Isabel Gutiérrez: «En cada cuadro vuelco lo más positivo que hay en mí»

María von Touceda Por María von Touceda
17 Min lectura
La artista, profesora y escritora nos habla de la evolución de su trabajo y las localidades que inspiran su última serie ‘El jardín de Lili’

Los paisajes, además de estar formados por una serie de elementos naturales, son también un conjunto de emociones que esos mismos motivos transmiten. Es por eso por lo que la visión que un artista tiene de la naturaleza no tiene porque ser fiel a la misma.

Isabel Gutiérrez (Madrid, 1955) es una pintora que hereda de Cézanne esta visión abstracta del paisaje y la hace suya a través de nuevas formas y un vivo cromatismo. Sus trabajos desprenden emociones alegres a un espectador que recorre estas visiones tan personales de la naturaleza.

La obra de Gutiérrez es un elaborado mapa sentimental de sus lugares favoritos: el jardín de su hermana, los paisajes de sus antepasados, una serie de sitios donde se recrea para transmitir en sus pinturas todas las emociones y sentimientos que afloran a través de la observación de la naturaleza.

Esta artista madrileña suele plasmar sus características visiones en óleo sobre madera, aunque también utiliza otras técnicas como la acuarela o los acrílicos.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, además de su carrera como artista visual, es profesora de Arte, autora de libros de Educación Plástica y guionista de vídeos sobre Artes Visuales.

Desde 1983, Isabel Gutiérrez trabaja en la creación plástica. Ha expuesto individual y colectivamente en gran parte del territorio nacional y participado en ferias nacionales como Art Madrid y JustMad, e internacionales como la feria de Montpellier, entre muchas otras. Hablamos con ella sobre la evolución de su trabajo, lugares donde se inspira y nuevos proyectos.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, Formas libres en el jardín, 2020. Óleo sobre tabla. 100 x 100 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. En tu pintura existe una evolución en las formas desde el cubismo a una abstracción más libre, ¿cuál es la razón de este cambio?

R. Desde las primeras manifestaciones cubistas, con Picasso, Braque y Juan Gris como introductores a principios de siglo XX, ha habido numerosas estéticas derivadas de esta forma de expresión. Y todas tienen unos objetivos similares: presentar el motivo desde distintos puntos de vista, crear una interrelación metafísica de tiempo-espacio, o combinar, por puros criterios compositivos, vistas de diferentes motivos y momentos. Y yo, como fiel seguidora del sentir de Cézanne, precursor del cubismo, apliqué su enseñanza y la de los demás maestros citados, para, precisamente, representar el movimiento, los saltos visuales con que observamos el espacio, o las distintas luces del día. El cubismo conduce de manera natural hacia la abstracción, un salto cualitativo que entronca en muchas ocasiones con el surrealismo. En este momento me encuentro atravesando este puente.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, Ahora voy, 2021. Óleo sobre tabla. 75 x150 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. En esta evolución también se podría hablar de la transformación en tu paleta de colores poco saturados, a unos colores muchos más vivos, ¿podría relacionarse esto con una transformación emocional paralela?

R. He podido comprobar que muchos pintores, con el paso del tiempo, aclaran su paleta y saturan sus colores. Debe haber, pues, alguna relación de esta evolución con la edad del artista. Quizás un deseo de que el mensaje sea más directo, sin muchos matices que ralenticen la comprensión de lo que se quiere transmitir. Ahora me emocionan las vibraciones visuales que se establecen cuando se yuxtapone, por ejemplo, un magenta con un amarillo oro, o un azul cobalto con un verde brillante. Y los contrastes de estos colores con pequeñas superficies de negros o blancos puros. La soledad que hemos tenido durante este último año también ha conseguido que, quizás por compensación emocional, se haya potenciado la viveza del color. Y he observado que no soy yo sola la que ha tenido esta evolución, también otros amigos pintores están en este mismo tránsito.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, Sonidos en el jardín, 2021. Óleo sobre tabla. 100 x 100 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué sentimientos crees que genera tu pintura más reciente?

