Juan Soto Ivars gana el Premio de Ensayo Jovellanos: ¿y qué?

Danielle Cruz Por Danielle Cruz
11 Min lectura
La premiación busca huir de la irrelevancia con la publicación del influenciador reaccionario

La polémica persigue al escritor murciano Juan Soto Ivars (Águilas, 1985) porque la polémica en sí misma le encanta. Acaba de ganar el Premio de Ensayo Jovellanos con La trinchera de las letras. Pero hace nada, el 13 de febrero, se quejaba de las finalistas del VIII Premios Ribera del Duero. Que eran todas mujeres. Que “de retórica feminista van sobrados”.

Después de Arden las redes y Un abuelo rojo y otro abuelo facha, entre otros, el autor sigue incendiando todo aquello que osa cuestionar sus privilegios. Esta vez, lo hace con “un tono conciliador”. Esto según sus fantásticos editores.

Todo indica que Premio de Ensayo Jovellanos –de 9.000 euros de dotación y que ya ha galardonado escritores de la talla de Adela Cortina, Manuel Cruz y John Searle– busca evitar la irrelevancia apostando por autores con seguimientos más reaccionarios y estridentes, como Juan Soto Ivars.

No es por falta de investigadores en España y en el mundo. Irónicamente, quiénes consumimos información de calidad, producida por gente cualificada, tenemos otros hábitos más allá de consultar redes sociales. Uno de ellos es comprar libros.

 

Todo indica que el Premio de Ensayo Jovellanos busca evitar la irrelevancia apostando por autores con seguimientos más reaccionarios y estridentes, como Juan Soto Ivars.

 

Con la palabra, Juan Soto Ivars y sus editores

 

No tenemos la cubierta, ni el libro ha sido publicado, así que tendríamos que fiarnos de la palabra del sello, si no fuese una auténtica gilipollez. Dice que el libro ha sido escrito “con brillantez e ingenio, que plantea temas relevantes como el imperio de lo políticamente correcto”.

No sabía que éramos parte de un “imperio de lo políticamente correcto”, ¡qué bien! Me sentiría, de verdad, muy aliviada si no fuese una tontería de expresión. Diseñada para pintar una realidad inexistente, con el objetivo de perseguir y eludir la importancia de los discursos quienes sí buscamos justicia social.

Resulta que la retórica manipuladora es peligrosa y eso Juan Soto Ivars lo sabe. No es casualidad que, pese a ser un garantía constitucional, el autor abogue por la libertad de expresión, transitando por sus límites, aunque nadie, nunca, le haya impedido hablar. Pasa a menudo con los extremistas, que defienden “el derecho” a insultar a los demás.

Más interesante que la reseña editorial es la entrevista que el autor dio a La Opinión de Murcia. No tiene desperdicio. “Pensar hoy día es un acto polémico”, dice. El autor se olvida que pensar es un acto involuntario, que lo realiza cualquiera, así como emitir opiniones que es lo que hace él.

Y sigue: “el pensamiento, si es libre, te lleva a conclusiones que muchas veces van a chocar con un dogma de otros”. Él piensa, los demás tienen dogmas. Otra barbaridad. ¿Cuántos árboles se van a cargar para publicar ese libro?

Además, dejemos los dogmas para la religión, pues la ciencia ya se encarga de derrumbar los suyos periódicamente. No obstante, la cosa empeora y desde su inocencia de opinador Juan Soto Ivars se pregunta: “por qué se politiza todo”. Le contesto: porque vivimos en sociedad. Falta que digan que su libro ni es ideológico ni es político.

 

No es casualidad que, pese a ser un derecho constitucional, el autor abogue por la libertad de expresión, transitando por sus límites, aunque nadie, nunca, le haya impedido hablar.

 

Un debate (obviamente) distorsionado

 

Juan Soto Ivars cuenta en su web que en la Universidad se matriculó más que frecuentó. Hizo su carrera como escritor y columnista. Quizás por eso, en su discurso, los términos técnicos flojeen hasta la contradicción.

Por ejemplo, en su entrevista a La Opinión de Murcia, dice: “la guerra cultural es una interferencia del conocimiento”. Suena a Habermas pero no lo es, porque no sabe lo que dice. Además, una persona que habla de conocimiento debería validarse en el ámbito académico y enunciar sus fuentes.

Pero enfatiza: “Jovellanos es uno de los ilustrados españoles… Por eso en este ensayo intento echar una mirada ilustrada racional, sobre estas pasiones fanáticas que mueven las guerras culturales”. Él, desde el “opinódromo”, tiene “la razón” de su parte, lo demás, son pasiones fanáticas. No hay quién te entienda, Juan.

