Begoña Méndez y Nadal Suau: «Con ‘El matrimonio anarquista’ volvemos a decir ‘te quiero'»

María von Touceda Por María von Touceda
15 Min lectura
Los autores de ‘El matrimonio anarquista’, Begoña Méndez y Nadal Suau, nos hablan de su nuevo libro. Una reflexión sobre las uniones y la sociedad contemporánea

A veces no hay nada más certero que las contradicciones. Partiendo de un título que ya es contradicción en sí mismo, puesto que aúna una institución con su abolición, Begoña Méndez (Palma, 1976) y Nadal Suau (Palma, 1980) realizan juntos un manifiesto epistolar que recorre todos los recovecos de su matrimonio para ensalzar la libertad que significa estar unidos a través de este rito.

En el texto se entrelazan dos maneras de escribir que reflejan dos personalidades distintas, dos backgrounds diferentes pero que, sin embargo, han decidido construir algo tan hermoso que vale la pena defender con uñas y dientes en su libro.

‘El manifiesto anarquista’ habla del amor, por supuesto, pero también de economía, política, drogas, trastornos alimentarios, trabajo, pandemia, natación, tatuajes. Construyendo su relación como un paisaje de orografía complicada, pero, a su vez, plácido y amable.

Estas cartas son también un ejercicio a pecho descubierto, reflejando una sinceridad tal que, quizás, abrume al lector. Ahí radica la magia de este libro, puesto que desvelando los secretos más íntimos de esta relación se llega al quid de la cuestión de por qué han elegido casarse y por qué volverían a hacerlo.

 

 

El matrimonio anarquista es un ejercicio de sinceridad a pecho descubierto que quizás abrume al lector

 

 

Begoña Méndez es filóloga y lingüista. Másteres en Artes y Humanidades, es profesora y escribe en ‘El Cultural’ y en ‘Pliego Suelto’. Ha publicado el libro de collages y escritura semiautomática, ‘Una flor sin pupila y la mujer de nieve’ (Sloper, 2019), y el ensayo sobre diarios íntimos de mujer ‘Heridas abiertas’ (Wunderkammer, 2020).

Nadal Suau es doctor en literatura, profesor y crítico literario en ‘El Cultural’. Ha publicado los ensayos ‘Parapetos’ (Lleonard Muntaner, 2010), ‘Temporada alta’ (Sloper, 2019) y José Carlos Llop. ‘Una conversación’ (Editorial Elba, 2020, junto a Daniel Capó), además de la edición de ‘El aire de los libros’, de Cristóbal Serra (Fundación Santander, 2019).

Los dos trabajan juntos en una escuela para adultos y comparten sus vidas junto a tres gatos en la capital mallorquina.

‘El matrimonio anarquista’ está editado por Hurtado y Ortega y es una de las más potentes novedades literarias de esta temporada. Hablamos con Begoña Méndez y Nadal Suau sobre la construcción de este libro.

 

 

 

Begoña Méndez y Nadal Suau. Cortesía de los autores

 

 

 

P. El matrimonio es decir públicamente «te quiero». ¿Podría decirse que en este libro os volvéis a casar de nuevo?

R. Begoña Méndez: Es bonita la idea. No pensamos en escribir para «renovar votos», sino para preguntarnos por los vínculos afectivos que la institución matrimonial es capaz de vehicular hoy, más allá de la anécdota que somos nosotros dos. Tal vez es cierto que, sin buscarlo, con las cartas se ha reforzado de un modo brutal nuestra amistad.

Nadal Suau: Con El matrimonio anarquista volvemos a decir «te quiero», sí, pero también «pensemos este estado civil», «estilicémonos juntos en la escritura», «profundicemos en nuestras contradicciones», etc. Y, sobre todo, nos esforzamos en proyectar este diálogo íntimo hacia el lector. Eso sí, escribirse cartas tiene un punto ceremonial, y por ese lado tu comparación tiene bastante sentido.

 

 

 

«Con El matrimonio anarquista volvemos a decir “te quiero”, sí, pero también “pensemos este estado civil”, “estilicémonos juntos en la escritura”, “profundicemos en nuestras contradicciones”, etc.», dice Nadal Suau.

