Galopa y corta el viento: el amor prohibido que Eloy de la Iglesia nunca rodó

Begoña R. Orbezua Por Begoña R. Orbezua
9 Min lectura
‘Galopa y corta el viento’, una historia de amor de Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea escrita en los años ochenta, vio la luz este año

País Vasco. 1981. La historia de amor imposible entre un abertzale y un guardia civil andaluz. Con esta materia prima, Gonzalo Goicoechea y Eloy de la Iglesia escribieron una película que nunca se llegó a rodar, y se convertiría en una pequeña leyenda del cine español.

En un momento histórico especialmente convulso, ya sólo una historia de amor entre dos hombres habría resultado polémica. El hecho de que uno de ellos fuera un abertzale vinculado a ETA y el otro un guardia civil era la guinda del pastel.

Resultaba evidente que aún no había la suficiente democracia para poder narrar una historia así, como señaló Eloy de la Iglesia en 1986. El título de la película era Galopa y corta el viento, tomado de la canción Mi jaca de Estrellita Castro, que uno de los personajes baila a escondidas.

 

El extenso estudio introductorio de Fuembuena reconstruye la historia de la película y de la España en la que no se pudo rodar

 

La editorial Niños Gratis ha recuperado esta historia del cajón del olvido. Lo ha hecho en formato libro que contiene el guion íntegro, publicado por primera vez, el documento primigenio que escribieron sus autores, un prólogo de Eduardo Mendicutti y un estudio de Eduardo Fuembuena.

El extenso estudio introductorio de Fuembuena reconstruye la historia de la película y de la España en la que no se pudo rodar. Cineasta y experto en de la Iglesia y su cine, Fuembuena es el máximo responsable en lograr que este libro vea la luz. Él buscó una editorial a través de sus redes sociales, recopiló todo el material, la documentación y las fotografías.

Además, ha renunciado a cualquier derecho sobre esta publicación en favor de los familiares de los autores. Fuembuena pretende la divulgación del texto y la puesta en valor de la obra literaria, pero también quiere rendir un merecido homenaje a sus autores.

 

 

 

Fotograma de ‘El diputado’ de Eloy de la Iglesia, 1979

 

 

 

Los autores

 

Eloy Germán de la Iglesia Diéguez (Zarauz, 1944–Madrid, 2006) nació en la casa señorial de su familia burguesa de ascendencia gallega. Gonzalo Goicoechea (Oteiza, 1952–Madrid, 2009) vino al mundo en una buena casa, de referencia carlista, con la consabida parafernalia y el retrato de Carlos de Borbón y Austria-Este. Ambos compartieron, además del nido acomodado, su gusto por el cine, por la heroína y por el mismo tipo de chicos.

Los dos «niños bien» se encontraron por primera vez en 1972 o 1973 y trabajaron juntos durante una década, de 1977 a 1987. De hecho, Goicoechea comenzó su carrera de guionista en la película Los Placeres Ocultos (1977), dirigida por Eloy de la Iglesia.

Juntos dieron a luz más de diez películas, tan conocidas como El diputado (1978), La mujer del ministro (1981) y El pico (1983). Películas en las que la droga, la homosexualidad, la política y la delincuencia juvenil se presentaban como temas clave.

El pico acercaba de forma peligrosa el mundo de la izquierda abertzale y el de la Guardia Civil. En el prólogo, Mendicutti los recuerda a ambos como «brillantes y temerarios» y con firmes planteamientos ideológicos y vitales hasta el final.

Eduardo Mendicutti es el escritor de Los novios búlgaros, que de la Iglesia llevaría al cine en 2003, y se convertiría en su última película.

 

 

 

Fotograma de ‘El Pico’ de Eloy de la Iglesia, 1983

 

 

 

Inspirado en un suceso real

 

No se puede negar la osadía del guión que de la Iglesia y Goicoechea habían concebido. El eje central era una historia de amor homosexual entre Manolo y Patxi. Un amor imposible. Manolo, guardia civil andaluz destinado a Euskadi, y Patxi, tendero de un pequeño pueblo de Gipuzkoa, muy cercano a la izquierda abertzale. Algo así como un Romeo y Julieta euskogay. El escándalo estaba servido. Hay que tener en cuenta, además, que 1980 fue el año más sangriento en la historia de la banda armada.

Haciendo una búsqueda en la hemeroteca, descubrimos que el guión está inspirado en un suceso real que ocurrió en noviembre de 1980. Aquel día, ETA disparó a dos hombres, Alberto Lisalde y Sotero Mazo, policía nacional y peluquero respectivamente. Parece que se los cruzaron casi casualmente cuando salían en coche de la casa de Lisalde. Ambos estaban casados y tenían hijos. Pero aquello fue el detonante para dar rienda suelta a la imaginación de Gonzalo Goicoechea y Eloy de la Iglesia.

 

 

 

Vista de la exposición ‘Eloy de la Iglesia. Provocar en los tiempos de Franco’ en la Tabacalera, Madrid, 2019

 

 

 

Los cineastas transformaron a estos dos hombres reales en los personajes de ficción Manolo y Patxi. Los dos viven un intenso romance en un caserío abandonado hasta que son acribillados a tiros. En la película no se llega a esclarecer quién dispara y mata a la pareja. En un juego muy real en su momento, la ambigüedad es la reina. Ambos bandos tienen sus razones para asesinarlos. Ni ETA ni el Estado español podían dejar impune la doble traición.

La homosexualidad era en sí misma un problema que se hacía aún mayor si se amaba a alguien del otro bando. Recordemos que de la Iglesia y Goicoechea firmaron este guión veinticinco años antes de que el matrimonio entre personas del mismo sexo fuera legal. Ni siquiera lo era el divorcio en las parejas heterosexuales. Y hacía apenas dos años que la homosexualidad había dejado de ser un delito perseguido por la ley.

 

 

 

Cubierta del libro

 

 

 

Una historia de reconciliación

 

Es fácil imaginar las múltiples razones por las que jamás pudo rodarse esta historia de identidades: miedo, censura, falta de capital, amenazas y presiones. Era provocador e incómodo el planteamiento de las diferentes identidades en conflicto que tienen cabida en el ser humano, la sexual, la política, la de clase.

Todas estas cuestiones aparecen en las películas de los dos realizadores vascos, porque estaban presentes en sus vidas privadas y en la realidad social de su momento. A pesar del arrojo, ninguno de los intentos de producir la película llegó a buen puerto, que incluso tuvo una segunda versión en 1985, como inútil intento de conseguir una subvención de la Ley Miró.

En 1987, por última vez, Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea solicitaron una ayuda para poner en marcha la producción. Los informes tampoco fueron favorables en este caso y el sueño de rodar Galopa y corta el viento se tornó en imposible. Otros tiempos.

 

 

Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea, Galopa y corta el viento, 2022. Niños Gratis. 320 páginas. 29,90€

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Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto y licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Es profesora de Literatura, dinamiza clubes de lectura y talleres de escritura.