Paolo Cirio: los ‘influencers’ y la economía de la atención

Danielle Cruz Por Danielle Cruz
11 Min lectura
En la serie ‘Attention’ el artista cuestiona el papel de la fotografía en la red, la publicidad y los influenciadores

Las obras de Paolo Cirio (Turín, 1979) son casi siempre polémicas. Desde robos de perfiles de Facebook, artículos de pago de grandes periódicos a filtraciones de identidades de empresas en paraísos fiscales, sus proyectos tienen como foco principal la sociedad y las diferentes prácticas que conforman nuestra vida política y digital.

Dentro del arte conceptual, el artista discute cuestiones éticas, estéticas, datos, algoritmos, privacidad, semiótica, entre otros temas. Sus métodos más frecuentes son el hacking, los documentales, páginas web, performances, apropiaciones e infográficos.

Cirio pone de manifiesto problemas de trasfondos ético-políticos importantes, como el papel de las grandes corporaciones en la manipulación y la vigilancia de los usuarios.

 

Paolo Cirio, Attention, 2019

 

Este es el caso de Sociality (2018), un buscador que reúne cerca de 20.000 patentes de empresas tecnológicas, en el que artista se dispone a «explotar las leyes de propiedad intelectual para monitorear y regular la peligrosa tecnología de la información».

A favor de una utilización más ética de la tecnología, su provocación artística propone una «prohibición democrática de invenciones socialmente dañinas que emplean tácticas psicológicas y perfiladoras a través de la inteligencia artificial, algoritmos, minería de datos, redes sociales, interfaces de usuarios y rastreamento».1

Las patentes en cuestión son de algoritmos, interfaces y plataformas online. En el buscador los usuarios pueden banir, marcar y sugerir otras patentes. El objetivo es generar consciencia, inspirar la regulación y la supervisión de tecnologías que nos afectan de manera radical aunque muy sutil.

Sociality, además de haber sido expuesto en la Bienal de Estrasburgo y en el MIT, también se ha materializado en un libro para colorear, con el objetivo de informar a través de una infinidad de gráficos sobre el estado de la cuestión de las formas de entretenimiento digitales.

 

Paolo Cirio, Sociality, 2018. Libro para colorear

 

No cabe duda que nuestro comportamiento está moldeado por los productos digitales que consumimos. Al mismo tiempo, Internet ha cambiado la manera como concebimos la publicidad y la fotografía. Ya casi todo lo que publicamos y la manera que utilizamos nuestros aparatos es un relato sobre nosotros mismos: nuestros gustos, nuestros estilos de vida y nuestros hábitos de consumo son objetos valiosos de análisis.

Toda esta marea de datos, rastreada por millares de cookies –y no solo por ellas– sirven para trazar un perfil de cada uno de nosotros a fin de enviarnos publicidad, predecir nuestras compras, influenciar nuestros votos, etc. La era de la explotación digital de la identidad parece imparable y todo lo que hacemos en Internet pone su granito de arena para su inferencia por parte de las grandes compañías.

 

Paolo Cirio, Sociality, 2018. Libro para colorear

 

Compartimos artículos, fotos, memes, cafés, gatos, chistes y el último libro que nos hemos comprado. Muchas veces hacemos todo eso sin tener en cuenta de que la línea entre lo espontáneo y la publicidad ha quedado prácticamente difuminada. Es lo que en marketing digital se denomina UGC (User Generated Content) que es, básicamente, publicidad gratuita generada por los propios usuarios: las fotos de los vasos de Starbucks, por ejemplo.

Salvo las excepciones donde un contenido es explícitamente destacado como publicidad, como sucede a menudo en el periodismo, lo que se concibe como anuncio en las redes sociales puede caer en un limbo ético y legal si no es propiamente clasificado.

De esto se trata Attention (2019), serie que Paolo Cirio presentó a finales de 2019 en la Nome Gallery en Berlín, en conjunto con Property (2019), trabajo que trata la dominancia de Getty en el control y la mercantilización de las imágenes en Internet, y Derivatives (2019) que refleja el arte y el valor de las imágenes como instrumentos financieros.

Con el análisis del lenguaje fotográfico de las imágenes publicitarias de los influencers, el artista busca discutir los límites de la publicidad y la presencia dominante de la economía de la atención en todo lo que hacemos en la red:

 

La publicidad se ha convertido en una performance social sofisticada. El lenguaje para buscar atención se mete en nuestra piel a través de la normalización de los comportamientos de proto-publicidad para escenificar la imagen del yo y convertirla en una economía. Los gestos privados se convirtieron en espectáculos públicos, manipulados para atraer, valorar y validar la imagen del yo, que luego se define a través de los atributos visuales del cuerpo y los objetos, en lugar del intelecto, el espíritu y sus experiencias.2

 

Lo que Cirio argumenta es que la publicidad tradicional tiene sus códigos éticos claramente regulados para proteger los derechos de los consumidores, pero esta regulación desaparece en los medios digitales.

