Fernández-Muro y los pájaros de la memoria

Begoña R. Orbezua Begoña R. Orbezua
9 Min Lectura
‘La cabeza pájaros’ es una novela autobiográfica en la que la narradora reconstruye la historia de cuatro generaciones de su familia y la tradicional Perfumería Inglesa de Madrid

El 31 de agosto de este catastrófico año, la editorial niños gratis*, que ya nos había hecho disfrutar con Transirak de Mr. Perfumme, publicaba en su Instagram lo siguiente:

«Cuando leímos el manuscrito de La cabeza a pájaros sabíamos que no podía ser uno de nuestros asteriscos ni por temática ni por extensión. Pero lo que había escrito Marta era una historia tan bonita que teníamos que publicarla. Por eso ideamos este «Fuera de colección», 339 páginas cosidas en tapa dura y con el diseño maravilloso de nuestros Paadín».

Y damos fe de que es cierto, que la primera novela de Marta Fernández-Muro es tan bonita y evocadora que bien merecía que se creara para ella esta nueva colección, impresa en papel ecológico, además, y con ese cuidadísimo diseño que caracteriza a niños gratis* y que hace de sus libros auténticas joyas.

Marta Fernández-Muro (nacida en Madrid en febrero de 1950) es mucho más conocida por su faceta como actriz. En su rostro muy famoso de la gran y pequeña pantalla española, su carrera comenzó a finales de la década de los setenta y desde entonces ha trabajado con importantes directores de cine, también da clases en la Escuela Central de Cine. Y La cabeza a pájaros no es su primera obra publicada, aunque sí su primera novela. Con anterioridad, Fernández-Muro había presentado ya al público dos interesantes libros de relatos, Niñas malas, en 2009, y Azogadas, en 2011. Ambas obras vieron la luz gracias a la editorial Huerga & Fierro.

La cabeza a pájaros es una novela de carácter autobiográfico en la que Marta, la narradora, asomada al balcón de su piso en Madrid, café con hielo y cigarro en mano, intenta recomponer su vida tras una ruptura amorosa, mientras reconstruye la historia de su familia.

La historia de cuatro generaciones que empieza cuando su bisabuelo materno, Sixto Romero, abandona su pueblo manchego y llega a Madrid, en la más absoluta miseria, en 1867. Conseguirá un empleo como chico para todo en una droguería en la Carrera de San Jerónimo y, con el tiempo y gran esfuerzo, fundará la elegante y exclusiva Perfumería Inglesa de Madrid.

La escritora avisa a sus lectores desde el principio de que están ante una novela que «no pretende reflejar la realidad», que «no se ajusta siempre a la verdad, pues está escrita con lo que mi memoria ha guardado y transformado».

A través de este relato construido con recuerdos y reflexiones, que no es una crónica ni una novela histórica ni una (auto)biografía, Fernández-Muro nos hace partícipes de las andanzas de una cantidad considerable de personajes, entre principales y secundarios, que acompañaron a la narradora en su infancia y que la acompañan de nuevo ahora en su fuga del mundo real, en su vuelta a Madrid, la ciudad que un día fue su hogar.

La propia autora ha comentado en alguna entrevista que siempre le había chocado cómo eran sus familiares, cómo actuaban, dice que le parecían personajes muy peculiares, y así nos los ha presentado. Al menos, los pertenecientes a la familia aparecen recogidos en un árbol genealógico que se despliega en el reverso de la fajita que acompaña al libro, detalle que se agradece. Por una vez las fajitas resultan útiles.

 

«Y sin hacer otra cosa que escuchar, en mis oídos van entrando a raudales las historias de un pasado glorioso y excitante, lleno de distintos personajes con los que convivo como si aún siguiesen vivos a través de sus recuerdos. Y envuelta en sus palabras me evado del presente, al que detesto. Porque aborrezco la monotonía, la sobriedad de las costumbres…».

 

Acompañada de sus parientes y de las personas de servicio que trabajaban en casa, Marta Fernández-Muro ha tejido la historia del ascenso, y caída económica y social de su familia, que es a su vez la historia de la pequeña burguesía española, la burguesía comerciante, y de la ciudad de Madrid, a cuya transformación de pequeño pueblo en capital europea a lo largo del siglo XX asistimos.

Todo ello a través de las sucesivas generaciones de esta familia acomodada madrileña que nos llevará de veraneo a El Escorial, Biarritz o San Sebastián. Unas costumbres y un mundo totalmente desaparecidos hoy en día, que están ya desapareciendo en lo narrado, un mundo marcado por las diferencias de clase, y al que la memoria de Fernández-Muro rinde homenaje en esta novela llena de humor, nostalgia y belleza.

Y por todos estos estados y tonos va pasando la voz narradora, en la que perdura siempre el poso de tristeza ante el descubrimiento de «que yo solamente podía querer lo que no existía, y lo que era peor, que nada de lo que tuviese me bastaría hasta haberlo perdido».

Una voz que se duele de no haber sido capaz de hallar las palabras necesarias, algo que, no obstante, le ha llevado al final a encontrar su camino como traductora: «Si hubiera tenido las palabras no me habría costado tanto. Pero no tenía las palabras. Por eso, tal vez, acabé por traducir las de otros, por pulirlas, por recolocarlas, por formar un camino de sílabas ajenas por donde avanzo mejor que con las propias».

La cabeza a pájaros es una novela ideal para cerrar un año nefasto, Marta Fernández-Muro ha demostrado una magnífica destreza para tejer con una gran cantidad de hilos, para dar saltos en el tiempo sin perder en ningún momento el norte, para dotar a su texto de un montón de aspectos sensoriales que hacen al lector adentrarse en sus páginas como en un sueño, pudiendo no sólo ver y oír, sino oler y degustar: «…y recibe de labios de Sixto su primer beso de recién casada. Le sabe algo distinto a lo que esperaba. Un gusto a grasa y ajo, mezclado con el tinto áspero y con el resto de la colonia que le queda en la barba a su marido».

Fernández-Muro ha creado un mundo que nos resulta muy cercano y lejano al mismo tiempo, cuyos ecos literarios reconocemos, lleno de una melancolía por el ayer que más de un lector sentirá nacer dentro de sí, porque el que más el que menos, todos somos esa Marta: «Me separan de mi juventud muchísimos años, todos los que han ido pasando sin casi darme cuenta. Ahora soy consciente de los que me quedan, los calculo, los pienso. Ahora sé que son finitos, al contrario de cuando era joven, cuando no sabía qué hacer con ellos, cómo hacerlos transcurrir. Ahora sé que haga lo que haga, habrá un final. Puede cambiar el lugar y la forma, pero siempre habrá un final: el mismo».

Marta Fernández-Muro, La cabeza pájaros, 2020. niños gratis. 339 páginas. 24 €.

Te puede interesar:

Comparte este artículo
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es profesora de Literatura, dinamiza clubes de lectura y talleres de escritura.