Hablamos con las directoras de ‘Negro Púrpura’, documental que investiga las claves de la producción de la droga en Galicia
Caruncho, cornello, cornecelo, dentón, grao de corvo, son algunos de los diversos nombres por los que se conoce popularmente en Galicia al ‘claviceps purpurea’ o cornezuelo, un hongo parasítico que se suele encontrar en hierbas y cereales como el centeno.
Este pequeño cuerno de color negro púrpura, ya conocido como potente abortivo por viejas comadronas y curanderos, empezó a alcanzar celebridad mundial gracias a las propiedades alucinógenas descubiertas por Albert Hoffman en 1943.
La síntesis de LSD y aquel legendario primer viaje psicodélico en bici cambiaron la historia de la humanidad en múltiples aspectos. Desde entonces el cornezuelo ha pasado a ser sospechoso de algunos de los grandes misterios de la humanidad.
Desde los ritos eleusinos de la antigua Grecia hasta los envenamientos masivos de la Pont-Saint-Sprit pasando por las visiones de los místicos medievales o las gangrenas del «fuego de San Antonio».
A mediados del siglo XX el cornezuelo empezó a ser un hongo codiciado por laboratorios de todo el mundo. En 1951 llegó a ser conocido como el «oro negro» o «wolframio vegetal» y cotizarse a unas 1000 pesetas por kilogramo.
Galicia y el norte de Portugal fueron algunos de los grandes exportadores de la época y algunos de nuestros abuelos se convirtieron en «narcotraficantes» sin saberlo.
Fueron muchos los que recogieron cornezuelo en los campos de centeno para sacarse un hermoso extra en aquellos tiempos tan precarios y gracias a Illa Bufarda tenemos un documental, ‘Negro Púrpura’ (Sabela Iglesias/Adriana P. Villanueva), que recoge su importante testimonio. Hablamos con Sabela Iglesias (directora) y Pilar Abades (directora de fotografía) al respecto.
P. ¿Cómo surgió la idea del documental?
Sabela Iglesias: Pues todo surgió hablando en una sobremesa. Una compañera de Adriana (co-directora), dijo que su abuela le había comentado que había traficado con LSD (risas). Luego ya nos los explicó mejor y nos pareció que ahí había una historia interesante que contar.
P. La mayoría de testimonios en aquel momento no tenían ni idea de lo que tenían entre las manos.
Pilar Abades: Unos le llaman hormonas, otro a «saber lo que era», pero casi todos coinciden en que aquello tenía algo de veneno y algo de terapéutico…
P. De hecho, el documental juega un poco con el misterio entorno al uso del cornezuelo
Sabela: Sí, nos gustaba reflejar el proceso de descubrimiento que nosotras mismas fuimos viviendo a medida que escuchábamos los diferentes testimonios. Ir dando la información poco a poco, de la forma que hablan los protagonistas, jugando con las confusiones y falsas asociaciones que ellos mismos percibían (muchos lo relacionaban con el wolframio, por ejemplo). No nos interesaba dar un verdad científica absoluta sino plasmar la sabiduría popular y el ejercicio de memoria de los protagonistas.
P. ¿Teníais algún tipo de hoja de ruta cuando empezásteis a rodar el documental o os fuisteis dejando llevar por las distintas declaraciones de los testimonios?
Sabela: Sí, fue algo bastante masticado. Un año antes del rodaje ya contactamos a toda la gente que sale en el documental, los visitamos en sus casas, los conocimos y tuvimos cierta convivencia con ellos para saber todo lo que podían aportar. Con todo ese material hicimos una escaleta para rodar pero aún así ocurrieron muchas cosas imprevisibles.
P. ¿Cómo conseguisteis los testimonios? Es un tema que pasó hace mucho tiempo y del que cada vez quedan menos testigos directos.
Sabela: Son gente muy mayor. Tenemos hasta un testimonio de más de cien años. Mucha gente contactó con nosotros gracias a la buena difusión que tuvo crowdfunding. Por ejemplo, la grabación en Escairón surgió gracias a un hombre que nos llamó a la radio mientras nos hacían una entrevista.
Pilar: A través de la campaña y las noticias de prensa llegamos a diversas generaciones y logramos conectar un suceso del pasado con la actualidad.
P. El paso del tiempo es algo que está muy presente a lo largo del documental.
Sabela: Sí, pero no de una manera nostálgica, lo que más nos interesaba era remarcar la ruptura del modo de vida de nuestros abuelos con la vida actual, que no tienen nada que ver y realmente no hay tanta diferencia de tiempo.
P. ¿Hubo algún aspecto en el que os hubiese gustado profundizar más pero que no pudierais por falta de información y testimonios?
Pilar: Quizás en la psicodelia y su relación con en el arte pero creo que es un aspecto que al final también quedó reflejado gracias al montaje y los juegos visuales que utilizamos. Para esto sacamos provecho de puertas y ventanas que se abren y crean diferentes planos y capas de información, de la banda sonora y del ritmo de edición.
P. La música de theremin también tiene ciertas connotaciones psicodélicas…
Sabela: Sí, eso fue un regalazo de Paulo Pascual. Desde el principio pensamos en él, porque nos parecía que el theremin empatababa perfectamente con el halo de misterio del documental.
P. ¿Qué plan de distribución tenéis en mente?
Pilar: Estamos trabajando con una distribuidora, Begin Again, y la idea es hacer recorrido por festivales para acabar estrenando en cines en otoño.
P. ¿Hubo ya algún pase privado para los protagonistas? ¿Les gustó?
Pilar: Sí, pudimos preestrenar el documental en abril, en el contexto de la Mostra Internacional de Cinema Etnográfico del Museo do Pobo Galego. La verdad es que teníamos bastante miedo por como podían reaccionar pero fue genial, les gustó un montón. Creo que no se esperaban que de allí pudiera salir una película y se sorprendieron. Sentir que tu relato vital importa es una sensación agradable.
Puedes encontrar más información sobre Negro Púrpura en su página web.
