Esplendor Geométrico: «Nuestro mejor momento es ahora»

Javi Camino Por Javi Camino
14 Min lectura
Javi Camino entrevistó al grupo madrileño en su paso por Galicia

La primera vez que escuché Esplendor Geométrico fue en un club gótico de Berlín. Parece una frase sacada de un video de Pantomima Full pero ¡realmente fue así! Empezó a sonar ese extraño tema en español y me quedé con la letra. Al volver a casa busqué las palabras mágicas “Moscú está helado” y descubrí toda su larga historia. No puedo decir que me quedara al instante prendado de su discografía. Con Esplendor Geómetrico me pasa lo mismo que con Anal Cunt o Sunn 0))): me enamoran más por el salvajismo de su concepto que por cualquiera de sus discos.

Arispejal Astisaro, 2014

Diez años después de aquellas vacaciones en Alemania tenemos la gran suerte de poder verlos en Galicia gracias al Melona Fest. No solo eso, además han tenido el detalle de proyectar Geometría del Esplendor. Un pedazo documental de José Ramón da Cruz que funciona como el perfecto manual de iniciación en el universo de EG.

P. Arturo, viajemos en el tiempo hasta mucho antes que naciera Esplendor Geométrico y Aviador Dro. Estamos en el Madrid de los años 60-70 en el que creciste. ¿Qué música escuchabas antes de descubrir a grupos como los Sex Pistols o Devo?

Arturo Lanz: Nada. No escuchaba música. Mi hermano tenía discos y tal pero yo pasaba.

Saverio Evangelista: Marisol (risas).

P. En 1976 coincides en el instituto una serie de chavales (Servando Carballar, Manuel Guío, Alberto Flórez, Alejandro Sacristán, Andrés García) interesados en el mundo de la sci-fi y las vanguardias como el dadaísmo y el futurismo. Lo primero que hacéis es un fanzine llamado Expresión. ¿Qué tipo de colaboración hacías en este fanzine?

Arturo: Hacía textos. Unas cosas horribles. Nos inventamos una cosa que se llamaba “cosmicronismo”. Una especie de poesías absurdas. Ni si quiera poesías… No sé, era una gilipollez. Pero bueno, nos lo pasábamos bien.

P. También tuvisteis un grupo llamado Holoplástico.

Arturo: Eso era Aviador Dro con dos personas. Servando con los teclados y yo cantando. Era como Aviador Dro pero mucho más Suicide.

 

Esplendor Geométrico en el Melona Fest., 2018. Foto: Nahikari P. Arribas

 

P. En 1979 ya nace Aviador Dro. ¿Cuál consideras que fue tu gran aportación al grupo?

Arturo: Aporté la creación. Yo lo creé junto a Servando y yo fui quien puso el anuncio para encontrar a los otros miembros (Juan Carlos Sastre, Gabriel Riaza) porque Servando estaba mucho más centrado en otro grupo que se llamaba Álex y los Drugos que eran más rock. Bueno, eso y además yo le daba toda la movida en directo.

P. ¿Qué crees que aprendiste de tu paso por el grupo?

Arturo: Aprender no aprendí nada. Simplemente me lo pasé bien.

P. Durante la grabación del disco de Aviador Dro hay un conflicto por diferencias artísticas. Servando Carballar quiere hacer algo más melódico y vosotros buscabais algo más minimalista. Juan José Sastre, Gabriel Riaza y tú os marcháis y formáis Esplendor Geométrico. ¿EG nació ya como un grupo con una vocación claramente industrial?

Arturo: Empezamos como una mezcla. Los primeros temas eran más techno, un poquito más suaves. Una especie de Aviador Dro más minimalista. Pero a mi ya ni siquiera eso me hacía gracia y fue cuando ya empezamos en una línea más Throbbing Gristle.

P. ¿No era complicado llegar a descubrir a grupos como Throbbing Gristle en la España de aquellos años?

Arturo: Sí, era complicado. Los descubrí en un viaje que hice con Servando, antes de crear Aviador Dro, cuando teníamos unos quince años. Sus padres eran actores de teatro y tenían una compañía títeres, entonces me fui con ellos a una gira por Suiza. Allí empezamos a comprarnos discos. Encontramos varios discos de Throbbing Gristle, Cabaret Voltaire y los que empezaban en aquella época.

