El Gartenfriedhof de Hannover, situado junto a la céntrica iglesia de Santa María, parece, a simple vista, otro cementerio alemán más. Un parque, una pradera de tumbas y aterciopelada hierba que invita a sentarse sobre ella y reposar del paseo. Entre las lápidas del Gartenfriedhof (o «jardín de la paz») se encuentra una con una inscripción muy especial: «los ojos de quien es glorificada aquí abajo se volvieron hacia el estrellado cielo». Bajo la negra tierra se encuentran los restos de Caroline Lucretia Herschel (Hannover, 1750–1848) investigadora incansable del universo y pionera de la astronomía profesional.

Caroline, entre el arte y la ciencia
La inclinación de Caroline por las artes intelectuales le venía de casta. La familia Herschel tuvo en su haber un puñado de astrónomos y científicos, además de músicos. La científica nació en 1750 en Hannover, cuando el territorio estaba gobernado los reyes de Gran Bretaña, electores del Sacro Imperio.
Siguiendo la tradición de la época, los Herschel, un matrimonio adinerado, dedicó sus esfuerzos económicos a la educación de sus hijos varones. Caroline, como mujer, quedó privada del derecho de recibir lecciones de instructores en canto, matemáticas, lenguas clásicas, literatura y filosofía. Sin embargo, su padre Isaac, que poseía unas destacadas dotes intelectuales, fue educando a su hija en todas estas disciplinas.
Por fortuna o por desgracia, la enfermedad pronto asoló a la joven Caroline. Primero le azotó la viruela, causándole numerosas secuelas. Más visibles fueron las que le siguieron tras sobrevivir al tifus. Quizá como parte del exquisito acervo educativo de Isaac o para distraer a su hija durante las largas convalecencias, Caroline aprendió nociones de astronomía.
El cielo estrellado, nocturno, distante y misterioso que su cegadora luz todavía no nos ha golpeado por completo pronto enamoró a la joven. Desde aquella primera incursión, nunca más abandonó su deseo por investigar los secretos que atesora todavía el cosmos.
A los doce años, el padre de Herschel murió. A la negra pena se unió un cambio drástico en su rol familia. Su madre, Anna, deseaba que su hija se dedicase a labores que consideró más adecuadas para su sexo. Las lecciones académicas dieron paso a las labores del hogar, el servicio a los hombres de la familia y la preparación para el futuro matrimonio.
Sin embargo, el destino tenía otro guion preparado para su personaje. Su hermano William, que se había formado como músico y estaba residiendo en Gran Bretaña, requirió el auxilio de Caroline. Así, la futura científica viajó hasta Inglaterra donde sirvió como ama de casa para su hermano. Una nueva vida dio comienzo para los hermanos Herschel, lejos de Alemania y en la efervescencia de la juventud.

De soprano a astrónoma
William se ganaba la vida dando conciertos como organista y director de orquesta. Caroline, que sentía verdadero amor fraternal por William, le apoyaba como soprano. Ambos formaron un dúo entrañable que se ganó el afecto del elitista público inglés.
El talento para el bel canto de Caroline la convirtieron en una artista muy solicitada y admirada entre la aristocracia isleña. Aquellos fue la primera toma de contacto con cierto grado de independencia de su familia al ganar su propio dinero como soprano profesional.
Pero su hermano William, que era otra mente inquieta, estaba dedicando su tiempo libre a dos aficiones: la construcción de sus propios telescopios y la observación del firmamento.
Cuando William centró su interés en la investigación celeste, Caroline tuvo que elegir entre su hermano y su pasión por la astronomía, o el canto. Eligió retornar su mirada al cielo.
Durante décadas, los hermanos Herschel auscultaron el cielo nocturno en busca de nuevos descubrimientos. William se asentó como el astrónomo principal, mientras que Caroline le apoyaba cribando datos y realizando cálculos.
Aún se desconoce con certeza quién de los dos descubrió el planeta Urano en 1781, pero la oficialidad atribuye su descripción a William Herschel. Aquel salto de gigante transformó la vida de William y Caroline.
Su descubrimiento de un nuevo planeta gaseoso en el Sistema Solar propició que el rey Jorge III le nombrase astrónomo de la corte. El dinero también comenzó a entrar con segura periodicidad en la casa de los Herschel con unos emolumentos de doscientas libras al año. En 1787, Caroline Herschel se convirtió en la primera mujer a recibir un sueldo gubernamental por su oficio, como ayudante de su hermano.

