Hablamos con la artista gaditana Marta Galindo sobre su carrera y su práctica artística
Es muy difícil reflexionar sobre el mundo en el que vivimos sin echar mano del humor. Diría más, sin hacer uso de la ironía no eres verdaderamente consciente de la broma cruel en la que habitamos.
Marta Galindo García (Cádiz, 1993) nos acerca a la realidad que nos asola de una manera incisiva a la par que sarcástica. Su trabajo teje una red de ideas ancladas en el mundo digital y la sociedad de consumo a través de diferentes técnicas como la pintura, la escultura o la intervención de objetos.
Su trabajo constituye una reflexión que, gracias a como se presenta, no deja indiferente a un espectador que asume las preguntas que la artista plantea mientras esboza una sonrisa. Es más: una artista del presente que hace de su obra un potente aliado para comprender lo que nos rodea.
Antes se decía que «la letra con sangre entra», pero Galindo es el ejemplo de como el ingenio y el humor son la mejor arma para constituir un discurso que de verdad llegue al público.
Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, completó sus estudios con una beca Erasmus en la Montfort University (UK) y un Máster en Investigación Artística y Creación en la Universidad Complutense de Madrid.
En 2020 fue finalista en el VII Premio a la Producción Artística Fundación Banco Santander. Igualmente, ha expuesto por gran parte del territorio español y también ha ejercido labores de comisariado en el proyecto Algo más alegre del que es cofundadora.
P. Tu trabajo está cargado de ironía, algunas piezas incluso funcionan en un plano totalmente surreal. ¿En qué medidas crees que el humor está patente en tu obra?
R. La ironía funciona 24/7 en mi vida y es una actitud que procuro aplicar a todo lo que hago y digo. La normalidad –o por lo menos hasta ahora– es muy protocolaria y burocrática. Por ello, deja muy poco espacio a lo distinto y creo que en ese territorio de lo diferente se activan lógicas muy interesantes a explorar. La ironía es una alternativa muy sugestiva y creativa, por eso intento que esté presente en mi trabajo.
P. Tus pinturas parecen unidad por una misma paleta cromática. ¿Existe alguna búsqueda emocional o simbólica en la elección de colores?
R. Considero que hay factores más importantes que cohesionan mi práctica, aunque probablemente el aspecto cromático participe de ello también. De hecho, el color tiene un potente poder de contextualización y, dependiendo del grado y la dirección de referencialidad del trabajo, puede virar hacia un sentido u otro que defina la intención. Por ello, procuro que esté en sintonía con el discurso de cada trabajo, indistintamente de que sea un color «feo» o «bonito».
P. También intervienes objetos como en tu pieza Cómo se pinta al óleo. ¿Qué te llevó a realizarla?
R. La intensidad y potencia de una idea depende mucho de su materialización. En mi caso, muchas de mis ideas adquieren una presencia más interesante esquivando el lienzo y, de hecho, me divierte mucho interactuar con objetos y todas sus connotaciones implícitas de sus usos no artísticos. Por ejemplo, hoy en día hay de todo en los bazares, Amazon o Aliexpress. Desde luego son una fuente de recursos para mi trabajo plástico. Cómo se pinta al óleo es un libro que estuvo durante mucho tiempo en la librería de casa de mis padres, en una sección donde están todos los libros de «cómo pintar/dibujar correctamente». Esa intervención obsesiva y saturada de marcadores es un gesto irónico sobre la norma, sobre la obra adecuada.
P. En muchas de tus pinturas también está patente la anatomía o ciertos dibujos científicos. ¿Qué te atrae de estas fuentes?
R. La relación entre el ser humano y el mundo médico-farmacológico me interesa mucho. Por ejemplo, el tipo de fármaco y sus niveles de consumo dan un diagnóstico bastante certero sobre el estado de la sociedad, sobre cómo el discurso médico afecta a nuestras formas de vida, abriendo muchos caminos de reflexión. También, la medicina es una ciencia que analiza nuestro interior y, paradójicamente, eso es algo bastante extraño a nosotros. Sobre todo, me interesa cómo construimos su imagen desde nuestra exterioridad. Por supuesto, también es una forma de tratar temas como la muerte o el miedo.