Mekano-Turbo, 1988

P. En vuestro primer concierto con EG hubo un extraño incidente con unos pollitos. Es curioso porque es una historia que siempre había escuchado como una leyenda urbana atribuida a Kiss.

Arturo: Eso fueron unos amigos punkis. Bueno, realmente eran sobre todo amigos de Juan Carlos Sastre. Y bueno, yo creo que realmente interpretaron mal lo que era Esplendor Geométrico y en el directo empezaron a lanzarnos pollitos. Y Juan Carlos por hacer la gracia empezó a apartarlos a patadas. Pobres pollitos, la verdad es que fue un poco absurdo el primer concierto. De hecho sirvió para que no nos dejaran volver a tocar en Madrid.

P. ¿Tan mala fue la reacción?

Arturo: Sí, pero no por los pollitos sino por la música. Era 1980 y un repertorio de lo más burro de Esplendor Geométrico. La gente se quedó alucinada, no comprendían nada.

P. En el documental de “Geometría del Esplandor” comparan tus performance sobre el escenario con los accionistas de Viena. ¿Tienes alguna influencia de este tipo?

Arturo: Nada. Yo esas cosas tan intelectuales nada.

P. Pero el nombre del grupo sí lo sacasteis de un poema de Marinetti! ¿Y cine? ¿Alguna influencia? ¿Qué tipo de películas os gustan?

Arturo: Me gusta mucho el cine. Me lo trago todo. Sobre todo el cine negro y las pelis de atracos.

P. ¿Sigues viviendo en Pekín?

Arturo: Ahora estoy en Shanghai. Llevo ya muchos años en China. Llegué en el 97 y hasta ahora.

P. ¿Y tienes familia allí? No sé si estás casado…

Arturo: Sí, sí. Estoy casado. Es la tercera ya. ¡Además es gallega! Sí, mi mujer es escritora. Ella sí que es lista. Se llama Lola Beccaria.

P. ¿Le gusta Esplendor Geométrico?

Arturo: Yo prefiero que no les guste. Con todas mis ex-mujeres ha pasado siempre.

P. ¿Consideras EG un grupo para escuchar los discos en casa o para vivirlo en directo?

Arturo: El directo es lo que hacemos cuando componemos. Es decir, el directo lo hago todas las noches en casa. No me pongo ningún disco mío en casa porque sería absurdo.

P. ¿Qué tipo de música escuchas para relajarte en casa?

Arturo: De todo. Ahora escucho mucha música de meditación, muy tranquila, como ruidos y eso. Pero Saverio es más conocedor de la música electrónica y tal. Yo no sabría decirte nombre de grupos ni nada. Talking Heads, Velvet Underground…muchas cosas.

Saverio: Me gusta Neil Young, algunas cosas antiguas. Me gusta mucho la banda sonora que ha hecho para “Dead Man” (Jim Jarmusch). Roy Orbison, que también recuerdo que le gustaba a Arturo. Luego mucha música electrónica, eso seguro. Pero también música clásica. Escucho de todo.

P. ¿Qué opinas de cosas que han salido en los últimos años como el trap?

Saverio: No, eso es una cosa que ya no… (risas). Tengo curiosidad por muchas cosas, y es muy bueno escuchar de todo, pero a tanto no llego (risas).

Desarrollos Geométricos, 2010-2011

P. “Moscú está helado” es vuestro tema más conocido. ¿Sois de esos músicos que odian sus propios hits?

Arturo: Es que yo ese tema no lo veo como Esplendor Geométrico. Es un tema del primer disco, el primero que hicimos. Cuando aún estábamos en Aviador Dro. Lo hicimos una vez que Servando Caballar se fue de vacaciones y Juan Carlos, Gabriel y yo nos quedamos en su casa a componer. Luego Servando llegó y el tema quedó allí parado. Y ya en verano nos separamos y acabó siendo la primera canción de Esplendor. Pero ni si quiera la tocamos en directo.

