relaciones personales/familiares. ¿Encontraremos también en este libro estas temáticas tan tuyas?

R. Sí, qué duda cabe. Me cuesta huir de mí mismo, de mis obsesiones, y para mí la literatura es cualquier cosa menos escapismo. Tampoco creo que sean temas muy originales. Por una parte, me gusta estar «pegado» a cierta actualidad, y, por otra, hay temas ahí que son casi universales para la literatura.

Seamus Heaney lo decía de su poesía, pero opino que se puede aplicar a muchas escritoras y escritores, y a cualquier género literario. «Supongo que es inevitable incurrir en ciertos hábitos expresivos, pero lo cierto es que cuando uno es presa del entusiasmo que supone escribir un poema, no hay tanta diferencia entre tener treinta y cinco años o cincuenta y cinco. Ir animándose y obsesionándose y lograr la concentración en que consiste escribir ya es una recompensa en sí misma, en cualquier momento».

 

Por una parte, me gusta estar «pegado» a cierta actualidad, y, por otra, hay temas ahí que son casi universales para la literatura.

 

P. ¿Tienes algún cuento favorito de A escondidas?

R. Muchos. Pero si hay que elegir uno solo me quedo con «Guerras Civiles», que he colocado en el centro del libro no por casualidad. Me costó dar con su estructura y, por otra parte, me planteó unos problemas técnicos de consideración. También a la hora de traducirlo al castellano, que intenté y creo que conseguí superar, de manera que estoy bastante satisfecho con él. Aunque son las y los lectores los que deberán decir si de verdad lo he logrado o no.

 

Divertirse es parte del placer de la lectura y, por lo tanto, debería serlo también de escribir.

 

P. «Cuando me prohibió leer en la cama» y «Como los chorros del oro» me han encantado, probablemente por el sentido del humor. ¿Te lo pasas bien mientras escribes?

R. Sí, yo no soy de los que sufro mucho al escribir, tampoco de los que usan la literatura como medio para sanarse a sí mismos. Autotraduciendo lo paso peor, ya lo he dicho antes, pero creando no. Quizá porque tengo el privilegio de escribir sin que me constriñan o me apremien las leyes de la oferta y la demanda: eso ayuda, claro.

Divertirse es parte del placer de la lectura y, por lo tanto, debería serlo también de escribir. En eso estoy muy de acuerdo con Elia Barceló cuando dijo, al hablar de la figura del escritor atormentado. «¿Te angustia escribir? Pues chico, ponte a pasar la aspiradora o haz un sofrito. Si escribir es sufrir, no escribas, que el mundo puede vivir muy bien sin una novela más, no pasa nada».

 

De manera que los escritores tenemos que aprender a decir no. Al menos hasta dar con la imagen que nos parece más sugerente y puede ayudarnos a darle un plus al libro.

 

P. Para terminar, háblanos de la portada, parece que Páginas de Espuma siempre hace portadas muy bonitas.

R. Creo que refleja muy bien el carácter fantástico del libro, ese cierto tono nebuloso que lo rodea. Fue cosa del equipo de Páginas de Espuma, que cuida muy bien los detalles. Yo me limité a dar alguna idea y, sobre todo, a rechazar otras que me parecían menos eficaces.

Soy del convencimiento de que el autor o la autora deben mostrarse firmes en ese aspecto. Si no, corre el riesgo de que le coloquen una cubierta que va a terminar odiando. Lo sé por experiencia: las primeras portadas de mis libros en la editorial Erein son bastante horribles. Lo malo es que en varias ocasiones la idea para la portada fue mía. Los ilustradores de la editorial se limitaron a desarrollarla, con resultados que aún me sonroja contemplar, ni siquiera puedo echarles la culpa a ellos.

De manera que los escritores tenemos que aprender a decir no. Al menos hasta dar con la imagen que nos parece más sugerente y puede ayudarnos a darle un plus al libro.

 

Iban Zaldua, A escondidas, 2023. Cubierta. Páginas de espuma
Iban Zaldua, A escondidas, 2023. Cubierta. Páginas de espuma

 

Iban Zaldua, A escondidas, 2023. Páginas de espuma. 160 páginas. 17 €

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Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es profesora de Literatura, dinamiza clubes de lectura y talleres de escritura.