­Berto Fojo: «Los colores acentúan el drama, lo hacen todo más patético y gracioso»

María von Touceda Por María von Touceda
18 Min lectura
El artista nos habla de su trayectoria y su proceso creativo

Berto Fojo (Pontevedra, 1982) es un artista y diseñador gallego que ha creado un universo personal lleno de personajes carismáticos. Sus protagonistas conforman una mitología tan deliciosa como surreal y que va mucho más allá del papel.

Se formó en la Facultad de Bellas Artes de su ciudad y completó sus estudios con un Máster de Diseño de la Universidad Complutense de Madrid. Su trabajo se ha expuesto en ciudades como Nueva York, Berlín, Londres, Portland, Helsinki, Madrid, Seúl o Barcelona.

Hablamos con él sobre los porqués de su obra.

 

Berto Fojo, One Page, 2017

 

P. ¿Qué ha inspirado tu personalísimo imaginario?

R. Una forma de entretenimiento que practicábamos mucho mis hermanos y yo cuando éramos niños y nos aburríamos. Consistía en dibujar caras de personajes. Uno proponía, pongamos, dibujar un borracho, y cada uno hacía su versión. Nos partíamos de risa con los resultados. Hacíamos esto muy a menudo y el juego se iba sofisticando, de manera que cada vez había que hilar más fino para ser gracioso. Era algo similar, en esencia, a los memes. Llegamos a desarrollar un vocabulario propio para referirnos a determinados tipos de cara que todavía usamos a día de hoy, incluso mi madre. «Soino» es una de esas palabras. Me resulta difícil explicarlo, pero se refiere a un tipo de persona que tiene una cara graciosa, con los ojos grandes y separados y gesto como apampanado (mis hermanos dirán que lo he explicado mal). De ahí viene mi fascinación por los personajes y mi afición a dibujarlos. Muchas veces, cuando estoy atascado con algún dibujo, uso el truco de imaginarme allí, dibujando algo, para hacerles reír. De esa época conservo la devoción por Jim Henson y todo su imaginario, así como por Lucky Luke (la mezcla de colores perfecta para un personaje), Snoopy, Hannah-Barbera, La Gorda de las Galaxias

 

Berto Fojo & Natalia Umpiérrez, El estupor y la guasa, 2019

 

P. ¿Qué valores emocionales crees que aporta esa gama cromática tan concreta que utilizas en tus obras?

R. Trabajo el color de manera bastante instintiva. No me suelo parar a intentar darle un uso dramático ni a transmitir o enfatizar una sensación determinada a partir de él. Me interesa ese contraste entre colores vivos y demacre, como cuando ves por la calle a gente peleándose disfrazada o en un día de sol. Los colores acentúan el drama, lo hacen todo más patético y gracioso.

 

Berto Fojo, Ilustración para SELF, 2017

 

P. Tu trabajo tiene una potentísima proyección internacional, ¿por qué crees que España es la campeona mundial en desaprovechar talentos?

R. Hace un rato hablaba con mi pareja, Natalia Umpiérrez (también artista) de lo mucho que nos cuesta manejarnos a nivel profesional aquí, de lo difícil que resulta salir adelante con dignidad. Es prácticamente imposible aspirar a una estabilidad o al menos a cierta serenidad siendo ilustrador/artista freelance y trabajando exclusivamente para España: cobrar a 60/90 días, el disparate de las tasas de autónomo, plazos demenciales, las miserias que pagan los medios más generalistas, la ineptitud y el caciquismo endémicos del sector cultural. Hace poco envié una factura de un trabajo que hice para fuera y a los diez minutos ya me habían hecho la transferencia. Le escribí al tío para darle las gracias y él no daba crédito cuando le contaba lo que se tarda en cobrar aquí. Pero bueno, a fin de cuentas estoy aquí porque quiero y me siento muy afortunado por ello. En Galicia están pasando cosas alucinantes, con un montón de gente creando, experimentando, asociándose, autogestionándose y construyendo un tejido cultural solidario, vivo y orgánico como nunca antes había ocurrido. Aquí tenemos el Liceo Mutante y te puedo asegurar que es de lo mejor que nos ha podido pasar en la vida a quienes formamos parte de él.

 

Berto Fojo, Look good for your planet, 2019

 

P. Has estudiado Bellas Artes y Diseño. Trabajas como artista, músico, ilustrador y también como docente. Ahora acabas de hacer tu primer proyecto de animación, Look Good for Your Planet (2019) para Dick Moby. ¿Qué tal esta experiencia?

