Mico Rabuñal: «El arte es parte de nuestra existencia como seres humanos, es algo esencial como respirar»

María von Touceda Por María von Touceda
12 Min lectura
El artista nos habla de su trabajo escultórico y de su imaginario

Con una técnica trabajadísima, Mico Rabuñal (Arteixo, A Coruña, 1979) talla objetos de la cultura popular en piedra.

El artista se formó como técnico Superior en Artes Aplicadas a la Escultura en la Escuela de Arte e Superior de Diseño Pablo Picasso de A Coruña y continuó su formación como escultor en una empresa de cantería.

Con un trabajo que se encuadra dentro de Pop Art, su particular talla en piedra hace aún más especiales todos los productos y objetos que representa.

Mico Rabuñal ha sabido llevar a su terreno, con mucha maestría, un movimiento artístico popular donde los objetos son fácilmente reconocidos por un público que empatiza muy rápido con esas representaciones que forman parte de la infancia y del día a día de cualquier persona.

Su trabajo funciona como una alerta estética que pone en evidencia la importancia de los objetos de consumo que nos rodean y nuestra relación personal con ellos.

El artista ironiza con esta carga emocional y la hace eterna, a golpe de cincel, creando sensaciones táctiles que nada tienen que ver con la dureza de la piedra que trabaja.

 

 

 

Mico Rabuñal, Tótem Corte, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. El arte pop surgió como reacción al expresionismo abstracto, me pregunto si, en tu caso, la elección de este movimiento para tu trabajo también surgió como reacción a lo que fueron tus primeros encargos escultóricos como el Cruceiro de Morás o el busto de Pedro García, párroco de Oseiro.

R. Esos trabajos son encargos realizados mientras estaba empleado en una empresa que se dedicaba al sector de la cantería, ya que al salir de la Escuela de artes Pablo Picasso de A Coruña decidí aprender el oficio de la talla en piedra, por eso son obras dentro de un marco clásico y de oficio, pero, paralelamente a ese trabajo, fui desarrollando obra creativa que me ha llevado a este camino. Pienso que todo ha influido.

 

 

 

Mico Rabuñal, 2 Rombos, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. Frente a lo que muchos pueden pensar, el arte pop, aunque trabaje con elementos de la cultura popular y destile superficialidad, tiene una profunda carga crítica social. ¿Qué problemáticas planteas en tus obras?

R. Procuro no retratar el objeto sin más, solo por su estética, siempre doto a la obra de un discurso con un dialogo ensayado, desde una crítica socio-política hasta cualquier tipo de conductas humanas y con un toque de humor.

 

 

 

Mico Rabuñal, Aire, sin tí no soy nada, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. En tu trabajo permanecen vivos recuerdos de la infancia como las cintas de casete –aunque ahora han vuelto– y dulces típicos como Sugus y también la goma Nata de Milán que todos olíamos en el colegio. ¿A qué se debe esta nostalgia?

R. Me parece muy interesante llegar a esa parte del cerebro donde se encuentran las emociones y los recuerdos, es la fase más auténtica del ser humano y por definición la más sincera, por eso me atraen esos objetos o «cosas».

 

 

 

Mico Rabuñal, Milan Nata, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Por qué has elegido un material tan difícil como la piedra para tus obras?

R. Porque es el material que domino y con el que más cómodo me siento. He invertido mucho tiempo y sacrificio en aprender y desarrollar la técnica, es un oficio exigente en ese aspecto.

 

 

 

Mico Rabuñal, Bucle, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Sigues alguna rutina para ponerte a trabajar?

R. Trabajo en un alpendre de mi casa con un pequeño estudio, por lo tanto, si quisiese podría tallar en pijama. Lo cierto es que me levanto temprano, al amanecer, desayuno un tazón de café solo y a veces con alguna guarrada de bollería, y al rato ya estoy en el taller. Por lo general no puedo escuchar música porque con el ruido de las máquinas es imposible, pero en momentos de estudio con los bocetos y modelados siempre es buena hora para el rock’n’roll. La compañía en mi taller es siempre gatuna, al menos de una pandilla de entre 12 y 16 gatos repartidos por mis dominios (risas).