P. ¿Consideras que hay algún tipo de evolución musical desde los primeros disco hasta la actualidad?

Arturo: No, no. Cero. Lo único que cambian son los instrumentos. Al cambiar los instrumentos cambia un poco el sonido pero el concepto e incluso los temas, podrían ser un único tema de cuarenta años.

P. En el documental decías que el proyecto surgió un poco con el ánimo de epatar a la gente. ¿Sigue siendo ese el objetivo del grupo?

Arturo: No, ya no. No hubo nunca objetivo realmente. Disfrutar sin más.

P. ¿Cómo lograsteis que un grupo como Esplendor, que incluso era minoritario en Madrid, llegase a conocerse tanto fuera?

Arturo: Tampoco creas que se conocía tanto.

Saverio: Funcionaba mucho gracias al intercambio de discos y cassettes por correo postal. Eso lo llevaba Andrés Noarbe de Geometrik y Rotor. Siempre cuenta que solía llegar a casa de Arturo con cajas de correo de todas partes. En la época, por ejemplo en San Francisco, el primer vinilo se vendía. A lo mejor 100 copias pero sí que se vendía.

Arturo: En Japón y en Alemania también se vendía bastante.

P. ¿Tocasteis mucho por el extranjero?

Arturo: En los 80 tocamos en Burdeos, tocamos cerca de Amsterdam, en Italia… No, demasiado. En los 90 ya sí.

 

Esplendor Geométrico en el Melona Fest, 2018. Foto: Nahikari P. Arribas

 

P. ¿Cuál fue el mejor momento de EG?

Arturo: Ahora mismo. (risas) Ahora es el mejor momento porque es cuando más te conoce la gente, cuanto más tocamos fuera. El público ya está más acostumbrado. Cuando vas a un concierto a lo mejor ya hay 400 personas que para nosotros es increíble. (Risas) En los ochenta había 30 o 40. Ha cambiado todo muchísimo.

P. ¿Tuvisteis alguna vez alguna mala reacción por parte del público?

Arturo: Mmmm…

Saverio: Yo lo único en Nueva York me llegó una lata de cerveza.

Arturo: Ya, pero eso era de cachondeo.

Saverio: No era cachondeo porque Arturo se lanza tanto, se desmadra tanto, que luego la gente se siente autorizada a hacer cualquier cosa. Me llegó una lata de cerveza que rebotó en la pared de atrás y casi me estropea el ordenador y casi me muero en ese momento.

Arturo: Nah, no era de mal rollo, tío.

Saverio: Ya, no era mal rollo. Era la emoción, el desmadre…

Arturo: Es que el contexto se presta mucho a desmadrar. Es un descontrol total, hay una amalgama de cosas que crean un contexto muy especial. Todo depende del sitio, la gente…Pero nada, como mucho alguna vez nos trataron de energúmenos y poco más.

Saverio: Lo que sí se hacía en muchos locales, cuando ya era tarde y querían que la gente se marchara, pinchaban Esplendor Geométrico (risas).

Cinco horas más tarde Arturo está gritando sobre el escenario. Es un berrido largo y monótono, como un cantante mongol al que le han subido el pitch. Suda como un campeón de sauna mientras se autoasfixia con el cinturón que se acaba de sacar de los pantalones. Todo a la vez.

Saverio está atrás encaramado a las máquinas, concentrado en la pantalla del ordenador, como si el trance de su compañero no tuviera nada que ver con él. El ritmo se repite una y otra vez. Una y otra vez. El público mueve la cabeza al unísono, atrapada en el bucle de ruido.

Hay algo muy atávico y alienante en todo el conjunto. Es diferente a una rave. Es un ritual mucho más tosco y primitivo. Hay que apagar el cerebro y sentir la máquina. Dejarse llevar. Una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…

Así durante otros cuarenta años.

Compartir este artículo
Director de cine y periodista. Colaboró con Vice, Tentaciones, entre otras publicaciones. "Jacinto" es su nuevo largometraje.