 

 

 

P. ¿Por qué os habéis decantado por el formato epistolar para construir El matrimonio anarquista?

R. Begoña: La epístola nos ha permitido ensayar las ideas que nos interesaban (matrimonio, anarquismo, monogamia, antinatalismo, etc.) a través de la conversación reposada, pero también ha abierto un espacio de intimidad. La carta es escritura anclada al transcurso del tiempo y, en ese sentido, nos ha dado, además, la posibilidad de narrar la cotidianidad y los entresijos de la vida matrimonial.

Nadal: Uno de los temas del libro es la escritura, el modo en que escribir condiciona nuestro pensamiento y la relación que mantenemos con el mundo, incluyendo las redes sociales y sus extrañas formas de socialización. Para ello, las cartas parecían un método doblemente adecuado: acentúan el contraste entre nuestros estilos y se contraponen a la urgencia digital. Aunque, bueno, tal vez una respuesta honesta sería que eso de escribirse cartas sonaba muy divertido. ¡Y lo ha sido!

 

 

 

«La carta es escritura anclada al transcurso del tiempo y, en ese sentido, nos ha dado, además, la posibilidad de narrar la cotidianidad y los entresijos de la vida matrimonial», señala Begoña Méndez.

 

 

 

P. ¿Habéis sentido en algún momento que os estabais «desnudando» demasiado?

R. Begoña: En absoluto. Para mí, literatura y cuerpo van unidos. No sé escribir desde otra idea que no sea la de «carne atravesada por la palabra». Además, voy profusamente tatuada y eso significa que no estoy nunca desnuda del todo. De todos modos, nuestro caso particular no es más que un motor que pone en funcionamiento una serie de preguntas en torno al matrimonio que nos sirven para pensar sobre el amor, el compromiso, el deseo y la escritura.

Nadal: No. En el camino al exhibicionismo hay una línea que no querría atravesar, y aquí no la alcanzamos. Como dice Begoña, lo que mostramos está al servicio de las ideas que queremos tratar. Además, ten en cuenta que un texto autobiográfico es texto tanto o más que autobiografía. Eso sí, me reí mucho cuando mi madre, tras leer el libro, me preguntó preocupadísima si yo tenía las mismas pulsiones respiratorio-eróticas que el difunto David Carradine…

 

 

 

«Para mí, literatura y cuerpo van unidos. No sé escribir desde otra idea que no sea la de “carne atravesada por la palabra”. Además, voy profusamente tatuada y eso significa que no estoy nunca desnuda del todo», dice Begoña.

 

 

 

P. ¿Qué referentes literarios tenéis cada uno para elaborar estas cartas?

R. Begoña: En las cartas emergen un montón de lecturas que de ningún modo tenía previsto usar, pero que aparecen de un modo natural porque están ahí, grabadas a fuego: Simone Weil, Judith Butler, Donna Haraway, Julia Kristeva, Anne Carson, Wislawa Szymborska

Nadal: La Carta a D. de André Gorz, y hasta cierto punto la Carta al padre de Kafka y la correspondencia entre Sollers y Kristeva. Luego, seguro que podrán rastrearse todos los referentes que me configuran sin ni siquiera darme cuenta, ¡y estoy muy orgulloso de citar a Stoya como la buena escritora que es! El título, como algunos lectores sospecharán, contiene una clave pessoana que se resuelve al final.

 

 

 

«En las cartas emergen un montón de lecturas que de ningún modo tenía previsto usar, pero que aparecen de un modo natural porque están ahí, grabadas a fuego: Simone Weil, Judith Butler, Donna Haraway, Julia Kristeva, Anne Carson, Wislawa Szymborska…», apunta Begoña.

 

 

 

P. En una sola frase, ¿cómo describiríais la prosa del otro?

R. Begoña: La literatura de Nadal es, a un tiempo, elegantísima y despiporrada, felizjuguetona y radicalmente responsable.

Nadal: La escritura de Begoña me da miedo y me reconforta. Todo lo quema y todo lo rescata.

 

 

 

«A veces, el libro muestra una dimensión narrativa que puede parecer deliberada, cuando no lo es», dice Nadal.

 

 

 

P. Vivís en la isla de Mallorca, ¿qué importancia tiene el mar en este relato?

R. Begoña: El Mediterráneo no es solo parte del paisaje, sino que, junto al trabajo, vertebra la organización de nuestro día a día: no podríamos vivir sin ir a nadar. En el libro, además, vehicula la reflexión sobre dos aspectos fundamentales: los roles de género en el matrimonio heterosexual y la economía doméstica.

