Entre la precariedad y el exceso

Begoña R. Orbezua Por Begoña R. Orbezua
7 Min lectura
La novela ‘Noche y océano’ ha sido galardonada con el Premio Biblioteca Breve 2020

Creo que es en Fragmentos de un discurso amoroso donde Barthes explica que el discurso de la ausencia es tradicionalmente femenino, pues la mujer se queda y espera. Teje y canta, y ello suena muy antiguo, muy trasnochado, pero ya lo ven: mujer excesivamente alfabetizada canta al tipo que se largó, mujer tan leída y tan boba.

 

Y ésta bien podría ser la sinopsis de Noche y océano, el último Premio Biblioteca Breve, el 62º galardón concedido por la editorial Seix Barral y dotado este año con 30.000 euros.

El título, como la propia autora ha comentado en alguna entrevista, tomado de Volverás a Región, de Juan Benet, se ha erigido en ganador entre un número nada desdeñable de 936 novelas.

Noche y océano es, ante todo, una novela ambiciosa que trata de forma sorprendente temas diversos como la mercantilización de la cultura, la educación y el ambiente académico, el amor y el placer, o el concepto actual de turismo.

El jurado, conformado por Lola Larumbe, Fernando León de Aranoa, Clara Usón, Pere Gimferrer y Elena Ramírez, destacó la energía expresiva y la seguridad que desprende la novela y que resultan inusuales e inesperadas en una opera prima. Aunque no es lo primero publicado por Raquel Taranilla, quien en 2015 publicó Mi cuerpo también (Los Libros del Lince), un libro de carácter autobiográfico en el que contaba su experiencia como enferma y superviviente de un cáncer. No se trata de un libro de autoayuda ni de una novela, es una propuesta singular, difícil de clasificar, que se mueve entre el ensayo, la novela y la crónica, que no cae en el sentimentalismo ni en el victimismo. Raquel Taranilla reflexiona sobre la enfermedad y el cuerpo, de forma intimista, apoyándose en escritores y pensadores como Sylvia Plath, Michel Foucault, Susan Sontag, Vasili Grossman o Eugenio Trías. De nuevo, Taranilla ha escrito un texto testimonial, en este caso en la línea que critica la precariedad y el vacío del mundo académico y cultural.

Sin una trama al uso, Noche y océano se sustenta sobre un pilar sólido que es la voz narradora en primera persona de la protagonista, Beatriz Silva. Es una cultísima profesora universitaria a punto de cumplir los 32 años, doctora en Sociología, quien vive en Barcelona, en una enorme casa destartalada, pero barata y llena de encanto y soledad, perfecta para una mujer muy poco sociable como ella, que comparte con un pez cebra llamado Omega.

En el punto de partida de la novela, probablemente mucho más atractivo e interesante que el resto del libro, la protagonista lee en la prensa una noticia que llama su atención. Utiliza aquí Raquel Taranilla un hecho real acontecido el 15 de julio de 2015 en Berlín, cuando la tumba del cineasta alemán Friedrich Wilhelm Murnau, director de obras cumbres del expresionismo como Nosferatu, Amanecer y Tabú, fue profanada y su cráneo robado. El hallazgo de manchas de cera en el lugar y otra serie de indicios hicieron sospechar que el asalto estaba relacionado con algún tipo de ceremonia esotérica. Bea Silva cree saber al instante quién es el autor del robo, J. B. Quirós, un buen amigo de la propietaria del caserón, eventual compañero de casa, ocupante de la planta superior y que vive inmerso en una investigación sobre F. W. Murnau.

Taranilla, nacida en Barcelona en 1981 y profesora de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, ha creado una Bea que funciona como reflejo de una generación sobreformada y desencantada con la vida y el ambiente académico, con unas condiciones laborales que rozan la esclavitud, es decir, su propia generación. Es patológicamente culta y tiene trabajo como profesora auxiliar, pero a sus 32 años nada de esto le proporciona la seguridad en sí misma que necesita para hacer frente a la vida.

La aparición de Quirós va a acelerar su locura y verborrea, la voz se va a ir ensortijando hasta desbocarse en un torrente hastiado y desbordante de ironía y oralidad, al provocar en la joven profesora unos sentimientos hacia el visitante, sentimientos amorosos que hacen que también ella se vuelque en la investigación que él lleva a cabo, como espejo inconsciente de su amor, y tornará la novela en una carta abierta al amado que no escucha ni corresponde (¿será que sólo desde el abandono sobresaliente puedo contarles lo que sé de Quirós, con el desgarro de una copla de mujer que ha perdido a su amante?).

Es también, a pesar de la oralidad, un texto plagado de infinitas referencias y notas a pie de página, al más puro estilo de una tesis universitaria, que exige al lector compartir las referencias culturales para seguirle el ritmo. Es justo reconocer que dichas referencias y notas a pie de página no son gratuitas, y que el texto es un magnífico ejercicio paródico de intertextualidad y de crítica, así como que la voz está brillantemente construida, pero lo cierto es que la novela resulta larga, tediosa y aburrida en más de una ocasión, y probablemente las risas que arranca no son suficientes ni en número ni en intensidad.

La novela acaba por parecer más un ejercicio de intelectualidad, con un estilo impecable, pero que se hace muy difícil de disfrutar a pesar de las altas expectativas que generan las primeras páginas. Lo que es innegable es que Raquel Taranilla no teme en absoluto al exceso y Noche y océano, con la friolera de 417 páginas, acaba por parecer eso, excesiva.

 

Raquel Taranilla, Noche y océano, Seix Barral, 2020. 417 páginas. 20,90€

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Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es profesora de Literatura, dinamiza clubes de lectura y talleres de escritura.