 

 

 

Mico Rabuñal, Olé tus huevos, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cuáles dirías que son los pros y los contras de labrar, nunca mejor dicho, tu carrera artística desde la periferia?

R. Los contras quizás sea la falta de contacto directo con la fuente de recursos artísticos, aunque, la verdad, yo vivo a tiro de piedra de A Coruña (ciudad) y no me resulta muy difícil conseguir materiales pero, algo que hoy lo conecta todo es la red e Internet. Por lo tanto, los contras se reducen, si bien lo que más condiciona es la lejanía de ciertas galerías y museos interesantes que suelen estar en otras ciudades como Madrid y Barcelona, y ya se sabe que esto es una esquinita en el mapa.

 

 

 

Mico Rabuñal, Brexit, 2017. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Recuerdas qué exposición, de todas las que has visitado, fue la que más te ha impactado?

R. Pues la verdad es que me suelo fascinar más con alguna obra pública más que con expos en espacios cerrados. Una escultura que me flipó y creo que lo tiene todo es el monumento al emigrante de Fernando García Branco, ubicada en Negreira (A Coruña). Creo que me pasé como una hora analizando, observando y estudiando esa obra.

 

 

 

Mico Rabuñal, MIERDA!!! JODER!!!, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿A quiénes consideras como tus principales referentes?

R. Por supuesto que por técnica y desarrollo artístico Miguel Ángel pero, como gallego soy, muy fan de la obra de Francisco Asorey. Me encanta también la obra de Mateo Hernández. Es una locura el nivel de acabados para la época en materiales tan duros como la piedra y siempre con la talla directa por delante. Hoy por hoy, la obra del artista que más ronda mi mente es la del noruego Gustav Vigeland. Artistas vivos que me gustan mucho Gehard Demetz, Gerard Mas, Samuel Salcedo, todo artistas figurativos. Leiro también desde hace unos años me ha cautivado después de ver una de sus expos en el espacio de La Fundación en Santiago de Compostela.

 

 

 

Mico Rabuñal, Forward or Reverse, 2019. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado del arte?

R. Compleja, las relaciones de mercado hoy en día funcionan mucho con un buen posicionamiento en redes y haciendo contactos y yo soy muy rata de taller y de acción. Digamos que el cliente suele venir a mí más que yo ir a buscarlo, pienso que es un error por mi parte, pero si estoy socializando no estoy creando. No sé, es la pescadilla que se muerde la cola, pero por lo general no me quejo.

 

 

 

Mico Rabuñal, La victoria de Gessler, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?

R. En mi círculo de amistades y colegas de oficio hay mujeres que desarrollan su trabajo, igual que cualquier hombre y en muchas ocasiones mejor y no creo que esto se deba a la exigencia social por ser mujer, sino más bien por su buen hacer. No entiendo que pueda haber machismo en general y menos en este mundo, es ridículo. Tal vez una buena estrategia sería más exposiciones colectivas equitativas y mayor proyección en lo individual por parte de los organismos competentes.

 

 

 

Mico Rabuñal, Conflicto. Detalle, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿Qué amas y qué odias del sistema que sostiene el arte contemporáneo español?

R. Amo la frescura y la libertad con que se crea, pero odio la viralización de lo mediocre, pienso que no todo vale. También hay mucho intruso snob. Pero lo peor son esos gurús del arte que solo comercian con lo mismo y los mismos y eso al final limita y deja en segundo plano a artistas buenísimos, que o no son comprendidos o simplemente no les interesan.

 

 

 

Mico Rabuñal, Sugar Pussy, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. Ahora mismo estoy en un proceso de estudio de figuración en pequeños pedazos de piedra caliza. No sé muy bien a donde me llevará, pero tengo un saco lleno de ideas al respecto que pienso pueden ser interesantes. Quizás haga convivir sujeto con objeto en futuras esculturas de gran tamaño.

 

 

 

Mico Rabuñal, Tótem Sugus, 2018. Cortesía del artista

 

 

 

P. Y, para finalizar, la vida sin arte sería…

R. Una vida por fotosíntesis. El arte forma parte de nuestra existencia como seres humanos, es algo esencial como respirar.

 

 

Puedes ver otros trabajos de Mico Rabuñal en su página web y en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.