El ilustrador nos habla de las ideas por detrás de la empresa ficticia NWO Corp System
En un mundo en el que los memes substituyen toda una línea argumental, dada la inmediatez de las conversaciones en la red, y muchas veces llevan inscritos mensajes políticos, la obra del ilustrador Manuel Hinojosa (Barcelona, 1982), también conocido como Manu Guayre, aparece haciendo referencia a uno de sus orígenes históricos: la cartelería de guerra.
NWO Corp System, su empresa ficticia que funciona con el lema «Déjanos pensar por ti», es el sello para presentar toda una serie de carteles inspirada en la obra 1984 de George Orwell y su concepto de doblepensar, combinada con la estética de la publicidad gráfica de la Guerra Civil española.
En ambos casos, el artista lo trae bien fundamentado. Mientras el cartelismo hace alusión a un tipo de arte masivo a escalas industriales, el doblepensar, según explica Orwell, «significa el poder, la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente, dos creencias contrarias albergadas a la vez en la mente».
Con este combo, Manu Guayre produce su crítica aprovechando el impacto de sus imágenes cargadas de ironía y deja en evidencia la hipocresía de algunos actores a la hora de evaluar la realidad. Por eso mismo, él anima al público a descargar sus carteles y difundirlos.
Además de poner de manifiesto varios problemas sociales, el artista muchas veces recoge frases de políticos para producir sus carteles. Así lo hizo con las alusiones a la dictadura por Albert Rivera, o con las declaraciones de personas sector bancario en relación a la vivienda.
El resultado es una obra provocadora, y que no deja de reproducir la indignación y perplejidad que muchos sentimos. De todo eso hablamos.
P. ¿Cómo te ha surgido la idea de hacer carteles de doblepiensa?
R. Siempre me ha preocupado el control de las masas y el pensamiento único que promueven las sociedades contemporáneas. Por eso, empecé a estudiar cómo desarrollar el pensamiento crítico en la gente a través del arte, indagando en los canales comunicativos actuales, en busca de una expresión plástica que llegara de forma directa al espectador.
En base a mi búsqueda, abordé el concepto de la propaganda, algo que asociamos generalmente con los grandes totalitarismos del siglo XX, pues fueron conscientes del poder que tenía este método a la hora de manipular la opinión, utilizando estrategias de persuasión infundadas en el miedo y la lealtad al régimen de turno.
Así es como empecé un proyecto que emula ese tipo de propaganda, retorciéndola con la ayuda del concepto del «doblepensamiento», creado por George Orwell para su novela distópica 1984 y definida como «la facultad de sostener dos creencias contrarias simultáneamente». El resultado de ello es una propaganda donde ilustración y mensaje se contradicen, cosa que me permite indagar en la objetividad de los conflictos político-sociales actuales, provocando la reacción de la audiencia ante realidades que conoce pero que normalmente acepta sin oponerse, ya que forman parte de la hiperrealidad virtualizada en la que vive.
P. ¿En el contexto actual, donde algunos políticos buscan una «guerra cultural», ¿qué has descubierto, personalmente, al explorar este tipo de mensajes de manera artística?
R. Nos encontramos a grandes rasgos en una sociedad polarizada a todos los niveles, o estás conmigo o contra mí, la equidistancia no está permitida. Ésta división siempre ha existido, pero en la era de la digitalización, todo se ha magnificado.
Los partidos viejos han quedado obsoletos con sus corruptelas y sus consignas manidas que han generado un hastío en los ciudadanos y los partidos nuevos están aprovechando ese descontento para pescar en aguas revueltas. La máxima por las que se rigen es la de conseguir votos, y al menguar las opciones de alcanzar el poder, hay que realizar todo tipo de prácticas necesarias, incluso mentir.
Todos mienten, o al menos no te dicen nunca toda la verdad, es indiferente el color de su chaqueta, lo importante es tu voto. Lo hacen creando nuevos conceptos en lugar de llamar a las cosas por su nombre. No digan crisis, digan desaceleración económica. En ese aspecto hay que reconocer su capacidad creativa.
P. Los carteles, así como los memes escritos, presuponen realidades, llegan a legitimar opiniones o poner ideas en entredicho con una formulación muy básica que escapa a la argumentación. ¿Por qué crees que esto ocurre? ¿Es posible que la mera estética les otorgue cierta autoridad? ¿Qué ingredientes ves involucrados en este proceso?
R. El impacto de la imagen siempre está por encima de la palabra, ya que cualquiera puede entender una imagen sin gran esfuerzo intelectual, lo que se denomina un atajo cognitivo. Además, la imagen apela más al plano emocional que al racional, por lo que es persuasivamente más eficaz. Una imagen dice más que mil palabras.
La gente cree lo que quiere creer, las facilidades que aportan un cartel o un meme son lo que los hace atractivos. Una imagen, un texto directo y si lo dice Internet, tiene que ser verdad. Es en ese punto donde el espectador debe indagar y contrastar en esa «realidad» que ha llegado a su smartphone, para sacar conclusiones más cercanas a la objetividad.
Somos una sociedad mediática y este tipo de prácticas utilizan estrategias persuasivas donde se atacan a ciertas emociones como el poder o el miedo y contienen promesas donde se construyen mitos y relatos para generar credibilidad.
Puedes ver otros carteles de NWO Corp System en su página web.