Bel Fullana: «Intento representar la fiebre que causan ciertos personajes en la sociedad»

María von Touceda María von Touceda
14 Min Lectura
La artista nos habla de su carrera y de su proceso creativo

Pocas miradas hay tan frescas como la de Bel Fullana (Mallorca, 1985) que realiza sus trabajos sin abandonar el espíritu infantil que exuda pureza e ironía en cada trazo.

Sus obras, realizadas en su mayoría en óleo y spray, están inspiradas en la cultura callejera y los fenómenos de masa, como las cantantes de música pop, las celebridades, el ‘chonismo’ o el ‘perreo’. La artista combina a la perfección una estética infantil con una mirada ácida y, a veces, perversa.

Su trabajo aprovecha su cariz divertido para embriagarnos y convertirnos en partícipes de un imaginario absolutamente contemporáneo. Traduciendo todo un mundo que nos rodea para incidir en lo que a ella le fascina, Bel Fullana consigue que el espectador también disfrute de su visión del presente más acuciante.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona, esta joven artista ya ha expuesto en ciudades como Nueva York, São Paulo, Copenhague, Miami, entre muchos otros, además de hacerlo en gran parte del territorio español.

En 2017, fue galardonada con el Premio Ciutat de Palma de Artes Visuales. Durante el verano de 2018, fue artista residente en DNA Summer Residency en Provincetown, Massachusetts y en 2014 en PANAL 361, Buenos Aires.

 

 

Bel Fullana, Hola, Soy Paris, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Qué pretendes con ese fuerte contraste entre las actitudes sexis de tus personajes y el «feísmo» con el que se caracterizan tus dibujos?

R. Me gusta cómo se ven estos personajes amorfos y feotes en plan exhibicionista, lo hago porque me divierte y me gusta el resultado, bien ordinario y ridículo. Es como cuando alguien está súper pedo en una discoteca de Magaluf, por ejemplo, dándolo todo porque se siente súper power y en realidad está dando penita. Es muy gracioso y a la vez es para vomitar. Me gustan estos contrastes.

 

 

Bel Fullana, Kebab Pizza, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. Algunas de estas mujeres son representantes del nuevo perreo. ¿Qué te atrae de estos personajes?

R. No es que mis pinturas sean representaciones de ellas en sí, sino que intento representar la fiebre que causan éstas en la sociedad. Me gusta ponerles su nombre, como el de la Rosalía o la Tomasa del Real o la Bad Gyal, por ejemplo, pero eso viene después de haber hecho la pintura, no antes. No es que diga, «voy a pintar a la Tomasa» y coja y la pinte, es más intentar plasmar un movimiento que viene con unos ciertos nombres protagonistas y que me atrae mucho por seguir una serie de prototipos y estereotipos inspirados en la cultura callejera y el «chonismo», que siempre me han llamado mucho la atención.

Empecé a pintar estos personajes haciendo referencia a estas mujeres hace no mucho tiempo, después de ver la fiebre global que causó Rosalía, como un fenómeno que ha cambiado incluso la moda o parte de ella. Por eso me inspiro en ella y en otras, porque son un fenómeno de masas, como el perreo, es un fenómeno de masas global y eso me interesa.

 

 

Bel Fullana, La Rosalía, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Por qué muchas de tus protagonistas aparecen fumando?

R. La representación de una mujer fumando es una metáfora erótica que se ha utilizado mucho en la cultura popular, supongo que me apropio de esta imagen como tantos otros.

 

 

Bel Fullana, Mamading in the swimming pool, 2016. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Qué simbolizan los arcoíris que aparecen en muchos de tus trabajos?

R. El arcoíris para mí es la representación de la perfecta combinación de todos los colores. También simboliza lo naïf, me remite a la infancia, a los Little Pony, a los Osos Amorosos, a Sailor Moon y a muchos más recuerdos de los años 80.

 

 

Bel Fullana, Pool Party, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿A qué se debe que algunas de las mujeres que representas porten armas de fuego?

R. Es más o menos lo mismo que con la representación de la mujer fumando. La imagen de una mujer con un arma de fuego siempre ha sido una estampa recurrente para representar una mujer sexy, poderosa y guerrera. Aunque diría que también lo hago porque soy muy hater y para mí el hecho de pintar personajes con armas, sean pistolas, cuchillos o incluso el mismo cigarro para quemarle un ojo a alguien, hace que me vea reflejada en ellos.

 

 

Bel Fullana, Gato chepa, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. En una de tus series remites a los dibujos que hacías de pequeña. ¿Crees que en estos trabajos infantiles se encuentra la raíz de la idiosincrasia de tu imaginario?

