Elisa Terroba: “Los soportes que almacenan y distribuyen nuestra memoria han cambiado”

Danielle Cruz Por Danielle Cruz
12 Min lectura
Hablamos con la artista multidisciplinaria Elisa Terroba. Su exposición ‘Sedimentos’ puede verse actualmente en la galería madrileña La Gran

No son pocas las personas que han augurado la muerte del libro tras el éxito de los e-books. Como si este producto, uno de los más significativos de nuestra cultura, no hubiese adoptado múltiples formatos a lo largo de la historia. De pergaminos, enormes y carísimos libros hechos en cuero, hasta el papel y los audiolibros.

Ante esta versatilidad, Elisa Terroba (Málaga, 1986) explora la transición de los libros a los soportes digitales. A través de esculturas, pinturas e instalaciones, sus libros elegidos cuidadosamente narran más allá de su contenido.

Situándolos en las transformaciones de las últimas dos décadas, la artista pone de manifiesto la fragilidad de los nuevos soportes y la “erosión” del formato en papel, resultando en los “sedimentos”. Estos sedimentos hacen referencia a soportes y memorias desgastadas que, sin embargo, siguen vigente.

Sedimentos, su primera muestra individual en la galería madrileña La Gran, podrá verse hasta mediados de julio. Elisa Terroba nos habla de la exposición y también su proceso creativo.

 

 

Elisa Terroba, Piedras, 2014-2022. Libro de artista. Técnica mixta/Libros intervenidos. Medidas variables. Cortesía de la artista y galería La Gran

 

 

P. ¿Qué te ha llevado a trabajar con los libros?

R. El libro es una herramienta. A mí me gusta llamarlo artefacto, singular por ser el soporte en el que desde hace siglos depositamos nuestra memoria y gran parte de los imaginarios colectivos.

Sin embargo, desde hace al menos dos décadas vemos con claridad el cambio de paradigma en cuanto a soportes. Me interesa el desplazamiento que ha sobrevenido al libro tras la irrupción de la vida digital. Esta ingente y permanente mutación es la que me lleva a trabajar con el libro como material para suscitar ficciones visuales.

 

 

Elisa Terroba - Sedimentos
Elisa Terroba, Pilar, 2022. Enciclopedias, diccionarios y atlas seccionados y apilados. Varillas de acero y planchas de aluminio. Cortesía de la artista y galería La Gran

 

 

P. ¿Cómo eliges el libro que se va a convertir en obra de arte?

R. Es el libro el que me elige a mí. No, es broma. Aunque todo mi trabajo de cierta forma habla sobre el libro en sí mismo, dependiendo de la obra y qué me interesa narrar concretamente, busco el libro que mejor se adapte tanto por temática y contenido, como por sus cualidades físicas.

Por ejemplo, en la obra Piedras escojo la colección completa de la Biblioteca Básica Salvat RTV por ser una serie de libros bastante popular y habitual en muchos hogares, por lo tanto es reconocible. Eso hace que la gente empatice. De esta forma estoy hablando de la erosión del soporte libro desde lo cotidiano.

Sin embargo en la obra Boom, una serie de bombas aéreas, el libro escogido tiene más que ver con sus cualidades físicas, permitiéndome así crear la forma de un modo más armónico. Esta pieza contiene libros en distintos idiomas y contenidos porque conceptualmente parto de la idea de que cualquier libro es un arma. Concretamente por la carga simbólica del libro como objeto. Este funciona como sinécdoque representando la cultura como armamento frente a la barbarie.

 

 

Elisa Terroba - Sedimentos
Elisa Terroba, La Isla, 2021. Cristal atravesado por libro, base de piedra. Cortesía de la artista y galería La Gran

 

 

P. El libro parece un material de trabajo versátil. Vas con ellos de la escultura a la pintura. ¿Qué medio te gusta más expresarte?

R. En mi trabajo no pienso en términos de técnicas o medios sino en conceptos, discursos o narraciones. El medio ha de ponerse al servicio de las ideas y potenciar todas las capas significantes de la obra.

Como en la serie Tapices, que son tejidos a partir de libros monográficos de periodos de la historia del arte. La extensión y el color dependen del tamaño del tomo y el cromatismo, generando las características propias de cada movimiento artístico del que versa cada libro.

En esta serie de piezas me interesa aludir a la ausencia de mujeres artistas en el discurso historicista de los libros de arte. Para ello me apropio de la técnica de tejer, una práctica ligada a la labor femenina. De este modo la técnica da contenido estético y conceptual. El resultado es una imagen píxel, como de interferencia, con patrones que recuerdan bordados tradicionales, el punto o la cestería.

 

 

Elisa Terroba - Sedimentos
Elisa Terroba, Arte y nuevas tecnologías, 2020. Tejido de ligamento de sarga. Cortesía de la artista

 

 

P. En tu exposición Sedimentos haces una metáfora visual de los libros como ideas que subyacen otras ideas, ¿es así?

R. La exposición es una metáfora en torno al sedimento cultural, abordado desde el libro como contenedor, símbolo y elemento que muestra el paso del tiempo, la huella y la memoria.

