Hilma af Klint, Evolución, Serie WUS/La estrella de siete puntas, Grupo VI (Evolutionen, Serie WUS/Sjustjärnan, Grupp VI), n.º 16, 1908. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, HaK 84
©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024

Últimos días para sumergirse en el universo de Hilma af Klint en el Guggenheim Bilbao

La exposición más visitada en la historia del Guggenheim de Nueva York trae a Bilbao un recorrido completo por la producción artística de la pintora sueca

Begoña R. Orbezua
15 Min Lectura

«Dale veinte años a mi obra». Esas palabras en boca de una mujer moribunda rondaban mi cabeza al atravesar el vestíbulo del museo Guggenheim de Bilbao en la exposición dedicada a Hilma af Klint (Solna, 1862–1944). Probablemente no son las palabras exactas, pero imagino que algo similar diría la pintora sueca, cuya obra se expone hasta el 2 de febrero de 2025.

Hilma af Klint fue una auténtica pionera de la abstracción, aunque su obra se mantuvo escondida durante las dos décadas posteriores a su fallecimiento, en 1944, el mismo año en el que fallecieron Kandinsky, Munch y Mondrian.

Aunque su obra se adelantó a los postulados abstractos de Kandinsky, no se expuso en vida de su autora. Dejó su legado a su sobrino Erik, sabiendo que no sería comprendida hasta un tiempo después. Que ni el público ni la crítica estaban preparados para comprender sus cuadros.

 

Fotografía de la artista sueca Hilma af Klint (1862–1944) en su estudio de Hamngatan en Estocolmo. Cortesía The Hilma af Klint Foundation
Fotografía de la artista sueca Hilma af Klint (1862–1944) en su estudio de Hamngatan en Estocolmo. Cortesía The Hilma af Klint Foundation

 

Una artista enigmática, pionera en la pintura abstracta

Su legado se compone de más de mil dibujos y pinturas y algo más de ciento veinticinco cuadernos. En verdad adelantada a su tiempo, hasta principios del siglo XXI no se ha reivindicado a Hilma af Klint.

Algo que logra esta exposición monográfica comisariada por Tracey R. Bashkoff y Lucía Aguirre. Además, cuenta con la colaboración de la Fundación Hilma af Klint.

El recorrido por la exposición es un viaje por la vida y la enigmática obra de Af Klint. desde los primeros cuadros figurativos y los dibujos con fines científicos hasta la obra final claramente abstracta.

La artista nació en una familia que alcanzó carta de nobleza por sus méritos militares en la Armada Sueca. Tuvo la fortuna de recibir una buena educación, no habitual en las mujeres.

 

Hilma af Klint, El árbol del conocimiento, Serie W (Kunskapens träd, Serie W), n.º 1, 1913. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, HaK 133
Hilma af Klint, El árbol del conocimiento, Serie W (Kunskapens träd, Serie W), n.º 1, 1913. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024

 

Hilma af Klint y la búsqueda del lenguaje pictórico

Su padre, comandante naval, fue instructor de astronomía, navegación y matemáticas y pertenecía a un linaje de cartógrafos. Los conocimientos del lenguaje de la cartografía y otras ciencias son los cimientos de su obra.

Hay en ella un deseo de cartografiar el mundo. Accedió primero a una formación tradicional en la Escuela Técnica, posteriormente a la academia de la pintora Kerstin Cardon. Finalmente, ingresó en la Real Academia Sueca de Bellas Artes, donde se licenció con honores en 1887.

Hay que recordar que dicha Academia poseía una sección independiente femenina donde las mujeres dibujaban, incluso retratos, a partir de modelos del natural. Hilma af Klint fue una pintora audaz que abandonó las convenciones de la tradición académica sueca y evolucionó hasta crear un vocabulario artístico personal y único.

Al igual que muchos de sus coetáneos, no creía en una división entre el mundo espiritual y el científico. Al contrario, ambos sirven para alcanzar una verdad superior y para revelar fuerzas imperceptibles. Este interés en lo intangible la llevó a participar en sesiones de espiritismo, habituales en la época, aunque rechazadas por las religiones oficiales.