R. Cada uno de nosotros percibe lo que vemos de manera diferente, pero es cierto que me llegan comentarios sobre mi obra y todos destacan la sensación de alegría, paz y vitalidad que emana de cada uno de mis cuadros. Me cuentan que sienten deseos de saltar dentro de mis paisajes y recorrerlos a modo de Alicia en el país de las maravillas, y también que, al verlos, inician más contentos el día. Otras personan hacen comentarios filosóficos muy acertados. Yo añadiría que en cada cuadro vuelco lo más positivo que hay en mí, los mejores deseos para que todo sea más bello al tiempo que profundo y enigmático. Entiendo cada cuadro como una bandera tibetana, que lleva escrita en su superficie una plegaria por el bien de la humanidad, y cuando al cabo del tiempo, estas telas-bandera se envejecen por efecto de la intemperie, se vuelven a reponer. Eso quiero hacer yo, con cada nuevo tema.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, La querencia entre las formas, 2021. Óleo sobre tabla. 100 x 100 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. Los paisajes de León y los jardines son temas muy recurrentes en tu obra, ¿por qué eliges estos motivos?

R. En la serie El Jardín de Lili, más reciente, me he inspirado en el jardín de mi hermana Lilia, en Inglaterra. Es por lo tanto un jardín de estilo inglés, con toques españoles, como un rincón lleno de maceteros con geranios al modo andaluz. En mis cuadros de este jardín, aparecen árboles, pájaros, flores, sombrillas y sillas, resueltos con un estilo figurativo, y contrapunteados con superficies más abstractas, lo que según mi parecer genera una interesante comunión entre las formas.

En 2000 visité por primera vez el pueblo de mis antepasados, en la montaña de León. Canseco forma un pequeño valle rodeado de montañas. Aunque toda mi vida había oído hablar de él, al conocerlo personalmente me cautivó su orografía y la belleza de sus formas, tanto que recuperé la parcela de la casa de mis bisabuelos, que conservo muy cuidada como un homenaje a ellos. Como está un poco apartada, ya casi metida en el bosque, me compré una casa más centrada dentro del pueblo y la fui ampliando para hacerme un estudio. Allí paso largos veranos intentando plasmar en mis cuadros de la serie Canseco algo de la grandeza de su paisaje.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, Sueños y aspidistras, 2020. Óleo sobre tabla. 130 x 65 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué técnicas utilizas para realizar tus trabajos?

R. Normalmente empleo óleo sobre soporte de madera, aplicando varias capas de pinceladas hasta que percibo una textura aterciopelada. Doy el acabado con barniz en spray brillante, y satinado para terminar. Trabajo también con acuarela sobre papel Arches y la témpera me gusta igualmente.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, En el centro, 2020. Óleo sobre tabla. 80 x 80 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Tienes claro lo que vas a pintar cuando empiezas a hacerlo o, por el contrario, la pintura fluye durante el proceso?

R. Cuando comienzo una serie ya he meditado bastante sobre lo que quiero llevar a cabo. Si parto de ambientes reales, hago fotografías del motivo y suelo combinar varias vistas para crear el movimiento característico de mi obra. No obstante, siempre que se comienza un cuadro, es el mismo proceso el que va estableciendo un diálogo con el pensamiento y de ese diálogo nacen nuevas e inesperadas soluciones. Igualmente, cuando me expreso con imágenes mentales, decido una gama y una estructura de base, que luego se van transformando como consecuencia de la interacción materia-pensamiento.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, Vuelo libre, 2020. Óleo sobre tabla. 80 x 80 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿A qué artistas admiras?

R. Vivimos una época en que cada artista desarrolla un estilo muy personal, muy meditado a través de años de estudio y reflexión. Sin embargo, no debemos olvidarnos de los grandes maestros, que nos han marcado a todos los artistas contemporáneos. Son nuestros ancestros artísticos y nosotros sus deudores. Me ha enseñado mucho estudiar la pintura gótica y renacentista, Fra Angélico, Giotto, Duccio y otros. Y cómo no, a los grandes pintores españoles como Velázquez, Sorolla, Picasso, Zuloaga y pintores contemporáneos como Úrculo y Gordillo. Me atrae el impresionismo, el surrealismo, el cubismo, y diferentes estéticas actuales.