Los libros dan paso a creaciones que reflexionan sobre la complejidad que supone la transmutación permanente del soporte físico al digital. En la exposición encontramos una montaña de cantos erosionados que deja ver el peso de la memoria. Un pasado que sigue vivo aunque desgastado, un paso del tiempo físico, pero también alegórico.

Similar al planteado en la obra Pilar que recoge el conocimiento y sustenta la huella cultural en enciclopedias totémicas que han dejado de tener utilidad. Una huella también recogida en el archivo de colofones que se expone, donde visualizamos una cartografía espacio-temporal del oficio de hacer (imprimir) libros.

 

 

Vista de sala de la exposición Sedimentos. La Gran, Madrid.

 

 

P. Ahora mismo también tienes una exposición en la biblioteca de Conde Duque que está en la recta final. ¿Cómo has concebido Una casa que arde?

R. Una casa que arde nació de conversaciones con Yaiza González sobre la singularidad, la conservación e importancia de los fondos de la Biblioteca Histórica de Conde Duque.

Llegamos a la conclusión de que un diálogo entre algunos de mis trabajos junto con piezas del fondo de la biblioteca podrían poner en valor la memoria histórica desde el punto de vista de las bibliotecas, el mundo de los libros y por supuesto, el arte.

De esta forma, el arte contemporáneo hace de herramienta para visibilizar un espacio muy concreto, unas obras normalmente desconocidas y el trabajo de muchas personas encargadas de estos fondos. Pero sobre todo generar una visión crítica sobre la destrucción y manipulación de la memoria y la cultura a lo largo de la historia. Poniendo en relieve los memoricidios que se han hecho con las quemas de libros y la censura.

 

 

Elisa Terroba, Bestioles. Internet, 2022. Libro tallado. Cortesía de la artista y galería La Gran

 

 

P. ¿Es frágil nuestra memoria histórica?

R. Esta pregunta da para hacer varias tesis. Sí, es tremendamente frágil. Además, la memoria histórica siempre dependerá de quién cuenta el relato, quién accede a él y quién o qué lo conserva.

Por mucho que democraticemos el conocimiento e intentemos preservar la memoria histórica el discurso siempre estará cruzado de forma transversal por una cuestión de clase, raza y género. Citando a George Orwell en 1984: “El que controla el pasado controla el futuro; y el que controla el presente controla el pasado”.

Los soportes siempre han sido frágiles frente al tiempo. Por otro lado, hay que añadir a este hecho la acción humana, que en determinados momentos históricos los ha destruido y manipulado. Además, tenemos que tener presente que los soportes que almacenan, distribuyen y comunican nuestra memoria han cambiado, ubicándose de acuerdo a la digitalidad.

A pesar de parecer soportes más seguros son más frágiles, porque nos encontramos frente a dispositivos que deben codificar y decodificar una determinada información antes de visualizarla. De este modo, estos dispositivos están en una constante obsolescencia y renovación, generando problemas de compatibilidad.

También es una problemática la facilidad del hiperregistro, creando una falsa seguridad de archivo. Pensemos en las miles de fotografías que hacemos con los smartphone, imágenes que en la mayoría de los casos acaban por perderse. Sin olvidar lo perverso que es que todos estos flujos de datos pertenezcan a compañías privadas.

 

 

Vista de sala de la exposición Sedimentos. La Gran, Madrid.

 

 

P. ¿Cuáles son tus principales referentes en el arte?

R. Mis referentes van desde el dadaísmo, el letrismos de principios del siglo pasado y la poesía visual de los años 70. La visualización de datos en el arte generativo que se está produciendo actualmente, como los trabajos de Daniel Canogar y Ryoji Ikeda, pasando por el arte conceptual. Por ejemplo me gustan mucho las tablas numéricas de Hanne Darboven y el uso explícito del texto en los trabajos de Jenny Holzer.

También tengo predilección por estéticas del error, el glitch digital y el mítico ruido de los medios electrográficos. Y desde luego, para entender el libro es imprescindible revisar una y otra vez a Ulises Carrión.

 

 

Elisa Terroba - Sedimentos
Elisa Terroba, Sedimentos, 2019. Cortesía de la artista

 

 

P. ¿Cuáles son tus próximos planes?

R. Sacar adelante dos libros de artista que he dejado pausados mientras terminaba la producción de las obras que se muestran en la exposición Sedimentos.

 

‘Sedimentos’, de Elisa Terroba, podrá verse del 17 de marzo al 14 de julio en la galería La Gran de Madrid. Puedes ver otras obras de la artista en su perfil de Instagram.

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Es editora de elemmental. Doctoranda en Comunicación. Estudió Edición y Filosofía. Amante del arte y los nuevos medios. Estuvo antes en el Cultura/s del diario La Vanguardia.