El artista nos habla de su carrera y su imaginario
No es solo cosa de poetas convertir palabras en arte. Jan Monclús (Lleida, 1987) realiza obras que beben del absurdo y, en muchas ellas, incluye textos que tienen un gran valor artístico ‘per se’.
Utiliza el humor como medio y mensaje, se nutre de juegos referenciales y ahonda en las nuevas prácticas de la pintura figurativa.
Haciendo del juego un estilo, sus pinturas tienen un alto contenido intelectual. El humor es una de las claves de su trabajo: su pintura figurativa cuenta muchas más cosas de las que se ven. El trabajo de Monclús «desmonta» a los espectadores y fija su mensaje a través de la sutileza de una particular manera de pensar.
Jan Monclús se licenció en Bellas Artes en la Universidad de Barcelona, donde también cursó en máster en Producción Artística. Ha expuesto tanto individual como colectivamente en muchas ciudades del territorio nacional, ha participado en residencias artísticas como Nau Estruch con Marc Vives y en ferias tan prestigiosas como Artesantander.
P. En muchas de tus obras hay referencias a dibujos animados como Los Simpson o a algunos personajes del universo Disney. ¿A qué se deben estos guiños?
R. Los cartoons y todo su imaginario son algo que está muy anclado a nuestra cultura visual. Sin embargo, en mi trabajo no hay ninguna intención de abordar este tema. La primera vez que pinté un Homer fue en una pintura de un volcán en la que no sabía cómo resolver el fuego. Acabé poniendo una cabeza de Homer a modo de tapón. A partir de ahí se convirtió en un elemento recursivo más a la hora de pintar, una muleta en la que apoyarme, como antes lo fueron las banderas y luego las salchichas.
En cuanto a Disney, solo usé la imagen de Pinnochio en la pintura A mystic lie, una pintura en la cual la nariz de Pinocho es el propio bastidor.
P. ¿Qué peso dirías que tienen los textos dentro de tus pinturas?
R. El texto siempre ha estado ahí. Cuando empecé a pintar nunca escribía en los cuadros, pero sí que le daba mucha importancia al título. El título lo es todo. Creo que la primera vez que pinté texto en un cuadro fue en una pintura titulada Actually, I don’t feel like painting anymore. A partir de ahí ha sido algo constante. Se ha convertido en un problema real, hay veces que solo pintaría textos. Me pasa algo muy curioso con el texto, para mí el texto es imagen y es pintura, cada vez me cuesta más pintar sin textos. Por otro lado, soy incapaz de escribir diarios o pensamientos en una libreta. Las pocas veces que lo he intentado me siento idiota y acabo escribiendo acerca de cómo ese bolígrafo en concreto me hace sentir al escribir, y como cambia mi caligrafía en función de si uso uno u otro.
P.¿Qué aporta lo absurdo a tu trabajo?
R. Preferiría preguntarme qué aporta mi trabajo a lo absurdo.
P. ¿Crees que hay algo más surreal que el presente en el que vivimos?
R. Bueno, creo que la situación siempre ha estado jodida. Ahora está jodida, pero con mascarilla. Son tiempos muy difíciles y a muchas personas nos ha afectado a todos los niveles. Lo único positivo que creo puede sacarse de todo esto es el reinventarse y el ser capaz de valorar todo aquello que es importante, que no es únicamente el arte.
P.¿Qué uso le das al error en tus trabajos? ¿Y a lo onírico?
R. De algún modo lo onírico siempre está ahí, pero nunca ha sido un campo desde el que me interese trabajar. Alguna vez he soñado que veo una pintura genial pero luego me despierto y no me acuerdo ni de los colores. Más allá de eso no le doy ninguna relevancia. El error me interesa en tanto que generador de nuevas realidades. Cuando algo sale mal en la pintura prefiero pensar qué puedo hacer con eso en lugar de volver a intentar lo que estaba haciendo. Aprovechar el error es economizar tiempo y energía.
P. ¿Existe alguna búsqueda emocional o simbólica en la elección de tu paleta de colores?
R. Diría que no pero seguro que sí.
P. ¿En qué medida crees que han ayudado las redes sociales a dar a conocer tu trabajo?
R. Al principio mucho. Casi diría que fue gracias a Instagram que pude conocer el trabajo de muchísima gente y que se conociera el mío también. Creo que son herramientas útiles para seguir de cerca y a vista de pájaro lo que otras están haciendo. De todos modos, últimamente me está dando más pereza y ando algo desconectado.
P. ¿Qué es para ti la belleza y dónde crees que reside?
R. Algo muy subjetivo y sin ánimo de sonar cursi supongo que está en todos lados. A mí personalmente me encanta mirar los cantos de las pinturas y disfruto mucho con ello ya que cada artista los trata de un modo único.
P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?
R. Ninguna. Llevo años intentando crear una, pero soy incapaz. Solo sé que me encantaría pintar por la mañana, pero casi siempre lo hago por la tarde. Siempre nos ponemos quisquillosos con temas de luz, gente, música etc. La mejor rutina y lo que de verdad me haría pintar tranquilo y relajado es la seguridad económica y no tener que preocuparme por los costes de los materiales. Todo lo demás son pequeñeces.
P. ¿A quiénes señalarías como tus principales referentes?
R. Siempre ha sido gente del contexto inmediato. En la pintura y en el modo de entenderla me influyó mucho el trabajo de Rasmus Nilausen. A partir de ahí hay muchas cosas que tomo como referencia y gran parte de ellas no son pintura.
P. ¿Cómo ves el panorama artístico de tu generación?
R. Como siempre, lleno de artistas. Tenemos la ventaja de las redes sociales, las nuevas tecnologías, etc. Y el lastre de haber pasado por dos crisis en un contexto que ya de por sí ha sido siempre precario.
P. ¿Recuerdas qué exposición, de todas las que has visitado, te ha impactado más?
R. La que más recuerdo es una retrospectiva de Gerard Richter en el Pompidou, estábamos aún en la uni. Fui con un amigo en avión, llegamos al museo y estaba cerrado. El chico de Coachsurfing que se suponía tenía que alojarnos nos dejó tirados. Fuimos en ropa de verano porque era finales de septiembre y en Barcelona nos asábamos, pero en París hacía mucho frío y terminamos durmiendo en una cabina de teléfonos. La expo estuvo guay, pudimos verla antes de irnos.
P. Si solo pudieses comprar una obra de un artista coetáneo, ¿de quién sería?
R. Cualquiera de Cristina Lama o de Juan Narowé.
P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
R. No creo que me corresponda a mí decirlo, pero supongo que la misma que para combatirlo en cualquier otro ámbito que no sea el arte. Trabajar por una paridad real, hacer autocrítica, denunciar y no callarse. A la hora de pensar en referentes hay que ser muy conscientes de en quién nos influye y del peso desigual que siempre ha tenido y sigue teniendo el género masculino. Supongo que es un buen punto por el que todos podemos empezar.
P. ¿En qué medida ha afectado la COVID-19 a tu trabajo?
R. En todo. Muy mal, muy mal. Vuelvo a lo que decía antes de reinventarse, que es lo único que nos queda.
P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado artístico?
R. Lo definiría un poco como esas personas con las que siempre cruzas miradas, pero con las que nunca acabas hablando.
P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. En instalarme en mi nuevo taller y sacar adelante dos expos, seguir pagando piso y taller y no morir en el intento.
P. El mundo sin arte sería…
R. El mundo sin arte sería el mundo sin arte.
Puedes ver más obras de Jan Monclús en su perfil de Instagram.