Caroline Herschel, científica independiente
Las siguientes décadas, William y Caroline Herschel se dedicaron con provecho al estudio del cosmos. La casa que tenían en la localidad de Bath se convirtió en un observatorio astronómico y en un taller de lentes y telescopios.
Caroline no sólo investigaba junto con su hermano, sino que se encargaba también del pulido de las lentes y la mejora de los equipos. Cuando William se encontraba en la corte real, Caroline continuaba con el trabajo de observación. Es así como comenzaron sus primeros descubrimientos.
Su brillantez científica y su meticulosidad a la hora de precisar los cálculos le permitieron incorporar quinientas sesenta nuevas estrellas al índice de John Flamsteed.
Los hermanos Herschel descubrieron y describieron cerca de tres mil objetos astronómicos: estrellas binarias, sistemas complejos, nebulosas, cúmulos estelares, galaxias. También fueron pioneros al demostrar que gran parte de las estrellas que se demostraban dobles son, en realidad, sistemas binarios.
Caroline, por su cuenta, estableció su propia búsqueda celeste. En 1783, a los treinta y tres años, describió tres nebulosas desconocidas hasta la época. A estas voluminosas estructuras celestes le siguió un arduo escrudiño de los sistemas estelares.
Su brillantez científica y su meticulosidad a la hora de precisar los cálculos le permitieron incorporar quinientas sesenta nuevas estrellas al índice de John Flamsteed.
En 1786 llegó uno de sus descubrimientos cumbre. Caroline observó un cuerpo muy brillante, con una extraña cola, entre las constelaciones de Coma Berenices y la Osa Mayor. Aquel cometa recibió el nombre de C/1786 P1 Herschel.
A lo largo de su vida descubrió ocho cometas, algunos de ellos periódicos, como el 35P/Herschel–Rigollet, que de nuevo alcanzará su perihelio en 2092. Un año después publicó su primer artículo científico en la revista Philosophical Transactions. De esta manera, se convirtió en la primera mujer en publicar para la Royal Society.
Su independencia tanto económica como investigadora tuvo que esperar hasta 1788, cuando William contrajo matrimonio. Caroline tuvo que mudarse de casa, aunque siguió colaborando con su hermano y usando el observatorio que ambos había erigido juntos.
De igual manera, gracias a sus descubrimientos y a la influencia de su hermano, la científica consiguió otra pensión vitalicia de cincuenta libras. Aquel ingreso seguro y su creciente posición entre los académicos británicos afianzando su carrera como la primera astrónoma profesional de la historia.

Larga vida y próspero legado
Caroline Herschel tuvo una larga vida, hasta los 98 años. Nunca se casó y, desde el sereno amor por el conocimiento, dedicó su vida al estudio y a la investigación. Sus contribuciones, además de generosas, impactaron en el saber astronómico de la época.
En primer lugar, contribuyó con decenas y cientos de cuerpos descubiertos tanto a los índices de la época como al Nuevo Catálogo General. También, el legado de Herschel puede medirse en la pulcritud de sus observaciones.
No se limitó a describir lo observado, siempre fue más allá. Y en ese viaje intelectivo más allá de las limitadas capacidades de los aparatos de observación de su época fue la realización de cálculos clave. Por ejemplo, la extensión de la aplicación del campo gravitatorio postulado por Isaac Newton como un fenómeno, efectivamente, universal.
Este hecho pudo probarlo al demostrar que la mayoría de estrellas dobles observadas formaban sistemas binarios. De igual manera, que podía existir un número mayor de cuerpos bajo atracción gravitatoria abriendo la cuestión del Dilema de los Múltiples Cuerpos.
Este dilema, muy habitual en física, es especialmente relevante en sistemas ligados por un campo gravitatorio. Dicho de otra manera, sabemos calcular con precisión el comportamiento de dos cuerpos con masa ligados por la fuerza gravitatoria. La predicción se complica cuando le sumamos más.
El trabajo de Caroline permitió también adelantar que las galaxias no mantienen siempre un mismo plano, un trabajo que permitió a la astrofísica Vera Rubin, más de un siglo después, corroborar que influye algo más que la materia que podemos observar. Es decir, la misteriosa «materia oscura».
Caroline se convirtió en la primera mujer en ser aceptada como miembro de la Royal Society. Eso sí, como miembro honorífico y no de pleno derecho en su senectud. En el tiempo en que vivió la astrónoma, las mujeres tenía vetada la dedicación a las cuestiones racionales.
Su deseo, que era realizar hallazgos y comprender mejor el cosmos, se vio cumplido. Las siguientes generaciones, tanto hombres como mujeres, han encontrado en Caroline Herschel un referente.
Aunque el siglo XIX trajo notables cambios, también al incorporar una más frecuente presencia femenina en las ciencias, Caroline necesitó del apoyo de su hermano. Así lo atestiguan sus profusos diarios. William tuvo que avalar en numerosas ocasiones la independencia de los descubrimientos de su hermana para que éstos fueran tenidos en consideración.
Cuando William falleció en 1822, Caroline, abatida, regresó a Hannover. En 1828 recibió la Medalla de Oro de la Real Sociedad Astronómica británica. Más tarde, la Real Academia Irlandesa de Ciencias la nombró miembro de su organización. Casi dos décadas después fue condecorada por el rey Federico Guillermo IV de Prusia con la Medalla de Oro de las Ciencias.
Pero el que fue su mayor reconocimiento es la impronta de su legado. En vida, obtuvo el mayor reconocimiento que le fue posible conseguir en una época poco amable con las mujeres científicas.
Su deseo, que era realizar hallazgos y comprender mejor el cosmos, se vio cumplido. Las siguientes generaciones, tanto hombres como mujeres, han encontrado en Caroline Herschel un referente. Por su sagacidad, por su constancia y por mirar al cielo nocturno cuando muy pocos se atrevían, y aún se atreven, a desafiar sus desvelos.
Referencias
Ashworth, Wilhelm (2004). Untitled Review. The British Society for the History of Science. Vol. 3. pp. 350-351.
Feyl, Renate (1991). Caroline Herschel (1750-1848). Aufbruch in die nicht gewollte Selbständigkeit. Sophie & Co.: Bedeutende Frauen Hannovers, Hannover, Alemania.
Herschel Museum of Astronomy. Recurso en línea. Puede consultarse en: https://herschelmuseum.org.uk
New General Catalogue. Recurso en línea. Puede consultarse en: https://vizier.cds.unistra.fr/viz-bin/VizieR?-source=VII%2F1B
Obituary of Miss Caroline Lucretia Herschel. Monthly Notices of the Royal Astronomical Society (1848). pp. 64-66. Recurso en línea. Puede consultarse en: https://articles.adsabs.harvard.edu/full/seri/MNRAS/0008/0000064.000.html