La artista granadina nos habla de su proceso creativo
Existe un halo misterioso en lo poético, en aquello que no podemos desentrañar del todo. Intuimos belleza, pero no sabemos qué elementos la conforman. Disfrutamos sin entender todo lo que compone lo que observamos.
Julia Santa Olalla (Granada, 1985) entiende perfectamente como disponer todas las piezas de este juego visual para entretejer sus obras y que el espectador se quede prendado de ese misterio que las envuelve.
Esta artista granadina licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, completó sus estudios con una beca Erasmus en la Academia de Bellas Artes de Brera, Milán. Ha expuesto tanto individual como colectivamente en gran parte del territorio nacional. Su más reciente exposición individual ha sido este año en la galería Di Gallery de Sevilla bajo el título ‘La fuente del conejo’.
Ha sido galardonada en varias ocasiones con premios y residencias artísticas. Solo en 2020 obtuvo el primer premio de Pintura Joven de y el primer premio Ramón Portillo, ambos en Granada. Sus obras forman parte de las colecciones de varios ayuntamientos como los de Cijuela, Úbeda y Cazorla.
Santa Olalla suele pintar principalmente en óleo sobre lino, tabla o papel, a los que a veces añade otras técnicas. Combina la factura amarrada de lo figurativo con otra mucho más suelta, que incluye también los accidentes que ocurren durante su la elaboración.
Sus retratos destacan por la potente mirada de sus modelos en consonancia con la gestualidad de la artista. También los espacios interiores y exteriores narran aquello que no evidencia. De ahí ese halo de misterio del que hablábamos antes, funcionando como el hilo conductor de sus obras.
Hablamos con ella sobre los porqués de sus pinturas, influencias y próximos proyectos.
P. En la mayoría de tus retratos hay una mirada directa al espectador, ¿qué buscas en esa atención?
R. Sí, es cierto, pero no es una cosa que busque muy conscientemente. Me doy cuenta conforme pasa el tiempo que ese tipo de encuadres se repiten. Desde mis comienzos me parecía muy placentero pintar ojos.
P. Sueles trabajar la pintura figurativa, pero, en ocasiones, utilizas una pincelada que desdibuja o tiendes más a la abstracción, ¿qué rasgos narrativos dirías que aporta cada una de las formas en expresión?
R. Siendo una pintora figurativa no me interesa tanto lo representativo ni la descripción. Hago construcciones visuales en las que la técnica tiene mucho peso. A mí me importa mucho cómo está hecho el cuadro, como está pintado cada parte en concreto, como lo más gestual se mezcla con lo contenido, y lo arbitrario con lo equilibrado. Pienso mucho antes de poner la pintura en cómo hacerlo y procuro que mis cuadros no tengan demasiada insistencia, que no se me hagan muy densos pero que tampoco se queden excesivamente fríos o calculados. Dejo algunas partes menos trabajadas que me parecen sugerentes, donde se ve la huella de la brocha o el pincel que he utilizado. Esos accidentes y arrepentimientos creo que le vienen bien a mi pintura.
P. Lo inquietante también forma parte de tu trabajo, algunos de tus cuadros son muy enigmáticos. ¿Qué dirías que suma esta cualidad frente a la evidencia?
R. No muestro nada extraordinario, pero profundizo en lo ordinario y parto de ahí. Esto es lo que ves, pero más allá hay algo más, un mundo oscuro que no te atreves a ver o que no tienes acceso porque te quedas en la superficie de las cosas. No tengo la intención de que se entiendan las cosas que pinto, me interesa más que funcione como un acceso. Por eso hago narraciones desde la pintura como un proceso libre.
P. ¿Qué artistas de la Historia del Arte te han influenciado más?
R. Velázquez, John Singer Sargent, Anders Zorn por decir algunos nombres. Hurvin Anderson, Mamma Andersson, Raoul De Keyser son artistas que últimamente tengo muy presentes.
P. ¿A qué artistas de tu generación admiras?
R. Aprendí mucho con Coque Bayón, Irene Cuadrado y Axel Void. Actualmente admiro a muchos como Pere Llobera, Rubén Guerrero, Ignacio Estudillo, Santiago Ydáñez…
P. ¿Qué consejos te darías a ti misma si salieses ahora mismo de la facultad de Bellas Artes?
R. Me diría: «¡Julia no vayas tanto a la cafetería!». No tardaría en buscar un contexto de trabajo en el que yo me sintiese parte. Creo que al principio es importante poder relacionarte con gente que tenga intereses similares a los tuyos y poder intercambiar opiniones y experiencias. Ser más consciente de la importancia del tiempo. Llevar cada pintura a su máximo e intentar que contengan lo mejor de mí.
P. ¿En qué medida ha afectado la pandemia a tu trabajo?
R. La verdad es que he tenido mucha suerte a nivel laboral y de salud, y he podido trabajar mucho en proyectos que se me han presentado, como la beca del programa Iniciarte en el que hice una exposición en Córdoba que se tituló Entre el Hueco y la pared, y una individual en Digallery, Sevilla titulada La fuente del conejo.
P. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para combatir el machismo en el mundo del arte?
R. No sé cuál es la mejor estrategia pero es un tema que me preocupa mucho. Tengo una niña de un año, todo lo que se trabaje para que este mundo sea más justo me parece bien.
P. ¿En qué estás trabajando ahora?
R. Ahora estoy preparando una serie de pinturas que llevaré este año a Arco con la galería T20. Así que me siento muy afortunada y sobre todo muy contenta de poder disfrutar de esta experiencia que se me ha presentado.
Puedes ver más obras de Julia Santa Olalla en su perfil de Instagram.