 

Hilma af Klint, Paisaje estival (Sommarlandskap), 1888. Foto- Cortesía The Hilma af Klint Foundation ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024
Hilma af Klint, Paisaje estival (Sommarlandskap), 1888. Cortesía The Hilma af Klint Foundation ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024

 

Un viaje al mundo del conocimiento espiritual

En 1896, fundó junto con otras cuatro mujeres el grupo de Las Cinco para realizar estas sesiones. Sigrid Hedman, la líder, entraba en trance y hacía de canal para los espíritus. El resto interpretaba los mensajes del mundo espiritual a través del dibujo y la escritura automáticos, como los presentes en la exposición. En ellos aparece la espiral que se convertirá en uno de los grandes símbolos en toda la obra de Klint.

La muestra continúa con el ciclo de las Pinturas para el templo, que abarca diez grupos. En 1906, Klint aceptó el encargo de los espíritus de plasmar el mundo espiritual en sus pinturas.

Comienza con Caos primigenio (1906-07), el primero de los diez grupos. Aborda la creencia teosófica en la existencia de una unidad primigenia en el origen del mundo que se rompió posteriormente. Así, la vida consiste en el intento de recuperar esa unión de fuerzas opuestas: bien y mal, femenino y masculino, luz y oscuridad. El segundo grupo es Eros (1907), en clara referencia al dios griego.

Aquí lo masculino se representa a través del color amarillo lo femenino a través del azul. Al igual que en el siguiente grupo, Grandes pinturas de figuras, Eros se integra en la Serie WU/Rosa. En esta serie la letra W simboliza la materia y la U encarna el espíritu, siendo WU la unión de ambas dualidades. La rosa se asocia con la orden secreta de los rosacruces.

 

Hilma af Klint, Grandes pinturas de figuras, Serie WU/Rosa, Grupo III (De stora figurmälningarn, Serie WU/Rosen, Grupp III), n.º 6, 1907. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024
Hilma af Klint, Grandes pinturas de figuras, Serie WU/Rosa, Grupo III (De stora figurmälningarn, Serie WU/Rosen, Grupp III), n.º 6, 1907. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024

 

Entre la ciencia y el ocultismo

Las Grandes pinturas de figuras son diez pinturas de gran belleza realizadas entre mayo y diciembre de 1907. Hilma af Klint que los cuadros fueron pintados por los espíritus directamente a través de ella, con gran intensidad.

El formato de los cuatro primeros es más vertical y pequeño, a partir del quinto pasa a ser cuadrado y de mayor tamaño. Mantiene el uso de los colores amarillo y azul y el símbolo de la espiral e introduce el cisne. Además de su relación con la mitología y leyendas antiguas, para Helena Blavatsky, fundadora de la teosofía, el cisne representa la grandeza del espíritu.

La muestra, que nos guía por la obra y vida de la pintora en orden cronológico, continúa con el Grupo V, La estrella de siete puntas. La estrella de siete puntas es un símbolo usado por muchas tradiciones religiosas y ocultistas.

La autora sueca escribió que los guías espirituales le habían ordenado pintar tres grupos de siete cuadros en intervalos de siete días cada uno. Aquí el uso de la línea recuerda al de sus dibujos automáticos, pero es más controlado.

Comienzan a aparecer algunas características que posteriormente se asociarán a la abstracción moderna: enfoque reduccionista del color, composición y falta de profundidad pictórica implícita. En el siguiente grupo, Evolución, toma prestadas imágenes simbólicas y figurativas de la iconografía cristiana, como la cruz, y de la teosofía. Las obras se caracterizan por un menor número de líneas en libre movimiento. Predomina el rosa, negro y ocre creando bellos contrastes de luz y oscuridad.

 

Vista de sala de la exposición Hilma af Klint en el Guggenheim Bilbao. Foto: Álvaro Gómez/elemmental
Vista de sala de la exposición Hilma af Klint en el Guggenheim Bilbao. Foto: Álvaro Gómez/elemmental

 

La exploración espiritual de la belleza

Los dos siguientes grupos, Los diez mayores y El cisne, reúnen las pinturas más impactantes de Hilma af Klint. En Los diez mayores el encargo de los espíritus fue realizar «diez cuadros de belleza paradisíaca» que representaran las cuatro etapas de la vida.

El tamaño es colosal por lo que probablemente fueron pintadas en el suelo de su estudio y con la ayuda de Cederberg y Andersson. El tamaño es sorprendente por lo inusual para la época y, a medida que avanza la serie, el cromatismo se hace más vivo. Ejecutadas vertiginosamente, fueron pintadas al temple, técnica que recuerda al Renacimiento y a los retablos de las iglesias florentinas que había visto unos años atrás.