La “mirada ilustrada racional” es ideológica por definición y un paradigma superado. Y lo que vino después, de los siglos XVIII al XIX, ha sido una pugna entre las ciencias sociales contra el positivismo.

Además, de ahí surgieron la ideología como concepto, el marxismo, la subsecuente teoría crítica, etc. Sin olvidar que eran las últimas décadas de la esclavitud. En nuestros días, este un debate histórico interesantísimo sobre los cambios de paradigmas filosóficos y científicos, sin dudas.

 

La “mirada ilustrada racional” es ideológica por definición y un paradigma superado. Y lo que vino después, de los siglos XVIII al XIX, ha sido una pugna entre las ciencias sociales contra el positivismo.

 

Una (buena) definición de la ideología

 

El concepto de ideología, apareció por primera vez en el seno de la Revolución Francesa, en la obra de Antoine Destutt, a principios del siglo XIX. Posteriormente, ganó tracción con Marx y Engels, en La ideología alemana (1845).

En su crítica al pensamiento hegeliano, Marx sostuvo que esa ideología ocultaba intereses de clase. La definía como un “sueño”, sin ataduras con la realidad. En la época, caía el Antiguo Régimen, donde la explotación laboral estaba a la orden del día.

Habermas tocó el concepto ideología en múltiples ocasiones. Desde la La lógica de las ciencias sociales (1967), hasta su pleno desarrollo, como en El discurso filosófico de la modernidad (1985), en el que situó la ideología en el corazón de la Ilustración.

Donde más profundizó fue en La teoría de la acción comunicativa (1981). Aquí, Habermas definió la ideología como una distorsión sistemática de la comunicación. Esta distorsión, fruto de una acción comunicativa estratégica, está orientada al engaño, a la justificación del poder y la obtención de ventajas.

 

Los discursos por justicia social, que comprenden las políticas antirracistas, feministas y LGTBQIA+, convergen en una idea: acabar con la explotación laboral.

 

La justicia social no es un capricho, lo suyo sí lo es

 

Siguiendo esta lógica, los discursos por justicia social, que comprenden las políticas antirracistas, feministas y LGTBQIA+, convergen en una idea: acabar con la explotación laboral. Romper con una ideología de violencia vigente durante siglos. Explotación y violencia, de hecho, muy objetivas.

Además, guerra cultural es una expresión de la extrema-derecha que se dedica a rebatir estas manifestaciones legítimas y monopolizar el debate con noticias falsas.

Igualmente, la comunicación sistemáticamente distorsionada –es decir, la violencia física y verbal, subyacente a estos prejuicios– trata de justificar esa explotación laboral y violencia históricas. Busca el mantenimiento de ese status quo.

Todo tiene su origen. El machismo y el racismo de hoy son la asimilación de antiguas políticas de esclavitud. Son violencias que están arraigadas y justificadas, hasta nuestros días, en nuestro comportamiento y lenguaje. Acabar con ellas es una cuestión de ética y convivencia.

Se puede concluir que las políticas sociales y de reparación histórica solo son una desventaja solo para los que oprimen, los que explotan y los que esclavizan. Para los sádicos, los que pierden dinero y algunos políticos.

Por tanto, la evidente falta de madurez y de objetividad del autor, hace que se espere de este ensayo muy poco o nada. Un montón de opiniones apiladas y desconexas. Posiblemente desinformadas. Pues ya de entrada se presenta de manera poco auto-consciente, con palabras vacías, extremistas e incluso contradictorias.

Sin embargo, como se percibe, hasta para Juan Soto Ivars los discursos de justicia social son todo ventajas, ha hecho de su crítica una profesión. Resta saber quiénes se benefician del suyo.

 

Sigue leyendo sobre el concepto de ideología:

Habermas, J. (2008). El discurso filosófico de la modernidad. Katz Editores.

Habermas, J. (2023). Teoría de la acción comunicativa i. racionalidad de la acción y racionalización social. (ii). crítica de la razón funcionalista. Trotta Editorial.

Marx, K., Engels, F., Sanjuán, C. (2021). La ideología alemana: antología. Alianza Editorial.

Weber, M. (2012). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Fondo de Cultura Económica.

Zikek, S. et al. (2003). Ideología: un mapa de la cuestión (1a ed. en español). Fondo de Cultura Económica.

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Es editora de elemmental. Doctoranda en Comunicación. Estudió Edición y Filosofía. Amante del arte y los nuevos medios. Estuvo antes en el Cultura/s del diario La Vanguardia.