R. Era mi primera experiencia seria en la animación y ha sido posiblemente uno de los trabajos en los que más he aprendido en menos tiempo. Estoy acostumbrado a trabajar a mi aire, tomando mis decisiones y marcándome mis tiempos y aquí, siendo un equipo de varias personas dedicadas a distintas tareas, había que llevarlo todo bastante a rajatabla. Fue muy intenso, agotador por momentos, pero estoy muy contento con el resultado y, sobre todo, con la experiencia. Cada vez que enviaba un dibujo a la gente de Device y me lo devolvían con vida era magia pura. También me sorprendió que tanto Dick Moby como la agencia estuviesen dispuestas a embarcarse en un proyecto tan chiflado, fomentando incluso esa locura en nosotros.

 

 

P. También organizas, junto a tu pareja, unas jornadas de autoedición en el Liceo Mutante de Pontevedra. ¿Por qué crees que ha tenido ahora tanto repunte el mundo del fanzine?

R. Se supone que estoy haciendo una tesis sobre eso, aunque llevo meses con un archivo de texto abierto para ello y todavía no he tecleado ni una miserable letra. Creo que ese repunte del que hablas se debe a varios factores. Por un lado, desde la fractura digital los fanzines con una vocación más informativa, más textual, se han ido mudando hacia la red ganando así en inmediatez y ahorrando en costes, lo que ha derivado en una mayor proporción de fanzines con, digamos, vocación artística. El fanzine ya no es tanto una herramienta de transmisión de información, sino un objeto artístico en sí mismo. Tras la evaporación de recursos culturales que trajo la crisis, muchos artistas han encontrado ahí una forma de expresión con unas posibilidades infinitas, de producción asequible y que les permite compartir su trabajo sin tener que pasar filtros institucionales ni intelectuales. Esta proliferación ha dado lugar a un montón de festivales y a la consolidación de una escena, tejido o como se le quiera llamar. También es fundamental el papel de publicaciones referentes como el ¡Qué Suerte! de Olaf Ladousse, que va ya por su tercera década de existencia.

En cuanto a las Xornadas de Autoedición del Liceo Mutante (Grapa Grapa, Grapo Grapo, Gropo Gropo… cambiando una letra en cada edición) el planteamiento es el mismo que con nuestros fanzines: de manera totalmente libre y sin compromisos. No tendría sentido hacerlo de otra manera. Las organizamos cuando nos da la gana y nos apetece, sin atarnos a una periodicidad concreta y con un formato muy sencillo. Es la única manera de garantizar nuestro disfrute y el de quienes participan. Nos sobran cargas y no nos permitiríamos convertir esto en otra. Aclarar que, si bien Natalia y yo nos encargamos de coordinarlo, sería imposible sin la ayuda de nuestras compis del Liceo, que se vuelcan por completo.

 

Berto Fojo, Poio, SSE Project, Seúl, 2016

 

P. ¿Qué no te enseñaron en tu facultad de Bellas Artes y sí te hubiese gustando aprender allí?

R. Acabar Bellas Artes es como si te metieran en un cañón, encendieran la mecha, salieras despedido tras la explosión y aterrizaras, completamente aturdido y con los oídos zumbando, en la llanura que separa Tarancón y Belinchón. Sales totalmente desorientado y tardas años (diría lustros e incluso décadas si nos sinceramos) en encontrar una señal que te pueda orientar para volver algún día a casa. Sí que es cierto que en los últimos años he echado de menos no haber adquirido ciertos conocimientos prácticos sobre todo en lo relativo a cómo conseguir pagar un alquiler y poner un plato de comida en la mesa de manera legal pero es posible que estando en la facultad me hubiese parecido un tostón. Pero sí que creo que entre los principales cometidos de una facultad de Bellas Artes debería estar el de ayudarte a encontrar las herramientas para seguir tu propio camino artístico y no hacerte creer que eres un mierda si no consigues exponer nunca en el Reina Sofía, si no ganas premios o si se ve el enchufe que hay debajo de tu cuadro en una exposición. De mi promoción ha habido mucha gente que se ha quedado por el camino convencida de que el arte no era lo suyo, lo cual es bastante triste.