Al final, las imágenes se vuelven más sobrias e incluyen figuras simétricas y geométricas como la espiral o el mandala. En 1908 Hilma dejó de pintar durante un tiempo, cuando retomó este ciclo en 1912 los espíritus seguían siendo sus guías. Pero ahora tiene una mayor decisión en la elección de los colores y la composición. El cisne (1915), elemento que ya había aparecido previamente en su obra, refleja esta evolución tanto en las formas como en la gama cromática.

Sus formas parten de la figuración para volverse más abstractas y geométricas y los colores, negro y blanco, con toques de amarillo y azul. A lo largo de la serie, el cisne se va transformando en composiciones geométricas, hasta retomar la figuración en la última pintura. En ella los cisnes se entrelazan, acompañados de formas geométricas cargadas de simbología, como el hipercubo, y de gran fuerza visual.

 

Hilma af Klint, Retablo, Retablos, Grupo X (Altarbild, Altarbilder, Grupp X), n.º 1, 1915. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, Bilbao 2024
Hilma af Klint, Retablo, Retablos, Grupo X (Altarbild, Altarbilder, Grupp X), n.º 1, 1915. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Estocolmo, Bilbao 2024

 

El conocimiento espiritual de la naturaleza

Desde 1913 a 1915 trabajó en El árbol del conocimiento, donde exploró la creación del mundo a través de la historia bíblica y la teosofía. Se observan en este grupo pictórico curvas adornadas, colores apagados y motivos extraídos de la naturaleza. Asimismo, combinó diagramas científicos con elementos decorativos inspirados en el Art Nouveau, muy popular en ese momento.

El Grupo IX, La paloma (1915), gira alrededor del ave, símbolo para el cristianismo del Espíritu Santo y mensajera de lo divino. Las formas abstractas y un simbolismo figurativo y cromático van adquiriendo cada vez más importancia. Retablos, Grupo X y La castidad humana, Cuadro final es el grupo final y compendio de sus Pinturas para el templo (1915), posiblemente la serie más importante de la carrera de Klint.

Tras cerrar este ciclo, Hilma af Klint comenzó su Serie Perceval (1916), 144 obras sobre papel, divididas en varios grupos. El título hace alusión, por supuesto, al caballero de la mesa redonda que busca el Santo Grial en la leyenda artúrica. Creó esta serie en Villa Furuheim, su casa junto al lago en la isla sueca de Munsö a lo largo de diez semanas.

 

Hilma af Klint, Sin título, De la observación de flores y árboles, 1922. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024
Hilma af Klint, Sin título, De la observación de flores y árboles, 1922. Cortesía The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024

 

El reencuentro con a la ciencia

En 1917 construyó un estudio en los terrenos de su villa y este mismo año produjo la Serie del átomo. Los teósofos sostenían que el átomo podía verse a través de la clarividencia. Para Hilma af Klint, fascinada por el mundo natural, los átomos eran una puerta al cosmos. Afirmó que el átomo experimenta un proceso de desarrollo hacia la unidad semejante al camino espiritual por el que ella transitaba.

La exposición se cierra con Series geométricas y Acuarelas, producidas entre 1920 y 1922. La obra de Hilma af Klint atravesó un período de transición de 1917 a 1920. Coincidió con un mayor acercamiento a las teorías de la antroposofía y con la muerte de su madre, a quien había estado cuidando. En 1920 Af Klint solicitó su admisión en la sede de la antroposofía y comenzó una nueva etapa.

El colorido es cada vez mayor, círculos y cruces orbitan y se encuentran con figuras geométricas de tamaño creciente, trazadas con regla y compás. En 1922, influida por la idea de que la observación atenta del mundo natural permite experimentar lo espiritual, cambió su forma de afrontar el arte. Empezó a pintar De la observación de flores y árboles (1922), un conjunto de acuarelas de formas botánicas, retratos de las fuerzas espirituales de la naturaleza.

La artista utilizó la técnica de húmedo sobre húmedo, dando como resultado colores de gran intensidad. Broche final para una exposición ideal para conocer la figura y obra de la gran pionera en la representación de lo invisible, Hilma af Klint.

‘Hilma af Klint’ podrá verse en el Museo Guggenheim de Bilbao hasta el 2 de febrero de 2025.

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Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es profesora de Literatura, dinamiza clubes de lectura y talleres de escritura.