Nadal: Pues una importancia no buscada y, sin embargo, esencial. Creo que nos proporciona un ritmo y un tono particulares. Y nos dio una metáfora, la de esas medusas rodeándonos en octubre, que cobró pleno sentido por puro azar durante el año de intercambio de cartas. A veces, el libro muestra una dimensión narrativa que puede parecer deliberada, cuando no lo es.

 

 

 

 

«¡A mí me cuesta horrores desprenderme de los efectos estupefacientes del amor romántico! Por eso, intenté contener mi prosa más que nunca, conducirla por un camino analítico», confiesa Nadal.

 

 

 

P. Begoña se posiciona en contra del amor romántico, pero ¿acaso este libro no relata el verdadero amor romántico en toda su pureza?

R. Begoña: Detesto los tópicos acerca de la fusión amorosa y aborrezco las estéticas del «Día de los enamorados», pero tal vez sí hay más romanticismo del que creo en nuestro matrimonio, un romanticismo pasado por el filtro del anarquismo, el salitre, las drogas, el vino, los pasteles y la actividad docente.

Nadal: ¡A mí me cuesta horrores desprenderme de los efectos estupefacientes del amor romántico! Por eso, intenté contener mi prosa más que nunca, conducirla por un camino analítico. Sin embargo, al final, asoma mi patita sentimental. De todos modos, creo que una de nuestras obligaciones contemporáneas es plantarle cara al cinismo, y eso no se consigue con el amor “romántico”, de acuerdo, pero sí con amor. Así que, volvamos a utilizar esa palabra sin recato y sin incumplirla, por favor.

 

 

 

«Con los tatuajes celebramos un rito amoroso, una ceremonia privada que deja marcas visibles y con el que nos inventamos la sacralidad de nuestra unión», dice Begoña. «Los tatuajes son marcas que hablan de lealtad y de una conciencia plena del paso del tiempo», añade Nadal.

 

 

 

P. ¿Qué valor simbólico tienen los tatuajes en vuestra relación y de qué manera queda plasmado en El matrimonio anarquista?

R. Begoña: Para que te hagas una idea, la portada del libro es el tatuaje que ambos compartimos y que el Bara nos grabó en la espalda (está todavía por terminar). Con los tatuajes celebramos un rito amoroso, una ceremonia privada que deja marcas visibles y con el que nos inventamos la sacralidad de nuestra unión.

Nadal: Los tatuajes han incorporado una dimensión ritual y otra comunitaria a nuestra vida como matrimonio. Nos han mantenido unidos en momentos difíciles, al mismo tiempo que nos llevaban a establecer amistades duraderas en el entorno de nuestro estudio de referencia, Carnivale. Los tatuajes son marcas que hablan de lealtad y de una conciencia plena del paso del tiempo.

 

 

 

Cubierta de ‘El matrimonio anarquista’, 2021, de Begoña Méndez y Nadal Suau. Ed. Hurtado y Ortega

 

 

 

P. Mucha gente piensa que el matrimonio aprisiona, pero vosotros lo presentáis como un ejercicio de libertad absoluta de la mano de un compañero/a. ¿Es ese el verdadero espíritu anarquista?

R. Begoña: Vivo y escribo el matrimonio como una institución libertaria porque lo concibo como un proyecto afectivo-político desde el que actuar en el mundo. No es el único lugar posible. Es el que yo he decidido porque me gusta desgarrar los sistemas desde dentro.

Nadal: ¡Es que hay muchos matrimonios que aprisionan, quién lo duda! ¡Y muchas soledades y poliamores también! Yo, que intento ser anarquista y seguramente me quede casi siempre en socialdemocratilla sin partido al que votar. Interpreto la anarquía como desconfianza sistemática ante el poder y las superestructuras, respeto inalienable a la libertad ajena, compromiso con el otro, aceptación del límite. Y así entiendo también nuestro matrimonio.

 

 

Begoña Méndez, Josep Maria Nadal Suau, El matrimonio anarquista, 2021. Hurtado y Ortega. 168 páginas. 17,10 €

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.