P. ¿En qué medida crees que han ayudado las redes sociales a dar a conocer tu trabajo?
R. Desde luego de una forma crucial. Hoy en día si eres artista tienes que ser multitarea: social media specialist, diseñadora gráfica, administrativa, técnica montadora y muchas cosas más como tener un segundo trabajo para vivir. En cuanto a las redes sociales, creo que son un arma de doble filo que hay que saber manejar de forma muy consciente, porque al fin y al cabo nos proyecta. Por ejemplo, para ser un poco más gráfica: [link].
P. ¿Qué es para ti la belleza y dónde crees que reside?
R. Es una pregunta muy rotunda y contundente, pero supongo que cada uno construye su ideal y por tanto reside en la mirada individual. Aunque también pienso que «lo bello» es una forma inestable en el tiempo y muy manipulable por el sistema a través de estereotipos.
P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?
R. Mi rutina es mantener una mirada artística y crítica constantemente. Por eso, procuro observar mi realidad y reflexionar sobre ello. También hay formas de predisponer esta ideación, por ejemplo, con búsquedas online –la otra realidad–. Después de haber estado trabajando durante bastante tiempo en mi propio dormitorio, creo que mi capacidad de adecuación es muy versátil, por lo que realmente mi único requisito para trabajar es el espacio. He aprendido a integrarme con el resto de las condiciones como el sonido, la luz, la temperatura, etc.
P. ¿A quiénes señalarías como tus principales referentes?
R. Los animales.
P. ¿Cómo ves el panorama artístico de tu generación?
R. Bastante complicado. Por lo general, podemos vivir dependientes de convocatorias de forma perenne con la presión psicológica que eso ejerce; o tener dos trabajos y la presión psicológica y física que eso ejerce. Ser artista se concibe en términos generales como una profesión, pero no funciona como tal en nuestro país. También pienso que hay que replantear los límites del término «artista emergente».
P. ¿Recuerdas qué exposición, de todas las que has visitado, te ha impactado más?
R. Revisando las exposiciones recientes que he visitado, destacaría la retrospectiva de David Wojnarowicz en el Reina Sofía. Me gustó mucho.
P. Si sólo pudieses comprar una obra de un artista coetáneo, ¿de quién sería?
R. Prime Minister Aznar de George W. Bush en una subasta benéfica como pujadora telefónica a través de mi agente.
P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
R. Estar dentro y conseguir méritos ajenos a motivos degradantes o sexistas. Gracias por la pregunta.
P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado artístico?
R. Mi relación con el mercado artístico es «a la española» o próximo a lo inexistente. Hace falta más mercado artístico nacional.
P. ¿Cómo te ha afectado la cuarentena? ¿Y a tu trabajo?
R. Negativamente. Perdí mi trabajo (para vivir) y me imposibilitó ir a mi estudio a trabajar. Aun así, he seguido trabajando en otros departamentos que no necesitan de un estudio. Por ejemplo, revisar mis textos, lecturas, realización de portfolios, investigación, mejorar mi web, hacer bocetos digitales… También buscar trabajo, claro. Desde luego, estos nuevos tiempos que vienen van a dar mucho que pensar y replantear.
P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. Justo entré en un nuevo estudio antes del confinamiento. Poder disponer ahora de un espacio dedicado exclusivamente a la producción artística me permite realizar piezas de procesos y almacenamientos más complejos, por no hablar de la libertad mental que ello proporciona. De hecho, ahora quiero explorar nuevas vías de trabajo instalativas en diálogo con el medio pictórico.
P. El mundo sin arte sería…
R.
Puedes ver otras obras de Marta Galindo en su página web y su perfil de Instagram.