 

Berto Fojo, Ilustración para Icon, 2016

 

P. ¿Sigues alguna rutina para trabajar?

R. Hace un tiempo decidí buscarme un trabajo «normal», que me permitiera no tener que estar buscando monedas entre los cojines del sofá al llegar a fin de mes. Incauto de mí, creí que al llegar a casa después de la jornada laboral tendría energía para centrarme en mis cosas y sacar adelante todos esos embriones de proyectos que me llevan años atormentando, pero lo cierto es que el trabajo me chupa hasta la última gota de ilusión y se ha llevado por delante toda mi rutina de trabajo, que tampoco es que fuera nada ejemplar, pero era la mía. Sobre todo me ha quitado la posibilidad de trabajar hasta altas hora de la madrugada, que era algo que disfrutaba mucho. Ahora trato de aprovechar todos los huecos que me deja el trabajo «normal» y he aprendido a valorar más el tiempo. Mientras dibujo a veces necesito silencio y otras me gusta ponerme de fondo programas o podcasts sobre todo de crónica negra, que me mantienen intrigado y con el culo pegado a la silla. Los fines de semana suelo aprovechar para ponerme los partidos del Dépor, que son también bastante trágicos, y partidos random de segunda con un truco que aprendí para verlos gratis. No bebo ni fumo, pero me gusta tener al lado una botellita de 50 cl de Coca-Cola fresquita. La parte buena de tener el trabajo «normal» es que puedo ser mucho más selecto con los proyectos en los que me meto.

 

Berto Fojo, Extinción de los Insectos/Cuchillos de Fuego, Portada, 2017

 

P. Para combatir el machismo en la cultura, muchas artistas y escritoras optan por hacer exposiciones, conciertos, antologías, fanzines donde las participantes solo son mujeres. ¿Qué opinión te merece esta estrategia?

R. Combatir algo tan arraigado como el machismo exige radicalidad. Es lógico y necesario que, cuando alguien es discriminado por su condición, lo haga manifiesto uniéndose a otras personas que estén pasando por lo mismo. Veo tan lícito que haya quien lo trate de reivindicar desde la participación exclusiva, en este caso, de mujeres como quien decida dar cabida a quien comparta la causa, independientemente de su género. Lo importante es el fin común y cada cual lo hará como considere o como buenamente pueda, aprendiendo por el camino. Creo que es fundamental tener en cuenta que estamos viviendo una época de cambio, de nuevos paradigmas de pensamiento y que muchas veces, dentro de esta lucha, la gente se encuentra ante situaciones o planteamientos completamente nuevos y que necesita margen para dudar, reflexionar y poder avanzar. Estos días hablaba con una amiga del tema, de que van surgiendo nuevos enfoques que te van haciendo replantearte el tuyo y que, como ella dijo, tampoco hay que tener miedo de dudar a los cuatro vientos.

 

Berto Fojo, One Page, 2017

 

P. ¿Recuerdas qué exposición, de todas las que has visitado, te impactó más?

R. Hay muchas. Si me preguntaras mañana, te respondería con otras distintas, pero ahora se me vienen a la cabeza la de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay de hace unos años en la Casa Encendida, sobre todo por Švankmajer con sus gabinetes de curiosidades, y una de Sempé con la que me encontré por casualidad también en Madrid hará unos diez años y en la que acabé llorando emocionado sin comprender hasta hoy muy bien el porqué.

 

Berto Fojo, Ilustración para Icon, 2017

 

P. ¿Quiénes dirías que son tus principales referentes?

R. A día de hoy mis referentes son mis amistades que siguen intentando hacer sus cosas, fieles a algún tipo de esperanza innegociable y con quienes puedo hablar, reírme y compartir inquietudes.

 

Berto Fojo, Puzle hecho a mano, 2017

 

P. ¿Cómo valoras tu relación con el mercado del arte?

R. No tengo una relación propiamente dicha con el mercado del arte. Si nos vemos nos saludamos y ya.

 

Berto Fojo, Bart Chincho, 2014

 

P. ¿En qué estás trabajando ahora?

R. Estoy ilustrando álbum infantil, aún en fase embrionaria, que espero tener listo para la primavera que viene. Hay un par de proyectos más de los que no puedo hablar por ahora y tengo muchas ganas de pintar y salir un poco de las pantallas.

 

Berto Fojo, Poster para Canela Fest, 2018

 

P. Para finalizar, la vida sin arte sería…

R. …pues supongo que como cuando peatonalizaron Pontevedra: al final no sería para tanto.

 

Berto Fojo es, indudablemente, uno de los ilustradores más potentes de este país. Como si viniese del futuro se ha apropiado de unas formas y colores que se anticipan a lo que está por llegar. Su calidad como artista no se queda en el diseño de sus personajes sino en todo lo que rodea a estos.  La universalidad de su trabajo se ve recompensada en publicaciones y muestras internacionales. Ojalá un día este país despierte y Fojo se posicione aquí en el lugar que realmente se merece porque se lo ha ganado a pulso.

 

Puedes ver más obras de Berto Fojo en su página web y en su perfil de Instagram.

Compartir este artículo
Seguir:
Crítica de arte contemporáneo y escritora. Es autora de las novelas 'Crítica del vicio' (2016) y 'Coito Ergo Sum' (2019), ambas publicadas por La Marca Negra Ediciones.