No puedo decantarme por un solo artista. Sería imposible, pero nombraré a los que me emocionan cada vez que contemplo sus obras: Gauguin, Cézanne, Chagall, El Greco, Modigliani, Hopper, Juan Gris, Georgia O’Keeffe, Matisse… De Matisse destaco la aparente simplicidad de sus figuras, resueltas con colores casi planos, de gran abstracción y belleza. Gauguin es un maestro del dibujo, el color y la composición, desde sus comienzos hasta su última y genial etapa. Cézanne es la pasión, la irracionalidad, la genialidad. De Modigliani me emociona el lirismo con que aborda sus retratos. Juan Gris representa el orden y al tiempo la emoción, es perfecto. Geogia O’Keeffe es voluptuosa, atrapa la mirada con sus primerísimos planos de flores y paisajes. Me ha influido de una manera determinante. Chagall es un maestro del paisaje y la figura, un rico colorista con perfectas composiciones. Y El Greco, con sus ojos acuosos, sus austeras y sensibles gamas de color y su estilización de las formas. Siempre tengo delante varias reproducciones de primeros planos de sus retratos, para mí, llenos de magia.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, Fondo de hojas, 2020. Óleo sobre tabla. 80 x 80 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Qué crees que ha resultado más difícil para las mujeres artistas de tu generación?

R. En los años setenta y ochenta no había grandes dificultades para estudiar una carrera universitaria, me refiero siempre dentro de la clase media, a la que pertenecían mis padres. Claro, luego había que ponerse a trabajar, porque era imposible vivir de nuestro arte, también teniendo en cuenta que por la juventud tampoco se tenía un estilo artístico desarrollado. Para mí era un viacrucis ir de galería en galería presentando mis cuadros. Hasta que me cansé. Por ello, hice oposiciones para profesorado, he dado clase de Arte todo este tiempo, y soy autora de varios libros de texto de Educación Plástica y Visual para la ESO en la Editorial SM.

Tener que trabajar en otros ámbitos ralentiza el trabajo puramente artístico, que yo he tratado de combinar quitándome horas de sueño, hasta límites inaceptables para la salud. Así que pienso que los problemas para las artistas de mi generación son similares a los de las artistas más jóvenes. Pero sí hay un aspecto determinante, que no existía antes: los medios de comunicación que existen ahora, medios que te permiten relacionarte más eficazmente con galerías, presentar tus proyectos perfectamente con ayuda de los programas de diseño, y acceder a cualquier información sobre eventos y certámenes artísticos. Y poder mostrar el trabajo realizado al instante en plataformas como Instagram. Para mí ha sido un cambio en positivo. Yo diría como la noche y el día.

 

 

 

Isabel Gutiérrez, La puerta verde, 2020. Óleo sobre tabla. 80 x 80 cm. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?

R. Yo, personalmente, no he tenido grandes problemas en mi carrera profesional, tanto de profesora, escritora de libros de texto o artista plástica. En este último campo, que es en el que me encuentro más implicada en estos momentos, siempre he tenido una especial relación con todos mis galeristas, y no son solo palabras, nunca he tenido ningún mal momento, muy al contrario. Quizás he tenido suerte. Ahora, entiendo que el entorno del arte es una parcela social y política como otras muchas, por ello siempre encontraremos injusticias y errores derivados del mal entendimiento de lo que debe ser el reparto de poderes y derechos. Personalmente considero, que la mejor estrategia para una artista es trabajar intensamente y creer en lo que se está haciendo. Y siempre con la fuerza que da la fe en una misma.

 

 

 

Isabel Gutiérrez en su estudio en León. Foto: cortesía de la artista. Cortesía de la artista

 

 

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. En abril y mayo he tenido una exposición en la Galería Montsequi, en Madrid, presentando cuadros de mi serie El jardín de Lili. Y en estos momentos estoy concluyendo los últimos cuadros para la Feria de Arte ART MADRID, con la Galería Alba Cabrera, que se celebrará del 26 al 30 de mayo.

Pertenecen a la serie Memoria del Presente. En junio iré a LILLE, una destacada feria de Arte, que está cobrando un notable interés este año, al haber sido pospuesta desde marzo del 2020, a causa de la pandemia. Y en julio, de nuevo con la Galería Montsequi, iré a JUSTMAD. En verano, hasta octubre me iré a la montaña de León, a un pueblo casi perdido en el tiempo, donde tengo mi casa-estudio. Allí, entre caminata y caminata, prepararé un nuevo proyecto para diciembre.

 

Puedes ver otras obras de Isabel Gutiérrez en su página web y en su perfil de Instagram.

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Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.