R. Hace unos años encontré una caja que mi madre guardaba con muchísimos dibujos y libretas de cuando era pequeña y me fijé en que los elementos eran más o menos los mismo que utilizo ahora, chicas maquilladas con vestidos ajustados o en bikini, bebiendo cocteles en plan «Barbie Malibú», gatos y bichitos extraños haciendo caca, también había mucho arcoíris (algo muy habitual en los dibujos infantiles). No sé si en aquellos dibujos se encuentra la raíz de mi imaginario, pero bueno, algo tendrá que ver.

Aunque, de todas formas, en la serie que tú me comentas, me centraba precisamente en evitar estas representaciones sobre la mujer y centrarme en otros elementos que también existían en las libretas pero que eran un poco más dark: cuchillos, sillas solitarias, herramientas para trabajar la tierra. En esas libretas había un mix un poco contradictorio, y sí, puede que esas contradicciones se mantengan en mi trabajo hoy día.

 

 

Bel Fullana, All Inclusive, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Existe alguna búsqueda emocional o simbólica en la elección de tu paleta de colores?

R. No.

 

 

Bel Fullana, Stacey Malibú & Kandy Kalifornia, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿En qué medida crees que han ayudado las redes sociales a dar a conocer tu trabajo?

R. Creo que las redes sociales, sobre todo Instagram es una herramienta muy útil para dar a conocer el trabajo de los y las artistas. Eso no quiere decir que de ahí salgan proyectos o propuestas interesantes, pero sí que ayuda tenerlo y a veces sí que salen cosas guais, contactos con artistas o agentes culturales e incluso alguna venta.

 

 

Bel Fullana, Boby’s Girlfriend, Single Party, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Qué es para ti la belleza y dónde crees que reside?

R. La belleza no existe, todo está podrido.

 

 

Bel Fullana, American Choni, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?

R. No, no sigo ninguna rutina. Hay temporadas que trabajo mucho, otras que no tanto. Eso sí, siempre le estoy dando vueltas a la cabeza sobre qué hacer, proyectos nuevos, convocatorias, papeleos. El trabajo de un artista no se trata solamente de producir. Tengo el estudio en casa y vivo en un pueblo de Mallorca alejado de la ciudad, en mitad del campo. La mayor parte del tiempo lo paso sola. Mi novio sale por la mañana a trabajar y no vuelve hasta por la noche, así que muchos días no veo a nadie más que a mis dos perras. Llevo unos años dedicándome exclusivamente a mis proyectos y esto ha hecho que mi vida carezca de horarios, muchas veces no sé ni que día de la semana es, los fines de semana son casi igual que los días laborales. Puedo trabajar tanto de día como de noche sin darme cuenta de la hora que es, igual que dormir.

Mi estudio está lleno de tubos de pintura, papeles y material esparcido por el suelo y todos los pinceles están sucios en botes de aguarrás pegajoso y oscurecido. Todo muy caótico. Tampoco sigo una rutina fija a la hora de encarar cada pintura, empiezo a pintar sin ningún esbozo ni idea preestablecida y me dejo llevar por las manchas que van saliendo hasta que finalmente todo coge forma como si tuviese vida propia. En general todo muy sin sentido.

 

 

Bel Fullana, Burguer Queen, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Cómo ves el panorama artístico en Mallorca?

R. Para lo pequeña que es la isla hay una gran oferta cultural y una cantidad considerable de galerías, así como actividades que acercan a los ciudadanos a éstas mismas, a los centros culturales y a los museos.

 

 

Bel Fullana, Zombies, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Recuerdas qué exposición, de todas las que has visitado, te ha impactado más?

R. Feels Good de Austin Lee en Jeffrey Deitch Gallery.

 

 

Bel Fullana, Súper mohito cósmico, 2016. Cortesía de la artista

 

 

P. Si sólo pudieses comprar una obra de un artista coetáneo, ¿de quién sería?

R. ¿Solo de uno? Me volvería loca y no podría decidirme por ninguno.

 

 

Bel Fullana, Boby’s Girlfriend, 2016. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado artístico?

R. Mi relación con el mercado del arte, la verdad es que no sé cómo valorarla. No me va mal, hay rachas mejores que otras, pero sobrevivo y creo que sobrevivir como artista «joven» en España en los tiempos que corren ya es un éxito.

 

 

Bel Fullana, Pipi shower, 2017. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. Pues, tenía previsto asistir con la Galería Fran Reus a Arco Lisboa y estaba trabajando para ello, pero con la crisis del coronavirus no sé cómo acabará la cosa. De momento sigo trabajado a mi ritmo sin ningún proyecto con fecha límite. Estoy enfocando mis últimas pinturas en lo que veo en las redes sociales, específicamente en como las chicas se muestran a sí mismas en Instagram, usando filtros y adoptando las nuevas tendencias estéticas callejeras, tomando como referencia a una serie de personajes femeninos, así como te estuve contando antes.

 

Puedes ver otras obras de Bel Fullana en su página web y su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.