Facebook, Youtube, Twitter, entre otras, no parecen hacer mucho caso este tipo de cuestiones, aunque ya hay progresos. Recordemos la reciente polémica de las influencers que recomendan medicamentos con prescripción médica y la decisión de Instagram de proibir a los influenciadores de promocionar vapeadores, tabaco y armas.

 

Paolo Cirio, Attention, @cameonistas, 2019. Nome Gallery, Berlín

 

Una de las imágenes que Paolo Cirio analiza es la discutida foto de Kim Kardashian promocionando una piruleta inhibidora de apetito. La foto sigue a día de hoy en su perfil aunque sin ningún texto.

La familiaridad de las redes sociales hace que la publicidad pase por manifestaciones espontáneas: una vez que lo público adopta la misma forma y cercanía de las situaciones privadas, afectos como la excitación, la envidia, la culpa o la creencia, utilizados para acaparar nuestra atención, empiezan a jugar en el ámbito de la complicidad, simulando valores tan codiciados por el marketing como es, por ejemplo, la autenticidad.

A través de recortes y zoom, el artista destaca los detalles visuales que tienen un papel esencial en la construcción de imaginarios marcados por la sexualización, la idealización del yo y el narcisismo. Este tipo de deconstrucción, según él, levanta interrogantes sobre los aspectos visuales arbitrarios en la mercantilización de nuestra atención y cómo se normalizan.

 

Paolo Cirio, Attention, @alina_tapilina, 2019. Nome Gallery, Berlín

 

En colaboración con la University of Maastricht, Cirio también ha creado la web Influencers-Watch.org para señalar a los influenciadores que tienen un comportamiento antiético en relación a la publicidad que producen.

La plataforma colaborativa tiene como objetivo dar una solución sencilla para la supervisión y moderación de promociones que muchas veces son ilegales en determinados casos, como los medicamentos, el tabaco y el alcohol.

Estas intervenciones no son novedad en su carrera. Paolo Cirio alcanzó la prensa internacional con Alessandro Ludovico y su polémico Face to Facebook en 2011. Allí se hicieron con 1 millón de perfiles de Facebook y con la ayuda de una inteligencia artificial catalogaron 250.000 perfiles según sus expresiones faciales. La idea era generar el debate en torno a la identidad personal explotada por la empresa y los datos personales que se hacen completamente públicos en la red.

 

Paolo Cirio, Face to Facebook, 2011

 

Otra de sus obras polémicas ha sido LoopHole4All (2013), una web dedicada a «democratizar» el negocio offshore y denunciar la corrupción legalizada de la evasión de impuesto a los paraísos fiscales.

Para hacerla, Paolo Cirio hackeó la Camara de Comércio de las Islas Caimán y filtró datos de 250.000 sociedades desconocidas y conocidas mundialmente. Enseguida, él registró una empresa en la City de Londres para emitir certificados con las identidades robadas pues una vez que la identidad de los dueños de estas empresas en las Islas es secreta y nadie las puede identificar, cualquiera puede negociar con ellas. El proyecto sigue online.

LoopHole4All ha sido premiado, alcanzó ampliamente la prensa internacional y hasta vendió 700 dólares en identidades de las compañías de las Islas Caimán, pero perdió todo el dinero puesto que PayPal le canceló el pago.

Al año siguiente lanzó Daily Paywall (2014), donde filtró 60.000 artículos de pago de publicaciones como el Wall Street Journal, Financial Times y The Economist. Hizo también una edición de 1000 ejemplares para ser distribuidos en Nueva York. La web ha sido cerrada por violación de privacidad, pero sus ideas reivindicativas siguen. En nombre del arte.

 

Puedes ver otras obras y textos de Paolo Cirio en su página web y su perfil de Instagram.

 

Enlaces y referencias:

LINDE. P., “‘Influencers’ nocivas para la salud”, El País, 9 de enero de 2020.

REUTERS, “Los ‘influencers’ no podrán promocionar cigarrillos electrónicos, tabaco ni armas en Instagram”, El Periódico, 19 de diciembre de 2019.

  1. Web Sociality.today
  2. CIRIO, P. (2019): Attention, theoretical text, paolocirio.net
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Es editora de elemmental. Doctoranda en Comunicación. Estudió Edición y Filosofía. Amante del arte y los nuevos medios. Estuvo antes en el Cultura/s del diario La Vanguardia.